Corresponsalía de Marijose, desde el País Vasco.
Xavier, chssss…, despierta, se trata de México Xavier, tú les conoces bien desde hace ya 200 años, acuérdate que entregaste la vida luchando por su libertad e independencia, te enfrentaste al tirano de la Nueva vieja España, te alzaste junto al pueblo contra el poder establecido. Te comprometiste definitivamente por la definitiva liberación de la América ¿recuerdas? allá te sembraste y germinaste.
Pensar históricamente sobre el devenir humano supone derribar barreras entre pasado y presente, estimar el tiempo como un continuo, ya sea hacia el infinito o hacia el eterno retorno, en el que se va sucediendo la confrontación entre la humanidad y la barbarie. Ese pensar temporal puede ser a veces, no sé si muchas o pocas, pero sí en el caso que nos ocupa, transformador en lo individual y en lo colectivo. Ante tal oportunidad nada permanece estático, el pensar histórico busca compartirse y salta por la ventana del despacho donde el académico se afana en identificar las estructuras que se mantienen, los contextos que van cambiando, las permanencias enmascaradas, alumbramientos recientes, sucesos, hitos, causas y consecuencias, y echa a volar, anidando en la mente de los individuos conscientes. Estos seres tan humanos, sujetos activos de su propia historia, interpelan entonces al que piensa, de tal manera que su mirada le sitúa en un punto cardinal concreto, geográfico e histórico. Interpelados pues, pensemos históricamente en México desde Euskal Herria. Pero ¿cómo debemos mirar a este pueblo hermano, si estamos a su Oriente y nos llaman Occidente, y vivimos en el Norte siendo Sur? Pensemos.
México visto desde el Norte, bajo la bota del gringo imperialista, que como máquina eficiente e inhumana, blinda los grandes y jugosos negocios de la lumpen-burguesía, manejando a conveniencia la violencia legal e ilegal al servicio de la doctrina de seguridad nacional, aplicada en su patio trasero de polo a polo cuando el enemigo a abatir es el pueblo.
México visto desde el Sur como avanzadilla, amalgama de ideas y resistencias, crisol para la rebeldía y la insurgencia, cuna de culturas que se encuentran, refugio de los perseguidos de América, y de Europa, lugar de paso de toda clandestinidad. México hospitalario, popular, familiar, obrero, campesino, esa casa de todas y todos de puertas abiertas, espacio compartido en absoluta diversidad de individuos, de pueblos, de ideas. México, el corazón desgarrado que sigue latiendo. Y tan complejo que, por poner un caso, sólo en la gran ciudad azteca es posible vivir siete vidas en el tiempo que dura una en otras latitudes, morir otras siete y sobrevivir adolorido y lleno de cicatrices vitales como gato callejero.
¿Cuál es nuestro punto cardinal y gravitatorio desde el que debemos mirar a México? Tal vez el Oriente sea un lugar idóneo, cuando menos porque, rechazado por el eurocentrismo, desde Levante adivinamos un mundo antiguo que se debate entre lo real y lo mítico como náufrago flotando a la deriva desde tiempo inmemorial, ahí encontramos a pueblos originarios a un lado y otro de la mar océana. En el Oriente de Occidente, al Sur del Norte surge esa misteriosa mezcla de historia y leyenda que explica lo inexplicable: Vencer (sobrevivir) siendo pueblo, nación sin estado, a nuestra derrota común mil veces proclamada y festejada por el poder. Propaganda multisecular quesin embargo, ha tenido el efecto contrario: la mirada de Euskal Herria en la modernidad, desde aquella década de los 60 que ha supuesto el cambio real de siglo, es solidaria con los pueblos hermanos que luchan por su liberación y autodeterminación. Y sólo con nombrar estas palabras, ya el poder se apresta a prohibirlas, de la misma manera que los coroneles griegos golpistas prohibieron la peligrosa letra Z. Hoy Grecia nos da lecciones de valor, dignidad y democracia.
Xavier, a nosotros los vascos nos resulta este camino bastante conocido, somos la anomalía de Europa, somos la memoria de un pueblo borrado de la faz de la historia académica y oficial, somos los últimos africanos europeos, somos mito y realidad, somos porque nos nombra una lengua ancestral que repite como el eco los sonidos de la Tierra. Somos las primeras notas de una marcha siempre incompleta.
Mina, tú que fuiste heroico guerrillero contra el invasor francés que dio con tus huesos en la cárcel, peligroso sujeto para el ominoso bandido absolutista de la saga borbónica que te persiguió y obligó al exilio, y tachado de traidor por la España colonial que, fusilándote por la espalda, te enterró en una fosa común; condenándote al ostracismo por tu conciencia de libertador americano. Pero venciste en tu extrema debilidad, Xavier Martín Mina Ilundain, cuando tus huesos y tu ejemplo fueron exhumados. Eres la anomalía hecha coherencia y lucidez, joven general, así que algo tendrás que decir tú, te nombraron héroe de la patria, si la patria no está liberada. ¿Cuál es, Mina, la anatomía de la barbarie? tú luchaste contra ella, ¿cómo diseccionarla?
La propaganda oficial impone hoy a México una visión de sí misma pensada exclusivamente desde el Norte. Las profecías de Wall Street predican un único camino obligatorio hacia la modernidad, con fronteras y sin derechos para los trabajadores migrantes o nacionales, los cuales deben asumir y conformarse con la esclavitud, la precariedad y el expolio, mientras en las bolsas de Nueva York, Londres Berlín y Tokio, se reparten los beneficios millonarios de semejante despojo entre unos pocos buitres trajeados sin escrúpulos que, rebozándose en el lodo de la inmundicia y la podredumbre, más abajo de donde los cerdos se solazan, como dijo el poeta, siembran miedo, terror y crimen, sin mancharse las manos, utilizando perros adiestrados y uniformados que ladran y muerden cuando ellos silban, esperando su recompensa: las migajas sobrantes del exclusivo banquete de gente VIP, una palmadita en el lomo y una medallita con su nombre de mascota de pedigrí violento chapada en bronce y con la leyenda: “condecoración a este buen perro de su amo. Adiestrado en la Escuela de las AntiAméricas”
Aunque la frontera geoestratégica de EEUU se desplaza hacia el Sur, el amo norteño cava trincheras, levanta alambradas y dispara con mira telescópica apostado entre el desierto de Sonora y el río Grande. Una frontera marcada nítidamente por los colores de la piel, de la etnia, de la clase social por el gringo. El imperio actúa de la única manera paranoica y psicópata que sabe hacerlo: multiplica la violencia terrorista desapareciendo, degollando, torturando, asesinando. No entiende otro actuar cuando prima el negocio gansteril de la venta de armas, del narcotráfico y la prostitución de cuerpos y de mentes. No hay frontera para los ricos entre lo legal y lo ilegal, si la codicia impera.
Tal vez hoy podamos enfrentar este nuevo viejo rostro del imperialismo que ha costado ya tantas vidas, deliberar si es el mismo de siempre o si son muchas sus caretas grotescas. Quién sabe si entre la historia y el mito que somos, pervive la hidra milenaria de múltiples cabezas, como expresa certeramente ese pensamiento crítico que ha reunido tantos pensares distintos en San Cristóbal de las Casas, rememorando la Breve relación de la destrucción de Indias y de la humanidad que hoy se repite amplificada.
La barbarie entronizada aterroriza cotidianamente al pueblo mexicano, a todos los pueblos del planeta que son sojuzgados por el capitalismo genocida, globalizado. Millones de rostros sufrientes frente a su monstruosa dominación, ahora como ayer, incluso más sanguinaria. Una máscara que, como espejo deforme del poder, no nos es ajena, pues se cuela en cada casa como una pesadilla: la dominación de género y de clase, la explotación laboral, el robo, la imposición cultural basada en el consumismo y el éxito individual al precio que sea, la difusión del odio y el desprecio al diferente, la desconfianza paranoica de quien tienes al lado, el miedo a uno mismo y a los demás, el aislamiento social, la humillación y la hipocresía como pauta en las relaciones sociales, la seguridad neurótica encadenada a la incultura de masas, la justificación e impunidad del crimen si lo comete el poder.
¿Cómo vencer a esta poderosa bestia sin escrúpulos, joven internacionalista vasco de Otano? ¿Con el conocimiento? ¿Con las ideas? ¿Con las armas? ¿Con la voluntad? ¿Con el valor? ¿Con la memoria?
La memoria es arma fundamental de la resistencia. Con ella la humanidad hunde sus raíces en el corazón de la tierra para tomar de ella su fuerza. Sólo así puede escuchar en el silencio del Universo el tenue latido del que formamos parte. Buscamos la justicia, la armonía de las leyes universales para todos y en todos. Qué importa vivir en una pequeña aldea o en la ciudad, en la selva o el desierto, si podemos estremecernos al unísono ante el abismo insondable del macrocosmos y del microcosmos del que estamos hechos. Buscamos la justicia en un lapso de tiempo que ya forma parte de lo remoto cuando nos pensamos a la luz de las estrellas, como medida de un tiempo estelar que, sin embargo, es el nuestro, de tal manera que en nuestra vida, ese suspiro, ese instante que no cuenta, caben millones de extinciones y evoluciones a nivel molecular.
Rechazamos la barbarie, lo inhumano, la bestialidad de un sistema asesino de acumulación que se alimenta de la degradación y destrucción del ser humano y de la Tierra. Somos tan pequeños estando aislados, pero tan fuertes e invencibles cuando unidos luchamos, ocupados en arañar los terrones de nuestra tierra con las uñas y las manos gastadas, mutiladas, ateridas, ensangrentadas, quemadas, pero dando sentido a nuestra existencia porque nuestras manos y nuestra voz son nuestro actuar consciente que dejaremos como herencia de libertad a nuestros hijos.
Tú, Xavier, sabes bien qué es vivir, morir y sobrevivir en el corazón de la patria, porque no estás muerto, si estuvieras definitivamente muerto los mexicanos te habrían olvidado, como casi te olvidamos nosotros. Ellos han tenido que desandar tus pasos para rescatarte de ese olvido interesado. A ti, Mina, guerrillero, insurgente y libertador, estas compañeras y compañeros que te han arrebatado del olvido eterno, de la nada, no sólo te piensan, te quieren y requieren de tu presencia en su actuar cotidiano, te convidan a que resurjas de las cenizas y del polvo, y a que tu espíritu escape del panteón consagrado a la patria, y ya libre y vagabundo y pobre, compartiendo el insomnio, el hambre, el dolor y la sonrisa con la raza, sin rumbo en el páramo solitario del sueño si no hay quien tome el testigo, des sentido a tu penar de ánima libertaria. Si los mexicanos te piensan es porque se piensan a sí mismos como pueblo, y esa identidad colectiva es su fortaleza y su destino. En ese reconocerse mexicana y mexicano, tu sacrificio, joven navarro, cobra sentido.
Pero hay quien toma el testigo, como los protagonistas de esta historia que tenemos entre las manos, seres humanos que dieron la vida por México y por la humanidad, como tú. Ellos son las Primeras notas de una marcha inacabada, la de las Fuerzas de Liberación Nacional. He aquí nuestra mirada sobre ellos, la de un pueblo que habla, escucha y canta solidariamente con todos los pueblos de la Tierra que se piensan y se quieren libres. Pero la mirada que importa no es la nuestra, la fundamental es la que surge de las entrañas de México mirándose a sí mismo como sujeto colectivo responsable de su devenir histórico, de su soberanía e independencia, cuando es tan necesaria la justicia, la igualdad, la paz y la felicidad. Y junto a la nobleza del pueblo mexicano, de sus muchos pueblos dignos, la presencia de todos los pueblos de América y del mundo. En esta marcha nos encontramos.
Osasuna eta Askatasuna, Salud y libertad
Martxa baten lehen notak / Primeras notas de una marcha
Eguzkiak urtzen du goian
gailurretako elurra
uharka da jausten ibarrera
geldigaitza den oldarra.
Gure baita datza eguzkia
iluna eta izotza
urratu dezakeen argia
utuko duen bihotza.
Bihotza bezain bero zabalik
besoak eta eskuak
gorririk ikus dezagun egia
argiz beterik burua.
Batek gose diraueno
ez gara gu asetuko
bat ino loturik deino
ez gara libre izango.
Bakoitzak urraturik berea
denon artean geurea
eten gabe gabiltza zabaltzen
gizatasunari bidea.
Inor ez inor menpekorikan
nor bere buruan jabe
herri guztiok bat eginikan
ez gabiltz gerorik gabe.
MIKEL LABOA
El sol funde en lo alto
la nieve de las cimas,
el cauce baja al valle,
acometida que es imparable
En nosotros está el sol,
la luz que puede desgarrar
oscuridad y hielo,
fundirá el corazón.
Tanto como un corazón generoso,
con los brazos y las manos
deseamos con claridad la verdad,
con la cabeza llena de entendimiento.
En tanto haya un solo hambriento
nosotros no nos saciaremos.
Mientras haya un oprimido
no estaremos en libertad.
Cada uno mejorando lo suyo
y entre todos lo nuestro,
sin cesar estamos ampliando
el camino a la humanidad.
En ningún lugar súbditos de nadie
cada uno dueño de sí mismo,
uniéndonos todos los pueblos
no andaremos sin futuro.