A 32 años, hechos tristes nos embargan, 2 sismos. Uno a 350 kilómetros de la Ciudad de México, y el más reciente a 120 kilómetros, con afectaciones en todos esos kilómetros a la redonda, no sólo en la ciudad de México, se han sufrido 4,287 réplicas que provocaron destrucción y muerte en nuestro país y los más afectados son, como siempre, los pueblos más humildes y marginados de nuestra nación, no solo en lo material sino en lo social, que deja a las personas afectadas inermes, sin trabajo, sin dinero, sin techo, sin documentación, sin salud, sin educación, con secuelas psicológicas de miedo, abandono, depresión, etc.
Nuevamente las autoridades son rebasadas. El primero en organizarse para el rescate, fue de nuevo el pueblo mexicano. De nuevo la “ayuda” gubernamental aparece con soluciones a destiempo. Primero llegó la gente, llegaron los vecinos, llegaron los jóvenes que hicieron cadenas humanas para retirar escombros, llegaron también los legendarios topos, llegaron los desposeídos de bienes materiales pero con un gran corazón, los ancianos y ancianas y los discapacitados. Llegaron sin interés alguno de aparecer ante los reflectores de los medios de comunicación, sin afán de protagonismo, no buscaron ser entrevistados por sus reporteros para aparecer en los programas televisivos o en los periódicos y revistas.
En las ciudades, a 23 días del primer desastre y a 11 días del segundo 19 de Septiembre, se ha visto de todo, afectaciones en viviendas, hospitales, edificios públicos, edificios de departamentos en colonias nuevas y antiguas, viviendas viejas pero también viviendas nuevas disfrazadas de “alta tecnología” y construcciones con nulo “control de calidad”. 10,000 escuelas dañadas en los dos sismos, en Cd. de México, en Morelos, Puebla, Oaxaca, Chiapas y Estado de México. Para muestra un botón, en el sur de la ciudad de México, una escuela particular permite ver en toda su crudeza, la falta de atención, supervisión y prevención de las autoridades en los diseños donde se habita y trabaja. Los materiales no importan, mientras menos y más baratos, mayor ganancia para el constructor. Vimos la corrupción y falta de ética en todos los niveles de gobierno, tanto local como federal, lo que menos importa son los alumnos y las alumnas, lo que les importa son las colegiaturas. Afectaciones de agua potable y energía eléctrica en todos lados y lo más grave de todo, 458 pérdidas humanas de las que se tiene registro oficial. ¿Responsables?, ¿empresas constructoras?, ¿autoridades que deben vigilar el uso de suelo?, ¿autoridades que otorgan los permisos de construcción? Nunca el niño que se regresó por su mochila, la familia que no salió a tiempo, las familias pobres que no pueden cambiar de vivienda o a quienes nunca les alcanza para arreglarla aunque trabajen tiempo extra.
Agreguemos a eso, los actos de robo y rapiña, muchas veces por necesidad, pero el robo más cínico e imperdonable, es el que cometen quienes reciben la ayuda y la esconden para cambiarle la etiqueta o la caja, y sacar “raja” política de la necesidad humana y convertirla en asunto de clientela partidista. Aunado a eso disfrazar de “ayuda” y ofrecerla como botín a la iniciativa privada, como la construcción de viviendas. Las empresas constructoras, junto con las productoras de materiales de construcción, se “relamen” el bigote por las ganancias que toda esta desgracia les reditúa. Se trata de las mismas constructoras que mal-hicieron pasos viales, condominios, carreteras con “pasos express”, calles y avenidas que sepultaron vidas humanas en diferentes partes del país. Aunado a eso, las autoridades aprovechan ésta situación de desgracia de miles de personas, el desconcierto y la gran necesidad de ayuda que existe, para meter tropa y vigilancia a lugares donde antes no habían podido hacerlo como es el caso de Oaxaca, donde se organizaron plantones de profesores y organizaciones sociales en protesta por la Reforma Educativa. Nadie debemos olvidar Nochixtlan y su saldo de muertos y heridos.
En el área rural, en particular en el Istmo de Tehuantepec, la tragedia se torna un tanto distinta. Después del terremoto del 7 de septiembre se han registrado poco más de 5,000 réplicas que originaron decesos humanos y pérdidas materiales en el 90 % de los pueblos de esta región. La gente vive ahora en la calle, en los parques, en los albergues oficiales, o en la casa de vecinos que todavía conservan parte de su patrimonio, y que han abrigado a aquellos que lo han perdido todo. Se organizan a través de pequeñas cooperaciones para cubrir su alimentación, porque la despensa que llega a la cocina comunitaria sigue siendo insuficiente en algunos casos. En el momento de la repartición de la comida se miran largas filas para recibir un plato de empanadas, o de tacos de frijol.
En un campamento del Centro de Ixtepec, se congregaron desde el 23 de septiembre (día en el que aconteció la réplica de mayor magnitud) mujeres embarazadas, recién nacidos, infantes, ancianos con padecimientos crónicos de salud, que instalaron casas de campaña, lonas, petates, y camas móviles para salvaguardarse de las intensas lluvias y de las continuas réplicas sísmicas.
Entre las historias que relatan cuando se comparte el café, o del atole, se oyen voces diversas acerca de las vivencias de la réplica del 23. “A mí me agarró cuando estaba en la regadera, casi para bañarme”, “….. nosotros ya empezábamos a tener un poco más de confianza de hacer nuestra vida cotidiana, pero esta réplica ahora si vino a dañar más la casa”.
El papel clientelar que desempeña el gobierno respecto a esta tragedia evidentemente se ha encargado de entorpecer y menoscabar las acciones comunitarias de la sociedad civil local y la que proviene de otras zonas geográficas del país, que han arribado al Istmo, en Oaxaca, para hacer la ayuda de forma personal. Entre las personas que llegan, destacan los jóvenes universitarios y egresados, así como profesionistas que vuelven al lugar donde está su ombligo, pero también están aquellos que nunca habían conocido el Istmo, y que acuden con la plena intención de hacer tequio. La desolación de las calles y la incertidumbre de la población se acrecentó dos semanas después del terremoto del 7 de septiembre; la vida cotidiana parecía retornar, pero en la medida en que se intensificaban las réplicas y los daños, esta parece más lejana. Parece que falta mucho para que regrese, aunque quizás no vuelvan las cosas a la “normalidad”, porque los pueblos se han fortalecido a través de las muestras solidarias, organizadas, e independientes a la esfera del gobierno. Esa práctica incesante en Oaxaca, de hacer comunidad.
Aunque el gobierno, en voz del secretario de Gobernación se empeñe en decir que “México demostró fortaleza y hoy está de pie”, como si ya todo estuviera arreglado, ¡falso! La realidad es que el pueblo de México demostró que no necesita de interesadas ayudas gubernamentales, y que hasta la fecha, sigue necesitando de las ayudas solidarias, desinteresadas, apartidistas para regresar a la “normalidad”.
Sin restar atención a los acontecimientos sociales y políticos que durante años han azotado al país, desde la Casa de Todas y Todos, en conjunto con organizaciones civiles comprometidas y de lucha, realizamos trabajo de acopio para llevar a nuestros hermanos afectados un mínimo de ayuda.
También nos solidarizamos con los familiares de los 43 desaparecidos. Realizamos una modesta actividad y pusimos nuestro granito de arena en el grito de ¡VIVOS LOS LLEVARON!, ¡VIVOS LOS QUEREMOS!, y cumpliendo con el deber de continuar el trabajo sin importarnos las amenazas y los sacrificios que conlleva éste deber, no cejamos en el esfuerzo, en la medida de lo posible, para apoyar a nuestra compañera Amalia y su familia en el destierro injustificado sufrido en julio pasado y seguimos hablando con compañeras para organizarnos en la reactivación de nuestra organización de mujeres mexicanas. Para tal efecto damos los pasos para insertar una columna en nuestra página que contendrá temas relacionados con las mujeres de México y el mundo, que han puesto su vida para luchar de manera digna en cualquier país, en cualquier parte del mundo. Las invitamos a colaborar en ella.
Por último, desde hace 49 años repetimos ¡2 de octubre no se olvida! y en éste nuestro trabajo de preservar la memoria, recordamos a compañeras y compañeros que han participado en esta lucha anti-imperialista. Recordamos a nuestra inolvidable compañera Aurora, al compañero Manuel y al compañero “Pedrín” (Sub Pedro) que en octubre nacían y con su recuerdo, no dejamos de ser congruentes a nuestra consigna que con orgullo decimos…
“¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la Libertad!”
Año del bicentenario de Xavier Mina, Octubre de 2017