Editorial diciembre: Tonantzin, Guadalupe, diosa y madre…
La espiritualidad del pueblo de México es patente. Los primeros en saberlo fueron los clérigos españoles que acompañaban a los soldados europeos durante sus incursiones en América; sangre, fuego y religión fueron sus principales armas para la conquista.
En el templo de la diosa Tonantzin, muy venerada por los pueblos indígenas en el cerro del Tepeyac, los clérigos erigieron en ese sitio, el templo a la virgen de Guadalupe (o tal vez, ahora se dice, que fueron los mismos sabios indígenas en un intento por preservar su cultura); madre y señora de los mexicanos. Todos los diciembres cualquier cantidad de personas la visitan, la veneran y le piden milagros; desde un triunfo de equipos mexicanos en algún deporte, hasta la salud, y riquezas que nunca llegan. La fe guadalupana no se agota.
Nosotros, además de las ceremonias a la guadalupana, tenemos el deber de recordar primeramente a nuestros compañeros que en el curso de estos 52 años de trabajos ayudaron a cumplir con nuestro proyecto político; y en segundo lugar, el día 31 de diciembre de 1993, fecha en que se inician los ataques frontales contra el enemigo común del pueblo de México, representado por el poder ejecutivo y su ejército; conocida es hoy la formal declaración de guerra del EZLN. Ustedes podrán escucharla tal y como se escuchó por radio en el municipio de Ocosingo, en ese día, dando clic en la liga de abajo.
Debemos también recordar el nacimiento de nuestra compañera Rosita, que en los inicios de la lucha nos apoyó, con armas, alimentos y sobre todo a dar ánimo ante las adversidades de la guerra. Ella de alguna manera fue la madre de todos nuestros compañeros.
Junto a ese recuerdo prístino y puro, otra heróica compañera bautizada en nuestras filas como “Murcia”. Llamada Elisa Irina, fue la primer mujer incorporada a la red urbana de las Fuerzas de LiberaciónNacional (FLN), el 6 de agosto de 1969 y al núcleo guerrillero en 1973. Junto con sus compañeros, emboscó a los soldados que llegaron al rancho de entrenamiento “El Chilar” en la selva y combatieron también a los gringos que se entrenaban en la laguna del Ocotal, en campaña de entrenamientos tácticos.
Murcia fue aprendida y torturada en las mazmorras del ejército, hasta hoy es una desaparecida política, nosotros no la olvidamos, ¡viva la llevaron, viva la queremos!
Por último, debemos mencionar a nuestro compañero fundador las FLN, Teodoro, Gonzalo, Eduardo, Felipe, o Pacha como usted lo quiera llamar, que nació un 31 de diciembre. Vamos a reproducir aquí las palabras que nuestros Compañero Alfredo responsable en la selva, lo que escribió sobre él en diciembre del año 1976:
COMUNICADO CONFIDENCIAL A:
TODOS LOS MILITANTES DE LAS
FUERZAS DE LIBERACIÓN NACIONAL
Recuerdo del Compañero Graciano A. Sánchez Aguilar, Gonzalo.
La vida militante de Gonzalo, su dedicación íntegra al desarrollo de nuestra revolución, sus actitudes diarias, su heroísmo cotidiano, su característica modestia, hicieron del suyo un ejemplo a seguir y ayudaron a forjar compañeros de nuestra vanguardia.
Honesto, invariablemente recto, nos dejó con su ejemplo en vida, con su lección frente a la muerte, el camino a seguir para quienes le sobrevivimos, y que no habremos de abandonar jamás hasta ver cumplidas sus aspiraciones de bondad, libertad definitiva de nuestros pueblos y entierro del imperialismo norteamericano.
Cursó en Nuevo León la carrera de Derecho y Ciencias Sociales y como abogado ejerció; pero nunca, duda alguna, de a quién debía servir cruzó por su mente, nunca negó sus servicios a los humildes y explotados que se acercaban a él buscando la defensa legal en sus conflictos. Nunca ocultó el carácter verdadero del gobierno opresor de servidor del capitalista, contra quien siempre peleó en los tribunales. Jamás remuneración alguna quebrantó su fidelidad a la causa de los humildes, como jamás obstó para defender causa justa alguna el no recibir pago por ello; en más de una ocasión pudo observar complacido cómo, a pesar de todo, los obreros que defendió, respondiendo a su confianza y orientación, ponían frente a todos los intereses bastardos, los de su clase social.
Dio clases por horas, como profesor en la Escuela Industrial Álvaro Obregón, donde también trataba y educaba a obreros o hijos de obreros. Ese trabajo que Gonzalo mantenía, constante, con los proletarios, arraigó su ideología y concluyó en la firme determinación de luchar con toda su capacidad, dedicación y empeño, con el método revolucionario que, por la violencia represiva sistemática que el gobierno opresor ejerce, exigen las condiciones objetivas; la única manera que los capitalistas y amos imperialistas merecen se conteste su violencia reaccionaria: mediante la violencia revolucionaria, desencadenando la lucha en forma de guerra de guerrillas que, luego de largo y cruento camino, luego de golpear a los pilares -ejército y policía- del gobierno opresor, terminará destruyéndolo y obtenido el poder por el pueblo, hará germinar la sociedad en el más genuino régimen democrático: la dictadura del proletariado.
El desprecio en que tenía, como Martí, las palabras que no van acompañadas de sus hechos, hace que Gonzalo, el 31 de enero de 1969, deje familia y trabajo y se incorpore a la lucha revolucionaria. El 6 de agosto de ese año funda junto a ocho compañeros, nuestras Fuerzas de Liberación Nacional.
Pudo vencer a los enemigos más difíciles y emboscados: nuestras actitudes apartadas de lo que debe ser el comportamiento de un revolucionario, deformaciones de nuestra vida pasada que arrastramos como lastre y que tan ocultas y arraigadas se presentan.
Gonzalo, con voluntad, pudo modificarlas puliendo su acción, convirtiéndola siempre cotidianamente en grito de guerra contra el imperialismo.
Los certeros criterios que poseía, su rigor, el ejercicio de la autocrítica, su actitud frente al trabajo ¡Cuántas virtudes y ejemplos podemos señalar como características de nuestro camarada! Así, grande, presente, fresco, es su recuerdo que contribuye a solidificar los pilares de nuestra organización. Así entregando todos los actos de su vida a la revolución, contribuyó a hacerla fuerte, hasta verla convertida en seguro instrumento, invencible e indestructible, vanguardia de su pueblo.
Junto a la determinación justa de hacer lo que se debe, frente al riesgo de la revolución en última instancia -la muerte-, debemos como él, anteponer siempre la consigna militante de entregar todos los actos de nuestra vida a la revolución.
Si así lo hacemos, podremos enfrentar el último momento con la dignidad y decisión requeridas, con la certeza absoluta de la necesidad de este método revolucionario.
VIVIR POR LA PATRIA O MORIR POR LA LIBERTAD
Fuerzas de Liberación Nacional
31 de diciembre de 1976.
Este Comunicado se encuentra en la página 103 del Cuaderno de Trabajo Dignificar la Historia II, Las Fuerzas de Liberación Nacional y los combates por la memoria (1974-1977).
Grupo Editorial de La casa de Todas y Todos
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