Diciembre, mes de mujeres revolucionarias.
El primero de diciembre en México, significa esperar unas cuantas horas para recibir mensajes políticos, casi nunca ajustados a la realidad. Al Presidente de la República de hoy le gusta pregonar que admira y respeta a los pueblos indígenas, sin embargo no retira a las tropas, esas si bien armados y bien comidos, de los territorios ancestrales de dichos pueblos. Basta conocer un poco la historia de los indígenas chiapanecos: en el siglo XX los latifundios chiapanecos denominados “fincas” eran controlados por hombres armados, “las guardias blancas” o sicarios profesionales, que eventualmente “alquilaban” soldados, para agredir a los pueblos indígenas. Esa vergüenza nacional se dio a conocer un primero de Enero y ya nadie lo puede ocultar.
Todos, absolutamente todos los gobiernos del país han mostrado ser insensibles ante esa realidad. Las tropas deben salir de los territorios indígenas, -eso dice nuestra Constitución Política Nacional- y no se cumple. José Martí dijo: “sentir profundo desprecio de las palabras que no van acompañadas de los hechos” esa es nuestra enseñanza en esta fecha que nosotros no olvidamos.
Son dos compañeras y un compañero que recordamos en los diciembres, una es Rosita, las antigua “madre de todos” los guerrilleros del núcleo inicial de la selva chiapaneca, donde se encontraba Murcia, y recordamos también a nuestro compañero fundador de la FLN el 6 de agosto de 1969 “Teo” o “Gonzalo”. Hoy vamos a recordar a nuestra compañera Murcia. Transcribimos un artículo publicado en el año 1982 en el Nepantla 21 sobre nuestra inolvidable compañera:
“Compañera Murcia…. ¡Presente!”
“La compañera “Murcia” fue bautizada con su nombre de guerra por nuestro primer responsable compañero Pedro después de los acontecimientos del 19 de julio de 1971 en Monterrey, cuando una de nuestras casas de seguridad fue descubierta por la policía por razones fortuitas, anteriormente ella había utilizado el nombre de Reneé, su verdadero nombre es Elisa Irina Sáenz Garza.
Nació en Monterrey, N.L. en 1946, hija de un gran hombre, forjador de conciencias, maestro universitario el Dr. Mateo A. Sáenz, supo inculcar en ella las ideas revolucionarias que abrazó siendo aún muy joven.
Al igual que para muchos jóvenes de su generación la Revolución Cubana vino a terminar con el mito de la imposibilidad de realizar una revolución socialista cerca de los fronteras del más grande país imperialista, idea aceptada como dogma en aquellos días por los grupos reformistas. Participando activamente para lograr la solidaridad con la Revolución Cubana fue como logró entablar una relación política con el Lic. César Yáñez llamado posteriormente “Compañero Pedro” y otros jóvenes que fueron los fundadores de nuestra organización, aunque la amistad con ellos databa de muchos años antes.
Al integrarse ese grupo de jóvenes al Ejército Insurgente Mexicano la compañera Licha o Lichita como le decíamos de cariño, no vaciló en solicitar su incorporación, misma que se aceptó y empezó a militar, recabando fondos, comprando equipos, guardando armamento, transportando compañeros, rentando casas, haciendo o recibiendo cartas o llamadas y todo ese aparato clandestino que hay que echar a funcionar cuando de verdad se piensa en hacer la revolución. Más difícil para quien empieza sin ninguna experiencia, consejo, o palabra docta cuando el proceso cuenta ya con el transcurso del tiempo con cuadros experimentados, entonces únicamente ella y quien esto escribe integrábamos la “fabulosa” red de militantes, además de un colaborador y la simpatía de los familiares de los entonces “muchachos” que habían abandonado sus hogares para integrarse a la guerrilla.
La historia del Ejército Insurgente es ya conocida hasta por la policía, sin embargo esta historia triste no hizo desanimar a los compañeros y el 6 de Agosto de 1969 se fundó en Monterrey, N.L. en la casa marcada con el número 846 de la calle 5 de mayo Oriente, nuestra organización. La compañera entonces llamada Reneé fue la primera Compañera militante de nuestra organización.
Tocó a ella pagar el “noviciado” siendo la primer mujer dentro de una organización en ciernes, todavía no bien estructurada donde el “machismo” imperaba, no por querer implantarlo sino porque era y es herencia de la sociedad capitalista y nuestro corto desarrollo veía como “normal” el relegar el trabajo revolucionario que implica trabajos domésticos a las compañeras. Ella combatió esas actitudes machistas y pronto le trajeron problemas con los compañeros, se le acusó de “enojona”, “biliosa” pero ella nunca transigió. Sin embargo nuestro compañero primer responsable “Pedro” determinó criticando esas actitudes machistas y nunca perdió la confianza en ella nombrándola responsable de finanzas primero; después al incorporarse como profesional la nominó responsable de Red. Ahí se enfrentó igualmente a la incomprensión, envidia de los subordinados e incluso de su compañero con quien se había casado años antes, llegando a la separación.
Fue transferida a otra red, ya para entonces las filas de nuestra organización se veían nutridas por compañeras. No vaciló en ponerlas al tanto de las actitudes machistas que si bien eran criticadas por nuestra Dirección Nacional eran puestas incondicionalmente en práctica por los compañeros.
Para entonces el compañero primer responsable vivía con un núcleo de compañeros en un rancho comprado para entrenamientos en la zona de operaciones. La compañera Licha entonces llamada Murcia fue la primera compañera seleccionada para integrarse al futuro núcleo Guerrillero.
Ahí estaba ella en el puesto que se le había asignado cuando los soldados trataron de tomar el rancho llamado “El Chilar”, después de hacerle bajas al enemigo, todos los compañeros se internaron en la selva, nunca se ha conocido con certeza lo que ocurrió meses después. Se habla de una guerrillera que con una metralleta mantenía “a raya” a los soldados, otros dicen que fue aprehendida, violada y enviada a la zona militar donde nada pudieron “sacarle”; otra versión dice que fueron intimados a rendirse pero los guerrilleros abrieron fuego derribando un helicóptero muriendo 17 soldados que iban dentro y que entonces combatieron hasta morir.
La verdad para nosotros es quien vive y pelea por su patria hasta la muerte si es preciso, no muere nunca, porque “morir por la patria es vivir”. Al acordarnos de compañeras como Murcia lo hacemos siempre hablando en presente, sintiendo su ejemplo que nos impulsa a seguir….. compañera Licha, Reneé, Murcia…. ¡PRESENTE!”
¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la Libertad!
Grupo Editorial de La Casa de Todas y Todos.