NA: “techo, tierra, trabajo” – IV
Nepantla 9, 15 de marzo de 1980
Vivienda
por Ruth
IV de VI partes
IV
HACINAMIENTO
En viviendas de una sola pieza viven familias con 9 hijos o más. Los conflictos que provoca el hacinamiento van desde la violación hasta el asesinato, o por lo menos llegan a alterar el sistema nervioso de quien viven en tales circunstancias. En el campo se presentan las mismas características de las grandes ciudades, o peores; en los espacios abiertos no son mejores ni más amplias las chozas en que habitan indígenas y campesinos.
El congestionamiento humano ha avanzado a la par del capitalismo. Marx en El Capital hubo de ocuparse del problema de la vivienda y aparece en una de sus páginas la investigación de un médico inglés que escribió: “En su grado culminante, este grado de cosas impone casi inevitablemente una tal negación de todo miramiento de delicadeza, una promiscuidad tan sucia de cuerpos y de necesidades físicas, una desnudez tal del sexo, que ya más que humanas son bestiales… Para los niños que se crían bajo esta maldición, es un bautizo de infamia…” Descripción que se ajusta a las actuales condiciones de vida de los miserables.
LAS CONSTRUCCIONES
Es grande el número de víctimas que resultan de desastres ocasionados por fenómenos de la naturaleza cada año; tras la temporada de lluvias se registran derrumbes en inmuebles vencidos por el tiempo, entre ellos las vecindades que en el siglo pasado eran habitadas por gente de un estrato superior y que posteriormente fueron ocupadas por obreros, artesanos, gente humilde. No es difícil que con frecuencia sucedan derrumbes en ellas, así como en viviendas y habitaciones construidas por los propios trabajadores sin que intervenga un adecuado asesoramiento técnico.
Si se desea conseguir vivienda barata, tendrá que ser de tepetate, arcilla, adobe o madera, y estar deteriorada. Estas construcciones de baja calidad no resisten los movimientos telúricos, ni de las fuertes granizadas o los huracanes, por lo que es siempre a los desposeídos a quienes ocurren las perores desgracias, viviendo en constante tensión ante la amenaza de su vida.
DESALOJOS
Las invasiones de terrenos resultan un floreciente negocio para vendedores fraudulentos y seudolíderes que ofrecen terrenos no regularizados, y los compradores –ignorantes o a sabiendas- se asientan irregularmente a falta de alternativas adecuadas. El paracaidismo se encuentra a la orden del día, en vista de que la tierra es propiedad de monopolistas; los asentamientos resultan en lotes y terrenos propiedad de particulares o estatales. Posteriormente son brutalmente desalojados por la policía encargada de la faena, que además saquea sus casas. Esta es una de las soluciones que aplica el gobierno; por medio de la fuerza bruta se arrasan los tugurios en unos días y se deja limpia la zona, pues estas colonias “obstruyen el desenvolvimiento citadino” a la vez que constituyen zonas de presión que cuestionan a la sociedad en que viven, acuden en masa a oficinas del gobierno a presentar sus demandas, realizan manifestaciones, forman comités de lucha, etc… Encabezados como éste: “El juez ordenó el lanzamiento de una familia; los granaderos lanzaron violentamente a 21, de paso golpearon a algunas mujeres y unos cuantos niños” (Uno Más Uno, 8 de septiembre de 1979), demuestra una vez más al servicio de quién están las fuerzas represivas del “orden”. Estrangulados por la gran selva de asfalto y los hormigueros humanos los terrenos ejidales y comunales son también ocupados. El terreno agrícola desaparece, lo liquidan las invasiones y acciones fraudulentas de fraccionadores clandestinos.
Continuará….