Mujeres en lucha

Corresponsalía de la compañera Sofía.

Desde el surgimiento de los primeros pobladores, el propósito esencial era la reproducción y la producción. La mujer ocupaba el papel principal puesto que ella tiene la capacidad para gestar en su vientre a un nuevo ser y preservar la vida. Eran tiempos en los que se vivía un comunismo primitivo y donde la mujer mantenía un matriarcado.

Con el paso de los años, el hombre asumió el control dentro de las sociedades, al ir desarrollando técnicas que le permitieron conseguir con mayor facilidad alimentos y acumular riquezas. Se dio cuenta de que podía mantener esclavos que procuraran dicho propósito. Sin embargo, era necesario tener descendencia para heredarle sus bienes. Es ahí cuando la mujer, fue requerida como medio. Así dejó de ser persona para convertirse en objeto que tenía un dueño, iniciando con esto el patriarcado.

Para ellas se crearon prototipos de cómo debe vivir, de cómo debe ser. Se le dijo que no debe pensar, porque no nace para ello, porque es tonta. Poco a poco se coartaron sus libertades. La condición que las mantenía como eje central en el estadio del salvajismo, es la misma que hoy en día les niega la oportunidad de actuar en diferentes ámbitos, aun siendo capaz de ello.

En la actualidad, en las sociedades “civilizadas” las mujeres gozan de libertades, pero no en la misma proporción que los hombres. Día a día desde el mismo momento en que el hombre se asumió como dueño de ella, han existido mujeres y por fortuna, siguen existiendo, las que lucharon, y las que luchan por lograr transformaciones buscando que las que están próximas a nacer vivan la igualdad entre hombres y mujeres.

Por ello es preciso reconocer, que entre los sexos las desigualdades surgen a razón del modo de producción en el que vivimos. Ya que se piensa que el hombre es superior en el aspecto físico, y hasta algunos años, también se pensaba que en el aspecto intelectual, por lo tanto puede producir mayor cantidad de bienes, siendo más útil al sistema de producción capitalista. Las mujeres, al no producir al mismo “nivel” o al hacerles creer que no producen en la misma proporción, ocupan un lugar inferior, aunado al hecho de que también son consideradas esclavas dentro de su hogar, teniendo como responsabilidad el cuidado de los hijos. De tal modo, que las relaciones en el hogar quedan de esta manera: el hombre es quien trabaja, él obtiene el dinero para el alimento, la mujer al tener pocos ingresos o no tenerlos se ve sometida a la voluntad de quién posee o posee más, replicando con ello las relaciones del sistema, es decir, quién tiene el dinero, manda. Y en la misma condición se quedan los ancianos y los jóvenes.

Pero el sistema no solo explota a los hombres con salarios de hambre, sino también a las mujeres, y al cualquiera que venda su fuerza de trabajo a causa de una necesidad. Debido a esto, las mujeres emprenden día a día una lucha, en contra del sistema, no simplemente por trabajar en las mismas condiciones que los hombres, sino porque es el mismo sistema, el que valiéndose de distintas herramientas forma a las personas para que el patriarcado siga existiendo, teniendo la oportunidad de explotar a las mujeres engañándolas sobre su condición inferior, otorgándoles un salario más bajo en relación a los hombres, ocasionándoles divisionismos y no una unificación en contra del capitalismo.

Muchas, siguen pensando que su participación en luchas sociales no tiene cabida, pero existen las que han mostrado al mundo lo contrario puesto que históricamente hemos tenido ejemplos de mujeres que representan diferentes causas sociales. Y no ha existido una revolución en la cual la participación de la mujer haya quedado excepta.

Los hombres también asumen su compromiso con la lucha, entienden que ellas son la cabeza y ellos forman el cuerpo unificándose por lograr un mismo fin, y si ellas van adelante, ellos van detrás de ellas luchando. En otras ocasiones, a las mujeres les toca ser el empuje, ir detrás, y con ello no se quiere dar a entender que siempre estarán a la sombra de, sino con plena conciencia entiende que su apoyo en ese sentido será más favorable a la lucha.

Sin embargo no es una falacia mencionar que entre los grupos, organizaciones o guerrillas sigue existiendo en algunos hombres cierto recelo a la participación de las mujeres y con esto, ellas también tienen que lidiar. Más aún si se trata de escenarios en donde la lucha se va apenas gestando, los hombres son machistas, las mujeres viven sumisas o tiene muy poca participación política, y la lucha la emprenden mujeres muy jóvenes. Dicha situación es muy frecuente en las comunidades donde el mando del hombre es total. Bajo esas condiciones, a las mujeres les es fácil caer en el desánimo, pero a pesar de ello cuentan con la voluntad y saben que las cosas se irán transformando con el compromiso y perseverancia que asuman.

Como herencia, las que hoy en día habitan deben estar agradecidas con las que tiempo atrás se preocuparon por cambiar el mundo, puesto que si podemos votar, ir a la escuela o la universidad o simplemente leer los libros que desean, es porque hubo mujeres que se atrevieron a luchar.

Tampoco debemos olvidar a las que se han sumado a las luchas partiendo de una desgracia, como las madres que a diario inician la búsqueda incansable de sus hijos desaparecidos por el Estado, y que ahora conscientemente saben que no se trata de hechos aislados sino que es consecuencia del sistema de explotación en el que vivimos, y buscan que otros tantos habrán los ojos.

Las mujeres comprenden que la lucha no es entre hombres y mujeres, sino entre la clase explotadora y la clase explotada. Y si existe algo que deben tener siempre presente todas y cada una de las mujeres, es que la plena libertad y la igualdad entre sexos sólo será lograda si se suman a la lucha en contra de los que nos mantienen sojuzgados.