Vuelos de la muerte: Los crímenes de Estado
“En ocasiones me di cuenta de que el personal que supuestamente
estaba muerto, todavía iba vivo, agonizante, así eran subidos al avión y
después los tiraban al mar”.
Margarito Monroy, testigo de los vuelos de la muerte.
A 50 años de distancia, no olvidamos ni perdonamos los crímenes del Estado contra el pueblo con el pretexto de la amenaza comunista. Fiel al mandato de su amo del norte, el Estado mexicano aplicó durante el periodo de la guerra fría toda la saña del aparato represivo contra el pueblo, con un saldo estimado de 8 mil 594 víctimas por tortura, detenciones y desaparición forzada, ejecuciones y 46 masacres, según datos oficiales, aunque la realidad bien puede rebasar las cifras.
Una de las caras más sangrientas de ésta represión fueron los “vuelos de la muerte”, realizados por el Ejército entre 1974 y 1979, con un saldo de por lo menos 350 personas arrojadas al mar luego de ser ejecutadas con el tiro de gracia en la nuca. Eran órdenes directas del entonces secretario de Defensa Nacional, el general Hermenegildo Cuenca Díaz y del presidente Luis Echeverría Álvarez, Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. Las atrocidades se justificaban con el pretexto de “defender nuestra democracia de cualquier agresión interior” y del fantasma comunista.
La barbarie es difícil de imaginar y representa una de las peores pesadillas de la historia reciente en México. Entre 1974 y 1979, el Ejército realizó por lo menos 54 vuelos nocturnos de la muerte, 80 kilómetros al norte de la Base Aérea Militar Número 7 de Pie de la Cuesta, en Guerrero.
La mayor cantidad de vuelos se produjo al inicio. Septiembre y octubre de 1974 fueron los más atroces: 16 vuelos de la muerte confirmados en total, con un aproximado de 100 personas lanzadas al mar.
El procedimiento era siempre el mismo: los detenidos eran llevados en la madrugada al “bungalow”, sentados frente al mar, ejecutados con un tiro en la nuca, subidos al avión y lanzados al Océano Pacífico. La mayoría de las veces el disparo era letal, pero cuando no era así, el escenario se volvía más inhumano y atroz. Las versiones de cadáveres que empezaron a aparecer en las costas de Oaxaca obligaron a los militares a envolver los cuerpos en costales de ixtle con piedras para impedir que flotaran.
El 27 de julio del 2001, un equipo de peritos confirmó la existencia del avión Aravá matrícula 2005 en el hangar del escuadrón 301, donde eran trasladados los detenidos durante los vuelos de la muerte. Un testigo cuenta que “con un plástico les envolvían la cabeza para tratar de atajar el escurrimiento de sangre” para evitar dejar rastros.
“Me tocó darme cuenta en la primera ocasión cuando el general Quirós Hermosillo disparó a varias personas. Me acuerdo bien porque mi general vestía una playera blanca y ya después de las ejecuciones lo veía con la camiseta manchada de sangre. Por eso yo le puse El Verdugo y a la pistola que usaban para matar a la gente, una Uzi 9 milímetros, le puse La Espada Vengadora, que hasta donde sé la habían traído de Israel”, dice Margarito Monroy, un testigo que trabajó para el Ejército.
Los testimonios coinciden en que las personas detenidas y asesinadas pertenecían a la Liga Comunista 23 de Septiembre y otras organizaciones guerrilleras de Guerrero y de todo el país, pero también “había de toda clase, gente de pueblo, de ciudad, de buena situación económica, ingenieros, doctores, licenciados, de todo tipo”.
Monroy señala que algunas veces llegó a ver militares que eran detenidos y ejecutados. “Se decía que se habían pasado al bando de la Liga 23 de Septiembre, eran jefes, oficiales y personal de tropa, pero no me enteré de sus nombres; recuerdo el caso de un soldado paracaidista que se había volteado de bando, fue detenido y decía que ya sabía que lo íbamos a matar, lo cual efectivamente sucedió”.
Finalmente agrega que “… las detenciones, ejecuciones y traslado que hacíamos de los cadáveres al mar para tirarlos, era un secreto a voces, todos sabían de eso: el comandante de la zona, el de la Base Aérea Militar de Pie de la Cuesta y el personal que ahí laborábamos”.
Hoy nos queda claro que la barbarie del Estado mexicano fue parte de la guerra imperialista contra los pueblos en América Latina durante las décadas de los sesenta y setenta, cuando florecieron como hongos las dictaduras sangrientas financiadas por Estados Unidos en casi todo el subcontinente.
Parte del plan imperialista era aniquilar la amenaza del comunismo y México enfiló su política por ese carril: recibió entrenamiento militar y asesoría de la Escuela de las Américas y la Central de Inteligencia Americana (CIA) para combatir la insurgencia popular mediante técnicas de detención y tortura.
Hoy está comprobado que los expresidentes Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría eran informantes de la CIA y aplicaban en México las atrocidades recomendadas por su amo para contener las luchas y resistencias del pueblo.
LIMPIARLE LA CARA AL ESTADO
En días recientes apareció una supuesta lista de 143 víctimas de los vuelos de la muerte, tomada de los archivos que Doña Rosario Ibarra integró a lo largo de los años de lucha del Comité ¡Eureka!. El Centro Académico de la Memoria de Nuestra América (CAMENA), proporcionó esa lista para la elaboración de un “reportaje” con supuesto valor histórico.
El Comité Eureka rechazó en un comunicado la veracidad del material difundido, la intención de crear una expectativa sobre el “grandioso descubrimiento” y al mismo tiempo sembrar dudas sobre la honestidad de Doña Rosario Ibarra. (A continuación, transcribimos íntegro el comunicado).
Nuestra posición:
A nosotros como Casa de Todas y Todos, nos llama la atención la información de una supuesta lista de víctimas de los vuelos de la muerte por varias razones:
- El “reportaje” se publica a escasos días de finalizar el sexenio de López Obrador, que deja sin resolver el tema de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Desde éste punto de vista, la información puede ser un distractor para limpiar la imagen de un Estado ineficiente en el tema de los desaparecidos políticos.
- Se busca limpiar la imagen de un Ejército represor y violador de los derechos humanos, pues vemos que ayer como hoy, los ejecutores directos de la represión siguen siendo protegidos por el Estado, antes en la guerra sucia y hoy por los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.
- La difusión de una supuesta lista de víctimas de los “vuelos de la muerte” libera al Estado de seguir la búsqueda de los desaparecidos y cumplir la consigna de sus familiares: “vivos se los llevaron, vivos los queremos”. El argumento de fondo sería que es imposible rescatar a quienes habrían sido devorados por tiburones o se perdieron en las profundidades del mar.
- La maniobra de una supuesta lista de los “vuelos de la muerte”, es una burla contra los luchadores sociales, los familiares de los desaparecidos y del Comité Eureka. Es parte de la estrategia de AMLO para descalificar y culpar a los defensores de derechos humanos, periodistas y ciudadanos que se atreven a cuestionar los “logros” de la Cuarta Transformación, con todo el saldo de sangre y muerte que sigue representando el sistema político actual.
A nosotros nos queda reconocer y acompañar la digna lucha de los familiares de los desaparecidos, en la exigencia de procesos que resuelvan el problema de la confianza y la certidumbre en las acciones que se tomen para resolver con seriedad y con justicia los casos de desaparición forzada de antes y de hoy, para evitar que esos crímenes vuelvan a suceder en nuestro país y que el terrorismo de Estado llegue a ser una pesadilla.
¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la Libertad!
Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos
COMUNICADO DEL COMITÉ EUREKA