Escrito por el Club de mujeres Aurora, de la República Popular de Donetsk.
8 de marzo, 2019.
Nos han preguntado frecuentemente por qué tenemos una
organización comunista de mujeres y por qué estamos luchando.
Aquí está nuestra respuesta.
1. Nosotras queremos un mundo sin explotación y opresión.
Las mujeres conforman la mayoría de la población oprimida y
empobrecida. Cada día se nos roba, explota y mata. El capitalismo destruye
nuestro planeta y nos deshumaniza, convirtiendo todo en mercancía. Cultiva y
reproduce prejuicios patriarcales y impone una guerra entre sexos. Nosotras creemos
que esto debe desmantelarse y que las mujeres de la clase trabajadora deben
estar al frente de este esfuerzo.
2. Queremos poner fin a todas las guerras imperialistas, depredadoras e injustas.
La guerra exacerba la opresión y la explotación. El interés
del capitalismo está en la guerra y la regresión; nuestro interés es la paz y
el progreso. Ellos envían trabajadores a morir, conducidos por propaganda
estúpida y chovinista para que estén dispuestos a morir por los intereses del
capital, voluntariamente. Ellos mienten al hacernos creer que la mujer pude
liberarse a sí misma asesinando a sus hermanos y hermanas de clase.
Pensamos que sólo una guerra de liberación puede ser justa.
3. Queremos condiciones decentes de trabajo, ingreso digno y seguridad social.
Las mujeres están cada vez más involucradas en todos los
aspectos de la producción. Y este proceso es irreversible. Al mismo tiempo,
tenemos que proveer en el espacio familiar, cubrir los costos del nacimiento y
crianza de nuestros hijos, gastos todos que el capitalismo nos hace pagar. No
se nos permite trabajar en labores industriosas y “pesadas”, ostensiblemente
para proteger nuestra función maternal. Pero en todos los lugares del mundo,
las condiciones laborales se deterioran y se han vuelto insoportables en muchas
esferas de la producción. Nos mienten al decirnos que las nuevas formas de
empleo, como el freelance, nos traerán libertades: de hecho, estas formas sólo
traen una mayor explotación y esclavitud.
Nuestros cuerpos son vistos como bienes. Liberales de todas
las estirpes mienten al hablar de la prostitución y la maternidad surrogada
como “opciones” de la mujer. Nosotras no necesitamos un mundo en el cual la objetivación
del cuerpo es elevada a virtud, y la venta de infantes es considerada no sólo
normal, sino benéfica para las mujeres.
Nosotras creemos que el trabajo debe ser la base del
desarrollo, no sólo algo que nos mata y destruye como individuos. El trabajo nos
debiera humanizar, no convertirnos en una mera función.
4. Nosotras queremos liberarnos de la esclavitud de la cocina.
Se nos dice que las mujeres tenemos una relación de igualdad
con el hombre, y que todos nuestros problemas son tan sólo resultado de nuestra
naturaleza pecadora o nuestra poca disposición para el trabajo. Pero hacemos la
mayor parte del trabajo, sin reconocimiento. Preparamos el hogar, creamos comodidades,
criamos a los hijos – estamos directamente involucradas en la reproducción de
la fuerza de trabajo. Pero este trabajo en el hogar familiar es un círculo
vicioso. Se nos obliga a trabajar a todas un segundo turno, y a esto se le ve
como algo normal. Nos mienten cuando nos dicen que está en la naturaleza de la
mujer el cuidado del hogar.
La socialización de la vida del hogar es necesaria para nuestra
liberación.
5. Nosotras queremos una educación universal y de calidad.
No hay acceso a la educación de calidad para los hijos de
las familias de la clase trabajadora. El trabajo de las maestras es menospreciado
y mal pagado. La educación de calidad se ha convertido en una exclusividad para
la élite, y para la mayoría de las niñas y niños no hay más que una educación
de segunda.
Nos mienten cuando dicen que la mujer no puede ser una
persona plenamente desarrollada. Por ejemplo, dicen que las niñas, por su
naturaleza, no pueden aprender y dominar las ciencias.
Nosotras pensamos que es necesario cambiar radicalmente las
condiciones para que, con independencia de su género y nacionalidad, puedan
redescubrirse todas las riquezas de la cultura humana.
6. Nosotras queremos que el acceso a la salud sea una garantía social, un derecho inalienable de cada persona.
En los últimos treinta años se ha ido perdiendo la idea de
que la salud es un derecho inalienable, y ha ido ganando terreno el lugar de la
salud como un servicio sumamente caro.
Nos mienten cuando nos dicen que los servicios de calidad
son necesariamente caros. En los países donde el acceso a la salud es caro, las
mujeres mueren por abortos mal practicados en la misma proporción que en los
lugares donde el aborto es ilegal. Aún si se dice que los servicios médicos son
gratuitos, los hospitales, las clínicas y las farmacias nos quitan hasta la
camisa. Bajo el capitalismo, las enfermedades cohabitan con la pobreza y el
sufrimiento.
Nosotras creemos que todas y todos tenemos el derecho de acceder
a los servicios de salud y mantener en buen estado nuestro cuerpo.
7. Nosotras queremos que cada persona tenga una vivienda digna.
Cada día, debido a la feminización de la pobreza, cientos de
miles de mujeres en el mundo duermen en las calles. Cada día, la mayoría de las
mujeres pertenecientes a la clase trabajadora tiene miedo de perder su trabajo
y perder el techo que rentan, por el cual pagan la mayor parte de sus ingresos.
El acceso a una vivienda es uno de los principales problemas para la
emancipación de la mujer. Sin acceso a una vivienda costeable y segura, no
podemos estar seguras de tener la oportunidad de criar hijos y proteger
nuestras vidas y nuestra salud de las tiranías domésticas.
Nos mienten cuando nos dicen que las personas sin techo son
gente floja. El capitalismo nos priva a nosotras y nuestros hermanos de
vivienda y trabajo digno cada día. Se nos dice que los pobres son gente irresponsable
y que son culpables de sus propios problemas.
Nosotras pensamos que quienes se apropian de la riqueza
social son gente banal, ladrones que roban hasta el último peso de nuestra mesa.
Cada miembro de la clase trabajadora requiere de condiciones dignas de vida, y
juntas tenemos que luchar para que todas, todos, tengamos un hogar cálido,
cómodo y seguro.
8. Nosotras queremos proteger a todas y a todos de la violencia.
La mayoría de los hombres que son asesinados, mueren en la calle,
la mayoría de las mujeres que son asesinadas, muren en su casa. La violencia
doméstica se ha vuelto norma porque el capitalismo glorifica el “derecho” del
más fuerte. Nos mienten cuando nos dicen que la agresividad forma parte de la
naturaleza del hombre, por lo que las golpizas, los acosos y las violaciones
son responsabilidad de la víctima.
Las mujeres son sujetas a la violencia, incluida la violencia
sexual, en los espacios de trabajo. Esto forma parte de la operación general de
los entornos laborales. Los hombres pertenecientes a la clase trabajadora frecuentemente
actúan bajo la influencia de la ideología dominante, asociándose con sus
congéneres capitalistas, y no apoyan a sus hermanas de clase. La violencia se
vuelve un instrumento de fragmentación de la clase trabajadora. Nosotros
pensamos que esto tiene que terminar.
Nosotras no tendríamos porqué tener miedo a regresar a casa.
No tendríamos porqué temer a nuestros esposos, padres, hermanos, o a cualquier transeúnte
en una calle oscura. Nosotros no tendríamos que temer el que nuestros patrones
se sientan con el derecho de degradar nuestra dignidad. Nosotras no creemos que
los hombres en general sean animales lujuriosos. Nosotras vemos en ellos a
nuestros camaradas.
9. Nosotras queremos derechos reproductivos plenos para la mujer.
En la actualidad, todos los costos del parto y la crianza
son transferidos a nosotras. Desde el momento de la concepción, hay grandes
sacrificios en términos de salud, esfuerzo y dinero para la gestación, y el
estado capitalista se niega a asumir su responsabilidad. La mujer, como madre,
busca que de la crianza surja un persona íntegra y desarrollada, pero el entorno
sólo espera que geste fuerza de trabajo dispuesta a venderse exitosamente. Nos
mienten cuando se plantea la maternidad como un gusto y un capricho de nuestra
naturaleza, o como la garantía de una vejez acompañada y confortable. De hecho,
toda la sociedad requiere de la continuación de nuestra estirpe.
Si no queremos ser madres, somos vistas como egoístas
desvergonzadas. Si nos convertimos en madres, se nos reprocha solicitar apoyo, pues
la crianza se entiende como parte de la responsabilidad individual de la mujer.
Bajo el capitalismo, la maternidad está asociada al sufrimiento y la
abnegación. Al tener hijos, como mujeres nos tenemos que negar a nosotras
mismas, perder nuestras habilidades. Los explotadores usan esta posición
vulnerable de muchas formas. Nosotras pensamos que tenemos derecho a criar a
nuestros hijos en condiciones dignas. Reclamamos el acceso a la educación
sexual, a métodos anticonceptivos de calidad, y acceso a buenos servicios de
ginecoobstetricia. Pero nadie puede forzar la maternidad en nosotras. Requerimos,
además, acceso al aborto seguro y gratuito.
10. Nosotras queremos solidaridad internacional.
La propaganda nacionalista es una poderosa arma en contra de
la unidad de clase entre las mujeres. Una ideología de exclusividad
nacionalista y patrioterismo burgués se ha impuesto entre nosotras.
Nosotras tenemos que apoyar a cualquier lucha contra la explotación
capitalista, la opresión patriarcal y nacional en cualquier lugar del mundo.
Tenemos los mismos intereses: El antifascismo es un asunto
común, que requiere el esfuerzo de todas y todos.
11. Nosotras queremos la plena emancipación de la mujer. Sin mujeres libres no habrá socialismo.¡
Traducido del Ruso al Inglés por Greg Butterfield, y del inglés al español por el Grupo Editorial.