Compañero Teniente. I. Jaime

Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos. 

El pasado mes de enero falleció el compañero Martín Trujillo Barajas (Teniente I. Jaime), compañero que nos acompañó durante varios años en los diferentes quehaceres de nuestra organización revolucionaria.

Sumó sus esfuerzos desde los años de 1986 y 1987, en que pasa a formar parte de las filas del EZLN y tiempo más tarde es destacado al Frente Paracentral.

En 1995 se le presenta un problema de cáncer, que lo lleva a ser intervenido quirúrgicamente. Estaba en franca recuperación cuando el traidor Salvador Morales Garibay roba dinero, delata los nombres de los dirigentes, tanto de las FLN como del EZLN, y no sólo eso, sino que también denuncia nombres de pueblos, campamentos, nombres de responsables que eran compañeros, colaboradores y también señala y guía al ejército federal, Dirección Federal de Seguridad y demás policías estatales, a locales y talleres de la organización que se encontraban en diferentes partes del territorio nacional, entre ellos el taller de armería de Yanga, Ver.

Ahí, el T.I. Jaime, que convalecía de su operación, es hecho prisionero y salvajemente torturado, al igual que los demás compañeros detenidos en diferentes casas y locales de la organización. Son enviados a diferentes penales en la Ciudad de México, donde pasan alrededor de dos años privados de su libertad. Todos ellos fueron conocidos como los “presuntos zapatistas”.

Al través de la solidaridad de la sociedad civil y sus abogados, lograron salir en libertad y durante todo este tiempo, el compañero T.I. Jaime continuó con sus tratamientos para el cáncer hasta el día 21 de enero de 2024, en que pierde la batalla que libró por muchos años contra la enfermedad.

Sirvan estas palabras como respeto a su trabajo y un abrazo a su familia, porque el compañero Jaime fue consecuente en su convicción de Vivir por la Patria o Morir por la Libertad.

¡VIVIR POR LA PATRIA O MORIR POR LA LIBERTAD!




8 de marzo, nuestras luchas

8 de marzo, nuestras luchas.

“Yo soy de aquí, nací en los campos, 
yo soy de aquí, de esta tierra, 
de sol, montaña y mar, de luna primaveral
yo lucharé mi tierra hermosa, 
yo lucharé hasta la muerte
Y no permitiré, que el tirano brutal,
con su brazo infernal
destruya, mi inmenso mar…”
Yo soy de aquí. Taoné. Cantos de la lucha de Puerto Rico.


Este 8 de marzo, nuestros cantos de libertad retumban los muros de la opresión, la miseria, la desigualdad social son resultado del modo de producción que crea formas específicas de reproducción social, ideológica, económica, política, de explotación y acumulación de riqueza, por tanto, como lo han dicho antes nuestras compañeras, reconocemos que la lucha es de clase, no de sexos.
En nuestro México se asesina a 11 mujeres al día, y ocurren 192 lesiones dolosas contra las mujeres al día, para quienes somos mujeres, trabajadoras en las ciudades, en el campo, en cualquier localidad, migrantes, o si pertenecemos a algún pueblo originario estas condiciones se recrudecen con racismo, falta de acceso a servicios de salud, educación, vivienda, trabajo digno… en tales circunstancias comprendemos que podemos vivir con miedo como recurso de supervivencia a la esclavitud, la colonia, al capitalismo, a la violencia, a la muerte… pero somos más que víctimas o mujeres que vivimos con miedo, somos revolucionarias conscientes que hemos sobrevivido y resistido a estas formas de dominación en el campo, en las ciudades, en las montañas y los mares.
Por esta tierra cantamos, por esta tierra luchamos.
Por nuestra voz hablará la tierra. Llegará el tiempo, en que la ira y odio del tirano no nos matará, no vamos a desaparecer, venimos en todos los colores de los más de 476 millones de nuestros pueblos originarios en todo el mundo, hablamos nuestras lenguas maternas, venimos en todas las tonalidades de la ira como las hermanas Palestinas, tenemos la negritud en nuestras venas, en la piel y en el corazón, rugimos como el viento como las estudiantes, sembramos vida en los campos y navegamos en la mar, herreras somos, costureras, cocineras, curanderas, poetas, maestras, médicas, escritoras, revolucionarias latinoamericanas, kurdas, africanas…cantamos por la libertad y la vida, contra la opresión, en todas partes existimos. Nuestra memoria de revolución y conciencia pervive y se fortalece, a nosotras nada nos han dado, la conquista de nuestros derechos como mujeres ha sido una lucha histórica y de clase.
Luchamos por erradicar un sistema económico capitalista, por la liberación nacional, por la abolición de las desigualdades, contra la violencia sistémica y machista que se ejerce contra nosotras en todos los ámbitos y sectores por transformaciones políticas, económicas, culturales, ecológicas, por la plena equidad de derechos entre las personas de todas las preferencias o condiciones sexuales y libre elección sobre nuestro cuerpo, por nuestros derechos biológicos, incluido el aborto, a elegir si tenemos hijos o no, o bien cuántos hijos queremos tener.
Respetamos la pluralidad, valor y necesidad de los movimientos feministas, y de las luchas de las mujeres pues todas padecemos la violencia sistémica, por ello, nuestra lucha es permanente, siempre con un horizonte, nacional, revolucionario e internacionalista.
Convocamos a todas aquellas mujeres que deseen organizarse o continuar con sus procesos organizativos a que construyamos espacios de articulación y encuentro que sumen a la lucha que desde las mujeres realizamos, con la escucha que se requiere y el acompañamiento desde los distintos espacios de trabajo.

Compartimos el pronunciamiento de las luchas de las mujeres de la CMPFLN




La Batalla de Sacramento

A nuestro correo de info@lacasadetodasytodos.org llegó la siguiente CORRESPONSALIA sobre La Batalla de Sacramento, librada el 2 de marzo de 1847, en Sacramento, Chihuahua, donde 30 chihuahuenses cayeron en una batalla desigual y el ejército norteamericano continuó su marcha hacia el centro del país después de tomar la ciudad de Chihuahua.

“El cielo marcaba girones escarlatas y los campos se regaban de sangre chihuahuense,

los centauros caían, los caballos en loco tropel galopaban sin jinetes, con las tripas arrastrando…

Olía a bosta, a trilita, a pólvora y a sangre; las aguas cristalinas, de por sí aguas montañesas

del Río Sacramento, se tiñeron de color albáceo… Mujeres, niños y ancianos recogían a sus muertos…

En el cementerio se enterraban los asesinados a mansalva”

Crónica de Manuel López Chacón

El intervencionismo armado de los Estados Unidos con el fin de ampliar su poderío y extender sus fronteras, ha sido una política permanente desde su fundación en 1600 con la anexión de las primeras 13 colonias, que para 1760 registraban una población de 2.5 millones de personas.

Amparado en el Destino Manifiesto, que atribuye derechos divinos de dominio y control sobre el resto del mundo, el imperio norteamericano se arrogó el papel de “protector de los países indefensos ante la invasión de países extraños”.

La primera anexión colonialista después de las 13 colonias fue en 1803, cuando Estados Unidos compró a Francia el estado de Luisiana por un precio irrisorio de 15 millones de dólares. La segunda anexión fue Florida, cedida por España en 1819 y la tercera correspondió a Texas en 1820, como parte de una concesión solicitada a la corona española para el asentamiento de 300 mil familias de Missouri. El virreinato autorizó la petición con tres condiciones: las familias debían convertirse al catolicismo, hablar español y no tener esclavos.

Las garras del imperio estaban listas para dar su zarpazo en México, a quien declaró la guerra en 1846 con el propósito de adueñarse de gran parte de su territorio. Un personaje reconocido por la historia como traidor al país (Antonio López de Santa Ana), facilitaría la tarea expansionista gracias a su cobardía y torpeza política. En 1824, el gobierno mexicano centralizó funciones y dio un golpe al federalismo al prohibir armamento a los estados, lo que dio el pretexto a los texanos para declarar a Texas república independiente.

Durante el periodo de 1836 a 1846, México vivió una profunda inestabilidad política, que se reflejó en rápidos cambios en la Presidencia, ocupada por 19 mandatarios durante en ese lapso. El caos fue aprovechado por Estados Unidos para declarar la guerra a México en 1847 y dar continuidad a su política expansionista. Con 2 mil soldados armados, la primera tarea fue tomar Santa Fe, Nuevo México, sin necesidad de disparar un solo tiro, por la superioridad numérica y calidad de armamento frente a los oponentes. Este suceso afectó la moral de los mexicanos, que perdieron la primera batalla sin haberla peleado.

Seis meses después, el ejército norteamericano continuó su avance hacia el estado de Chihuahua. El 21 de diciembre de 1846 ocupó Paso del Norte (Ciudad Juárez-El Paso) en un combate que dejó once bajas del lado mexicano y ninguno del ejército invasor. De nueva cuenta, los mexicanos fueron derrotados al tener pocos efectivos mal armados y con escasa preparación.

El 8 de febrero, la fuerza del coronel Alexander Doniphan formada por 924 soldados y 300 civiles, partió de El Paso del Norte hacia Chihuahua. El mayor Samuel Owens hizo que los civiles formaran un batallón junto con la caravana de 312 vagones. El 25 de febrero llegaron a la Laguna de Encinillas, donde se enteraron de que las defensas chihuahuenses estaban preparadas para enfrentarlos.

En la ciudad de Chihuahua, la tensión crecía ante la inminente llegada de los invasores, ya que la zona era de paso obligado en la ruta hacia la Ciudad de México. El general Angel Trías -gobernador del estado-, junto con organizaciones populares que le apoyaban, pidieron apoyo de armamento al gobierno federal para enfrentar con éxito al ejército norteamericano, pues como recordamos, años antes Santa Anna había prohibido a los estados armarse. Pero no obtuvieron respuesta. Sólo quedaban tres opciones: rendirse y huir, declararse “neutrales” -como lo hicieron otras entidades para permitir el avance de los agresores- o defender el territorio. Los habitantes de Chihuahua decidieron por la tercera opción, a pesar de las tremendas desventajas en que estaban.

Durante varios meses, los chihuahuenses recopilaron fusiles y reclutaron a voluntarios para la defensa de la zona. Se reunieron 700 caballos y 70 hombres del 7º. Regimiento de Infantería, 250 hombres del Batallón Activo de Chihuahua, 180 de la Guardia Nacional, 50 hombres del Escuadrón de Durango, 10 piezas de artillería y 106 caballos más del escuadrón duranguense. Se disponía de más de mil 500 hombres contra Alexander Doniphan y su ejército.

El 28 de febrero de 1847, los valientes patriotas chihuahuenses mal armados y muchos de ellos sin preparación militar, avanzaron hacia el rancho Sacramento, ubicado en el kilómetro 28 al norte de la ciudad de Chihuahua.

Sin apoyo del gobierno federal, en condiciones de desventaja frente a un ejército bien entrenado y armado, que no había sufrido baja alguna en su avance y que contaba con provisiones y armamento moderno, los lugareños trataron de impedir el avance enemigo.

“Centuriones Chihuahuenses, clásicos productos de la estepa árida, parapetados repelieron la invasión, y en verdaderos actos de heroísmo, con la reata y a galope tendido lanzaban las ametralladoras, provocaban polvaredas con ramajes uncidos a sus caballos para dificultar la visión, y, desde puntos estratégicos, “venadeaban” a las primeras filas. Pero los rifles de repetición Winchester, que eran increíbles y novedosos, repetían los tiros con un sólo cargador y ametralladoras y cañones de corto y largo alcance acabaron con la muchachada”, cita Manuel López Chacón en su artículo titulado La Batalla de Sacramento.

Aunque los oficiales y jefes mexicanos trataron de evitar la desbandada de las tropas, sus esfuerzos fueron en vano y tuvieron que retirarse a sus posiciones con sus heridos. A pesar de ello, la caballería mexicana comandada por Ángel Trías Álvarez y por el general José Antonio Herrera, efectuó varias cargas que casi lograron la victoria, hasta que artilleros estadounidenses lograron apoderarse de un cañón con el que abrieron fuego contra los mexicanos, acción que terminó con la resistencia.

La derrota fue inevitable: 30 chihuahuenses caídos en una batalla desigual permitieron al ejército enemigo continuar su marcha hacia el centro del país después de tomar la ciudad de Chihuahua sin resistencia posterior. Algunos historiadores confirman que los espías norteamericanos tuvieron un papel relevante en el éxito del ejército invasor, que tiñó de sangre el campo chihuahuense con la flor y nata de nuestra juventud.

El 2 de marzo de 1847, el ejército norteamericano continuó su marcha hacia el sur del país, acción que culminaría con la toma de la Ciudad de México los días 14, 15 y 16 de septiembre de 1847.

La infame desmemoria oficial nunca hizo ni hará honor a los combatientes caídos en Sacramento, donde hoy luce como recuerdo de los combates un deslucido obelisco sin placa, sin nombres, sin mención de la batalla, que no transmite nada del sentimiento y respeto hacia los chihuahuenses que sabiendo que iban a una muerte segura, pusieron su pecho a las balas asesinas. Sólo un obelisco-falo que parece mojonera en un sitio de enorme trascendencia para la historia de México. Pero el pueblo nunca espera nada de los gobernantes, que sabemos son como veletas que apuntan en la dirección que les conviene.

Como resultado de ésta guerra expansionista, México perdió el 55 por ciento de su territorio: un millón 370 mil kilómetros cuadrados de superficie. Los territorios arrebatados por el imperio corresponden a los estados de California, Nevada, Utah, New México, Arizona, Colorado, Oklahoma, Kansas y Wyoming.

Hoy, a 177 años de la Batalla de Sacramento recordamos uno de los hechos heroicos poco valorados y conocidos que marcan una huella profunda en la historia de las luchas y movimientos populares de México y América Latina. Los pueblos jamás olvidan.

Fuentes:

https://www.lhistoria.com/mexico/batalla-de-sacramento
https://panchovillamx.com/la-batalla-de-sacramento/
https://academia-lab.com/enciclopedia/batalla-de-sacramento/
La Batalla de Sacramento por M. López Chacón
https://www.alaingarcia.net//conozca/audiolibro_batalla_sacramento.php




Marzo mes de las flores: Dení, Flor en otomí, Soledad, y Murcia… ¡Por siempre en nuestros corazones!

¿qué podemos saber las mujeres sino filosofías de cocina?

Bien dijo Lupercio Leonardo,

que bien se puede filosofar y aderezar la cena.

Y yo suelo decir viendo estas cosillas:

Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito (…)”.

Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, 1690. Sor Juana Inés de la Cruz

Marzo ahora se dice por todos los medios de comunicación que es el mes de las mujeres. No hay duda que se ha ganado a pulso y a base de seguir el ejemplo que no debemos olvidar de lo ocurrido en otros marzos… el 8 de marzo de 1857, cuando por primera vez, mujeres que trabajaban en la industria textil en Nueva York organizaron una huelga protestando por sus condiciones laborales. 50 años después, en 1908, 15,000 obreras marcharon en la misma ciudad exigiendo ¡Pan y Rosas! (aumento de salario y mejores condiciones de vida). Para 1909, un año después, también en marzo, trabajadoras textiles (costureras industriales) se habían declarado en huelga. Luchaban por sus condiciones laborales, aumento de salarios, reducción de la jornada laboral a 10 hrs. y fin del trabajo infantil; durante esta huelga pacífica, 129 mujeres murieron calcinadas en la fábrica Cotton Textile Factory, en un incendio provocado por sus dueños los señores Max Blank e Isaac Harris, y es hasta 1910 que Clara Zetkin propuso que se estableciera el 8 de marzo como el Día Internacional de la mujer que lucha, en homenaje a aquellas que llevaron adelante las primeras acciones de mujeres organizadas contra la explotación capitalista. Muy fácil es ahora olvidar su origen y cambiar el sentido de la lucha… de ser producto de una lucha de clases, a solo verla como una lucha de género….

No hay duda que dentro de nuestras luchas debemos sumar una nueva…  una lucha que nos ayude a modificar toda una cultura que se ha venido desarrollando patriarcal y abusiva y no solo eso… agresiva y hasta criminal a más no poder… y debemos librarla, organizarla, practicarla y llevarla adelante… y ya no más permitirla… pero no perdernos en solo practicar lo segundo…. pues la lucha de clases continúa, el capital con sus múltiples rostros y poderes explota a los trabajadores, sin importar géneros

En las FLN, marzo nos llama a recordar a la compañera Anita, joven internacionalista que ayudó a nuestra organización en los difíciles trabajos de los años 70’s y a la compañera Lucha… primer mujer en integrarse a la clandestinidad en esos mismos años.

Junto a ellas, tenemos que recordar al compañero Alfredo, quien muere un 7 de marzo de 1975, producto de un lamentable accidente. Fundador de las FLN, que con su trabajo se destacó como formador moral de la organización. Todos los recordatorios y escritos de compañeros que lo conocieron demuestran la firmeza de sus convicciones. Tocaron a él tiempos muy difíciles como fue la pérdida de los primeros compañeros y el inicio de la búsqueda de los compañeros desaparecidos políticos de la Laguna del Ocotal. La tristeza no le hizo perder lo digno de la lucha.

No hay duda de la firme convicción de Alfredo en cuanto a la seguridad y la confianza que brindó a quienes en esos años convivieron con él para iniciar la difícil búsqueda de los compañeros en la Selva Lacandona, lugar a donde no falló, ni un sólo día en buscarlos, primero en las fechas acordadas y posteriormente de manera permanente. Su ejemplo fue motor para toda la organización de aquellos años para volver a las montañas y buscarlos en cada rincón que se pudiera, al grado tal de continuar la búsqueda en la montaña hasta el último día de su vida.

Compañeras que en esa época mantuvieron viva esa convicción fueron, por un lado, Lucha quien lo acompañó a la montaña en 1976 y después participó en muchísimos trabajos necesarios en aquellos años, así como Aurora, quien también apoyó con esa misma convicción hasta 1975 que es asesinada por el Ejército Federal en Cárdenas, Tabasco.

Ambas compañeras ayudaron sin lugar a dudas, en múltiples tareas, desde el acompañamiento en los viajes, dando vida “de familia” ante el vecindario cuando hacía falta quedar escondidos más de una docena de compañeros en una casa, donde no podían ni asomarse por la ventana. Animando en momentos donde la tristeza y el “temor” normal que se produce cuando te toca vivir momentos de incertidumbre y represión por parte del enemigo, y que puede volverse terror paralizante que te impida conservar la paciencia y la disciplina tan necesaria en momentos como esos.

La compañera Aurora, recabando colaboraciones, dando explicaciones a quienes por temor a la represión era más cómodo y fácil dejar de ayudar en los encargos tan necesarios en esos momentos, donde una lata de sardina servía de plato y las puertas de los closets servían de “cama” para aislar un poco el cuerpo del frío de los mosaicos a la hora de dormir.

Se podrían enumerar un sinfín de situaciones que se vivieron… pero la mística que Alfredo pregonaba y que las compañeras multiplicaban… tuvo mucho que ver en la manera de salir adelante en aquellas difíciles situaciones.

Otra compañera que enfrentó con éxito la soledad de la cárcel fue la compañera Elisa, después de la detención, los interrogatorios y la tortura, quedar “sola” en la cárcel… también requirió de convicción y firmeza revolucionaria. Valores que no se aprenden en ningún libro… solo los procesos revolucionarios te brindan la oportunidad de vivirlos y aprenderlos en su entera dimensión.

Por todos esos aprendizajes… bien decía el compañero Alfredo parafraseando a Martí… refiriéndose a los “retoños” de color verde-nuevo, que nacen de un tronco podrido, “eso somos o aspiramos a ser nosotros… los retoños de la vieja sociedad”, y tenemos muchas cosas que aprender.

En este 8 de marzo histórico y de lucha, nombramos a nuestras compañeras, las que nos precedieron con su ejemplo, determinación y valentía, a todas las mujeres que se organizan y luchan, que resisten, defienden y construyen vida. Desde el río hasta el mar, abrazamos la lucha de liberación en las tierras palestinas, sea hoy, nuestra respiración y latido para nombrar a las miles de mujeres y niñas que están resistiendo por su vida, por la vida toda, como ayer y por el mañana. Luchamos por la liberación de todos los pueblos de la tierra madre, compañeras, mujeres, hermanas, camaradas, hijas, madres, trabajadoras, todas las mujeres revolucionarias, abrazamos sus luchas, y junto con ellas seguimos llamando a todo ser humano que haga suyos estos ideales revolucionarios en cualquier país… es decir, a ¡Vivir por la patria! o ¡Morir por la libertad!

Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos.