Editorial (I) noviembre 2015.
La política en la formación de los ejércitos del pueblo
“Esta guerra revolucionaria, más que ninguna exigirá el combate en todos los frentes. Nuestra arma fundamental: la ideología, que llevará a que todo el pueblo, fundiéndonos nosotros con él, derrote a nuestro enemigo de clase: el imperialismo…
…este principio debemos desarrollarlo incesantemente, comprendiendo que esta guerra es la continuación de la política revolucionaria por el método que nos han impuesto las condiciones mismas del enemigo.”
Dignificar la Historia I, pág. 48
Tomó 14 años a las Fuerzas de Liberación Nacional sentar las bases para la construcción de un ejército del pueblo en nuestra patria. La primera piedra fue un núcleo guerrillero, que puso en práctica la guerra del pueblo, donde se construyó una correcta política de masas, que respetó los intereses más sentidos de nuestro pueblo. Así, poco a poco, en las montañas se conformó, no sin sacrificios, lo que sería el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, hace ya 32 años.
El 17 de noviembre de 1983, después de conocer y caminar la montaña por 14 años, de conocer y reconocer a las comunidades indígenas de la región, de entrenar combatientes conscientes, de formar grupos urbanos de apoyo a la lucha armada en las montañas y de preparar los servicios político-militares que todo ejército requiere (sanidad, transmisiones, materiales de guerra, seguridad y sobre todo de cuadros políticos) se “estableció” un primer campamento en la futura zona de operaciones del EZLN. Todo esto se hizo dentro de ésta compleja organización clandestina, las FLN, que no recurriría a la violencia para obtener fondos económicos y sí al convencimiento político para subsanar los gastos de guerra.
Se creó así un ejército de “nuevo tipo”, un ejército del pueblo, con mandos que recibían la crítica pública cuando olvidaban el compañerismo que nace de una necesidad política y da mal ejemplo a su unidad. No es redundante decir que, todo es político en un ejército político, donde la formación de cuadros políticos tanto del campo como de la ciudad es fundamental. En esa situación, es necesario comprender los aspectos históricos en el contexto nacional e internacional para entender la importancia de la guerra de liberación, como la continuación de la política así sea como un recurso último y extremo, si se quiere ver así, para liberar a los pueblos.
El estudio, el trabajo en colectivo y el compañerismo como premisas militantes, fue lo que permitió a las FLN no equivocar nunca sobre quién es el enemigo principal y cuál es el secundario, así como no confundir los tiempos. Todo esto, la lucha por la liberación y la construcción del ejército del pueblo en México tiene aún vigencia, es nuestro deber hacerlo.
Por último, recordemos aquí lo que escribió el primer responsable de las FLN el 8 de octubre de 1971:
“No renegamos de ninguna forma de la lucha rural ni de la urbana, pero deben ser usadas cuando existan posibilidades de capitalizar en el aspecto político sus múltiples efectos; olvidarlo, dejarse llevar por la impaciencia o las facilidades que en un momento dado presenten, es un desahogo de conciencia, o acto desesperado que sólo compromete el futuro de la revolución y no aporta nada positivo a la lucha. Se combate callando o gritando, caminando o detenidos, si se hace de acuerdo a las pretensiones del pueblo y fortaleciendo nuestra posición, no haciéndola más riesgosa o vulnerable.
Esto nos lleva a cumplir con la consigna de crear dos, tres, muchos Vietnam como la única correcta para lograr, convirtiendo nuestro suelo en otro bastión indoblegable, un mundo luminoso en el que recobrada la libertad perdida, podamos borrar la separación incomprensible entre todos los hombres y los pueblos.
EN CONCLUSION: Nuestra lucha es una guerra implacable contra la dependencia económica extranjera; contra el gobierno opresor representante de esos intereses; contra el ejército y la policía opresora, sostén material de esa situación; contra la miseria, la desocupación, la incultura y la insalubridad a que esa situación nos arroja.
Por el establecimiento de una democracia popular permanente.
Por el restablecimiento de la dignidad y el respeto a todos los humildes y explotados de este país.
Por una nueva distribución de la riqueza, la entrega de la tierra a los campesinos y las fábricas a los obreros.
Por el respeto y la solidaridad con todos los pueblos de la tierra.
¡VIVIR POR LA PATRIA O MORIR POR LA LIBERTAD!
Compañero Pedro
Fuerzas de Liberación Nacional
Rep. de México, octubre 8 de 1971”
*Dignificar la Historia I, pág. 77
Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos