Mujeres revolucionarias: 1969-2022

“Se aprende a pelear, peleando. Se aprende a hacer la revolución,

realizando las mil y una tareas cotidianas que,

integradas en un proyecto, van conformando el proceso revolucionario”

Editorial del Nepantla No. 2 (1979)

A lo largo de la historia de 53 años de trabajo revolucionario en nuestra organización, las mujeres hemos estado presentes. Hemos llegado de maneras distintas, por diversos caminos y provenientes de diferentes clases sociales. Aquí nos hemos encontrado y aprendido a vivir, a trabajar, mujeres y hombres. La práctica ha demostrado que el trabajo, el quehacer revolucionario, es lo que nos hermana y nos da razón de vida.

Llegamos compañeras trabajadoras, estudiantes, empleadas, obreras, maestras, mujeres maltratadas en su infancia y que tuvieron un camino muy difícil para salir adelante; mujeres de clase media alta, jóvenes que dejaron a su familia, entendiendo que era necesario para la lucha, pues la clandestinidad era la herramienta esencial en las organizaciones de esa época; mujeres que dejaron a sus hijos para luchar, campesinas, indígenas: mujeres decididas a construir un mundo nuevo.

Anteriormente, les hemos compartido algunas semblanzas de las compañeras que nos antecedieron, todas ellas ejemplos a seguir y todas ellas, con su trabajo, su esfuerzo y su vida, lograron hacer fuerte a las FLN en compañía y, hombro con hombro, de diferentes compañeros.

A todas ellas y a ellos les tocó lo más difícil… el primer paso… aprender la teoría y la práctica; dictaron los principios y valores que cimentaron el desarrollo de un proceso revolucionario digno, honesto y firme. Sus aprendizajes, sus errores convertidos en experiencias, su práctica y su tenacidad para “volver a las montañas”, en una palabra, su ejemplo marcó camino. Nos dejaron principios, valores, nos marcaron sus pasos, nos engrandecieron, y había que continuar…

Mantener fresco su recuerdo es tener siempre presente la historia de nuestra organización y el conocer la dimensión moral de quienes nos antecedieron, nos da mayor confianza en avanzar con firmeza en el proceso que vamos conformando.

Nuestro trabajo nunca ha sido sencillo. Siempre hemos encontrado obstáculos para su desarrollo, pero la experiencia de generaciones marca que todos éstos pueden ser superados y los sacrificios (si así pudiéramos llamarles) pueden vencerse si estamos completamente claros del por qué de nuestra lucha y si se tiene la firme convicción de que ésta, será finalmente ganada por nosotrass y nosotros, es decir, por el pueblo de México.

Una de las cosas de suma importancia para adquirir es la conciencia. Mujeres y hombres llegamos a la organización con alguna idea y alguna práctica en torno a la necesidad de organizarse y luchar, con un determinado nivel de conciencia política y ya aquí, el estudio y el trabajo del día a día, el hacer a un lado el individualismo para trabajar en colectivo, nos forma y la organización con su quehacer revolucionario contribuye a la formación política de cada compañera, de cada compañero en verdaderas revolucionarias y revolucionarios. Esto se vuelve de vital importancia y un problema central a resolver, tanto en los trabajos de las ciudades como en las comunidades.  Empatar la teoría y la práctica no es una tarea imposible. Hay que saber unir el decir con el hacer. Nuestra organización lo ha logrado en sus 53 años de trabajo.

Sin embargo; lo más difícil de aprender en su cabalidad es la disciplina tan necesaria en una organización político-militar; el sentido de unidad, el compañerismo, el espíritu de sacrificio, la valentía, el sobreponerse al cansancio y a las vicisitudes que se presenten en cualquier trabajo. Todo ello contribuye a elevar la moral; una moral que va sembrando la confianza que desarrollamos en el triunfo de nuestro pueblo.

Para lograr todo eso, había que equilibrar y “tejer” una serie de actividades donde muchas mujeres participamos. Con el paso del tiempo, nuestras casas de seguridad se convirtieron en escuelas de aprendizaje mutuo. Sobre este tema existen artículos que la compañera Lucha escribió al respecto –algunos expresados en nuestros cuadernos de trabajo Dignificar la Historia.[1] Lo central es que las compañeras comenzaron a hacer suya nuestra organización y, poco a poco, se integraron en los espacios y, posteriormente, a los campamentos en las montañas. El “tejido” iba creciendo y fortaleciéndose.

En este tejido participaron también las maestras. Ellas se encargaron de desarrollar los programas de estudio, tanto escolares como políticos pues llevaron a los hechos el programa de estudio de la escuela de cuadros elaborado por el Buró Político de la Organización. Eran maestras en aulas de cualquier escuela primaria oficial, pero daban clases a los compañeros que vivían en nuestras casas de seguridad con clases escolares y, además, en sus “vacaciones” iban a instruir a algunos campamentos de las montañas de nuestro país. Y no hablamos sólo del sur, también del centro y norte de la República Mexicana. Hubo quienes dejaron “pendiente” su plaza y se entregaron al 100% a esta loable labor; a ellas y ellos muchos compañeros deben el saber leer y escribir y también su formación política, pues a la par de las labores escolares, cursaban materias como Historia de nuestra organización, historia universal, historia de México, Marxismo-Leninismo, Materialismo histórico, entre otras. Tuvimos compañeras que nos ayudaron mucho en la formación del servicio de sanidad, desde compañeras laboratoristas que realizaron estudios clínicos a nuestros compañeros, hasta aquellas que capacitaron a promotoras de salud. Compañeras que, siendo estudiantes de medicina, dejaron la escuela para integrarse de lleno a la organización, capacitar a otras y llegar, incluso, a salvar vidas de compañeros.

Aunque en ese entonces no se hablaba sobre la participación de las mujeres en todas las actividades, aquí hubo mujeres que integraron la Dirección de las FLN. Mujeres que también dirigieron lo que se llamó los Cuerpos Técnicos del Buró Político, encargadas de los trabajos de impresión de nuestras publicaciones primero de manera artesanal (en mimeógrafo manual) y, después, con offset -que fueron pasando desde los más sencillos que usaban esténciles de cera, luego electrónicos, hasta los grandes offset de 8 oficios para llegar a imprimir publicaciones en selección a color. Especial énfasis hacemos en este aprendizaje que dio formación a cientos de compañeros que participaban en esta tarea que, aunque no llegaran a ser “impresores profesionales”, aprendieron el espíritu de compañerismo, la unidad en el trabajo, la disciplina y la preocupación para terminar a tiempo lo programado y la concentración para “afinar” los detalles y que el producto, nuestras publicaciones, fueran bien impresas, tratando de que no llevara manchas o errores, pues los lectores, eran compañeros y lo que en su interior contenía cada publicación, era el mensaje que los llevaría a crear conciencia y claridad a nuestro pueblo, de que era hora de participar y vivir por la patria o morir por la libertad, y que esas compañeras y compañeros tuvieran la certeza y la confianza en una organización que ellos no conocían (por seguridad), pero que se preparaba para algún día iniciar la lucha por la liberación de nuestra patria.

También hubo mujeres que nos acompañaron y que en su vida civil formaban parte de la iglesia, laicas y religiosas que en la práctica comprobaron que la fe no está peleada con la lucha sino al contrario… la complementa.

Hubo compañeras capacitadas en la soldadura, en la carpintería, aprendíamos desde manejar vehículos hasta resolver cuestiones de mecánica automotriz, a cambiar una llanta, a cambiar el aceite de los vehículos, igual que los hombres se caminaba en la montaña en la “góndola”[2] o aprender el arme y desarme y las posiciones de tirador.

Todas las actividades arriba señaladas pueden considerarse aparte de los trabajos en la cocina, el surtido de despensa, el lavado de trastes, el lavado de ropa, la limpieza de la casa, el gusto de cuidar alguna “plantita” o un jardín… cada quien somos como somos. El amor a los pequeños, propios o no propios, el cuidado a los “animalitos”, aprendemos que la acumulación genera residuos, en palabras de nuestra compañera Ruth “la abundancia origina desperdicio”. Somos parte de un gran colectivo que enseña, que resguarda y, además, protege.

Los trabajos nunca fueron exclusivos de hombres y mujeres. Poco a poco los compañeros empezaron a tomarle más “gusto” a estas labores pues “de hace tiempo para acá” reconocen situaciones que por generaciones se han transmitido, que no son “trabajos” para hombres. Unos más y otros menos. Ese cambio de cultura es lo que se ha promovido “de tiempo acá” y es un proceso que se reconoce como necesario, sin pelearnos y sin vernos como enemigos.

Después de 12 años de fundada la organización, a partir de 1980, las compañeras indígenas llegaron a vivir con todas las demás. Podemos decir que, al sumarse a los trabajos organizativos, también entendieron la necesidad de dejar a su familia para participar como profesionales y junto con los compañeros insurgentes en la montaña. Mujeres de diferentes edades, algunas madres con sus bebés, otras jóvenes de comunidades, que ahí aprendieron a escribir, hablar y leer el español –sin dejar su lengua por supuesto, la mayoría con nuestras compañeras maestras, incluso “se atrevieron” a usar uniforme, de insurgente o de miliciana. Algunas de ellas, aprendieron otras técnicas, a ser costureras, radio-técnicas, promotoras de salud hasta poder tener bajo su cuidado a enfermos, acompañadas de la instrucción del médico(a).

Muchas compañeras llegaron a campamento y se formaron como insurgentes, comisarias políticas, instructoras militares, tenientes, capitanes, mayores, y comandantas, como quien formó parte del grupo fundador en 1983, con mando de tropa y haciendo todas las labores que igual realizan los compañeros también mandos. La diferencia es que, muchas de ellas, se enfrentaron a diferentes situaciones con compañeros que no estaban acostumbrados a que los “mandara” una mujer…. pues el andar de la lucha es un camino que no está exento de problemas y errores, pero es un hecho que se aprende a pelear peleando.

Muchísimas mujeres han participado en estas labores, han dejado los fogones, las cocinas y las oficinas administrativas para participar heroicamente en movimientos revolucionarios en México y en toda nuestra América Latina, casi siempre, invisibilizadas en los textos de historia, pero presentes (aunque no nos miren desde la conquista, en la lucha de independencia, en la revolución, en la guerra de Reforma, y otras guerras), nunca nos mantenemos inactivas, pues hoy somos mayoría las mujeres que llevamos a cabo –sin descanso- la lucha para que se esclarezca la situación y el paradero de miles de desaparecidos de nuestro país México, así como en Chile, Uruguay, Argentina y otros países de nuestro continente. Las mujeres hemos sido y somos verdaderas combatientes de la libertad y por la justicia para poner fin a los feminicidios y la desaparición forzada.

En este 6 de agosto de 2022, a 53 años de iniciados oficialmente los trabajos revolucionarios de nuestra organización, rememoramos la fuerza, la valentía, la determinación, la conciencia y el ejemplo de nuestras compañeras para decir, aquí estamos compañeras, no nos rendimos, no claudicamos, no nos vendimos, no renunciamos a nuestros principios, no nos desesperanzamos y seguiremos caminando hombro a hombro con nuestros compañeros, con nuestro pueblo, para construir el México que soñamos.

¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la Libertad!

Comisión de Mujeres del Partido Fuerzas de Liberación Nacional.


[1] Compañera Lucha. (1982). “Hacia una organización de compañeros y militantes de nuevo tipo” en Casa de Todas y Todos Sitio web: https://lacasadetodasytodos.org/memoria/hacia-una-organizacion-de-companeros-y-militantes-de-nuevo-tipo

Compañera Lucha. (1984). “Marzo, el proyecto Na continúa” en Casa de Todas y Todos Sitio web: https://lacasadetodasytodos.org/uncategorized/marzo-el-proyecto-na-continua/

Compañera Lucha. (2021). “Hacia una organización de compañeros y militares de nuevo tipo”, en Cuaderno de trabajo “Dignificar la Historia IV Toma de Pueblos (1983-1993)”. Apodaca, Nuevo León, México: Casa de Todas y Todos, pp 58-61

Compañera Paula (2021). “La educación en el Ejército”, en Cuaderno de trabajo “Dignificar la Historia IV” Toma de Pueblos (1983-1993)”. Apodaca, Nuevo León, México: Casa de Todas y Todos. pp. 145-148

[2] La góndola era el trabajo que realizaban las compañeras y los compañeros cuyo encargo era recoger la carga que llegaba de la ciudad y de las comunidades a los campamentos, sobre sus hombros y con esfuerzo tenaz cargaban alimentos, ropa, libros, medicamentos… ellas y ellos recorrían grandes distancias en tiempos considerables, el trabajo arduo era repartido por igual, entre hombres y mujeres, subían montañas, cruzaban ríos, caminaban para hacer llegar la “góndola”.




Agosto: parto de dignidad y esperanza…

El mes de agosto representa, para el grupo editorial de esta página, el esfuerzo de lograr integrar acontecimientos ocurridos hace 53 años, con hechos ocurridos en los últimos años, tal vez sean temas históricos distantes en el tiempo, pero el origen de antes y ahora, es para los mexicanos prácticamente lo mismo, se trata de considerar la presencia, sin duda, en nuestro país del imperialismo, el encontrarle un rostro humano al imperialismo no solo es un sofisma, sino también una traición a la patria.

Hace 53 años, la revolución mexicana y el argumento de su herencia social para considerarla aún vigente, eran solo un mito; no existía duda, al pueblo y su participación democrática la sustituía una dictadura de partido, era tal el desprecio por nuestro pueblo que instrumentaron las masacres más infames, pensaron que ya no existía la dignidad necesaria para oponerse a sus excesos, pero se equivocaron: los jóvenes de todas las clases sociales, se alzaron, unos en las ciudades y otros en las montañas contra sus verdugos. No importaba el tiempo que tomase lograrlo pero había que cambiarlo todo.

A finales de los años setenta y principios de los ochenta, llegaron a nuestras filas, dos compañeros cuyas vidas son ejemplares, ambos tenían un pasado relacionado con las comunicaciones impresas, el compañero Ismael tenía su profesión como corrector de estilo en una gran empresa editorial mexicana, al llamado de nuestra aún joven organización político-militar, no dudó en integrarse a nuestras filas, en los momentos más agudos de la represión nacional, él caminó por la montaña, estudiaba y sacó adelante nuestro primer órgano clandestino de comunicación interna: NEPANTLA, era el año de 1979, los reclutamientos se aceleraron, y en 1980 tuvimos nuestros primeros estatutos, gracias a él y a otros distinguidos compañeros; la mano y la ideología imperialista segaron su existencia en agosto de 1980.

En los primeros años de los ochentas, un joven chiapaneco, el compañero “Hernán”, llegó como asistente a una imprenta cristiana en San Cristóbal, aprendió el oficio y ahí fue reclutado para integrarse a nuestras filas. Pasó por todo el trabajo de formación política en nuestras casas, incluso participó en prácticas en la montaña, pero sus conocimientos en offset y la necesidad organizativa de esos años, le conformaron como un formador de “cuadros político-técnicos” del buró político, encargados de todo ese trabajo tan importante para dar a conocer las letras de la revolución. Hernán dedicó toda su vida a esa labor y durante muchos años, haciendo un trabajo digno y callado, cuidando las máquinas, y preparando nuevos compañeros, sobrevivió al alzamiento armado, y después tuvo a su cargo la imprenta de nuestro partido. Una terrible enfermedad acabo con su vida en el año 2017. Él nació un primero de agosto de 1965.

El cinco de agosto de 1969 en nuestra casa que hoy llamamos de “todas y todos” bajo la sombra de un gran árbol centenario celebramos el cumpleaños de nuestro compañero Salvador, veinticuatro horas después en una casa ubicada en el centro de Monterrey, Nuevo León, los ahí presentes, fundaron, nuestra querida organización revolucionaria, antiimperialista, digna, integrada por mujeres y hombres con una conducta moral de nuevo tipo, militantes, urbanos y rurales, dignos representantes de nuestro pueblo, donde el “Vivir por la patria o Morir por la libertad”, no son solo una frase, sino una realidad.

Nacimos siendo un puño de militantes, éramos un núcleo, después, un ejército y ahora somos un partido, que no se vende, que no claudica, pues el imperialismo existe.

¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la Libertad!

El 28 de mayo pasado, El Colectivo Acero de la Ciudad de Xalapa, Ver. ciudad natal del Compañero Salvador, inauguró una Biblioteca que lleva su nombre. Presentamos un fragmento de la ponencia presentada el día de su inauguración:

Compañero Salvador: Dr. Alfredo Zárate Mota, semblanza de un revolucionario.

Compañeros y camaradas.:

Antes de todo, agradecemos su presencia y a los compas de Café Malquerido por abrir sus puertas para establecer este pequeño espacio para la dignificación de la historia y la memoria.

Nos encontramos reunidos el día de hoy para inaugurar esta pequeña biblioteca que, sin embargo, lleva el nombre de un gran revolucionario. Un compañero cuyo nombre no será familiar para muchos de los aquí presentes y menos aún, la historia que hay detrás de él.

No es culpa de ustedes, al final de cuentas, la historia oficial ha hecho todo lo posible para borrar la historia de los grupos pertenecientes al movimiento armado socialista y también, una costumbre de los partidos, células o grupos socialistas ha sido voltear la mirada a la historia de las luchas de resistencia que han acontecido en otros países como Rusia o Cuba, pero ignoramos lo que ha pasado en nuestro país, nuestro estado o nuestra ciudad, y ello es grave, pues algunas de esas luchas del pasado tienen relación con el presente, y si no se conoce de donde se viene, ciertamente no sabremos a donde nos dirigimos.

Alfredo Zárate Mota nació el 5 de agosto en la ciudad de Xalapa Veracruz, dentro del seno de una familia de maestros rurales: Agustín Zárate Aguilar y Amalia Mota Guerrero. Sabemos que cursaría el bachillerato en el Colegio Preparatorio de Xalapa o conocido localmente como la Prepa Juárez, y posteriormente ingresaría a la Facultad de Medicina de la Universidad Veracruzana.

El ejercicio de su servicio social lo llevaría a la localidad de Tenenexpan, municipio de Soledad de Doblado. Tal y como muchas regiones de nuestro estado, Tenenexpan padecía de altas condiciones de marginación. Es en este lugar donde la vocación revolucionaria de Alfredo comienza a desarrollarse, pues además de otorgar servicios médicos a la población, utiliza sus conocimientos, tal intelectual orgánico de Gramsci, para ayudar al pueblo a realizar gestiones para la introducción de servicios públicos y mejorar la comunidad mediante la construcción de escuelas, clínicas, el cierre de cantinas y realización de obras públicas. La labor de Alfredo en Tenenexpan ha sido reconocida por la comunidad, quien nombró en su honor una escuela preescolar. Como he mencionado en ocasiones anteriores, los 60’s representan un punto de ruptura. No solo hay cuestionamientos a la moral, y los valores hegemónicos, sino también a la política y economía que gobiernan gran parte del mundo. EL desarrollo de diferentes procesos de movilización social impulsó la participación de diversos sectores de la población. En este sentido, Alfredo comienza a desarrollar su actividad política de manera legal en dos frentes: el movimiento médico nacional y el movimiento de liberación nacional. El primero se proponía mejores condiciones laborales para el personal médico y mejores condiciones de salud para la población, mientras el segundo era un frente amplio de fuerzas progresistas encabezado por Lázaro Cárdenas que buscaba combatir el creciente autoritarismo del Estado Mexicano…




Ni perdón, ni olvido…

Por distintos medios nos enteramos del fallecimiento de Luis Echeverría Álvarez, personaje siniestro y oscuro, marcado por la sangre de muchos jóvenes caídos en la represión del 2 de octubre de 1968, en el halconazo del 10 de junio de 1971 o en los miles de procesos de “desapariciones” forzadas que fueron implementadas para acallar cualquier protesta al régimen mexicano.

Hacia el exterior del país, Echeverría simulaba un discurso de “apertura” y de brazos abiertos para los perseguidos políticos de otras naciones. Se encargó de sembrar el terror entre la juventud y de condenar a miles de personas que buscaban y que buscan a sus familiares, a vivir en la incertidumbre, en la investigación constante, en el saber si un día regresarán a casa.

Lamentamos que uno de los responsables de la represión más feroz en este país, haya muerto llevándose sus secretos a la tumba y sin tener una sentencia clara de genocida por parte del gobierno mexicano; aunque para nosotros y nuestro pueblo ya había sido sentenciado.

Sabemos que hay muchos actores involucrados en esa nefasta labor del Estado; tanto personas como instituciones en todos los niveles: federales y estatales. Por tal motivo, es nuestro deber y orgullo seguir acompañando a las madres y familiares que buscan a sus hijos e hijas; a sus padres o hermanas y hermanos: desaparecidos de esta época y de épocas pasadas.

Nos oponemos a la simulación y a la farsa que encierra el “esclarecimiento de la verdad” ya que en ella participan los mismos aparatos represivos y corruptos del Estado, con los mismos actores de ayer y de hoy.

Por ello, junto con el ejemplo de Doña Rosario Ibarra (que falleció sin que se le cumpliera su deseo de saber el paradero de su hijo Jesús); y de otras madres del Comité Eureka y otras tantas organizaciones decimos:

¡NI PERDÓN NI OLVIDO!

¡VIVOS LOS LLEVARON, VIVOS LOS QUEREMOS!

¡VIVIR POR LA PATRIA O MORIR POR LA LIBERTAD!

GRUPO EDITORIAL DE LA CASA DE TODAS Y TODOS




Julio, mes del Internacionalismo Militante

México, nuestra patria, no siempre se ha llamado así. Hace 233 años, nació un niño en el pueblito de Otano, Navarra, un primero de Julio, fue bautizado en la pequeña iglesia de San Salvador en Otano, su nombre: Xabier Mina (sic).

A los 19 años el joven Mina, empuñó las armas para expulsar al ejército de Napoleón que profanaba su terruño.  Derrotado el ejército español, aquel mozo no se rindió, reclutó combatientes para integrar un ejército de irregulares, que el mismo denominó el “Corzo Terrestre de Navarra” y pronto sus acciones militares cobraron fama pues no dejaban descansar a los invasores, eran los actos de dignidad, que el pueblo sometido quería escuchar. Sin embargo, como en toda lucha armada, la posibilidad de morir está siempre presente, él fue herido, hecho prisionero y encadenado lo llevaron a la cárcel militar del Castillo de Vincennes cerca de París. Ahí aprendió por pláticas y el contacto con militares prisioneros, la teoría de la guerra, cuando Napoleón fue derrotado. Mina fue liberado, regresó a Navarra, y fue perseguido por sus ideales antimonárquicos. Se exilió en Londres y ahí conoció al legendario fraile novohispano Servando de Mier quien también era perseguido por la monarquía española. Juntos unieron sus facultades aprendidas en la lucha, uno era el militar joven e inteligente curtido en la lucha y el otro el hombre de letras, las “armas y las letras”, para ser libres.

A Don Manuel Ortuño Martínez, el mejor biógrafo de Mina, debemos el estudio de la epopeya de aquel joven por nuestra patria. A petición de Don Manuel, le enviamos fotografías del monumento a la independencia en la Ciudad de México donde destaca el joven Mina custodiando el monumento, de pie, junto a otros héroes de la independencia. Por ellos ahora somos mexicanos.

A casi 206 años, recordamos cómo ambos jefes insurgentes visualizaban el futuro de América.

El internacionalismo del joven Mina estuvo presente en toda su vida.  Se entrevistó con Simón Bolívar en Haití en el año 1816, para invitarlo a venir a Nueva España a luchar juntos. Xabier tenía la idea de que “…al separar a la América de la península, acabarían con el coloso del despotismo. México es el corazón del coloso y es de quien debemos procurar con más ahínco la independencia. He jurado morir o conseguirla, vengo a realizar en cuanto esté de mi parte el voto de los buenos españoles, así como de los americanos”, por ello, el mes de Julio será para nosotros, el mes del internacionalismo militante.

Simón Bolívar no estaba lejos de esa idea, un año antes había escrito en su carta de Jamaica (6 de septiembre de 1815) que sabía que en la Nueva España la lucha se mantenía a fuerza de sacrificios humanos, “pues nada ahorran los españoles con tal que logren someter a los que han tenido la desgracia de nacer en este suelo, que parece destinado a empaparse con la sangre de sus hijos. A pesar de todo, los mexicanos serán libres, porque han abrazado el partido de la patria, con la resolución de vengar a sus pasados o seguirlos al sepulcro”.

También, en todos los meses de julio recordamos el nacimiento de un gran compañero, “Héctor”, joven chiapaneco que enfrentó con las armas a los esbirros que pretendieron detenerlos en nuestra casa clandestina el 19 de julio de 1971, en Monterrey.  Él se encontraba ahí pues iba a entrenarse como piloto de aviación.  Ese acto heroico, al defenderse y no dejarse aprehender permitió la continuidad del proceso clandestino y meses después “Héctor” integró el núcleo guerrillero en la selva. En 1974 participó en la expulsión de los agentes de la CIA que se entrenaban en campamentos en la zona de la laguna del Ocotal, en Ocosingo, Chiapas.  Nuestros compañeros fueron perseguidos por el ejército, su desaparición aún es un misterio que el ejército catalogó como operación “Diamante”.  Pero nosotros no olvidamos. Junto con otros compañeros integra la “Lista de Ocosingo”.

Recordemos que nuestra Casa de Todas y Todos cumple 22 años de trabajo. Fue fundada en el año 2000 en el mes de Julio y aún queda mucho trabajo antimperialista, que hacer, no nos rendiremos.

Hace 2 años, en Julio ocurrió el deceso de nuestro compañero Teniente Insurgente Frank.  Muy joven se integró al trabajo clandestino y le tocó participar en el trabajo político de masas durante varios años. Hoy lo recordamos con respeto y entrañable cariño. En el Cuaderno de Trabajo “Dignificar la Historia IV” Toma de Pueblos” narra a los jóvenes de ahora, el camino de la formación de los hombres y las mujeres de nueva formación política, precedida de dignos ejemplos.

Transcribimos un artículo aparecido en nuestro periódico interno Nepantla 17, del año 1982 del compañero Paco, uno de los primeros compañeros campesinos que se conocieron en 1980 y que trajo a nuestras filas al compañero Frank.

Nepantla 17 (1982).

“HISTORIA DE LAS EXPERIENCIAS DE LAS LUCHAS DE MASAS Y EL CONTACTO CON LAS F.L.N.

Por el Compañero Paco.

Compañeros:

Por diferentes medios damos a conocer de las luchas de masas campesinas en el Estado de Chiapas, que ha habido fracasos y descontento por lo que no hay ningún avance revolucionario para alcanzar una definitiva liberación de nuestros pueblos oprimidos por los grandes explotadores del país.

Primero: las luchas populares se han aumentado por el descontento de falta de tierra para los campesinos, por los altos precios de las mercancías, por un miserable salario para los jornaleros, por falta de técnicas para la producción, por los bajos precios de nuestra producción, y aún por las trampas legales mentirosas del gobierno burgués. Estas luchas campesinas han llevado muchos años de luchas pacíficas llorándole a los altos funcionarios del gobierno y hasta hoy no ha habido nada. Nosotros  hemos tenido contactos con muchas organizaciones como la UGOCM, CIOAC, con la OID y el Plan de Ayala. Pero de esas organizaciones todavía lo llevan la ley burguesa del gobierno y hasta hay dirigentes charros, que sólo trata de favorecer a los terratenientes. Por eso pensamos que es hacer una lucha de guerra para tener una definitiva independencia. Pero para hacer esta lucha de violencia no teníamos experiencias de cómo entrarle y no sabíamos cómo se cambia el sistema burgués para llegar a un sistema verdaderamente socialista.

En estas luchas que hemos dado ya los pueblos se han dado cuenta de cómo nos engañan, de cómo nos explotan y de cómo nos oprimen cuando queremos buscar la justicia de todos los pueblos, ya nos cansamos y a veces se nos viene el desánimo.

Ya más después nos dieron contacto con unos compañeros que hablaban sobre la lucha armada, que es la FLN. Y nos dio mucho gusto conocerlos, porque de por sí lo pensamos que la solución definitiva de las luchas es la lucha armada, la primera entrevista fue el año de 1980, en el mes de marzo. Ahí poco a poco fuimos conociendo sus alternativas de lucha, que es de una disciplina político-militar guerrillera.

Nos fueron teniendo confianza y más después se nos hizo una visita la Dirección Nacional y nos dio entrenamientos de prácticas de tiros, y con suficientes municiones para la práctica. Enseguida nos nombraron que formáramos un grupo y con un responsable, y hasta se tomó cursos de enfermería y nos envían medicinas para los compañeros, y hasta nos mandan periódicos y libros para el estudio, para tener más conocimientos y experiencias de otros compañeros, y hasta de otros países que ya han triunfado sobre la lucha del socialismo.

Ahorita tenemos ya compañeros del pueblo que están en una casa de seguridad como una escuela de tomar conocimientos, para más después desatarse en una revolución por un sistema socialista, donde no haya ricos ni pobres, para acabar con toda clase de injusticia en nuestro país.

Estamos muy contentos de haber tenido el contacto con estas fuerzas, y hasta hoy ya también sacamos un periodiquito campesino que hacemos nosotros mismos. Estos compañeros se están preparando para hacer los trabajos revolucionarios, están aprendiendo muchos trabajos, haciendo sus gimnasias y estamos seguros del triunfo.

¡¡EN ADELANTE ALCANZAREMOS LA VICTORIA FINAL!!

¡¡POR UNA DEFINITIVA LIBERACION CON UN SISTEMA SOCIALISTA!”

¡Vivir por la Patria o Morir por la Libertad!

Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos.




MARXISMO Y FUERZAS DE LIBERACIÓN NACIONAL

Nosotras, nosotros, poseemos una interpretación propia del marxismo. Rescatamos de él su valor como instrumento metodológico de análisis. No lo asumimos como dogma o ideología. Es un instrumento que nos ayuda a revelar la dinámica económica pero también sociopolítica.

Ello nos ha permitido la comprensión de la dialéctica social; del constante cambio; de la necesaria transformación de las sociedades llegado el extremo de las contradicciones.

Hemos tenido la capacidad de acoplar esta metodología con el profundo conocimiento de nuestra historia y circunstancias nacionales e internacionales actuales.

Ni siquiera nuestro lenguaje es el lenguaje clásico ortodoxo. Es el lenguaje de nuestra historia y realidad nacional.

Esta comprensión dialéctica nos ha permitido entender y valorar el papel de las distintas clases y sectores en la necesaria construcción histórica. La lucha actual de las mujeres, por ejemplo; la analizamos y comprendemos en términos dialécticos, de cambio, de nuevas realidades.

Para nosotras, nosotros, no hay sectores prioritarios y otros desechables. Todos somos sectores desposeídos. Al igual que los pueblos originarios y comunidades indígenas, todos tenemos un papel y un lugar en la construcción y producción de la nueva sociedad, con todas las semejanzas y diferencias propias, dentro de la nación y respecto a otros pueblos del planeta.

El marxismo, es por tanto; un método (poco comprendido y estudiado) que nos ayuda a revelar un sistema complejo, con múltiples expresiones sociales, pero con una sola columna vertebral: el capital como valor central y motor de la desigualdad e incluso de la violencia extrema. No importa en qué rincón marginado o en qué punto de una mancha urbana estemos: todos (las y los) que tenemos una misma condición de clase estamos siendo oprimidos, despojados, explotados, por una misma dinámica o régimen de producción cuyo eje es el capital y sus contradicciones.

Por ello nuestra lucha no puede ser fragmentaria. Nuestra respuesta tiene que ser, a la vez, nacional, internacionalista y unificada. El “cada quien su tiempo y cada quien su modo”; cada quien con su necesaria lucha, no es suficiente. El horizonte nacional y revolucionario se hace indispensable. Nuestro proceso es histórico.

En consecuencia, el método seguido nos ha ayudado a entender la vigencia y necesidad de una lucha de liberación nacional, vía la unificación de esfuerzos y sectores; vía la construcción de una agenda nacional donde estén representados los distintos anhelos y necesidades.

Más aún: los rasgos de esa sociedad nueva, no los estamos definiendo nosotros, los definirá esa interacción, ese diálogo, esa acumulación de fuerzas en orden, sin duda, al bien común, a la solidaridad, al desarrollo desde abajo; a la vida digna de todas y todos.

Por último: no podemos menospreciar la poderosa injerencia de los intereses económicos, geopolíticos, políticos y sociales que el capital trasnacional juega en la dinámica del despojo y explotación nacional. ¡Existen!, son reales las decisiones económicas, políticas y sociales que se toman desde el centro mismo del imperio.

Estamos en una órbita imperial. No podemos desvincular nuestra realidad nacional de tales intereses. La ciencia del marxismo nos ayuda a comprender y a estudiar también, estas realidades.

¡Vivir por la patria o Morir por la libertad!

Partido Fuerzas de Liberación Nacional

México 2022




¡10 de junio no se olvida…!

Que alguien me diga si ha visto a mi hijo
Es estudiante de pre-medicina
Se llama Agustín y es un buen muchacho
A veces es terco cuando opina
Lo han detenido
No sé qué fuerza
Pantalón claro, camisa a rayas
Pasó anteayer…

Desapariciones, canción de Rubén Blades

Han pasado 51 años del fatídico Jueves de Corpus de 1971 en que el Estado mexicano, al igual que en 1968, demostró su carácter represor y asesino al atacar una manifestación pacífica de estudiantes con elementos paramilitares perfectamente entrenados para herir y matar jóvenes indefensos.

A lo largo de la historia de nuestro país, la lista de sucesos lamentables es larga: represión a maestros, médicos y ferrocarrileros; asesinatos de luchadores sociales como Rubén Jaramillo, Genaro Vázquez o Lucio Cabañas; y en el campo, las innumerables matanzas en Guerrero, Oaxaca y Chiapas, sin olvidar el asesinato de copreros en Acapulco. Todas estas lamentables situaciones confirman el carácter de clase del Estado mexicano. El 10 de junio de 1971 es una más de las atrocidades perpetradas por los gobiernos de la “revolución mexicana”. Todos esos gobiernos reprimieron a obreros, campesinos e indígenas, hombres y mujeres, de acuerdo a los intereses de la burguesía criolla y del imperialismo de aquellos años.

Aquel 10 de junio, cientos de estudiantes se movilizaron desde el Casco de Santo Tomás del IPN, en la capital del país, con la finalidad de apoyar la lucha estudiantil en defensa de la autonomía de la UANL, la democratización de la educación, por la libertad de expresión, contra la represión, por la libertad de los presos políticos, y la transformación de las condiciones de vida. Después de horas de ardua discusión en asambleas en el politécnico y una última asamblea en el auditorio Che Guevara de la Facultad de Filosofía y Letras del UNAM, abarrotado por la participación de estudiantes, maestros, médicos, organizaciones sociales y sindicatos; en donde por votación se aprueba marchar ese 10 de junio, para recuperar las calles a partir de la manifiesta voluntad de lucha del pueblo de México. En este movimiento como en muchos otros, las mujeres fueron elemento fundamental del impulso de la propia organización y de solidaridad con otros grupos.

La respuesta del Estado fue el operativo que se extendió del Casco de Santo Tomás, a las inmediaciones de la normal. Cuando el contingente iba pasando por Avenida de los maestros y Carpio, comenzó la brutal represión perpetrada por militares, policías y el grupo paramilitar “Los Halcones” que abrieron fuego sobre los jóvenes (de camiones de basura sacaron palos y armas de fuego). Algunos estudiantes logran refugiarse en la Normal y fueron perseguidos, otros fueron ejecutados en el hospital Rubén Leñero y en las calles de las colonias de alrededor.

Los responsables directos, quienes encabezaron el ataque contra la movilización pacífica, impunemente siguieron libres. Años más tarde uno de ellos fungió como director de seguridad del metro y otro de la policía bancaria industrial. Los autores intelectuales siguen protegidos por los pactos de impunidad que se confirman sexenio, tras sexenio.

El primer desaparecido político que documentó y registró el Comité Pro Defensa de Presos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México (Comité Eureka) data de 1969, Mtro. Epifanio Avilés Rojas, desparecido en Coyuca de Catalán, Gro.  Nombrarlos(las) es un acto de dignidad y memoria revolucionaria. Para 1978, según denuncia de Doña Rosario Ibarra de Piedra, había ya alrededor de 67 secuestros políticos. Fue una década de lucha digna y loable de las madres de desaparecidos en la que además lograron localizar y liberar a casi una centena de personas desaparecidas políticas.

Resultado de todo esto, hombres y mujeres conscientes de la situación en que estaba nuestro país, buscaron incorporarse a organizaciones serias que efectivamente se prepararan para enfrentar, de manera organizada, el carácter represivo del Estado.

De esa época se crearon organizaciones como: El Movimiento Armado Revolucionario (MAR), El Frente Urbano Zapatista, los Comandos Armados del Pueblo, las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), EL Frente Revolucionario Armado del Pueblo, Los Lacandones, los Guajiros, el Frente Estudiantil Revolucionario (de Guadalajara), (FER), el Comité de Lucha Revolucionaria, el Comité Estudiantil Revolucionario, las Fuerzas Armadas de la Nueva Revolución (de Sonora), la Unión del Pueblo, la Liga Comunista 23 de Septiembre, Todas estas organizaciones sufrieron la brutal represión de diferentes organismos creados para exterminar todo intento de organización, a base de mecanismos de detección, infiltración y hasta de delación.

Nosotras, las mujeres del PFLN consideramos que la privación arbitraria a la libertad y posterior desaparición de un ser humano y de nuestros pueblos y territorios es lo mas cobarde y vil de la naturaleza humana. Estas graves violaciones a los derechos humanos no pueden explicarse como un acto criminal individual, casual, ni aislado. Se llama Desaparición Forzada, y en ella se concatenan intenciones, secretos, omisiones y acciones deliberadas de individuos, de grupos, de instituciones y gobiernos, que directa o indirectamente, funcionan al servicio y/o bajo la jurisdicción de quienes detentan el poder del Estado mexicano. Esta tragedia sostenida en el tiempo, expresa claramente el desarrollo de una política de Estado, que puede considerarse crimen de lesa humanidad según la Corte Penal Internacional.

Ante esto, sostenemos que la exigencia es continuar organizándonos y luchar por cambios estructurales.

Sabemos que la Desaparición Forzada es un crimen que no prescribe y no basta con modificar leyes.

El Comité Eureka con su andar nos recuerda cada día, que quien comete ese crimen, debe pagar por ello. Doña Rosario también nos enseñó a no rendirnos, De las madres argentinas retomó la frase “¡ni perdón, ni olvido!”, que la Justicia (si así se le pudiera llamar), sólo llegará cuando, primero se nos dé razón del desaparecido y posteriormente, exigir el castigo a los culpables, así como poner fin a los pactos de impunidad históricos y eliminar las prácticas de desaparición. Esto implica fincar responsabilidades a las y los responsables concretos de las fuerzas represivas del Estado, como el Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea, las corporaciones de seguridad pública, cualquier dependencia parecida a la tristemente célebre Dirección Federal de Seguridad, fiscales, jueces y magistrados, gobernadores y presidentes –de cualquier filiación política-, es decir, a todos quienes por acción, omisión o aquiescencia han posibilitado la desaparición y masacre de nuestros pueblos y que deben ser llevados a juicio históricos por responsabilidad penal o de otra índole, esto como condición necesaria para combatir la impunidad y logremos, no sólo que se repare el daño, sino sobre todo, que se toman las medidas necesarias para que esta tragedia de seguridad y derechos humanos se detenga y no vuelva a repetirse.

Medio siglo con más de 100 mil personas desaparecidas cuestiona estructuralmente la falacia de un Estado democrático.

¡Ni uno más, ni una más, ni una desaparecida más!

Durante la época de la Guerra Sucia, -desde fines de los sesentas a principios de los ochentas- la nefasta práctica de la Desaparición Forzada se llevó a cabo con cientos de personas, mujeres y hombres, cuyo delito era pensar diferente, creer que lo que vivíamos no era justo, apoyar luchas de trabajadores, campesinos o estudiantes, ser luchador social…. Por eso el desarrollo de estrategias, mecanismo y acciones de contrainsurgencia para contener la insurrección popular se instaló como componente constitutivo del Estado mexicano.

Después de algunos años, la Desaparición Forzada se vuelve algo común, se normaliza como mecanismo idóneo de control social, se aplica a propios y extraños, y más allá de eso, toca el tejido social de cualquier comunidad, pueblo, estado de la República Mexicana y de cualquier país en América Latina. Se vuelve una “práctica institucional de Estado” de criminales, de delincuentes con fines económicos y políticos, agazapados, solapados o en contubernio con el propio Estado… y día a día la cantidad de personas desaparecidas en nuestro país México, se multiplica de manera exponencial para llegar actualmente a más de 100,000 personas.

La Comisión de mujeres del PFLN consideramos que la demanda al Estado mexicano de presentar con vida a todas las personas desaparecidos debe ser de toda la ciudadanía, así como la urgencia de organizarnos para exigir verdad y justicia, y la presentación con vida de los desaparecidos. Todo eso es responsabilidad colectiva.

Mesas o Comisiones de verdad, son insuficientes. Nuestras preocupaciones son varias: primeramente, que ésta búsqueda de verdad, no esté sujeta a los intereses de partido político alguno o corriente de moda. Que no haya personas que saquen provecho del dolor de los familiares, que no busquen ninguna ganancia, que no anden en busca de un puesto, fama o de algún grado académico a costa del dolor de los familiares. Que se hagan investigaciones ministeriales apegadas a derecho y efectivas, que en esas investigaciones se incluya a todos sin distinción, a policías, ministerios públicos, presidentes municipales, gobernadores, fuerzas armadas, jueces, magistrados, empresas…. todos aquellos que por acción, omisión o aquiescencia han perpetuado las desapariciones y la impunidad. Es un hecho que no podemos esperar que los gobiernos cosechen justicia cuando siembran represión.

Mesas o Comisiones “de nombre o membrete” no bastan. Necesitan ser realmente independientes del Estado y tener autoridad suficiente para exigir la presentación del resultado de las investigaciones, parar la serie crisis forense y de desapariciones en nuestro país, esto significa regreso a casa de todas las personas desaparecidas. A partir de estos resultados se podrán reformar las leyes que sean necesarias, de no ser así todo será letra muerta, a nivel local, nacional o internacional.

La terca realidad nos muestra que quienes buscan y encuentran, son los propios familiares de los desaparecidos. ¡Que nadie!, ninguna autoridad se monte ya no solo en el dolor sino en el trabajo de los familiares. No es responsabilidad de las familias hacer lo que le toca al Estado, no es ilegal su búsqueda, es una medida ética.

En nuestro caso,continuamos con la exigencia y la demanda de presentación con vida de nuestros compañeros desaparecidos por el Estado mexicano. A la sociedad en general les exhortamos a organizarnos, si guardamos silencio, éstas acciones pueden

seguir sucediendo. Un ejemplo lo tenemos con los estudiantes que fueron masacrados por el Ejército Federal en el año 2010 dentro de las instalaciones del TEC de Monterrey. Se sabía que eran estudiantes de “excelencia” y becados por el propio TEC y no eran ni “pandilleros” ni truhanes, como en un inicio intentaron hacer creer a la población. Este hecho dejó ver la complicidad de las autoridades del TEC con el ejército y el gobierno. Se pudo conocer del actuar de las Instituciones al servicio del Estado mexicano, desde directores de prestigiosas escuelas, gobernadores y presidentes de cualquier color.

Miles de mujeres mayoritariamente jóvenes han sido desaparecidas y la búsqueda es un largo caminar donde van apareciendo lamentablemente sin vida, hay así un factor clave entre clase y género, las mujeres pobres son doblemente olvidadas.

Nuestra organización, el PFLN, sigue en la búsqueda de la Compañera Murcia, y de los Compañeros Alfonso, Ricardo, Héctor, Tomas, el maestro bilingüe Fidelino y Manuel, que integran la Lista de Ocosingo, es un esfuerzo de rescate histórico y de dignificación, ya que los poderes establecidos desde entonces hasta ahora, han tratado de enviar a ella y a ellos, y junto a ellos a las desaparecidas y desaparecidos de diferentes organizaciones revolucionarias, a un oscuro lugar narrativo donde los han catalogado, tratándolos como delincuentes y criminales que merecían su desaparición.

En realidad, cada uno de los militantes, cada una de las personas que lucharon y luchan por un México libre, tienen más amor por su pueblo y por su patria, que todo el batallón y los oscuros policías que los detuvieron y todos esos políticos y funcionarios que decidieron su desaparición.

En el caso de nuestros compañeros que se integraron a las FLN por su intensa rabia contra la injusticia y la pobreza que domina a nuestro pueblo y comunidades, con su profunda convicción de justicia y de cambio político, económico y social, Ella y ellos representan lo más valioso en las historias de las luchas y las resistencias en el país.

¡Vivos los Llevaron! ¡Vivos los Queremos!

¡Vivir por la Patria o Morir por la Libertad!

Comisión de Mujeres del Partido Fuerzas de Liberación Nacional.

(¿A dónde van los desaparecidos?)

Busca en el agua y en los matorrales
(¿Y por qué es que se desaparecen?)
Por qué no todos somos iguales
(¿Y cuándo vuelve el desaparecido?)
Cada vez que lo trae el pensamiento
(¿Cómo se le habla al desaparecido?)
Con la emoción apretando por dentro.

Desapariciones, canción de Rubén Blades y el link de la misma:




Editorial junio: la memoria nunca debe olvidarse.

“10 de junio no se olvida”. En las noches, para no ser vistos, los jóvenes pintaban ese llamado a la memoria colectiva, habían sido masacrados en 1971 solo por haberse manifestado públicamente. A las víctimas de 1968 se sumaban las de 1971.

Aquella generación no se doblegó ante amenazas, muchos tomaron el camino de las armas, la defensa armada antes que perder la dignidad y la patria, si el mandatario principal en México, era parte de la Agencia Central de Inteligencia (C.I.A. por sus siglas en inglés). ¿Qué se podía esperar?, la resistencia se organizó poco a poco, algunos lucharon heroicamente en las ciudades, otros en zonas rurales, el Estado mexicano respondió con más violencia, formó cuerpos represores clandestinos para detectar la inconformidad social, la llamada “guerra sucia” contra el pueblo se instauró. Miles de asesinados, torturados y desaparecidos políticos, pero nosotros no olvidamos.

En junio nos toca recordar a nuestros compañeros que nacieron en este mes, llegaron y entregaron sus vidas a nuestra Patria, recordamos con especial cariño a Manolo, nuestro inolvidable “placa chica”, pues bromeando, imitaba la voz de los “influyentes” y por esa razón se le decía así “placa chica”. En México los oligarcas portaban en sus vehículos numeraciones de dos dígitos, para señalar que eran influyentes. El pueblo los bautizó como “placas chicas”, eran detestables.

En esta ocasión vamos a transcribir un fragmento del artículo escrito aparecido en el órgano de comunicación interna NEPANTLA No. 30, en el número especial dedicado a los compañeros Mario y Ruth que fueron masacrados en el año de 1983. El artículo se escribió para recordar a la compañera Ruth quien cumplia años en junio

Ruth siendo muy joven se integró a la lucha clandestina, y formó con trabajo político, a muchos de sus subordinados. El ejemplo y su sacrificio nos impulsan hasta hoy a ser cada vez mejores militantes. Aunque los tiempos han cambiado, el imperialismo existe, y no se puede confiar en él.

En la editorial de ese ejemplar de Nepantla, se señala “Recordar a nuestros héroes, es reanudar su trabajo en la medida de nuestra capacidad. Así lo hubieran querido, porque fue ese trabajo el que dio sentido a su vida revolucionaria. Y también a su muerte; pues la asumieron como una posibilidad –terrible-, pero una más- que se convirtió en necesidad para que la lucha continuara.

Y continuará. Nosotros lo haremos. La memoria nunca debe olvidarse.

Aquí el artículo:

Para el recordatorio de Mario y Ruth

“Ruth me conoció bastante antes que yo a ella, porque cuidaba de las entrevistas de mi responsable conmigo; eso lo supe porque ella me lo platicaba, regocijándose de que nunca me hubiera dado cuenta. Para las medidas de seguridad era muy meticulosa: La historia en el vecindario, las señales en la casa, quién podía salir al patio a tender la ropa, el plan de retirada. Un día le pregunté por dónde había que salir de la casa si llegaba la competencia. ¡Pues por el frente! Me contestó de inmediato… Y así hizo cuando tuvo que hacerlo.

El cuento en el vecindario decía que yo era su tío. Muy pronto dejaría de ser cuento porque empezó a llamarme tío hasta dentro de la casa; ese lazo familiar llegó a hacerse muy sólido; Ruth aligeraba así, generosamente, la carga que en los primeros meses después de la incorporación significa el tener que abandonar a la familia. Al poco tiempo también Mario se convertiría en mi sobrino…

Pero no vayas a creer que el vínculo familiar ablandaba ni tantito a Ruth. Con ella no había amiguismo (ni tiísmo) que valiera cuando uno se equivocaba; era totalmente intransigente cuando se trataba del trabajo y de la crítica. Su lucha contra el individualismo, el engreimiento y la sensiblería era implacable.

Me decía que hubiera querido seguir estudiando electrónica, que su sueño era operar nuestra planta de radiodifusión –que para ella era un hecho en el monte durante la guerra. Dejó, no obstante, su sueño de monte y electrónica, porque era consciente de que había que realizar otros trabajos. Ruth no tenía proyectos personales, estaba enteramente dedicada a la revolución, como lo demuestra la siguiente anécdota: Ella trataba las armas con enorme diligencia. Cierta vez consiguió una escopeta que no era vieja, pero que estaba muy mal cuidada; le sacó casi todo el óxido, pero quedaban manchas en el ánima del cañón, que se convirtieron en picadas cuando acabó de limpiarlas. Después de haberse afanado durante varios días con la limpieza de la escopeta, me platicó una mañana el sueño que había tenido la noche anterior; soñó que no podía quitar aquellas manchas porque, cuando se asomó bien por el cañón no eran otra cosa que la imagen del Ché… Su espíritu revolucionario no podía ser más íntimo.

Pero no sólo cuidaba las armas, sino todos los bienes de la organización que tenía encomendados; un pequeño detalle dará fe de esta su cualidad: tenía un frasco con desodorante que no se acabó en más de un año; y no se malentienda, Ruth era muy, pero muy limpia y aliñada. Pero cuando visitaba a cierto tipo de colaboradores, o cuando iba de “negocios”, se ponía aquello por no lucir diferente, era parte del atuendo, lo mismo que una blusa blanca, un trajecito sastre y un par de tobimedias que tenía.

En contraste, cuando un compañero no se gastaba todo el presupuesto de la intendencia, o cuando se cocinaba por mero trámite y no para complacer a los demás, Ruth se quejaba de la “comida cuartelaría”.

El sentido del orden de Ruth era también notable. Pero no era una de esas gentes compulsivas que necesitan del orden como marco de referencia para sentirse seguras. No. El orden de Ruth estaba al servicio de la eficiencia del trabajo revolucionario; ese orden podía cambiar de un momento a otro, según fueran las necesidades. En el año y pico que viví con ella, nunca se perdió algo, ni dejó de funcionar cualquier equipo sin su pronto arreglo. Era rarísimo que dejara de cumplirse algún punto de la orden del día que ella confeccionaba la noche anterior. Tardándose muchas veces más de una hora, reflexionando en las tareas que iba a encomendar a sus subordinados.

Con lo dicho hasta aquí pudiera pensarse que Ruth era algo así como un monumento solemne. Nada de eso: Hacía las cosas con gran naturalidad, era muy alegre y de risa fácil. Le gustaba bailar y canturreaba casi todo el día. Alguna vez salió la muerte en la plática; Ruth dijo que en esta etapa de la lucha era muy probable para nosotros. Pero no vayas a creer que se puso sombría o melancólica, lo dijo que si estuviera comentando cualquier cosa, porque una de las cualidades de Ruth, aparte de su optimismo contagioso, era su objetividad. No se dejaba enredar con palabras. Objetivamente la muerte está siempre presente en nuestra lucha; ella la asumía con la naturalidad con la que tomaba también todas sus muy vitales responsabilidades cotidianas.”

(Hasta aquí el artículo escrito por el compañero José)




Conciencia y Condición de Clase como elemento común en los Pueblos Originarios

En nuestra historia política, y en la real, objetiva y necesaria transformación que debe ocurrir en nuestra nación toda, nunca hemos considerado a ningún sector social como innecesario o de menor importancia en el proceso de organización y transformación.

Lejos de ello hemos visto a los pobres, miserables (materialmente), desheredados, desterrados (los que vivimos al día y sin futuro seguro alguno), como actores potenciales de organización, conciencia y transformación.

Nada o muy poco tenemos qué perder y sí mucho que contribuir al horizonte de transformación revolucionaria. Mas no es espontáneo ese camino y proceso; atraviesa por la conciencia, el crecimiento político -personal y colectivo- y la organización.

La participación es necesaria pero siempre fruto del acto voluntario.

Nuestra historia nacional y sus etapas determinantes han sido eso: procesos organizativos con la participación voluntaria de variados actores. Pero en ellos, ¡las y los trabajadores todos!  han sido imprescindibles.  Trabajadoras urbanas y del campo; trabajadores.

Sin embargo, hay un sector que ha jugado siempre un papel fundamental en la historia nacional: los pueblos originarios; las comunidades indígenas. Lo sabemos si conocemos su participación en la resistencia frente a la conquista; en el largo proceso de independencia y en el proceso revolucionario mexicano de las primeras décadas del 1900.

Junto con los y las trabajadoras urbanas de la maquila, construcción y demás trabajos que apenas permiten la sobrevivencia, las comunidades indígenas han sido protagonistas de los peores actos de despojo, sometimiento y explotación, y han resistido.

Nos acercamos a ellos -como proyecto histórico- porque sabemos y sabíamos de nuestra historia nacional y de la realidad que se vivía y vive (bajo otras apariencias) en esas regiones excluidas, marginadas, pero siempre objeto de despojo y acumulación.

Nos acercamos por una razón más, que es la misma que nos une a otros muchos sectores: la conciencia de clase; la condición de clase.

Este elemento es fundamental. Nos identifica; nos permite la posibilidad de trazar juntos y comprometernos en ese horizonte de transformación.

Así concebimos a nuestros pueblos, y de ellos hemos aprendido.

En ese caminar conjunto entre el Partido Fuerzas de Liberación Nacional y los pueblos, hemos encontrado la misma conciencia y condición de clase más allá de las diferencias culturales: pueblos originarios o afro-descendientes de nuestra patria; pueblos del mundo con los cuales hemos tenido contacto en nuestro largo camino.  

¡Vivir por la Patria o Morir por la Libertad!

Partido Fuerzas de Liberación Nacional

México, 2022




Nuestro Proceso Histórico es un Proceso Colectivo

De la serie de cuadernillos sobre el PFLN, presentamos a continuación el siguiente material:

Es por esto que nuestra organización político-militar, compuesta por compañeros como tú, como yo, sin prestigio nacional ni internacional, declaramos desde hoy y para siempre que somos los únicos responsables de los errores que se cometan. Las victorias son ya de nuestro pueblo…

Primer comunicado confidencial a los miembros de las FLN, Compañero Pedro, 1969

Desde el poder, es conveniente narrar la historia de los procesos sociales de cambio como obra de un caudillo; de una heroína; de un sólo líder. Es conveniente porque le da al Estado y a todos los intereses económicos a los que sirve y representa, la posibilidad de ocultar la construcción colectiva de los procesos sociales, con el objetivo de que el pueblo mismo se desaliente o considere innecesario su involucramiento.

Lo anterior, yace en el fondo del sistema político electoral mexicano: ¡voten por el héroe que trasformará el país!

Así, la historia; sus fundamentales momentos de evolución o cambio necesario, estarían hechos por héroes, caudillos y líderes mesiánicos y, por tanto: ausentes de actores colectivos y contingentes organizados y decididos, capaces de suceder mandos y dirección colectiva.

No es así.

La historia de los procesos de transformación revolucionaria ha sido y es una inmensa obra colectiva -siempre con una necesaria dirección, cumpliendo acuerdos de mayores instancias de toma de decisiones-. La responsabilidad es de todas y de todos.

Tal es el caso de la historia de las Fuerzas de Liberación Nacional.

El protagonismo (que pretende heroicidad) conlleva errores políticos que la historia juzga.  Es, por tanto, un desvío.

Bajo el protagonismo y la heroicidad, la decisión de los pueblos no se reconoce; tampoco su hacer: se ignora; se anulan las decisiones y mandatos de las asambleas; se usurpa el hacer y la voluntad de los pueblos.

Frente a los desvíos anteriores reiteramos: nuestra historia nacional y su indispensable y continua transformación ha sido, es y será obra colectiva; obra de todas y todos los actores a los que nos une una misma conciencia de clase, bajo una necesaria dirección ejemplar y colectiva.

¡Vivir por la Patria o Morir por la Libertad!

Partido Fuerzas de Liberación Nacional

México, 2022




La primavera volverá…

¿Sabe usted? A veces alienta mi corazón un algo… ¡es asombroso! Me parece que a donde quiera que voy no encuentro más que camaradas; un mismo fuego los abrasa, son todos alegres, animosos, buenos. Sin palabras, se entienden los unos con los otros… Viven todos en armonía y el corazón de cada uno canta su canción.

Todas las canciones son como arroyos que corren y se funden en un solo río, y el río fluye, ancho y libre, hasta el mar de las luminosas alegrías de la nueva vida.

Máximo Gorki, La Madre, 1907.

Les escribimos estas líneas con la llama del fuego de las madres en nuestro corazón, de ellas, las que mueven el mundo para que sus hijas e hijos regresen a casa, las que rompen el silencio y el miedo para que mañana nazca una nueva patria, una nueva humanidad, les abrazamos porque está naciendo un nuevo corazón.

Es en 1969 que se tiene el primer registro de desaparición forzada del Mtro. Epifanio Avilés Roja, en Ciudad Altamirano, Gro., por parte del Ejército Mexicano. El Comité Eureka tiene documentados 557 casos, entre ellos, se incluyen nuestros compañeros Pedro, Héctor, Fidelino, Tomás, Ricardo, Murcia y Alfonso que integran la “lista de Ocosingo”; fueron desaparecidos durante la Guerra Sucia y la impunidad se mantiene hasta el día de hoy.

El 28 de agosto del 1978, treinta y cuatro madres y cuatro padres del Comité Eureka iniciaron la primera huelga de hambre por los detenidos-desaparecidos, entre ellas se encontraba nuestra querida compañera de luchas diversas: Doña Rosario Ibarra de Piedra, quien falleció el pasado 16 de abril, ella y todas sus compañeras y compañeros con su ejemplo de lucha y denuncia comprometida sembraron semillas de dignidad y de Memoria Indómita.

“¡Ni una más, ni una persona desaparecida más!

¿Dónde están, dónde están?

¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

¡Vivas se las llevaron! ¡Vivas las queremos!,

¡Ni una persona más desaparecida!

Clamores convertidos en exigencia de miles de familiares y organizaciones sociales, son claro reflejo del pacto de impunidad que se sostiene en el tiempo…

Oficialmente se reconocen cerca de 100 mil personas desaparecidas en nuestro país y siguen incrementándose, sin embargo, proporcionalmente las voces de miles de madres mexicanas, familiares y de la sociedad también crecen. Día con día y noche con noche comprobamos que las desapariciones se convirtieron en una realidad que invade todo el territorio nacional y se mantiene en el tiempo como una práctica sistemática e idónea de control social, que se ha convertido en un componente constitutivo de los nuevos modelos de Estados pseudodemocráticos.

Actualmente los estados de Jalisco, Tamaulipas y Estado de México ocupan los indeseables tres primeros lugares con un registro oficial de más de 10 mil personas desaparecidas en cada estado (en total 37,784). Desafortunadamente, a la fecha no hay entidad de la República Mexicana que no tenga personas desaparecidas; tan sólo los seis estados del norte del país concentran el 31% de personas desaparecidas, el 27% del registro oficial nacional son mujeres y 14% son menores de edad de entre 0 a 17 años[1].  Así mismo, se reconoce sólo a 54 personas migrantes desaparecidas de 30 nacionalidades[2].

La seria crisis de desapariciones, en la actualidad y de las mujeres en particular, no obedecen sólo a graves violaciones a los derechos humanos como el feminicidio o la trata; del primero de enero al tres de mayo del 2022, han desaparecido a 1,953 mujeres, 18 de ellas han sido encontradas sin vida, 963 siguen sin reporte de localización. Esta atroz realidad no la podemos analizar fuera del contexto de la lucha por la disputa y control de territorios, población e instituciones del Estado, polarizada permanentemete en la disputa política partidista, electoral y oficialista. Así pues, las mujeres seguimos siendo usadas como botín de guerra, pero, sobre todo, las mujeres nos encontramos por diversos frentes poniendo los cuerpos para que ninguna más sea víctima de delitos y graves violaciones de derechos humanos. Nuestras vidas no pueden, ni deben ser un recurso a utilizar en esta y cualquier otra guerra que los imperialistas nos imponen.

Resultaría ingenuo pensar que estos crímenes de Estado, se resuelven con alertas de género que no funcionan, con políticas públicas simuladoras, con discursos mesiánicos para aletargar la angustia de la pobreza y la impotencia para encontrar la luz al final de túnel. Esta crisis no es coyuntural, los gobiernos de México en todos sus niveles y colores, el Ejército, la Marina y todo el aparato de Estado es represivo, son responsables de las desapariciones y de la seria crisis de seguridad y de derechos humanos; deben ser juzgados como lo que son: criminales de lesa humanidad.

Ha sido más de medio siglo de desapariciones continuadas, los datos oficiales se acercan a 100 mil personas desaparecidas en nuestro país; sin embargo, con mucho dolor las madres de personas desaparecidas y las organizaciones que han formado, nos informan que estas cifras no son reales, que se superan aceleradamente, que las promesas gubernamentales de no repetición son ofensivas. La desaparición forzada es terrorismo de Estado, utilizado también para el control social.

Los discursos y justificaciones de todos los gobiernos son las mismas, revictimizando y con lo más ruin de su existencia, señalando “que alguna razón debió de haber habido”, que se trata de “una falla humana masiva” o que las desapariciones se dan “por rebeldía y falta de comunicación con los padres”, como lo han dicho recientemente autoridades en Nuevo León. Si ayer hablábamos de una guerra en la que se desaparecían a militantes de organizaciones revolucionarias, hoy las desapariciones las vivimos jóvenes, menores, mujeres, estudiantes, periodistas, defensores de la tierra, trabajadores, migrantes…de primera vista, pareciera que no hay distinción para desaparecerte, pero sí la hay, para los sectores empresariales y políticos se crean comisiones especiales, fiscalías especiales, o para casos que pudieran tener costos políticos nacionales e internacionales; también se privilegia, y a la vez se fomenta la división de los movimientos sociales y de víctimas en todo el país, se simula buscar, se niega la posibilidad de verdad y justicia, se prejuzga y estigmatiza, se revictimiza hasta el absurdo más vil, se margina e ignora a las personas desaparecidas que son pobres. El Estado mexicano es un estado exterminador de sus propios pueblos, de la ciudadanía y de cualquier persona que transite por nuestro territorio. 

Por otro lado, a la fecha se reconocen oficialmente 52 mil cuerpos sin identificar y un sinnúmero de fragmentos de restos humanos recuperados por las madres y padres en lugares de exterminio, fosas clandestinas y fosas comunes, ante lo cual los gobiernos estatales y el federal, dicen que “facilitan esta tarea”, donando palas, camiones, dinero, pantalones…, para que se pueda continuar en la búsqueda de cuerpos sin vida, quizá de sus hijas e hijos.

Se invierte en bases de datos para registros oficiales de personas desaparecidas para jugar y simular con estadísticas la atención gubernamental a esta tragedia, pero que mantienen serios problemas de precisión de datos, de difícil acceso a la información para los propios familiares de desaparecidos, que no aportan para realizar estrategias de búsqueda y mucho menos para detener y erradicar las desapariciones en nuestro país. Comisiones de Búsqueda, Centros de identificación forense que como siempre corren el riesgo de que su operación sea efectiva, lo que implica que en verdad se invierta para procesos de búsqueda en vida, regreso digno a casa de miles de personas sin identificar en todo el territorio nacional. Fiscalías que niegan el derecho a ser buscados y simulan investigar para no comprometer a los diversos actores estatales, privados y de las redes de macrocriminalidad, y así mantengan estructurados estos pactos de impunidad. Estamos pues ante un genocidio.

Son muchos los agravios cometidos contra el pueblo mexicano, la dimensión de la crisis de seguridad que se traduce en: desapariciones, ejecuciones extrajudiciales, feminicidios, despojo de los territorios y recursos de la nación, entre una multiplicidad de graves violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, nos exige como organizaciones sociales y revolucionarias seguir denunciando, construyendo alternativas de vida, verdad y justica para nuestros pueblos.

En un país donde se pretende desaparecer la verdad y la justicia, tenemos el digno ejemplo de las madres de personas desaparecidas, quienes nos han enseñado con firmeza, tenacidad, valentía y lucha organizada que no podemos petrificarnos, que debemos seguir organizándonos desde abajo, exigiendo la presentación con vida de los miles de mujeres y hombres, la mayoría jóvenes, que nos han arrebatado a plena luz. Presentación y regreso digno regreso a casa, esta es una lucha y legítima exigencia que se visibiliza por la incesante labor de las madres en este país.

Como nos han enseñado nuestras compañeras y compañeros sólo la acción de los pueblos erradicarán esta terrible y abominable práctica de las desapariciones, nos sumamos activamente al clamor y digna lucha exigiendo la justicia que nos ha sido negada y el castigo de todos los culpables por las más de 100 mil personas desaparecidas en medio siglo de terror. ¡Verdad, justicia y libertad!

¡Vivas se las llevaron, vivas las queremos!

¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

Madre, en tu día

No dejamos de mandarte nuestro amor.

Madre, en tu día

Con las vidas construimos tu canción.

Madre, que tu nostalgia se vuelva el odio más feroz.

Madre, necesitamos de tu arroz.

Madre, ya no estés triste, la primavera volverá,

Madre, con la palabra libertad…

Madre, Silvio Rodríguez

¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la Libertad!

Comisión de Mujeres del Partido Fuerzas de Liberación Nacional


[1] https://versionpublicarnpdno.segob.gob.mx/Dashboard/ContextoGeneral , datos al 3 de mayo del 2022.

[2] https://versionpublicarnpdno.segob.gob.mx/Dashboard/Sociodemografico, dato al 3 de mayo del 2022.