Las nuevas formas de control y represión social en México

  • El encapsulamiento, la contención, la represión y “dar la espalda”
  • El neoliberalismo y la estrategia del topo

El capitalismo neoliberal, caracterizado como un sistema de saqueo abierto de la riqueza natural de los países dependientes y de despojo del derecho a un trabajo digno que asegure las condiciones mínimas de vida para la sociedad, es más que nunca un sistema de muerte para la humanidad.

En los países dependientes de la metrópoli capitalista, como es el caso de México, el Estado actúa como un instrumento imperialista que necesita desarrollar y perfeccionar sus formas de control, contención y represión social para poder aplicar las reformas neoliberales que garanticen a las grandes empresas nacionales y trasnacionales altas tasas de ganancia sin trabas de ningún tipo.

En todos los terrenos, el Estado elimina barreras que impiden o dificultan a las grandes empresas extranjeras aumentar sus ganancias a costa de la depredación de la ecología y los derechos humanos, incluida la libre manifestación de las ideas, la organización civil pacífica y la libre circulación por el país.

El neoliberalismo, en su política de despojo salvaje, impone al Estado mexicano un perfil que lo desenmascara como enemigo abierto de la sociedad, que no escucha, no ve ni responde a los reclamos más mínimos, porque entran en choque directo con los intereses del imperialismo. Se sientan las bases entonces, para una confrontación directa con la sociedad, donde la lucha de clases se hace más visible.

En los últimos meses hemos visto que la estrategia del Estado como aparato represivo para el control social, se nutre de nuevas formas de contención para impedir o minimizar la inconformidad social que crece todos los días ante la embestida de las reformas estructurales. No son formas descubiertas en México, sino en otros países que han enfrentado antes la resistencia y lucha social anticapitalista.

Nos hemos sorprendido ante las técnicas de “encapsulamiento” de las manifestaciones por parte de los granaderos, del intento de evitar que los contingentes de maestros ingresen a la Ciudad de México y del cerco para impedir la recuperación del Zócalo, que ha sido despojado por el gobierno capitalino como espacio público para la libre manifestación de las ideas.

El hecho más reciente que nos llama la atención es que ante el intento de diálogo de los maestros para continuar la marcha hacia el Zócalo, los granaderos le dieron la espalda a miles de manifestantes, lo cual representa un mensaje evidente de desprecio y de una política de topo de un Estado que no está dispuesto a escuchar, ni responder a los reclamos sociales, ya ni siquiera de forma simulada como lo hacía en años pasados.

La táctica de “dar la espalda” tiene varios significados, unos evidentes y otros ocultos, que definen el nuevo rostro del Estado neoliberal mexicano. Pasemos a enumerar algunos.

  1. El “dar la espalda”, además de ser un mensaje evidente de desprecio (no te veo, no te escucho, no me importas), simboliza la política impuesta y asumida por el Estado neoliberal mexicano en el nuevo contexto mundial. Las grandes multitudes de inconformes no importan ni son dignas de diálogo, porque los intereses del capital entran en contradicción directa con las necesidades de la sociedad en todos los niveles y el Estado como instrumento del capital debe asumir el papel de sordo. Entonces lo que adopta es la “política del topo”, que consiste en esconderse para no ver. Dar la espalda es eliminar de mi mirada a un interlocutor que no vale la pena.
  2. “Dar la espalda”, en un sentido más encubierto, es mostrar el trasero y lo qué significa el adversario para mí. En las charlas populares es común escuchar a un sujeto que invita a su interlocutor a besarle el trasero, como un gesto para denigrarlo. El análisis freudiano de tal conducta, relaciona la suciedad que atribuimos a la zona anal como conducto del excremento. En el fondo, el mensaje de volver la espalda es “la mierda” que significa el adversario para mí.
  3. El desprecio de las clases dominantes hacia los dominados está simbolizada en el “dar la espalda” a quienes considera inferiores, “sucios”, “desordenados”, “feos”, “vándalos”, “delincuentes”, “pobres”, “chusma”. Los términos empleados, se asocian a nivel encubierto con el trasero, que debe expulsar todo lo que no sirve para mandarlo al caño y convertirlo en estiércol.
  4. Desde el psicoanálisis freudiano, la represión de la zona erógena anal (que ha perdido su significación erótica en el curso de la evolución), se refleja en el orden, la limpieza, la escrupulosidad, la avaricia y la tenacidad, que fácilmente se convierten en obstinación, cólera y tendencia a la venganza. Resulta lógico entender entonces el discurso oficial de “restablecer el orden” a toda costa cuando la protesta social amenaza el sistema de privilegios de las clases dominantes. Un Estado que en su cerrazón al diálogo se niega a escuchar y criminaliza la lucha social, abre también las puertas a nuevas formas de resistencia social más directa y eso lo sabe el Estado y se prepara para ello.
  5. La eliminación de personas y grupos que se contraponen al proyecto neoliberal de despojo, se simboliza con la expulsión, eliminación de cuerpos “extraños” y en el “encapsulamiento” de todo lo que ponga en riesgo al capital. La intención es evitar que se concentre en un punto la lucha de la sociedad. Es mejor mantener dividida la protesta que concentrada en un lugar, pues así se debilita al movimiento y se oculta la dimensión real del hartazgo social.

 

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Maestros encapsulados en la CDMX

 

En lo general, el movimiento social centra sus esfuerzos en reunir fuerzas para obligar al Estado a echar abajo las reformas estructurales. En lo que viene, las dimensiones de la inconformidad irán creciendo, aunque a diferente ritmo en las distintas zonas del país. Sin embargo, el imperialismo parece haber impuesto al Estado mexicano la política de no escuchar a la sociedad y preparar sus cuerpos represivos y su legislación para criminalizar la protesta, pues el neoliberalismo viene por todo y no está dispuesto a ceder.

De continuar la situación como sigue, al movimiento social no le quedará más que DAR LA ESPALDA al Estado y echar a andar procesos de organización y estructuras de lucha para caminar hacia un nuevo proyecto de país con libertad, justicia y derechos humanos para todos.

Corresponsalía de Jorge.
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