FLN, 53 aniversario

Compartimos un breve mensaje del Co. Comandante Germán en el marco del 53 aniversario de la fundación de las Fuerzas de Liberación Nacional y a un año de hacer pública la propuesta de unidad en torno a la conformación de un Movimiento de Liberación Nacional, a manera de balance.




Mujeres revolucionarias: 1969-2022

“Se aprende a pelear, peleando. Se aprende a hacer la revolución,

realizando las mil y una tareas cotidianas que,

integradas en un proyecto, van conformando el proceso revolucionario”

Editorial del Nepantla No. 2 (1979)

A lo largo de la historia de 53 años de trabajo revolucionario en nuestra organización, las mujeres hemos estado presentes. Hemos llegado de maneras distintas, por diversos caminos y provenientes de diferentes clases sociales. Aquí nos hemos encontrado y aprendido a vivir, a trabajar, mujeres y hombres. La práctica ha demostrado que el trabajo, el quehacer revolucionario, es lo que nos hermana y nos da razón de vida.

Llegamos compañeras trabajadoras, estudiantes, empleadas, obreras, maestras, mujeres maltratadas en su infancia y que tuvieron un camino muy difícil para salir adelante; mujeres de clase media alta, jóvenes que dejaron a su familia, entendiendo que era necesario para la lucha, pues la clandestinidad era la herramienta esencial en las organizaciones de esa época; mujeres que dejaron a sus hijos para luchar, campesinas, indígenas: mujeres decididas a construir un mundo nuevo.

Anteriormente, les hemos compartido algunas semblanzas de las compañeras que nos antecedieron, todas ellas ejemplos a seguir y todas ellas, con su trabajo, su esfuerzo y su vida, lograron hacer fuerte a las FLN en compañía y, hombro con hombro, de diferentes compañeros.

A todas ellas y a ellos les tocó lo más difícil… el primer paso… aprender la teoría y la práctica; dictaron los principios y valores que cimentaron el desarrollo de un proceso revolucionario digno, honesto y firme. Sus aprendizajes, sus errores convertidos en experiencias, su práctica y su tenacidad para “volver a las montañas”, en una palabra, su ejemplo marcó camino. Nos dejaron principios, valores, nos marcaron sus pasos, nos engrandecieron, y había que continuar…

Mantener fresco su recuerdo es tener siempre presente la historia de nuestra organización y el conocer la dimensión moral de quienes nos antecedieron, nos da mayor confianza en avanzar con firmeza en el proceso que vamos conformando.

Nuestro trabajo nunca ha sido sencillo. Siempre hemos encontrado obstáculos para su desarrollo, pero la experiencia de generaciones marca que todos éstos pueden ser superados y los sacrificios (si así pudiéramos llamarles) pueden vencerse si estamos completamente claros del por qué de nuestra lucha y si se tiene la firme convicción de que ésta, será finalmente ganada por nosotrass y nosotros, es decir, por el pueblo de México.

Una de las cosas de suma importancia para adquirir es la conciencia. Mujeres y hombres llegamos a la organización con alguna idea y alguna práctica en torno a la necesidad de organizarse y luchar, con un determinado nivel de conciencia política y ya aquí, el estudio y el trabajo del día a día, el hacer a un lado el individualismo para trabajar en colectivo, nos forma y la organización con su quehacer revolucionario contribuye a la formación política de cada compañera, de cada compañero en verdaderas revolucionarias y revolucionarios. Esto se vuelve de vital importancia y un problema central a resolver, tanto en los trabajos de las ciudades como en las comunidades.  Empatar la teoría y la práctica no es una tarea imposible. Hay que saber unir el decir con el hacer. Nuestra organización lo ha logrado en sus 53 años de trabajo.

Sin embargo; lo más difícil de aprender en su cabalidad es la disciplina tan necesaria en una organización político-militar; el sentido de unidad, el compañerismo, el espíritu de sacrificio, la valentía, el sobreponerse al cansancio y a las vicisitudes que se presenten en cualquier trabajo. Todo ello contribuye a elevar la moral; una moral que va sembrando la confianza que desarrollamos en el triunfo de nuestro pueblo.

Para lograr todo eso, había que equilibrar y “tejer” una serie de actividades donde muchas mujeres participamos. Con el paso del tiempo, nuestras casas de seguridad se convirtieron en escuelas de aprendizaje mutuo. Sobre este tema existen artículos que la compañera Lucha escribió al respecto –algunos expresados en nuestros cuadernos de trabajo Dignificar la Historia.[1] Lo central es que las compañeras comenzaron a hacer suya nuestra organización y, poco a poco, se integraron en los espacios y, posteriormente, a los campamentos en las montañas. El “tejido” iba creciendo y fortaleciéndose.

En este tejido participaron también las maestras. Ellas se encargaron de desarrollar los programas de estudio, tanto escolares como políticos pues llevaron a los hechos el programa de estudio de la escuela de cuadros elaborado por el Buró Político de la Organización. Eran maestras en aulas de cualquier escuela primaria oficial, pero daban clases a los compañeros que vivían en nuestras casas de seguridad con clases escolares y, además, en sus “vacaciones” iban a instruir a algunos campamentos de las montañas de nuestro país. Y no hablamos sólo del sur, también del centro y norte de la República Mexicana. Hubo quienes dejaron “pendiente” su plaza y se entregaron al 100% a esta loable labor; a ellas y ellos muchos compañeros deben el saber leer y escribir y también su formación política, pues a la par de las labores escolares, cursaban materias como Historia de nuestra organización, historia universal, historia de México, Marxismo-Leninismo, Materialismo histórico, entre otras. Tuvimos compañeras que nos ayudaron mucho en la formación del servicio de sanidad, desde compañeras laboratoristas que realizaron estudios clínicos a nuestros compañeros, hasta aquellas que capacitaron a promotoras de salud. Compañeras que, siendo estudiantes de medicina, dejaron la escuela para integrarse de lleno a la organización, capacitar a otras y llegar, incluso, a salvar vidas de compañeros.

Aunque en ese entonces no se hablaba sobre la participación de las mujeres en todas las actividades, aquí hubo mujeres que integraron la Dirección de las FLN. Mujeres que también dirigieron lo que se llamó los Cuerpos Técnicos del Buró Político, encargadas de los trabajos de impresión de nuestras publicaciones primero de manera artesanal (en mimeógrafo manual) y, después, con offset -que fueron pasando desde los más sencillos que usaban esténciles de cera, luego electrónicos, hasta los grandes offset de 8 oficios para llegar a imprimir publicaciones en selección a color. Especial énfasis hacemos en este aprendizaje que dio formación a cientos de compañeros que participaban en esta tarea que, aunque no llegaran a ser “impresores profesionales”, aprendieron el espíritu de compañerismo, la unidad en el trabajo, la disciplina y la preocupación para terminar a tiempo lo programado y la concentración para “afinar” los detalles y que el producto, nuestras publicaciones, fueran bien impresas, tratando de que no llevara manchas o errores, pues los lectores, eran compañeros y lo que en su interior contenía cada publicación, era el mensaje que los llevaría a crear conciencia y claridad a nuestro pueblo, de que era hora de participar y vivir por la patria o morir por la libertad, y que esas compañeras y compañeros tuvieran la certeza y la confianza en una organización que ellos no conocían (por seguridad), pero que se preparaba para algún día iniciar la lucha por la liberación de nuestra patria.

También hubo mujeres que nos acompañaron y que en su vida civil formaban parte de la iglesia, laicas y religiosas que en la práctica comprobaron que la fe no está peleada con la lucha sino al contrario… la complementa.

Hubo compañeras capacitadas en la soldadura, en la carpintería, aprendíamos desde manejar vehículos hasta resolver cuestiones de mecánica automotriz, a cambiar una llanta, a cambiar el aceite de los vehículos, igual que los hombres se caminaba en la montaña en la “góndola”[2] o aprender el arme y desarme y las posiciones de tirador.

Todas las actividades arriba señaladas pueden considerarse aparte de los trabajos en la cocina, el surtido de despensa, el lavado de trastes, el lavado de ropa, la limpieza de la casa, el gusto de cuidar alguna “plantita” o un jardín… cada quien somos como somos. El amor a los pequeños, propios o no propios, el cuidado a los “animalitos”, aprendemos que la acumulación genera residuos, en palabras de nuestra compañera Ruth “la abundancia origina desperdicio”. Somos parte de un gran colectivo que enseña, que resguarda y, además, protege.

Los trabajos nunca fueron exclusivos de hombres y mujeres. Poco a poco los compañeros empezaron a tomarle más “gusto” a estas labores pues “de hace tiempo para acá” reconocen situaciones que por generaciones se han transmitido, que no son “trabajos” para hombres. Unos más y otros menos. Ese cambio de cultura es lo que se ha promovido “de tiempo acá” y es un proceso que se reconoce como necesario, sin pelearnos y sin vernos como enemigos.

Después de 12 años de fundada la organización, a partir de 1980, las compañeras indígenas llegaron a vivir con todas las demás. Podemos decir que, al sumarse a los trabajos organizativos, también entendieron la necesidad de dejar a su familia para participar como profesionales y junto con los compañeros insurgentes en la montaña. Mujeres de diferentes edades, algunas madres con sus bebés, otras jóvenes de comunidades, que ahí aprendieron a escribir, hablar y leer el español –sin dejar su lengua por supuesto, la mayoría con nuestras compañeras maestras, incluso “se atrevieron” a usar uniforme, de insurgente o de miliciana. Algunas de ellas, aprendieron otras técnicas, a ser costureras, radio-técnicas, promotoras de salud hasta poder tener bajo su cuidado a enfermos, acompañadas de la instrucción del médico(a).

Muchas compañeras llegaron a campamento y se formaron como insurgentes, comisarias políticas, instructoras militares, tenientes, capitanes, mayores, y comandantas, como quien formó parte del grupo fundador en 1983, con mando de tropa y haciendo todas las labores que igual realizan los compañeros también mandos. La diferencia es que, muchas de ellas, se enfrentaron a diferentes situaciones con compañeros que no estaban acostumbrados a que los “mandara” una mujer…. pues el andar de la lucha es un camino que no está exento de problemas y errores, pero es un hecho que se aprende a pelear peleando.

Muchísimas mujeres han participado en estas labores, han dejado los fogones, las cocinas y las oficinas administrativas para participar heroicamente en movimientos revolucionarios en México y en toda nuestra América Latina, casi siempre, invisibilizadas en los textos de historia, pero presentes (aunque no nos miren desde la conquista, en la lucha de independencia, en la revolución, en la guerra de Reforma, y otras guerras), nunca nos mantenemos inactivas, pues hoy somos mayoría las mujeres que llevamos a cabo –sin descanso- la lucha para que se esclarezca la situación y el paradero de miles de desaparecidos de nuestro país México, así como en Chile, Uruguay, Argentina y otros países de nuestro continente. Las mujeres hemos sido y somos verdaderas combatientes de la libertad y por la justicia para poner fin a los feminicidios y la desaparición forzada.

En este 6 de agosto de 2022, a 53 años de iniciados oficialmente los trabajos revolucionarios de nuestra organización, rememoramos la fuerza, la valentía, la determinación, la conciencia y el ejemplo de nuestras compañeras para decir, aquí estamos compañeras, no nos rendimos, no claudicamos, no nos vendimos, no renunciamos a nuestros principios, no nos desesperanzamos y seguiremos caminando hombro a hombro con nuestros compañeros, con nuestro pueblo, para construir el México que soñamos.

¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la Libertad!

Comisión de Mujeres del Partido Fuerzas de Liberación Nacional.


[1] Compañera Lucha. (1982). “Hacia una organización de compañeros y militantes de nuevo tipo” en Casa de Todas y Todos Sitio web: https://lacasadetodasytodos.org/memoria/hacia-una-organizacion-de-companeros-y-militantes-de-nuevo-tipo

Compañera Lucha. (1984). “Marzo, el proyecto Na continúa” en Casa de Todas y Todos Sitio web: https://lacasadetodasytodos.org/uncategorized/marzo-el-proyecto-na-continua/

Compañera Lucha. (2021). “Hacia una organización de compañeros y militares de nuevo tipo”, en Cuaderno de trabajo “Dignificar la Historia IV Toma de Pueblos (1983-1993)”. Apodaca, Nuevo León, México: Casa de Todas y Todos, pp 58-61

Compañera Paula (2021). “La educación en el Ejército”, en Cuaderno de trabajo “Dignificar la Historia IV” Toma de Pueblos (1983-1993)”. Apodaca, Nuevo León, México: Casa de Todas y Todos. pp. 145-148

[2] La góndola era el trabajo que realizaban las compañeras y los compañeros cuyo encargo era recoger la carga que llegaba de la ciudad y de las comunidades a los campamentos, sobre sus hombros y con esfuerzo tenaz cargaban alimentos, ropa, libros, medicamentos… ellas y ellos recorrían grandes distancias en tiempos considerables, el trabajo arduo era repartido por igual, entre hombres y mujeres, subían montañas, cruzaban ríos, caminaban para hacer llegar la “góndola”.




Agosto: parto de dignidad y esperanza…

El mes de agosto representa, para el grupo editorial de esta página, el esfuerzo de lograr integrar acontecimientos ocurridos hace 53 años, con hechos ocurridos en los últimos años, tal vez sean temas históricos distantes en el tiempo, pero el origen de antes y ahora, es para los mexicanos prácticamente lo mismo, se trata de considerar la presencia, sin duda, en nuestro país del imperialismo, el encontrarle un rostro humano al imperialismo no solo es un sofisma, sino también una traición a la patria.

Hace 53 años, la revolución mexicana y el argumento de su herencia social para considerarla aún vigente, eran solo un mito; no existía duda, al pueblo y su participación democrática la sustituía una dictadura de partido, era tal el desprecio por nuestro pueblo que instrumentaron las masacres más infames, pensaron que ya no existía la dignidad necesaria para oponerse a sus excesos, pero se equivocaron: los jóvenes de todas las clases sociales, se alzaron, unos en las ciudades y otros en las montañas contra sus verdugos. No importaba el tiempo que tomase lograrlo pero había que cambiarlo todo.

A finales de los años setenta y principios de los ochenta, llegaron a nuestras filas, dos compañeros cuyas vidas son ejemplares, ambos tenían un pasado relacionado con las comunicaciones impresas, el compañero Ismael tenía su profesión como corrector de estilo en una gran empresa editorial mexicana, al llamado de nuestra aún joven organización político-militar, no dudó en integrarse a nuestras filas, en los momentos más agudos de la represión nacional, él caminó por la montaña, estudiaba y sacó adelante nuestro primer órgano clandestino de comunicación interna: NEPANTLA, era el año de 1979, los reclutamientos se aceleraron, y en 1980 tuvimos nuestros primeros estatutos, gracias a él y a otros distinguidos compañeros; la mano y la ideología imperialista segaron su existencia en agosto de 1980.

En los primeros años de los ochentas, un joven chiapaneco, el compañero “Hernán”, llegó como asistente a una imprenta cristiana en San Cristóbal, aprendió el oficio y ahí fue reclutado para integrarse a nuestras filas. Pasó por todo el trabajo de formación política en nuestras casas, incluso participó en prácticas en la montaña, pero sus conocimientos en offset y la necesidad organizativa de esos años, le conformaron como un formador de “cuadros político-técnicos” del buró político, encargados de todo ese trabajo tan importante para dar a conocer las letras de la revolución. Hernán dedicó toda su vida a esa labor y durante muchos años, haciendo un trabajo digno y callado, cuidando las máquinas, y preparando nuevos compañeros, sobrevivió al alzamiento armado, y después tuvo a su cargo la imprenta de nuestro partido. Una terrible enfermedad acabo con su vida en el año 2017. Él nació un primero de agosto de 1965.

El cinco de agosto de 1969 en nuestra casa que hoy llamamos de “todas y todos” bajo la sombra de un gran árbol centenario celebramos el cumpleaños de nuestro compañero Salvador, veinticuatro horas después en una casa ubicada en el centro de Monterrey, Nuevo León, los ahí presentes, fundaron, nuestra querida organización revolucionaria, antiimperialista, digna, integrada por mujeres y hombres con una conducta moral de nuevo tipo, militantes, urbanos y rurales, dignos representantes de nuestro pueblo, donde el “Vivir por la patria o Morir por la libertad”, no son solo una frase, sino una realidad.

Nacimos siendo un puño de militantes, éramos un núcleo, después, un ejército y ahora somos un partido, que no se vende, que no claudica, pues el imperialismo existe.

¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la Libertad!

El 28 de mayo pasado, El Colectivo Acero de la Ciudad de Xalapa, Ver. ciudad natal del Compañero Salvador, inauguró una Biblioteca que lleva su nombre. Presentamos un fragmento de la ponencia presentada el día de su inauguración:

Compañero Salvador: Dr. Alfredo Zárate Mota, semblanza de un revolucionario.

Compañeros y camaradas.:

Antes de todo, agradecemos su presencia y a los compas de Café Malquerido por abrir sus puertas para establecer este pequeño espacio para la dignificación de la historia y la memoria.

Nos encontramos reunidos el día de hoy para inaugurar esta pequeña biblioteca que, sin embargo, lleva el nombre de un gran revolucionario. Un compañero cuyo nombre no será familiar para muchos de los aquí presentes y menos aún, la historia que hay detrás de él.

No es culpa de ustedes, al final de cuentas, la historia oficial ha hecho todo lo posible para borrar la historia de los grupos pertenecientes al movimiento armado socialista y también, una costumbre de los partidos, células o grupos socialistas ha sido voltear la mirada a la historia de las luchas de resistencia que han acontecido en otros países como Rusia o Cuba, pero ignoramos lo que ha pasado en nuestro país, nuestro estado o nuestra ciudad, y ello es grave, pues algunas de esas luchas del pasado tienen relación con el presente, y si no se conoce de donde se viene, ciertamente no sabremos a donde nos dirigimos.

Alfredo Zárate Mota nació el 5 de agosto en la ciudad de Xalapa Veracruz, dentro del seno de una familia de maestros rurales: Agustín Zárate Aguilar y Amalia Mota Guerrero. Sabemos que cursaría el bachillerato en el Colegio Preparatorio de Xalapa o conocido localmente como la Prepa Juárez, y posteriormente ingresaría a la Facultad de Medicina de la Universidad Veracruzana.

El ejercicio de su servicio social lo llevaría a la localidad de Tenenexpan, municipio de Soledad de Doblado. Tal y como muchas regiones de nuestro estado, Tenenexpan padecía de altas condiciones de marginación. Es en este lugar donde la vocación revolucionaria de Alfredo comienza a desarrollarse, pues además de otorgar servicios médicos a la población, utiliza sus conocimientos, tal intelectual orgánico de Gramsci, para ayudar al pueblo a realizar gestiones para la introducción de servicios públicos y mejorar la comunidad mediante la construcción de escuelas, clínicas, el cierre de cantinas y realización de obras públicas. La labor de Alfredo en Tenenexpan ha sido reconocida por la comunidad, quien nombró en su honor una escuela preescolar. Como he mencionado en ocasiones anteriores, los 60’s representan un punto de ruptura. No solo hay cuestionamientos a la moral, y los valores hegemónicos, sino también a la política y economía que gobiernan gran parte del mundo. EL desarrollo de diferentes procesos de movilización social impulsó la participación de diversos sectores de la población. En este sentido, Alfredo comienza a desarrollar su actividad política de manera legal en dos frentes: el movimiento médico nacional y el movimiento de liberación nacional. El primero se proponía mejores condiciones laborales para el personal médico y mejores condiciones de salud para la población, mientras el segundo era un frente amplio de fuerzas progresistas encabezado por Lázaro Cárdenas que buscaba combatir el creciente autoritarismo del Estado Mexicano…