Abril: 100 años.

En el mes de abril rememoramos
siempre la traición al General Emiliano Zapata, líder de los pueblos campesinos
cuyo ejemplo fue tomado como guía desde los primeros esfuerzos organizativos
que llevaron adelante las Fuerzas de Liberación Nacional. Ya desde el primer
comunicado de esta organización, redactado el 6 de agosto de 1969, se decidió
que el cuerpo colectivo que habría de iniciar el camino subversivo, que después
condujo hacia la construcción de un Ejército del pueblo, llevaría su nombre:
Núcleo Guerrillero Emiliano Zapata, NGEZ.

En este mes, recordamos además a nuestra compañera Soledad, asesinada por el Ejército Federal, en Nepantla, cuando tenía apenas 24 años. Otros dos compañeros, Ricardo y Fidelino, son recordados también en este mes. A raíz de los acontecimientos de Nepantla, estos compañeros, pertenecientes al NGEZ, forman parte de nuestra lista de compañeros desaparecidos. Existen datos claros, documentados, que señalan que Ricardo fue aprehendido, más nunca liberado o procesado. Estos tres compañeros dieron su vida por la liberación de los pueblos que integran nuestro México. Su ejemplo, y el de tantos otros, robusteció la lucha campesina, agraria e indígena que años después habría de hacerse célebre; pero su lucha no apuntaba exclusivamente a lo campesino, o a lo indígena, aunque por supuesto lo incluía: la lucha que Ricardo, Fidelino, Soledad, y tantas y tantos otros, decidieron avanzar con su vida fue una lucha nacional, una lucha amplia que lo apostó todo por poner en los pueblos las herramientas de su propia liberación.

La lucha que Soledad, Fidelino y
Ricardo, junto con tantas y tantos otros, llevaron adelante tuvo la complejidad
de apostar, desde la más profunda clandestinidad, por la participación de todas
y todos; por crear un espacio organizativo, un tejido político, que permitiera
la participación de quienes no podían sumarse como militantes profesionales a
la organización pero, tal vez si, realizar un sinfín de acciones para apoyar la
lucha; de quien no podía vivir en una casa de seguridad pero si podía enseñar a
leer y escribir a quienes nunca recibieron educación en sus pueblos; de quienes
apoyaron enseñando medicina, electrónica, mecánica, radiocomunicaciones y
muchas otras disciplinas que resultan necesarias para dotar a un pueblo de lo
necesario para liberarse. La lucha de esos años, que muchas veces es recordada
en tonos sombríos, a causa de la persecución política y la brutal represión,
tuvo en su apuesta un luminoso acierto: pueblos enteros después llegaron, y
como consecuencia necesaria, las complejidades hoy son otras.

Así, para nosotras, nosotros, el
mes de abril – más aún en este centenario de su muerte – trae consigo a la
figura del General Emiliano Zapata, y el profundo impacto que su ejemplar lucha
tuvo en el desarrollo de la lucha nuestra: avanzando, convenciendo, hablando
con los pueblos sobre planes y tierras, sumando fuerzas, enfrentando las
falsedades de los gobiernos – grandes o pequeños – que insisten en no cumplir
su deuda con el pueblo.

Aquí dejamos un fragmento de un artículo editorial aparecido en el año 1984, en el periódico interno de las FLN, llamado NUPI (Nueva Publicación Interna) en la sección titulada Experiencias Revolucionarias.

“EDITORIAL

(…)

Sin lugar a dudas, el avance
más importante es la presencia definitiva en la sierra del grupo guerrillero,
logro del que todo militante puede sentirse orgulloso pues constituye un fruto
del trabajo colectivo. Tan es así que, como se esperaba, el establecimiento del
nuevo núcleo guerrillero Emiliano Zapata ha estimulado a muchos compañeros en
el cumplimiento de sus trabajos revolucionarios: aunque sólo los más generosos
han aumentado sus aportaciones económicas, también es cierto que la mayoría
dedica ahora mucho más tiempo a la lucha, y en esto merece especial
reconocimiento los compañeros que, por así convenir a nuestros proyectos
prácticamente se han integrado como militantes de tiempo completo, pero que
conservan su trabajo civil.”…

(…)




Marzo, el proyecto Na continúa

La determinación es una cualidad necesaria para quienes quieran llevar adelante las luchas necesarias para liberar a nuestros pueblos, y no hay mejor forma de acerar la determinación que llevando a cabo dichos esfuerzos. En marzo, recordamos el nacimiento de una compañera que fue maestra de varias generaciones de compañeras y compañeros, siempre adelantando la determinación y la conciencia de militantes desde los espacios en que participó; estamos hablando de la imprescindible compañera Lucha.

Dignificar la historia es, para nosotras, andar los caminos para la liberación de nuestros pueblos; es por eso que, en Marzo, teniendo presente en la memoria a nuestra compañera Lucha, refrendamos nuestra determinación de llevar adelante el proyecto Na, que busca satisfacer las necesidades históricas de los pueblos desposeídos: techo, tierra, trabajo.

Compartimos con ustedes un artículo que la compañera Lucha escribió para el periódico NUPI (Nueva Publicación Interna), la segunda generación del periódico Nepantla, en su sexto número del año 1984.

Estas han sido mis experiencias….

“Nosotros tenemos la firme convicción

 de que también la instrucción del pueblo

 debe ser dejada en manos del pueblo”

Krupskaia

“Existirá una cultura (una civilización) proletaria totalmente
 diferente a la burguesa, también en este campo serán destrozadas
 las distinciones de clase; será destrozado
 el profesionalismo burgués; existirán una poesía, una novela,
un teatro, una costumbre, una lengua, una pintura,
 una música características de la civilización proletaria,
 florecimiento y ornamento de la organización socialproletaria”.
Antonio Gramsci

No es necesario
llegar al triunfo, ni desplazar a la burguesía para seguir organizando,
basándonos en nuestras propias experiencias, nuestra escuela revolucionaria de
conocimientos básicos, históricos, políticos, sociales, técnicos y militares.
La disposición de tomar un fusil no basta. Estos conocimientos reafirmarán en
muchos de nuestros militantes, principalmente en esta etapa, la comprensión del
por qué se toma; del porqué de nuestra lucha: la lucha armada.

Me encontré
intempestivamente enfrentada a esta tarea de impartir, primero que nada,
conocimientos básicos a compañeritas hijas de campesinos.

No sin
dificultad y pérdida de tiempo empecé a observar las barreras que se me
presentaban: un deficiente e incoherente conocimiento del idioma español por
parte de las compañeritas y falta de comunicación y acercamiento entre
nosotras; barreras éstas, que por supuesto en todo momento, estancan el avance
de nuestra lucha y tenemos que derribarlas. La primera, no como lo hace la
burguesía con su afán de agredir y menoscabar las culturas que aún quedan en
nuestra patria, sino con nuestro gran deseo de fomentar el orgullo de los
compañeros campesinos de hablar sus lenguas y, si el tiempo lo permite
aprenderlos nosotros, pero el que por ahora todos nos preocupamos con comunicarnos
con un solo idioma, que es el español, significa mejor entendimiento entre
nosotros y unidad en nuestra lucha.

La barrera de la
comunicación nos impide apreciaciones como la de que la conciencia de la
mayoría de los compañeros campesinos se estrecha a sus colonias, a que sólo ahí
existen las calamidades propias del sistema capitalista, entre muchas otras,
enfermedades, desnutrición, falta de recursos económicos y otros terribles
males sociales, como el alcoholismo, la prostitución, y  sobre todo, humillación y sometimiento de la
mujer. Por ello, una de las necesidades de nuestra escuela revolucionaria,
metodizada de tal manera que vincule a nuestros cuadros campesinos a una
concepción nacional de la lucha, y a extender la enseñanza a sus lugares de
origen.

En mi
experiencia, en cuanto a la falta de acercamiento, obtuve la certeza de que
puede presentársenos a todos, en la medida en que nosotros, militantes obreros,
campesinos y en general mestizos provenientes de diversos estratos sociales, no
nos despojemos de aquello que nos estorbe, para un mutuo y verdadero
asimilamiento que debemos fundirlo en un todo homogéneo, armónico, que
incorporemos a las tareas revolucionarias. Esta es una de las claves que
descubrí para un efectivo compañerismo y éxito en cada paso hacia nuestra meta.

Si tomamos
conciencia de lo anterior, principalmente nosotros, mestizos, podremos lograr,
no sólo en el aspecto de la enseñanza, el acercamiento efectivo hacia nuestros
compañeros campesinos, sino desarraigar de nosotros el inconsciente y pedante
paternalismo. Lo contrario significa negar nuestra historia, negar sobre todo,
no sin ridiculez, nuestra sangre indígena, nuestro origen indígena.

Vencidos los
obstáculos de la comunicación y el acercamiento, me di a la tarea, nada
sencilla, de enseñar el idioma primero que nada, pero tampoco requirió que
fuera maestra recibida, ni estar graduada en pedagogía o en didáctica, claro,
mucho mejor si se tienen éstos conocimientos y se ponen al servicio de la
revolución. A falta de éstos, hube de aplicar mi sentido común para resolver
los problemas de comunicación de nuestras compañeras campesinas. La respuesta
fue que si hablaban incoherentemente, así entendían y escribían lo que
intentaba yo, que aprendieran.

De tal manera,
partí de lo fundamental: de la dificultad de las compañeras campesinas para
distinguir si los sustantivos eran masculinos o femeninos, y por tanto,
ignoraban cómo aplicar todos los artículos y todos los adjetivos singulares y
plurales, masculinos y femeninos, pues es muy común escuchar de los compañeros,
que aún no estudian español, expresiones como: “éste casa feos”.

Antes de
principiar mi modesto curso, tuve que establecer algunas diferencias entre los
alumnos que hablan español y las compañeras campesinas. La formación de los
primeros, en cuanto a atención hacia sus maestros, comienza en sus primeros
años escolares, pero si los resultados no son óptimos, debido a los grandes
problemas sociales en que se encuentra inmersa la infancia, esto no tiene la
menor importancia para el sistema burocrático. Nuestros compañeros campesinos,
carecen definitivamente de formación escolar, pero como nosotros tenemos que
obtener resultados rápidos y positivos, encontré conveniente mantener su
atención, que al principio se dispersaba a todo tipo de problemas, mediante una
enseñanza activa, dinámica, en la que trabajando en equipo participaran no sólo
en aprender, sino también en enseñar.

El material
didáctico no fue motivo de preocupación, puesto que en su mayoría las
compañeras mostraron gran habilidad para el dibujo y para manejar colores
festivos y llamativos, ellas mismos lo crearon, lo que les propició mayor
interés en aprender. Empezaron por dibujar una buena cantidad de objetos que le
sirvieron como sujeto de sus ideas.

En equipo, pero
a la vez individualmente, empecé porque cada alumna hiciera una lista de 25
objetos conocidos por ellas. Desecharon los repetidos y procedieron a dibujar
en la mitad de una hoja el singular del objeto y en la otra mitad el plural del
mismo y por un método repetitivamente oral y después por escrito, en sus
cuadernos cada alumna le va colocando paulatinamente todo tipo de artículos y
adjetivos. Con ello el equipo aprendió a distinguir la concordancia entre éstos
elementos, y además que los sujetos de una idea (ya para entonces les había
dado a conocer el término enunciado) son de dos tipos: los que no se mueven, o
sea las cosas que “son o están” y empezaron a manejar unidos a los respectivos
verbos en presente indicativo, y los que se mueven en el tiempo y en el espacio,
porque tienen vida, explicándoles de manera sencilla el significado de éstos
conceptos, lo que les ayudó posteriormente a entender sus conjugaciones.

Una vez dominada
la práctica anterior, que duró aproximadamente 20 días, por la gran cantidad de
sustantivos manejados por ellas, incluyendo ya muchos abstractos, enseñé a las
compañeras a desenvolverse en el lenguaje hablado, en lo cual fueron muchas las
dificultades a vencer, desde ayudarles a vencer su miedo y su vergüenza. Lo que
les ayudó más en esto, fue pasar de lleno a la conjugación de varios verbos,
sobre todo de los auxiliares y de aquellos que a las compañeras les es difícil
manejar, como son los reflexivos y recíprocos. Para ello les expliqué el
infinitivo y sus terminaciones, para que entendieran la primera, la segunda y
la tercera conjugación, y que tres son los modos más importantes para
expresarnos en español: modo indicativo, modo subjuntivo y modo imperativo. Los
dos primeros con sus tiempos simples y compuestos.

Algo
sencillísimo para motivarlas en ésta práctica, fue la feliz idea de
desbaratarles en dos el concepto “conjugar”, “jugar con”, demostrándoles que se
jugaba con los verbos y casi por si mismas las compañeras iban conjugando los
verbos en todos los tiempos y modos, agregando pequeños complementos en los que
empezaron a conocer otra buena parte de elementos gramaticales, como son
preposiciones, conjunciones y adverbios, pero lo que me dio gran resultado para
jalar a las “atrasadas”, fue la enseñanza de las declinaciones del sustantivo.
Las dominaron y reconozco su sorprendente habilidad para organizar sus enunciados,
utilizando todos los casos. Y se llenaron de orgullo al descubrir que en su
lengua existe el caso vocativo.

Cuando las
compañeras llegaron a su tercer año de primaria, empecé a profundizar más en la
enseñanza del idioma español, y en cuanto al contenido de esos textos, sobre
todo en ciencias sociales, les mostré las mentiras a las que recurre el sistema
para formar ciudadanos conformistas y ponerlos a su servicio.

No sin emoción,
se da uno cuenta que los compañeras, ya cuando avanzaron en lo que corresponde
a su tercer año, pueden entender todas sus lecciones y explicar con claridad lo
entendido mediante dibujos en el pizarrón, comprenden también, textos
revolucionarios que aparentemente serían complicados para ellas y ya pueden
dirigir en el aprendizaje del español a otros compañeros campesinos. De esto
último me quedé sorprendida cuando dos compañeras, una de ella de 12 años,
empezó a ayudarme en ésta tarea. Para ello, encaucé a sus compañeras hacia el
respeto a ella y a prestarle toda su atención, demostrándoles que no solo los
de habla hispana tenemos capacidad para enseñar, sino también las compañeras
que hablan lenguas indígenas.

Aparte de la
práctica que va uno adquiriendo en la enseñanza, lo que en definitiva ayudará
aún más a reducir ésta etapa a cinco meses, es el ir descubriendo la capacidad
de las compañeras, para dilucidar en cada tema de su aprendizaje. Esto pude
apreciarlo cuando les enseñé palabras primitivas y derivadas (excluyendo los
términos de lexemas y gramemas), comparando las primeras con la raíz de una
planta que les dibujaba en el pizarrón, de la cual emergían los tallos que iba
comparando con las palabras derivadas. Para mi sorpresa, cuando las compañeras
empezaron a leer textos complicados, ésta práctica les ayudó para localizar con
habilidad significados de palabras nuevas. También recuerdo que al enseñarle
los adverbios terminados en “mente”, los iban reproduciendo uno tras otro con
gran rapidez, no así los adverbios de modo que se forman con el gerundio, lo
cual fue algo difícil para ellas.

De mis
experiencias he concluido, que las compañeras o compañeros que hablan lengua
indígena, con que sepan un poquito de español, es decir, casi nada, pero que
diferencien la mayor parte de los sonidos del idioma y puedan transmitirlos al
papel, habrán terminado bien su primaria en el transcurso de 10 a 12 meses,
produciendo ellos mismos su material didáctico con cartulina o plastilina, para
lo cual, como dije antes, son muy hábiles. También tengo la seguridad de que en
otro año más, terminarán las asignaturas de secundaria que sean útiles a la
revolución, quizá historia, geografía, matemáticas, física, química, etc…

Y a propósito de
fonética, no tuve necesidad de un texto especial y los problemas de
pronunciación que creo, no tienen en sus lenguas, como son los de la p, f, d, l
y r, quedan resueltos en el transcurso del aprendizaje del español, mediante el
método de forzar a los alumnos en las practicas orales a hablar fuerte, a no
trabar las palabras, a abrir la boca lo más grande que puedan, echando fuera
los sonidos y principalmente a olvidarse en esos momentos de los de sus
lenguas.

Al cuarto mes
aproximadamente de darles clases, una de mis alumnas recibió dos cartas: una
provenía de un vecino que cursaba su segundo grado de secundaria. Francamente
escribía mejor mi alumna más atrasada. La otra carta era la de un compañerito
de habla hispana, la carta no pasaba de 10 renglones con 12 faltas de
ortografía y demás. La primera, mi alumna la contestó diciéndole a su
enamorado, que si fuera su maestra, lo bajaría a primer año de primaria y que
mejor se pusiera a estudiar y no la anduviera molestando con sus tontas cartas
que no tenían ni patas ni cabeza.  Frente
a la otra, sólo mostró un gesto de decepción aunque apreció sus conceptos
revolucionarios.

Decía Makareko,
que un maestro es maestro, hasta después de 5 años de dedicarse de lleno a su
profesión. Ello no ocurrirá, si todos los que ya obtuvimos experiencia en la
enseñanza de cualquier materia, nos reunimos para discutirlas y ahora sí, se
elabora un programa netamente revolucionario. Ahora sí podemos organizarlo con
la didáctica y pedagogía descubiertas por nosotros en nuestras experiencias.

En  mi opinión, sería conveniente que en la
enseñanza del idioma fuera la base de la estructura del programa. A ésta se
incorporaría una buena cantidad de conocimientos básicos y revolucionarios que
se irían dosificando paulatinamente junto con el lenguaje común y corriente que
no debemos despreciar y que es necesario que los alumnos manejen. Un trabajo de
conjunto para elaborar nuestro programa revolucionario nos ayudará a salvar
gran parte de los escollos que representa un programa elaborado
individualmente.

Como se ve, ya
estamos en condiciones de organizar bien nuestra escuela, pero sin que llegue
oportunamente la ayuda de nuestros colaboradores y militantes de la zona en que
se encuentre la escuela, se hace difícil convertirlo en realidad. Los gastos de
material escolar son fuertes. Las carencias de éste se me presentaron y a mis
alumnas a duras penas podía instruirlas en la organización de sus apuntes, pues
a menudo teníamos que disponer del cuaderno que no correspondía.

En los momentos
en que, aparte de todo las frecuentes inflaciones nos iban sorprendiendo, la
alimentación de mis alumnas tuvo que reducirse a lo indispensable para
subsistir. Todas resistimos, pero el rendimiento en el aprendizaje lógicamente
decayó. Estas han sido mis experiencias en dos grupos experimentales. En  el último permanecí justos cuatro meses, de
junio a octubre de 1984.

¡Vivir por la patria! o ¡Morir por la libertad!

Grupo Editorial de la Casa de todas y todos




Febrero: Determinación y conciencia

“Por tus hechos te conoceré… “

Refrán popular

El mes de febrero es para
nosotras y nosotros, desde la pequeña historia de los primeros 50
años de nuestra herencia, un mes de acontecimientos que podemos
determinar como tristes.

En febrero de 1969 los primeros compañeros partieron de nuestra Casa, ubicada en Apodaca y que entonces era sólo un rancho alejado de la Ciudad, hacia la Selva Lacandona. Ese era el punto de reunión para iniciar lo que se vislumbraba como un largo camino. Pronto se enfrentaron a severas dificultades, pero no se amilanaron ni rindieron, por el contrario, reforzaron su trabajo con conciencia y el 6 de agosto de ese mismo año nacieron ya las FLN.

Los hechos, la praxis, se
desarrollan vertiginosamente; los años son como minutos. Nuestros
compañeros fueron descubiertos, perseguidos, insultados,
calumniados, y en medio del terror que vivía nuestro pueblo producto
de la represión oficial, la organización siguió la misma ruta de
trabajos en silencio, convenciendo, creciendo.

En febrero
14 de 1974 y en las semanas siguientes, se sufrió la dolorosa
pérdida de nuestros primeros compañeros, varios de los cuales
continúan desaparecidos. En medio de la tristeza y la represión,
los trabajos de la organización continuaron. Esos hechos obligaron a
que quienes habían decidido entregar su esfuerzo vital al proceso de
liberación de nuestra madre patria, aceraran su determinación y
conciencia. Un año después, el 7 de febrero de 1975, murieron 2
queridos compañeros encargados de la Dirección Nacional. Una vez
más, el triste carácter de este mes marcó la historia de las FLN,
pero los trabajos para encontrar de nuevo los caminos iniciados en la
Selva continuaron: nada se detuvo.

En esas
difíciles circunstancias, dos años después en febrero de 1977,
nuestro compañero responsable Alfredo murió en la Selva por no
contar con los servicios médicos necesarios para atender una trágica
herida. Ante la dura realidad, con un enemigo tan grande como lo es
el imperialismo, en un entorno tan abrumador como lo es la selva y
con tantas limitaciones organizativas, algunos se rindieron y se
fueron. Pero los trabajos continuaron con los pocos que quedaron:
nada se detuvo, se gestaron nuevos planes para llenar con redoblados
esfuerzos los patentes vacíos y poder ascender sobre la misma ruta.
Se privilegió el trabajo político, seguido del trabajo militar, y
los resultados no se hicieron esperar: los reclutamientos se
aceleraron, tanto en las ciudades como en las áreas rurales, pues
nuestro pueblo tiene tradición de lucha y ha acudido siempre en la
historia a los llamados para quebrar cadenas. Crecieron las Fuerzas
de Liberación Nacional, y en su seno se formó un ejército que al
cabo de diez años de su fundación declaró la guerra a un gobierno
federal usurpador y tirano. Un año después en febrero de 1995, por
la delación de un Subcomandante desertor, perdonado por el amiguismo
del mando militar que lo exoneró de graves omisiones, el ejército
enemigo, enterado de todos los planes y la ubicación exacta de los
pueblos que se habían levantado en armas, dio un fuerte golpe a las
FLN.

Hoy nos toca en febrero de
2019, desde la Casa de Todas y Todos, dar a conocer a ustedes un
triste suceso ocurrido a nuestras compañeras de la Asociación
Mexicana de Mujeres.

Durante del Encuentro de
Mujeres “Compañera Lucha” celebrado los días 10 y 11 de
Noviembre en el noreste de nuestro país, donde participaron
compañeras de la Selva junto con mujeres de la Ciudad, se decidió
la invitación a compañeras universitarias a que asistieran a su
comunidad en medio de la selva; se aprovechó su estancia por unos
cuantos días para impartir cursos de higiene mediante la fabricación
de jabones medicinales y salud sexual. Además ofrecieron también
invitar a un maestro en Artes Marciales Mixtas para que enseñase a
los jóvenes y niños la iniciación a dicho deporte.

Ese curso
deportivo fue dedicado a la memoria del Cro. Subcomandante Insurgente
Pedro, que murió luchando el 1º de enero de 1994. Él, que formó
su conciencia y determinación en varios de estos altibajos
organizativos de las Fuerzas de Liberación Nacional, practicaba
artes marciales y las promovía en los ejercicios diarios en los
campamentos de la Selva, como el gran formador de combatientes que
siempre fue. Todo se llevó a cabo con absoluto respeto a los
habitantes del poblado, y en tanto fue una actividad pública, todos
los pueblos cercanos fueron invitados a participar y acudieron
gustosos a estas actividades de fin de año.

Todo
transcurría sin inconveniente, hasta que a las 02:30 de la madrugada
del día 2 de enero, llegó a la comunidad una columna de
aproximadamente 86 hombres encapuchados, que dijeron pertenecer al
EZLN pero que en su mayoría no pertenecían a la misma comunidad,
portando bastones y buscando a las compañeras en la casa del
compañero que les hospedó, con la intención de correrlas de la
comunidad que las había invitado. Ante la prepotencia y la cerrazón,
sin más argumento que la fuerza, ellas decidieron irse para evitar
enfrentamiento entre los desconocidos y los habitantes del poblado,
que en todo momento defendieron su presencia ahí y las acompañaron
en todo el trayecto hasta otra comunidad donde estuvieron a salvo.

Desde luego, las compañeras y compañeros no van a llevar al Ministerio Público ésta denuncia, pues no consideran ético involucrar a instancias de gobierno en los asuntos de las comunidades.

Sin embargo, si se decidió hacer la denuncia a través del Observatorio Mexicano de Derechos Humanos A.C, http://derechoshumanosmexico.org/denunciachiapas. y hacerla pública a la sociedad en general pues de no hacerlo seríamos cómplices de ésta grave situación, violatoria de los derechos humanos de la comunidad en cuestión y de las personas voluntarias que previo acuerdo con su asamblea, acudieron ahí a realizar actividades que, cabe decir, nunca pusieron en riesgo la seguridad de la población pues consistieron en actividades deportivas públicas, abiertas y legales.

Aproximadamente 50 personas,
hombres, mujeres, infantes y personas de edad avanzada, fueron
testigos de la agresión cometida por el Teniente Coronel Federico
del EZLN, quien acompañado por aproximadamente 86 milicianos a su
mando, uniformados, con pasamontañas y con “bastones”
rodearon a los testigos y actuaron en contra de las 3 personas de la
sociedad civil y del dueño de la casa que dio hospedaje, a quien
tienen bajo amenaza. Ellas y ellos nos han dejado en claro que sus
necesidades básicas en materia de salud y educación no han sido
mínimamente resueltas por las instancias autónomas que dicen
ejercer un “buen gobierno”. Mujeres y hombres de treinta
años, que fueron niños durante el levantamiento de 1994 no saben
leer ni escribir -y esto incluye a sus hijas e hijos- pues desde 1995
no ha habido maestro en su comunidad, una de las primeras en hacer
suyo el proyecto de lucha del EZLN, esa organización
político-militar que hoy bloquea sus esfuerzos por superar estas
trágicas condiciones de vida sin salud, sin vivienda digna, sin
educación, oprimidos por la pobreza y el trabajo precario.

Pensamos que esta agresión
vino de compañeros que desconocen o niegan la historia de su pueblo,
de quienes no entienden que nuestro trabajo es esforzarnos para que
esta historia no se desvanezca: ¿Qué historia? La que afirma en los
hechos que la determinación y la conciencia es el fundamento
necesario para transformar las condiciones de vida de nuestros
pueblos; la que respeta las decisiones de lucha y trabajo de las
comunidades; la que nunca engañó a los pueblos con victorias
rápidas, candidaturas y ensueños electoreros.

Así, con
tristeza que nos embarga más no nos detiene, en este febrero hacemos
público que en este caso, como en el de la tía Amalia, el EZLN ha
actuado con la cerrazón y el autoritarismo digno de un rancio
cacicazgo, contraviniendo varios de sus más elementales principios,
como aquél que dice: Aquí el pueblo manda y el gobierno obedece; o
aquél otro tan elocuentemente negado: Por un mundo donde quepan
muchos mundos. Ante esto, repetimos con la claridad con la que
nuestros compañeros de la comunidad lo afirman a diario: ellos no
son nuestro enemigo. En este nuevo triste febrero, reiteramos que
nunca hemos dejado solos ni a los compañeros, ni a los pueblos que
se sumaron a nuestro llamado hace ya 50 años. Cuentan con nuestro
apoyo solidario.

Nuestro compromiso fue y será
estar siempre cerca de nuestro pueblo, por eso, en este cincuenta
aniversario decimos nuevamente ¡YA BASTA!, ¡techo, tierra y
trabajo para todas y todos!. Nada ni nadie nos detendrá.

¡Vivir por la patria! o ¡Morir por la libertad!

Grupo editorial de la Casa de todas y todos.




¿4ª Tranformación? o ¿Revolución?

Para los militares de academia, el objetivo de la guerra es: imponer nuestra voluntad al enemigo,

De la guerra –  Karl Von Clausewitz

para los revolucionarios el objetivo es: resolver la continuación de la política de un pueblo por otros medios.

Guerra del Pueblo, Ejército del Pueblo – Nguyen Giap

En enero de
1994 en México se enfrentaron dos visiones de sociedad. Por un lado,
un octogenario y caduco sistema, de múltiples partidos y fuerzas
políticas, que ha ofrecido y aplicado una política de pobreza para
la mayoría, sostenido por la militarización de la sociedad que por
décadas solo ha producido miedo, muertes, torturas y desapariciones
forzadas de nuestros hermanos mexicanos.

En el otro
lado estábamos quienes, por convicción aspiramos a una sociedad
incluyente, en más de un sentido, y que ofrece la reconstrucción
del país basada en un nuevo contrato social mexicano que centre el
desarrollo en la humanidad, la igualdad, la justicia y en la
aspiración de una vida digna, con bienestar colectivo.

Este primer
enfrentamiento político, y desde luego militar, quedo irresuelto.
Aparentemente no hubo vencedores, pero muchas cosas de la política
mexicana han cambiado a partir de esa fecha, el caduco sistema quedó
descubierto y a la defensiva.

En
consecuencia para nosotros es muy difícil celebrar cambios de
gobiernos, ya hemos visto muchos. Esa no es nuestra apreciación y
medida de la realidad. Luchar
por la
eliminación de la pobreza, combatir
la
militarización, y denunciar
la
criminalización de los mexicanos (desposeídos)
como sistema de estado es nuestra vocación.

Hoy, en
enero del año 2019 recordamos con tristeza a nuestras compañeras y
compañeros caídos, heridos, torturados y presos por décadas de
antes y después de 1994. El mismo 1 de enero perdimos también a
valientes compañeros insurgentes en las montañas y combatientes
urbanos, y recordamos con especial cariño y respeto a nuestro
querido Co. Subcomandante Insurgente Pedro. El fue militante desde
1979 y consciente de su actuar hasta el día de su muerte. Pero
nuestra lucha no se detuvo y en los hechos, la Declaración de Guerra
hecha al poder ejecutivo y al ejército del estado mexicano, aprobada
un año antes por los compañeros pertenecientes a las FLN, se inició
el 1 de enero de 1994 y sigue en pie.

En éste
año del Centenario de la muerte de nuestro General Emiliano Zapata,
y 50 Aniversario de las FLN nos toca declarar que las demandas
básicas iniciales de nuestra lucha: techo,
tierra, trabajo,
enarboladas
en la Declaración de Guerra del 1º de enero de 1994, ya las estamos
cumpliendo, no vamos a esperar más y procederemos en consecuencia.

La
dirección colectiva de las FLN asume el deber histórico de iniciar
formalmente los trabajos de éstas primeras demandas, y encarga al
Co. Comandante Insurgente Germán, testigo de la fundación de las
FLN y fundador del EZLN, el ejército del pueblo, que no paga ni un
peso a sus soldados, a
que guíe y coordine los trabajos relacionados a ésta importante
labor. Por esa razón, elabora el proyecto “Na” “La Casa” y
presentamos el modelo “Troje” (la casa del maíz) a todos
ustedes, para que en la medida de lo posible nuestros lectores y
simpatizantes participen en él.

Y a 25 años
del levantamiento armado que sin lugar a dudas visibilizó el olvido
en que se encontraban los indígenas y que de un modo u otro cambió
la perspectiva de la participación política de la sociedad civil
mexicana, para asumir la soberanía que le era negada en su propia
patria, los invitamos a retomar la frase que siempre ha dado sentido
político al levantamiento armado de aquel 1º de enero del ¡Ya
Basta!….

¡Vivir por la patria! o
¡Morir por la libertad!

1º de enero del 2019

SALÓN DE USOS MÚLTIPLE

Modelo “troje”

Anteproyecto para ser
presentado a las comunidades indígenas de Chiapas

Este salón
recrea el uso actual moderno de la “Troje”, en Mesoamérica se
desarrollaron culturalmente sociedades agrícolas y los “hombres y
las mujeres de maíz “ se representan en ella, como hijos de la
madre tierra. La “Troje”, es decir “Na: la Casa del Maíz”
existe, se sigue construyendo tal y como se ha hecho siempre.

En esa
premisa sociocultural, se basa nuestro anteproyecto, y suponemos
como arquitectos, diseñadores de espacios acordes con las culturas
de los pueblos, que este modelo irá imponiéndose y desecharán
el uso de materiales y espacios que no son parte de su cultura. Así
hay que entenderlo y someterlo a la práctica.

En nuestro
anteproyecto, las medidas son aproximadas a la actual troje pero su
uso como espacio para recibir atención médica, puede servir también
para reuniones comunitarias, o ser utilizada para escuela o fiestas
integrando el edificio al entorno construido, y a la naturaleza
circundante.

Respetuosos
de las culturas a las cuales pretendemos apoyar, es importante
preguntarles siempre y aprender de los modelos constructivos
ancestrales para ser respetuosos de sus valores culturales, este
modelo rompe con los cánones que nos enseñan en las universidades
de que solo quien estudió en sus aulas tiene derecho a decidir.

PERSPECTIVA ANTEPROYECTO:MODELO “TROJE”, SALON DE USOS MULTIPLES

D I B U J O

M O D
E L O T R O J E. Na: La Casa del Maíz”

PROPUESTA :
E
S T R U C T U R A L Y C O N S T R U C T I V A

  1. El basamento consiste en tres
    escalones de veinte centímetros de peralte cada uno formando un
    recuadro de cimentación de piedra bola de río de 3.30 x 3.20
    metros con esquinas reforzadas para levantar castillos de concreto
    armado en esos cuatro puntos, o columnas de madera dura de la región
    ancladas a la cimentación.

  2. En las esquinas ya sean de
    concreto o columnas de madera dura de la localidad se levantarán
    las columnas hasta un nivel de 220 metros.

  3. Con vigas de madera, uniendo
    los castillos, su formaran marcos rígidos, dejando volados
    perimetrales de 90 cms. Que darán la inclinación de la techumbre
    de cuatro aguas. El caballete central estará a 3.90 metros del
    nivel del piso. Sobre los marcos rígidos uniendo con tablones los
    claros opuestos se formará un tapanco, que en las trojes sirve para
    guardar los aperos de labranza, y en este caso servirá para
    almacenar medicamentos e instrumentos médicos.

  4. La techumbre será totalmente
    cerrada con tablones y debe dárseles un tratamiento
    impermeabilizante antes de colocarlos.

  5. Sobre techumbre, proponemos
    colocar un colchón semifijo, ya sea de zacate amarrado o de hoja de
    palma, que servirá como material aislante térmico únicamente, de
    tal manera que nunca se pierda el espacio cubierto si por causa del
    viento llega a desprenderse.

  6. Con mamparas móviles, se
    cerraran los claros dándole límite al espacio, esto permitirá al
    mismo tiempo ampliarlos según sea el uso que se desee, sugerimos
    que sean de carrizo, material abundante en la región y que no
    afecta a la ecología su corte, pueden construirse cuadros de alto
    2.00 metros de alto por 1.22 metros de ancho, en ellos se amarran
    carrizos y algunas de ellos pueden cerrarse con lámina de plástico
    translúcido, para su movilidad pueden llevarán rodillos o apoyos
    especiales para abrir el espacio para usos múltiples que
    comuniquen con el exterior según sea el la labor a desarrollar.

  7. Los servicios sanitarios
    básicos de regaderas, lavamanos, excusados junto a una fosa séptica
    se colocarán a distancias que la comunidad determine sin que
    contaminen el subsuelo ni el entorno construido, el consultorio solo
    contará con lavamanos.

ESTA ES SOLO UNA DESCRIPCIÓN
DENSA DEL ANTEPROYECTO DEL MODELO TROJE, A CONSIDERACION DE LA
COMUNIDAD.




Editorial diciembre 2018

El 1 de diciembre entró el nuevo gobierno, con un aparente apoyo de muchos a través del voto, y las promesas hoy son palpables. Estará por verse que hará este nuevo gobierno con las demandas del pueblo, más allá de los parches sociales y populistas.

¿Verdaderamente se acabará con la pobreza y la miseria tan solo reajustando el presupuesto y atacando la corrupción? ¿No será que ello, nuestros 80 millones de mexicanos pobres, somos el resultado de algo más profundo, más sistémico?

¿Será que con darle al ejército un nuevo uniforme, con un nuevo nombre, se acabara con la historia de impunidad, represión y desaparición de la que ya es famosa dicha institución? ¿Se podrán quitar las manchas de sangre del viejo uniforme? ¿Se podrá lavar la sangre derramada?

En todo esto el pueblo mexicano juzgará y decidirá, nadie más…

Nosotros tenemos nuestro propio plan que son demandas de hace 50 años, que siempre hemos implementado. Nosotros somos constructores, no depredadores, y como tal actuamos, por ello éstos momentos empezamos con el Plan Proyecto “Na” Techo, Trabajo, Tierra para Todas y Todos y lo iniciamos en los pueblos de nuestros compañer@s que siguen luchando por una vida digna y libre. Y es ahí, en una región de las más antiguas de entre todos los pueblos que iniciaron el apoyo para la instalación del EZLN en 1983 que hoy el Proyecto “Na” tiene vida y esperanza.

Hace unos días esa región fue visitada por una Unidad Médica Móvil Comunitaria que dio consultas médicas y se atendieron a más de 200 compañeras compañeros en sólo 2 días. Ahí mismo, en diálogo con ellas y con ellos, no solo quedamos en regresar con nuestro equipo médico para dar más consultas, sino también para iniciar la construcción de una Casa de Salud Comunitaria donde se instalarán las y los Promotor@s de Salud de para atender a los compañeros y sus familias de manera inmediata.

Esto que hacemos es y será siempre independiente de gobiernos, nuevos y viejos. No recibimos o aceptamos ni un peso para ello, que nadie se equivoque. Solo con el apoyo del pueblo mexicano lo hacemos, porque es nuestro deber, y no vamos a esperarnos para ver si el nuevo gobierno “quiere” o “puede” cumplir con lo que ofrece.

En la misma cuenta, reprobamos las acciones del nuevo gobierno para obligar a los migrantes centroamericanos a concentrarse en zonas que los confine e impidan que se acerquen a las puertas de la frontera de los Estados Unidos, lo cual es violatorio a los Derechos Humanos reconocidos internacionalmente. Tales acciones no parecen reflejar la tan prometida transformación.

Además, cumplimos con informar que en la hora prima del día 1 de diciembre, tal y como lo anunciamos en el mes julio, se hizo la petición formal, como marca la Constitución de la República, para que el nuevo gobierno se sujete al Derecho Constitucional que tienen los pueblos indígenas para decidir sobre su territorio. Es conocido que en dichos territorios están asentados cuarteles y retenes militares, en docenas de posiciones tácticas y estratégicas, lo cual es una grave falta a los derechos humanos y a las leyes vigentes.

En estos momentos está corriendo el tiempo para que el nuevo gobierno de una respuesta oficial a la demanda de retirar tropas, bases, instalaciones, retenes, vehículos, y tecnología militar de los territorios y comunidades indígenas y campesinas del país, especialmente todo lo desplegado en las selvas y montañas de Chiapas. Llevaremos adelante por los cauces legales esta petición, hasta lograrla. Las comunidades indígenas no son la causa de la violencia y el crimen. Son víctimas de ello.

Por último, el derecho al trabajo para los mexicanos está protegido por el artículo 123 Constitucional y durante los regímenes neoliberales se ha reducido a letra muerta. Techo, tierra y trabajo digno, con todas las prestaciones de ley, es otra demanda, enarbolada también desde hace 50 años. Ricardo Flores Magón y sus correligionarios, fueron los pioneros de esas demandas históricas y deberían estar incluidos en la iconografía del nuevo gobierno, sus ideas libertarias fueron más amplias y anteriores a las de Francisco I. Madero. Pero entendemos que los ideólogos e historiadores orgánicos del nuevo gobierno no quieran ver esto. El futuro que prometen está definido por su entendimiento sesgado del pasado y de la historia.

Entonces, repetimos, sin cansarnos, ésta lucha tomará generaciones. Techo, tierra y trabajo para todos son nuestras demandas básicas, no nos rendiremos.

En el mes de diciembre, nacieron la compañera Murcia y Rosita, así como el compañero Gonzalo, para ellos nuestra admiración y respeto.

¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la libertad!

Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos.

 




Noviembre: mes de cambios revolucionarios.

En México el 20 y el 17 de noviembre inician para no concluir. Al dar valor y dignidad a la historia, refrendamos nuestro camino: no engañar, no delinquir, no olvidar, no claudicar.

Estos parecen principios anacrónicos pero ya son para muchas de nosotras y nosotros un todo vivo, presente siempre. Dignificar la historia significa dar la palabra a quienes participaron en ella, para hacerla efectiva, dando siempre un paso hacia adelante.

En este noviembre, quienes se acercan a escuchar y se enteran de la justa historia y vida de lucha de las compañeras y compañeros que iniciaron éste camino, renuevan la decisión de seguir luchando, con respeto por quienes los antecedieron, y aprendiendo juntos de su ejemplo.

Nos hemos propuesto celebrar dignamente 50 años de trabajo y en lo que va de éste año hemos hecho:

La publicación del libro Dignificar la Historia III. Cruce de Caminos: luchas indígenas y las Fuerzas de Liberación Nacional (1977-1983).

Presentaciones de nuestros libros en diferentes puntos del territorio nacional, norte, occidente, centro y sur del País:

-Casa de la Cultura de Monterrey, N.L.
-Museo Casa de la Memoria Indómita en la ciudad de México.
CESDER en Santiago Zautla, Puebla.
-UAP en Tehuacán, Puebla.
-San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
-Congreso Internacional de Ciencias Sociales “Paso del Norte”, organizado por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
-Facultad de Historia en la Universidad de Xalapa.
-Facultad de Psicología de la UAQ – sala de usos múltiples, LIGE, Campus Aeropuerto, en Querétaro, Qro.

Presentación de libro y participación en Coloquio en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Se realizó el Curso de Verano (como cada año), en la Casa de Todas y Todos donde participaron principalmente niños del Mezquital, Apodaca, N.L.

Además, en Octubre celebramos el Encuentro Obrero, y se realizó el Festejo de cumpleaños del Cro. Pedro (César Germán), así como elEncuentro de Mujeres “Cra. Lucha”.

Dentro de las relaciones internacionales hemos ayudado al reconocimiento del héroe internacionalista Xavier Mina.

Celebramos su cumpleaños y el aniversario de su muerte y seguiremos haciendo lo necesario por rescatar a nuestro héroe nacional del olvido, intencional o no, provocado por la corona española, en su propia patria.

Como cada mes, recordamos a los compañeros que nos antecedieron y noviembre da luz al nacimiento del compañero Alfonso y al compañero Gabriel. Mandamos un abrazo al compañero Alfonso, Raúl Enrique Pérez Gasque donde quiera que se encuentre, pues es desaparecido político en la Laguna del Ocotal junto a los demás compañeros, y recordamos con tristeza al compañero Gabriel, asesinado vilmente por el Ejército Mexicano en San Miguel Nepantla, Edo. de México en el año 1974.

No engañamos, no delinquimos, no olvidamos, no claudicamos. Seguimos. Seguiremos.

¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la libertad!
Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos.




Editorial octubre 2018

Octubre se inicia con el nacimiento de la compañera Paz o Aurora. Enseguida, el dolor que pesa ya por 50 años de la masacre a estudiantes del 2 de octubre que ¡nunca se olvida!.  El día 8, 51º Aniversario del asesinato del Ché en Bolivia, hasta llegar al 23 de octubre, cumpleaños del Compañero Pedro, Manuel, 1er responsable histórico. Para finalizar, el 26 de octubre, el de nuestro inolvidable Subcomandante Pedro, caído en combate el 1º de enero de 1994. Para nosotros las fechas históricas son para nunca descansar.

Hoy continuamos con los derechos históricos a la TIERRA y al TRABAJO para todos los mexicanos. Tenemos que construir viviendas, cultivar la tierra ejidal, defender las conquistas de los trabajadores, pues el que ya no exista la lucha sindical es un mito genial.

En el aspecto histórico, la Casa continúa también con el deber de realizar actividades para apoyar a nuestros hermanos del País Vasco en el rescate de la vida y obra de nuestro Héroe Internacionalista Xavier Mina, en el esfuerzo internacionalista de muchos para colocarlo en el sitio que le corresponde en su propio pueblo.

También en éste mes de octubre se terminan las entregas del artículo que apareció en Nepantla 9 del 15 de marzo de 1981, de la compañera Ruth sobre la Vivienda, y en éste renglón, la Casa sigue avanzando en sus deberes. Los maestros universitarios y sus alumnos están interesados en participar, acudiendo a las comunidades que necesitan mejorar su vivienda.

En un modesto homenaje a los mexicanos masacrados el 2 de octubre por el estado mexicano en la Plaza de las Tres Culturas, presentamos un artículo publicado en nuestro periódico interno, Nepantla, en el año 1981.

Grupo editorial de la casa de todas y todos.

Artículo publicado en Nepantla 14

Año 1981

1968 NO SE OLVIDA

por Esperanza

1968 es uno de esos años que han quedado fijados en la memoria colectiva del país; fue un año crucial para cientos de miles de mexicanos que participaron directamente en uno de los movimientos de masas más importantes que se han dado en México (por el alto grado de incorporación de amplias capas sociales, sobre todo, estudiantiles a una lucha masiva que, en esencia, demandaba libertades democráticas y criticaba la represión del Estado). Y no sólo para los que participaron –de múltiples maneras- en forma directa, también para los que observaban angustiados los acontecimientos, especialmente los parientes cercanos de los estudiantes. La marca de ese año es, seguramente, también imborrable para los líderes políticos del país que dirigieron intelectualmente una intensa represión contra el movimiento, paranoicamente convencidos de que los estudiantes de aquella época éramos delincuentes peligrosos dispuestos a manchar la imagen de México como país “pacífico”, para crear un ambiente hostil a la celebración de un magno acontecimiento mundial como eran los juegos olímpicos.

Pera ese año que nos marca indeleblemente, sobre todo a los protagonistas directos, no sólo debe ser un obligado punto de referencia cuando se hace la crónica del estado represivo mexicano; los acontecimientos deben ser recordados como fuente de enseñanzas. En este sentido no nos referimos a lo que los individuos como tales aprendieron, sino a lo que como lección colectiva puede representar a un pueblo que tarde o temprano desplegará una lucha más general buscando destruir el actual orden social para construir una sociedad justa, basada en las decisiones populares en razón de las necesidades populares.

Para muchos estudiantes del 68, entre los que me encontraba, nuestro movimiento (toda la primera parte del movimiento lo consideraba puro, limpio de intromisiones de partidos, grupos y la misma CIA, y efecto solamente de nuestras decisiones), representó la primera experiencia de enfrentamiento con el poder establecido, de este modo, nuestra primera experiencia política y por tanto, de muchas maneras, ingenua. Algunos, con una cierta preparación y preocupación sabíamos que en Cuba había habido una revolución socialista, sabíamos que en México las luchas obreras eran reprimidas, sabíamos lo que les había pasado a los ferrocarrileros en 1958-59, sabíamos que los campesinos estaban muertos de hambre, que sus líderes más significativos eran asesinados, sabíamos que había una guerrilla en el estado de Guerrero y, por una que otra participación en una que otra manifestación, también sabíamos que la policía y el ejército no existían para defender el “orden social” en general, sino el orden social burgués, por tanto, estaban ahí para arremeter contra cualquier persona, grupo o manifestación que amenazara, aún levemente, los dictados del régimen político. Pero creo que los que sabíamos esto éramos los menos y, aun sabiéndolo, el movimiento estudiantil nos convirtió en los directamente perseguidos. En carne propia sentimos lo que hasta entonces sólo habíamos leído que le podía pasar a otros, no a nosotros que ya habíamos llegado a la Universidad, que podíamos llegar en coche a cualquier lado, que comíamos bien tres veces al día, que nos curaba un doctor cuando enfermábamos, que podíamos hacer viajes, que bailábamos los sábados en algún antro de la zona rosa, que nos pasábamos las horas en los cafés discutiendo películas de Buñuel o Bergman y que gastábamos en comprar los discos con lo mejor del rock; éramos la generación de los Beatles. Y aunque no todos los estudiantes eran producto de una vida cómoda, sí todos representábamos para nuestras familias un boleto a esa vida cómoda, nuestro status de estudiantes universitarios con la promesa del título profesional, nos iba a hacer ingresar a la capa social con trabajo seguro, bien remunerado y con muchos privilegios comparados con las condiciones de existencia de las amplísimas capas proletarias y campesinas.

1968 me agarró a mí en el primer año de estudios universitarios, y digo me agarró, porque todo el proceso del movimiento fue creciendo como una avalancha que de pronto ya había envuelto a cientos de miles de personas en muy poco tiempo. El movimiento, que se inicia en julio cuando las fuerzas represivas atacan una escuela después de dos manifestaciones que hubo el día 26 (una celebrando la revolución cubana, la otra, de estudiantes politécnicos, protestando contra la represión a estudiantes de vocacionales) y derriban a bazukazos la puerta de la preparatoria 3, envuelve en pocos días a estudiantes politécnicos , universitarios y de preparatoria del país, aunque tuvo su centro de resistencia más fuerte en la ciudad de México. Después de la represión de esos últimos días del mes de julio, cientos de miles de estudiantes se unen alrededor de una demanda democrática; el pliego de peticiones que los estudiantes enarbolan ante el estado represivo –destitución del jefe y subjefe de la policía capitalina, desaparición del cuerpo de granaderos, derogación del artículo 145 del código penal que tipificaba el delio de disolución social, libertad a los presos políticos de los que entonces había una lista de 85 en el D.F., indemnización a los parientes de las víctimas de la represión- significaba la elevación de un sentimiento de inconformidad que fácilmente encontraría, suponíamos, solidaridad por parte de otros sectores no estudiantiles de la población.

Después de la represión del 26 de julio y en menos de una semana, prácticamente todas las escuelas universitarias y politécnicas se organizan en una huelga nacional activa. De pronto, la ciudad de México, ese gigante capaz de ahogar rápidamente toda protesta, aislándola, se inundó con volantes, pintas, mítines relámpago en las calles, camiones mercados y, al cabo de unas semanas, sería el escenario de impresionantes marchas. Todo ello se pudo hacer por la organización y las tácticas que cada escuela decidía aunque siguiera las grandes líneas que trazaba el Consejo Nacional de Huelga, organismo de representación estudiantil que se instala el 2 de agosto.

Donde yo estudiaba, el máximo órgano de decisión era la asamblea de estudiantes y profesores, los que también crearon una organización de coordinación llamada Coalición de Maestros. En la asamblea se elegían por voto público tanto los representantes al Consejo de Huelga como a los integrantes de las comisiones (brigadas) de propaganda y recaudación de fondos, las que eran coordinadas por el comité de lucha, organismo que substituyó a las sociedades de alumnos y para el que se escogían personas combativas y con ideas que redundaran en la defensa del movimiento contra los enemigos de dentro y de fuera. Entonces pensábamos que los enemigos de dentro eran todos los alumnos y maestros reaccionarios que, o bien no apoyaron la huelga o se pronunciaban en asamblea contra ella o que no aceptaban comisiones para salir a la calle; no sólo eran reaccionarios sino cobardes y a todos ellos se les echó de la asamblea, cuando no se fueron solos. No pensábamos, o no queríamos pensar que teníamos fuertemente infiltrada la asamblea con policías disfrazados de estudiantes combativos: si todos éramos compañeros y nos habíamos comprometido públicamente a impulsar y defender el movimiento ¿cómo pensar que algún compañero fuera soplón? Meses después supimos de las grabaciones hechas en asamblea, del robo de expedientes de alumnos, de las listas que circulaban en Gobernación por mano de un empleado de esa secretaría que era, a la vez, empleado de la escuela. Los enemigos de fuera sí los teníamos plenamente identificados: era el gobierno, los policías, el ejército y los agentes “secretos” que hacían un crucigrama interminable fuera de la escuela. La lucha así se planteaba en términos de una oposición al estado represivo, no a las relaciones sociales en conjunto.

Teníamos brigadas de boteo, de prensa, de pintas y de mítines. Aunque todo mundo conocía quién actuaba en cual comisión, no se sabía quien dirigía las comisiones ni cuando se reunían ni en dónde. Así, los miembros de las distintas brigadas éramos citados por teléfono, pero en clave. Conocíamos los rudimentos de las claves, pero siempre al que llamaba se le ocurría algo nuevo de tal modo que si por ejemplo citaba frente al monumento de “reconocido héroe de la independencia”, pocos llegábamos al mismo lugar. Como también debíamos disfrazarnos de “gente decente” y no aparentar ser estudiantes, las muchachas a veces se pasaban esperando en la calle envueltas en elegante abrigo y con zapatos de baile. También pasaba que coincidían varias comisiones en el mismo restaurant que era o el más cercano a la escuela o el más conocido de la zona.

Desde la primera manifestación que se realizó en el sur de la ciudad (salió de la ciudad universitaria por Insurgentes, dio la vuelta por Félix Cuevas, Av. Coyoacán, para regresar a la CU) el primero de agosto, los manifestantes empezamos a ejercitarnos tanto para las caminatas largas como para la observación atenta de una disciplina que evitaría la intromisión de provocadores en  nuestras filas y también desarrollamos nuestra mirada inquisitiva para captar el interés que despertábamos a nuestro paso. También ejercitamos el grito de consignas, entre las que sobresalían la de “únete pueblo” que representaba la conciencia social que entre nosotros privaba en esos momentos. Una consciencia que partiendo del reconocimiento de las clases sociales, n o incluía a los estudiantes universitarios dentro del “pueblo” identificado con los trabajadores, implicando que en ese movimiento, la dirección  estudiantil invitaba al resto de la sociedad a unirse, pero, sin incluir en las demandas aquellas que al “pueblo” le pudieran resultar más centrales. Sin embargo aunque nunca se amplió el pliego petitorio, grupos organizados de colonos, vendedores ambulantes, ejidatarios y algunos sindicatos que manifestaron su solidaridad con los estudiantes y marcharon en las manifestaciones, influyeron de tal manera que los volantes, que en sus inicios sólo analizaban lo estudiantil del movimiento, después incluyeron demandas de los trabajadores relacionadas con sus condiciones de trabajo.

Los volantes representaron un trabajo muy serio y la única posibilidad de los estudiantes de enfrentar a la que llamábamos “prensa vendida” dando a conocer la realidad de nuestro punto de vista, de la persecución desatada contra nosotros y de nuestra inclinación al diálogo para solucionar el conflicto. Los tirajes eran altísimos (sólo en mi escuela se publicaban unos 5 mil al día). Su distribución era variada: las brigadas repartían; los vendedores de periódico los incluían dentro del periódico al venderlo; también se escondían entre la ropa de los mostradores de los grandes almacenes y se dejaban en baños de cines y lugares públicos; también había compañeros que ya trabajaban como edecanes de la próxima olimpiada y ellos distribuían la información entre periodistas extranjeros y atletas interesados. Se hacían volantes también en inglés para repartirlos entre los turistas que visitaban los museos y quienes, por cierto, fueron fuertes proveedores de fondos para las brigadas de boteo; los turistas se asustaban tanto al ver a los estudiantes que para que se fueran rápido sacaban billetes de hasta 50 dólares de “cooperación” al movimiento.

En los volantes no había una línea política establecida, eran muchas: dependía tanto de las escuelas y quiénes manejaran la brigada de prensa, como de las corrientes políticas que dominaban. Así, había escritos de gente del PAN, del PC, incluso de jóvenes del PRI y de grupos con varios nombres; en muchos volantes incluso se llegó a postular como forma de lucha la “guerrilla política” que subrayaba la importancia del discurso público y rápido. El papel para los volantes, la tinta y los desplegados en periódicos se pagaban con el dinero de las colectas; en nuestro caso, el papel lo proveía una compañera que trabajaba como secretaria en Gobernación y que diariamente se robaba paquetes de la bodega. El método de impresión por excelencia fue el mimeógrafo y cuando la persecución se agudizó y no se podía trabajar en la escuela, nuestra brigada utilizó un mimeógrafo “gentilmente” ofrecido por un profesor que después resultó policía, y fue colocado en el domicilio particular de un integrante de la brigada. Cuando elementos de la federal de seguridad llegaron hasta ese domicilio (que no allanaron dado el apellido de alcurnia de quien ahí vivía), se interrumpió nuestra prensa y nos integramos a otras escuelas para la impresión de volantes.

Los mítines relámpago en mercados y otros lugares públicos eran cada vez recibidos con mayor interés; como la policía tenía orden de aprehender a cualquier estudiante, los oyentes protegían a los que hablaban y, en los mercados, a la entrada de cualquier “azul” (ese era el color del uniforme policíaco entonces) los jitomates eran los proyectiles preferidos para ahuyentarlos. Todavía se estaba en la etapa artesanal de la lucha.

Al Consejo Nacional de Huelga, que sesionaba en la CU, (el Casco de Santo Tomás había sido tomado por las fuerzas represivas) comenzaban a llegar comisiones de distintos sectores de trabajadores pidiendo solidaridad con sus luchas; llegaron incluso campesinos que, sin entender muy bien lo que sucedía, y otorgándole al Consejo la calidad de poder político paralelo, solicitaban reparto de tierras. También se recibió la solidaridad de la guerrilla de Vázquez Rojas en el estado de Guerrero que pedía a los estudiantes una “mayor integración política” y una mayor precisión de los objetivos del movimiento, así como el “desarrollo de una táctica adecuada” para enfrentar la violencia del gobierno y hacía un llamado para crear organizaciones armadas en la lucha de liberación del país a la que debían comprometerse los estudiantes de convicción revolucionaria.

El vínculo realmente estrecho que se concretó con la población trabajadora fue a raíz de la solidaridad que los estudiantes prestaron al pueblo de Topilejo cuando se pidió indemnización a los dueños de un transporte público que había sufrido un accidente con saldo de varios muertos. Los estudiantes fueron al poblado prestando servicios médicos, “concientizando” a la población y decorando con carteles y pintas las bardas y postes del pueblo.  Este brigadismo terminó cuando el gobierno intervino pagando la indemnización.

Las manifestaciones recibían cada vez más adhesiones y las calles del centro de la ciudad vieron marchar cantidades inusitadas de personas hasta el zócalo; cuando las manifestaciones terminaban, los estudiantes éramos invitados a comer tacos o tomar refrescos por gente de todo tipo que admiraba la determinación y el arrojo estudiantil aun a pesar de no recibir respuesta a las peticiones. Desde el comienzo del movimiento hasta el 27 de agosto en que el ejército invadió con tanques ligeros el zócalo hiriendo y apresando a estudiantes que habían quedado de guardia después de una manifestación, hasta el día del informe presidencial, el ambiente de la ciudad, por las muestras de solidaridad, hacía crecerse a los estudiantes. Había un fuerte grupo que estaba convencido de que los estudiantes estábamos a un paso de la toma del poder y que teníamos al gobierno entre la espada y la pared frente al mar. Algunos miembros del CNH ejercitaban tiro en algunas casas ante el espanto de los vecinos, con pistolas de las que no se supo su origen, hasta una metralleta se vio en alguna ocasión. La toma del zócalo hizo ver que la represión comenzaba a ser orquestada y que ese iba a ser el lenguaje que contestaría la petición estudiantil del diálogo; la represión provendría no sólo de las fuerzas de uniforme, sino que se adiestraban cuerpos paramilitares con personas reclutadas de entre el lumpen. El diálogo que se iniciaba era pues disparejo: fuerzas represivas contra masas desarmadas. Tanto el ambiente represivo, la incipiente metodología clandestina (para efectos de impresión de volantes), las manifestaciones multitudinarias (medio millón de personas en la calle, lo que no ha vuelto a verse), el apoyo de parte de la población (la que marchaba junto a los estudiantes y que varias veces ayudó con armamento doméstico a repeler el ataque policíaco –macetas, aceite hirviente, escobas), permitió que, aunque la mayor parte del estudiantado no se fuera con la “finta” de su inminente asalto al poder, creciera un sentimiento de fuerza que aumentaba la combatividad y la firmeza de nuestras convicciones por la legitimidad y legalidad de la lucha.

El compañerismo y el trabajo eran muy importantes y los “huevones” y los cobardes recibían una burla pública en asamblea cuando las brigadas informaban de sus actividades diarias; los lazos de confianza y solidaridad se estrechaban y ejercíamos una democracia en la que ninguna autoridad tenía cabida. También nos habíamos ganado espacios donde éramos los amos: nuestras escuelas y la ciudad universitaria, que considerábamos territorio liberado; ahí teníamos una estación de radio que difundía consignas y canciones de protesta: ahí se hacían fiestas y se dio un grito de independencia verdaderamente independiente en un ambiente de euforia. Tres días después, la CU fue tomada por el ejército. De ahí en adelante, la persecución, la aprehensión de personas con nombre y apellido, el cateo de casas, la amenaza de grupos paramilitares que marcaban con una seña las casas de estudiantes buscados.

A partir de ese 18 de septiembre, el miedo empezó a hacer estragos entre los estudiantes; lo que había sido una confianza desmedida se convirtió en paranoia, ahora veíamos en cada compañero un soplón, un distribuidor de listas negras, un policía. Las asambleas empezaron a verse desoladas, todos sentíamos que teníamos cola que nos pisaran y mejor nos quedábamos en casa. Algunas casas, las de los líderes más distinguidos o más habladores, empezaron a ser vigiladas. Se ensayó otra técnica, también dentro del espontaneísmo corriente y que consistió en la reunión en distintos domicilios, de pequeños grupos de amigos que se tenían confianza para decidir la táctica a seguir, con lo que se evitaba la asistencia a las asambleas que ya considerábamos infestadas de soplones. Funcionaban también en casas, los comités “clandestinos” de lucha electos en las asambleas del CNH y de las escuelas.

El dos de octubre con la masacre de Tlaltelolco, se dio el golpe mortal al movimiento estudiantil como tal: las manifestaciones previas, las de septiembre, habían sido una más grande que la otra, ya eran demasiados mexicanos en las calles. La violencia desatada en forma criminal en la plaza de las tres culturas por parte del ejército, las policías y un famoso batallón entrenado por la CIA (el batallón Olimpia) mató a más de seiscientos inermes asistentes al mítin. Muchos más fueron arrestados. Los pequeños grupos de estudiantes que no pudieron escapar eran revisados por una persona a quien hasta entonces se le creía periodista y que señalaba a la policía nombres, escuelas y participación en el movimiento. Muchos líderes del Consejo Nacional de Huelga fueron así arrestados. El comportamiento de las fuerzas represivas no fue unánime; hubo acciones personales de soldados que enseñaron el camino adecuado para huir; también se supo de policías que llevaban balas de salva, es decir, la acción concertada para la represión no incluyó a todos los representantes de la fuerza pública. Seguramente se quería probar que los inocentes policías habían acudido desarmados a un mítin que la violencia estudiantil trastornó. Sin embargo, en las mentes de los asistentes está clara la luz de bengala que salió de un helicóptero como el aviso para iniciar el tiroteo que quedó a cargo de los aparatos represivos, algunos de cuyos integrantes también se convirtieron en carne de cañón. Todo fue confusión esa noche. Muchos de los periodistas extranjeros que asistían al mítin escribieron dolorosas páginas para sus periódicos reseñando la saña de las fuerzas represivas mexicanas; los locutores de los noticiarios de televisión esa noche presentaban al público una cara sombría (no pudieron sonreir ni los locutores de la gran prensa amarillista televisiva) y al día siguiente las editoriales de los periódicos se dividían entre el aplauso y la oposición a la acción gubernamental, respuesta definitiva al diálogo. El cartón que hizo Abel Quezada el 3 de octubre –un cuadro negro con la leyenda ¿por qué?- sintetizaba la reacción emocional a la bárbara matanza. Sin embargo, las autoridades del estado mexicano estaban convencidas de la justeza de su represión que restauraría la paz (de los sepulcros) que requería el país para la olimpiada y demás negocios.

Los compañeros detenidos sufrirían bárbaras torturas en los múltiples lugares que la policía mexicana ha acondicionado para el efecto. No sólo torturas físicas, sino psicológicas de todo tipo; una de las cuales consistió en encerrarlos en las crujías de homosexuales o de criminales peligrosos. Pero aun ahí denunciaban su situación y volvían mítin cualquier reunión. Al fin, todos los detenidos del movimiento fueron colocados en crujías especiales que los domingos se convertían, con las visitas, en fiestas culturales y círculos y círculos de estudios. Hubo celdas especiales, de lujo, para los policías que habían formado parte del CNH y que entraron a la cárcel para despistar; sin embargo, al poco tiempo se sabría su verdadera condición.

Las visitas a la cárcel también se organizaron en las escuelas que ya actuaban a la defensiva. Circulaban listas de presos sin familiares para que se apuntaran las visitas; entre nosotras, las mujeres (conciencia política aparte) se apuntaban como esposas o hermanas de los líderes más guapos. Se les llevaba comida, la que era prácticamente destrozada por los carceleros que cuchillo en mano buscaban droga hasta en la gelatina. Los plátanos estaban prohibidos ya que se había descubierto que su cáscara, después de cierto tratamiento, producía alucinaciones. Las mujeres, antes de entrar a la cárcel de visita, sufríamos varias vejaciones por parte de las carceleras, especialmente cuando revisaban el cuerpo buscando armas pequeñas.

Después del dos de octubre, los familiares de los presos y desaparecidos comenzaron a organizarse para pedir explicaciones y demandar la libertad inmediata de los detenidos. Primero fueron las angustiosas búsquedas en los anfiteatros de las delegaciones para identificar cadáveres; después, el día 3, una comisión de mujeres nos dirigimos al campo militar número 1 a tratar de hablar con el secretario de defensa. Uno de sus ayudantes recibió al grupo –furioso y expectante- tratando de convencernos de que el dos de octubre era producto de nuestra calenturienta imaginación, que nada había pasado la noche anterior. Esto, dicho sin la menor turbación, produjo en una señora la necesidad de estrangular a quien hablaba, pero la guardia cortó cartucho y hubimos de retirarnos, frustradas, ante el poder de la estupidez armada.

Los grupos de familiares, de ahí en adelante, estuvieron presentes en cuanta oficina policíaca existe en la ciudad para conocer del paradero y de la situación de los detenidos. Al cabo de tres meses algunos presos empezaron a salir; muchos, evidentemente desmoralizados por la derrota y por las presiones y torturas a que estuvieron sometidos; otros más estuvieron encerrados hasta dos años purgando penas de 20 por los delitos increíbles que se les imputaron: traición a la patria, quema de puentes, atentados a los servicios eléctricos, robo, asesinato, asonada, conspiración, etcétera.

A pesar de que la desmovilización fue casi total a partir del dos de octubre a causa de esa parálisis que nace del miedo profundo, la huelga no se levantó sino hasta diciembre. En asambleas se hacían recuentos del proceso del movimiento y se analizaban las actitudes individuales. Cuántos pseudo-cuadros comunistas se la habían pasado escondidos debajo de la cama, cuántos otros habían resultado soplones, cuántos habían huido a Europa “a estudiar”, con qué ingenuidad habíamos actuado casi todos; también se contabilizaron las rupturas familiares y matrimoniales y las nuevas parejas formadas al calor de los acontecimientos y también las nuevas amistades con aquellos que hablaban poco pero que llevaron a cabo sus comisiones con la mayor disciplina. Durante el tiempo que duraron mis estudios, todos sabíamos quién era quién en la escuela, según su definición en el movimiento.

La represión nos volvió a la realidad del tipo de país que vivíamos. La represión masiva e indiscriminada, porque la represión en general nunca cesó; el movimiento estudiantil había comenzado protestando contra la represión y había terminado severamente reprimido.

La experiencia sin embargo, vista en términos colectivos, aun cuando fue eficaz en cuanto a la denuncia de la situación represiva, no presentó opciones organizativas anticapitalistas viables para una lucha de masas que involucrara a los sectores explotados; y es que no podía hacerlo dado el contenido reformista de las demandas. Una lectura crítica del movimiento del 68 sitúa en primer plano la evaluación de los métodos, la crítica al triunfalismo y, sobre todo, las limitaciones de los movimientos espontáneos y de los que dirige la pequeña burguesía que sólo busca un reacomodo y una moralización del orden burgués ante la ausencia de opciones de lucha claramente proletarias.

Del análisis de la situación que nos había tocado vivir por primera vez, surgieron planes serios de adecuación académica a la realidad social, búsqueda de nuevas formas de participación estudiantil en las escuelas, creación de co-gobiernos; pero, sobre todo, los estudiantes nos volcamos sobre los textos clásicos del marxismo con una tremenda avidez por conocer la teoría que no sólo proporcionaba las herramientas para analizar la situación social sino que de ella se desprendían lecciones prácticas para la transformación revolucionaria de la sociedad que, ya sabíamos, no sería obra del estudiantado solo. Claro que esto derivó en una deformación del marxismo y en una incomprensión de las tareas académicas. Por una parte, muchos pensaban que las escuelas debían convertirse en escuelas de guerrilleros, por otra, se subestimaba la posibilidad de adquirir una capacidad profesional eficiente. Se substituyeron las materias de los planes de estudio por cursos de materialismo histórico I, II, III, IV, etcétera, sin ninguna relación con el análisis materialista de la sociedad mexicana. Hubo una etapa en donde sólo se aprendían frases hechas o se recitaba a Marx. Tardó algún tiempo en ser rescatada la tesis de que los futuros revolucionarios también debían prepararse profesionalmente si ya estaban ubicados en los centros de educación superior, pues en la lucha se necesitarían individuos capaces y no exponentes de la guerrilla de saliva. En las escuelas, como instituciones, una lucha consecuente debía ser por la adquisición de una capacidad profesional dirigida al conocimiento objetivo de la sociedad, donde nuestro punto de vista se ubicaría al lado de las mayorías trabajadoras del país, lo que requeriría de la evaluación sobre los usos distintos que se le podía dar a las ciencias. Esto, desde luego, sólo se inició como discusión en algunas escuelas, aunque subsiste como tendencia. Aunque es innegable la existencia de profesores sembradores de inquietudes y responsabilidades el papel de los maestros agitadores y guerrilleros es recurrente en la historia de México- la masa estudiantil después de su último grito organizado en 1971 (también ahogado en sangre) no ha vuelto a jugar ningún papel protagónico en los procesos sociales del país.

Otro resultado del 68 fue la organización de guerrillas urbanas con un marcado acento terrorista que tan no despertaba simpatías que siempre se le relacionaba con la policía. Subestimando la capacidad del pueblo para oponerse al sistema actuaban solos, poniendo énfasis en la cuestión militarista, dejando de lado la fundamental cuestión de la organización y acumulación de fuerzas.

Aunque la generación del 68 quedó marcada indeleblemente por el movimiento, varios de los cuadros combativos de entonces son hoy respetables profesionales liberales y muchos, políticos en ascenso. Hubo un tiempo en que el haber participado en el movimiento como líder contaba positivamente en la carrera política de los jóvenes de “izquierda” que el gobierno captaba ofreciéndoles puestos atractivos. Estos, junto con los que a raíz de su participación en el movimiento formaron después partidos políticos de “oposición” o se inscribieron en los ya existentes, aceptaron las reglas del juego burguesas. Mucha de esta aceptación (por que indudablemente hay desinformación y buena fe), basada en el convencimiento de una revolución mexicana aún vigente y que requiere de defensores (sin siquiera cirugía plástica, se quiere hacer aparecer joven a una anciana de 70 años!!!) a pesar de que la situación social actual es, sin duda, bastante diferente a la de 1910.

Sin embargo, el movimiento estudiantil también se vivió como un ejemplo más en la larga cadena de barbarie estatal que se desarrolla contra cualquier brote de inconformidad y de protesta que nace en la parte subordinada y sojuzgada de la sociedad. La violencia de la dominación y la imposición, incluso sangrienta, de su indiscutibilidad, se ejerció en 1968 hasta contra los hijos de la burguesía (pequeña o mediana).

Ante la evidencia de la paulatina cancelación de las vías pacíficas para promover cambios sociales y ante la cerrazón cada vez mayor de las válvulas de escape a la protesta, por más “legal” que fuera, no podía seguirse aceptando que el pueblo mostrara orgulloso el pecho para que se lo acribillaran impunemente (a la manera en que los obreros defendieron en 1910 las puertas de las fábricas). Tampoco podía seguirse insistiendo en “ganar la calle” como prueba de valor, cuando se conocía de antemano la respuesta oficial.

No era, no es posible seguir confiando en las leyes y en las palabras del gobierno, cuando los hechos muestran claramente que la legalidad está construida en el estado capitalista por el poder de la burguesía, que dicta reformas o infringe sus propios ordenamientos según le convenga, imponiéndose a través de su burocracia y de su ejército. Además, en el mejor de los casos la lucha “constitucionalista” es simplemente la defensa de las leyes que garantizan la propiedad privada de los medios de producción, la “libre empresa” y la opresión de las mayorías.

No es casual, entonces, que algunos estudiantes adquirieran, con base en el movimiento del 68, un grado superior de conciencia, que los hizo capaces no sólo de renunciar a su origen de clase sino de adquirir una visión histórica consecuente, es decir, la certeza de la necesidad de la transformación revolucionaria de nuestra sociedad. El surgimiento de los EYOL, de toda nuestra organización en 1969, abrió nuevas perspectivas de lucha, ya no “democrática”, ya no “estudiantil”, ya no “constitucionalista”, sino una lucha por el Poder del proletariado. La experiencia histórica del 68 implica entonces que no todos los estudiantes fuimos desmovilizados……




Septiembre: soberanía, libertad e independencia

La lucha de nuestros pueblos originarios por alcanzar su soberanía, es decir, el poder para ejercer su voluntad, la libertad para que nadie les impida realizar lo que decidan y la independencia de cualquier yugo imperial, se celebra en septiembre, mes de la patria.

Las amenazas a la soberanía, la independencia y la libertad, nunca han sido pocas. Decenas de miles de mexicanos muertos y desaparecidos lo atestiguan, no conviene engañarnos. El avance de la lucha por que estas tres aspiraciones se realicen en plenitud es gradual, con pasos cortos y no pocos retrocesos; la única garantía de llegar a una realización futura de estos ideales está en el presente, en las acciones que decidamos llevar a cabo, en la capacidad de ir sumando fuerzas a este caminar nuestro.

Debemos inspirarnos en la resistencia de nuestros pueblos originarios que nos heredaron su sangre, cuerpo y palabra. En nuestras madres, que poco a poco nos conformaron como una nueva nación independiente en lucha y resistencia siempre.

No debemos engañarnos con los cánticos de las sirenas, arropados en una supuesta democracia. El camino es largo y difícil, eso nos enseña el mes de septiembre.

La Casa de Todas y Todos, como es su deber, recuerda a nuestros compañeros que con su vida marcan nuestro camino, a la Cra. Lucha que fallece en septiembre, así como a la Cra. María Luisa y el Cro. Mario que nacieron en éste mes, y a los héroes que nos dieron patria y libertad…

¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la Libertad!

Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos




49 Aniversario de las F.L.N. México

Editorial agosto, 2018: Techo, Tierra, Trabajo.

Inicia con agosto un año de labores, y con él, el camino hacia el 50 aniversario de trabajos antiimperialistas de nuestro movimiento que lucha, como su nombre lo dice, por la liberación nacional.

Durante muchos años de este largo trayecto, sirvió de referencia y guía para los temas económicos el trabajo de Jose Luis Ceceña, quien en una frase: “México en la órbita imperial”, señalaba con claridad el problema central de gran parte de los dolores y las penas de nuestros pueblos. Del mundo bipolar al desaforo neoliberal, a los cambios geopolíticos que se viven en años y meses recientes, para nosotras y nosotros el centro gravitacional de esos dolores y penas sigue siendo, en buena medida, el mismo imperialismo.

A un mes de la contienda política, hay señales claras del camino económico que tomará el gobierno federal entrante, emanado sí, de una victoria electoral como pocas en la historia reciente de nuestro México, pero también de un momento histórico que ha favorecido el reordenamiento de fuerzas económicas y políticas locales -burguesía nacional en el antiguo decir- que en el contexto histórico inmediatamente anterior se vieron avasalladas por la entrada de fuerzas económicas de mayor envergadura y por la guerra de despojo, represión y explotación que se desató para favorecer su entrada. No es gratuito que las fuerzas políticas que dieron las llaves de nuestro territorio, nuestra fuerza de trabajo y nuestros recursos naturales a ese capital extranjero se hayan desfondado, resquebrajado, y se encuentren en un momento crítico que pone en riesgo su viabilidad futura como partidos políticos. No es gratuito tampoco que el gobierno entrante haya logrado su victoria electoral desde un distanciamiento discursivo y pragmático de las reformas constitucionales emanadas de la apertura neoliberal. Y sin embargo, como dijimos en un inicio, hay ya algunas señales claras del camino económico que se busca construir, y que en nuestra opinión, dista mucho de las aspiraciones históricas de nuestros pueblos. Se habla sin ambages de ampliar las Zonas Económicas Especiales y de entregar la plusvalía del trabajo más de dos millones de jóvenes a la iniciativa privada, a costa del erario público. Como si la explotación fuese benévola cuando alimenta las cuentas bancarias de los miembros del Consejo Coordinador Empresarial. Ninguna transformación política y económica es benéfica para nuestros pueblos si no deposita directamente en sus manos las herramientas para apropiarse de su destino.

Por ello existimos, y seguiremos existiendo, todas y todos quienes aspiramos a un mundo sin cadenas materiales o simbólicas; poco a poco, por medio de acciones pequeñas, en un andar de ya muchas generaciones, desde que nuestra casa se llama México, se ha ido abriendo el camino las y los libres. Acompañados de acciones y vidas heroicas, honrando la memoria de quienes las realizaron y las realizan, seguiremos, seguimos, y sin menoscabo del cuándo, sabemos que nuestra causa triunfará.

En éste año ahondaremos en las tres demandas históricas que se plantearon hace ya casi 50 años: tierra, techo y trabajo, o sea, tierra para los campesinos, territorio para nuestros pueblos; techo, casa u hogar digno para todas y todos; trabajo, que señala el anhelo no sólo de una retribución justa al esfuerzo realizado, sino a tener en las manos propias la capacidad de transformar nuestro día a día. Iremos a las selvas, a los desiertos, a las ciudades con sus cinturones de miseria, a las milpas y los valles, cruzaremos ríos y colinas, caminaremos en las ciudades, haciendo honor a nuestro deber. No abandonaremos nunca a nuestros pueblos, pues son nuestros hermanos.

En agosto recordamos el natalicio de nuestro compañero Salvador, y con profunda tristeza, el fallecimiento de nuestro querido compañero Ismael.

¡¡¡Felicidades y preparémonos!!!!
Para otros 50 años, con nuestra manera de pensar y actuar lo haremos.

¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la Libertad!

Grupo editorial de la Casa de todas y todos.




Junio con Manolo, ¡Presente!

En Junio no olvidamos el día 10, en que el Estado Mexicano asesinó a estudiantes que se manifestaban en las calles de la Ciudad de México, y que éste hecho, como el 2 de octubre en Tlaltelolco, marcaron a muchos jóvenes que decidieron sumar sus esfuerzos en organizaciones revolucionarias pues las vías “legales”, aún con una cacareada  “reforma política” o  “apertura democrática” de hace ya 47 años, estaban –y continúan- agotadas.

Entre esos jóvenes estaban nuestra compañera Ruth y nuestro compañero Manolo que en junio recordamos.

MARIO SANCHEZ ACOSTA,  Manolo utilizó varios nombres: Enrique, Jesús y por último Manolo. Ingeniero mecánico, electricista, compañero fundador de las FLN. Nacido en el estado de Veracruz. Huérfano de madre a edad temprana pasó la infancia en Poza Rica, Veracruz, al lado de distintos familiares.

En una de sus evocaciones, nuestro compañero Mario nos platica que…

“En la década de los cincuentas se trasladó a Monterrey donde trabajó como ayudante de cocina y a la vez cursaba estudios de secundaria, bachillerato y profesional.

En su vida universitaria destaca como dirigente estudiantil y como principal promotor en la creación del sindicato de la universidad. Fuera de ese medio desarrolla actividad política en sindicatos obreros, en el pequeño periódico “Pueblo y Revolución” y en el Instituto Mexicano-Cubano de Relaciones Culturales.”

Su niñez, como la de quienes en nuestro medio provienen de familias proletarias, estuvo lejos de ser afortunada. Sólo su temperamento, tenacidad y voluntad, lograron que más tarde iniciara estudios que lo llevan a obtener el título de ingeniero mecánico-electricista. Ya como profesional fue maestro en la preparatoria de la Universidad de Nuevo León.

Sus alumnos tenían en él al amigo consejero a quien podían acudir cuando lo necesitaban.  Su bondad hacia ellos fue siempre muy grande. Tenía en gran estima y en mayor grado la lealtad.  Sus compañeros de trabajo, maestros o empleados de administración o intendencia pudieron siempre confiar en él sin ser nunca defraudados.  Fue muy franco y sobre todo noble, lo que en el medio civil lo llevó en ocasiones a que personas malintencionadas se aprovecharan de sus virtudes, más él, con generosidad sin límite perdonó siempre las ofensas.

Durante su vida civil recorrió, como muchos de nuestros compañeros, innumerables caminos buscando la solución definitiva a los problemas de su pueblo hasta comprender por fin que sólo la lucha armada en una guerra por desgracia larga y cruenta,  podría conducir al pueblo al poder.

Entendido aquello, avocó todas sus fuerzas y medios para hacerlo posible y el 6 de agosto de 1969 participó en la fundación de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN).

Su justo criterio y alta responsabilidad lo llevaron a desarrollar trabajos importantes de Dirección. Tomó en ese tiempo, el sobrenombre de Jesús,  en recuerdo de su papá. En esa ocasión inicia, junto al compañero Salvador,  estudios  técnicos sobre comunicaciones, comisión en que vuelven a desarrollar su tenacidad y voluntad, pues partiendo prácticamente de cero y con sólo los conocimientos de matemáticas y electricidad obtenidos durante sus estudios profesionales, y con los pocos medios que la organización podía en aquel entonces poner a su alcance, desarrolló avances que permitieron sentar las bases para establecer criterios sobre la utilización de los medios de comunicación electrónica, ramas técnicas importantísimas para nuestras FLN.

A fines de 1970, es designado por nuestra dirección como responsable de la red urbana en el Distrito Federal, recayendo prácticamente sobre él y su red el abastecimiento de la organización. A la casa donde él era responsable, se incorporaban los nuevos elementos profesionales que integraban a las FLN.  Ahí recibían de Jesús las enseñanzas, normas y criterios que la experiencia demostró justos para el desarrollo de los cuadros de la organización; su tenacidad, voluntad y nobleza influyeron decisivamente en la formación de algunos de nuestros compañeros.  Faltaríamos a la verdad si anotásemos que mandaba siempre amablemente, pero no hay quien pueda señalar el haber recibido de su mando orden impropia o emanada de otro criterio como no fuera el de resultar necesaria y benéfica para la organización.

Su último nombre, Manolo, lo tomó al alquilar la casa que nuestros compañeros ocupaban en Nepantla. Manolo, el segundo de Salvador, vio caer a sus compañeros, fue herido e imposibilitado para seguir operando su arma, fue tomado prisionero por los soldados del gobierno opresor cuyos mandos amedrentados por su actitud siempre revolucionaria, ordenaron cobardemente su asesinato en el mismo sitio donde junto a sus compañeros defendió hasta las últimas consecuencias -fiel a la consigna de “Vivir por la Patria o Morir por la Libertad”- los principios e ideales que un día adoptó como propios y por los que han muerto varios compañeros.

En junio celebramos el aniversario del natalicio de Manolo, militante ejemplar de nuestras Fuerzas de Liberación Nacional, digno hijo de nuestro pueblo por quien entregó todos los actos de su vida y, generoso, su muerte.

¡Compañeros Ruth y Manolo!

¡Presentes!

¡Vivir por la patria! o ¡Morir por la libertad!

Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos.