A 60 años de la integración del Grupo Popular Guerrillero

Génesis del asalto al cuartel de Ciudad Madera

“Ni locos, ni suicidas, ni mártires.  Mártires los cristianos que se inmolaban

en el circo romano, suicidas los kamikazes japoneses; locos, Hitler y Mussolini.

  El revolucionario no es suicida ni ama a la muerte.  El revolucionario aspira a vivir para transformar las condiciones de vida miserable de su pueblo y si para lograrlo es necesario

entregar la existencia, gustoso la da para que el pueblo siga viviendo.”

Cro. Mario. Nada es Gratuito en la Historia

Cuaderno de Trabajo “Dignificar la Historia” III.  Pag. 88. Dignificar la Historia.

Maestros rurales, estudiantes y campesinos del Estado de Chihuahua, integraron hace 60 años el “Grupo Popular Guerrillero” (GPG), impulsado por un núcleo de rebeldes que participarían un año después en el asalto al cuartel de Ciudad Madera (septiembre 23 de 1965), como respuesta del pueblo organizado a la represión y cerrazón del Estado mexicano a las demandas de justicia social.

Entre los integrantes del grupo se encontraban Arturo y Emilio Gámiz García (hermanos), Salomón Gaytán, Pablo Gómez, Miguel Quiñonez, Oscar Sandoval, Florencio Lugo, Rafael Martínez Valdivia Antonio y Lupito Scobell (hermanos) y otros más que tuvieron un papel relevante en la primera rebelión armada de orientación marxista registrada en el país.

Los primeros días fueron especialmente difíciles para el grupo rebelde, ante la tarea gigantesca de organizar la respuesta armada del pueblo, harto de los abusos y despojo de tierra por parte de los caciques, ganaderos y compañías madereras protegidas por el Estado cómplice.

El último sobreviviente del Asalto al Cuartel Madera, Raúl Florencio Lugo, nos permite entender el pensamiento político de los insurgentes, los motivos y la ideas que los llevaron a emprender una acción de tal magnitud, que marcó a los movimientos armados en el país.

Lugo comenta que el grupo de compañeros se mantuvo por más de un año “propinando derrotas y golpes tanto al ejército como a los caciques y sus “guardias blancas”.  Durante ese tiempo se dedicaron a realizar labor política entre los habitantes de la región, estando a la vez en contacto constante con las masas estudiantiles radicalizadas de las normales rurales y urbanas del estado. Realizando a la vez una vasta labor ideológica en el seno del mismo grupo y asimilando experiencia militar y consiguiendo implementos bélicos para desarrollar la guerra revolucionaria.”

A continuación, transcribimos un fragmento del testimonio escrito por Raúl Florencio Lugo. La versión completa puede consultarse en la siguiente liga:

https://raulflorenciolugoh.blogspot.com/2024/09/asalto-al-cuartel-de-ciudad-madera_2.html

“Surge la denominación de “Grupo Popular Guerrillero”, con base en una acción militar ejecutada por Guadalupe Scobell. Primer encuentro con el enemigo.

El núcleo fundador de la guerrilla estaba en su mayoría compuesto por campesinos o gente pobre de la ciudad; de procedencia citadina era el profesor Gámiz, comandante en jefe del grupo. Todos estos cuadros primarios de la guerrilla eran producto de luchas democráticas. La experiencia lograda a través de invasiones de tierras, de tramitación agraria en las oficinas de la Reforma Agraria, así como la movilización campesina dirigida por la UGOCM a principios de los años sesenta en el estado de Chihuahua, habían servido de base para la formación de éstos cuadros.

Aun cuando, repito, el reclutamiento no se planteaba como un objetivo inmediato, no faltaba que entre los campesinos, la gente del campo quisieran unirse a la guerrilla. Es el caso de Lupito Scobell, quien no se había incorporado al grupo armado porque estaba cumpliendo, por necesidad, el desempeño de funciones importantes en el área suburbana de Ciudad Madera; la iniciativa de hostigamiento al enemigo no estaba limitada para estos compañeros. En el caso que estoy señalando, eran tantos los deseos de participación armada, que Lupito por iniciativa propia (29 de febrero de 1964), quemó un puente por donde los madereros pasaban con sus cargas extraídas de la Sierra. En esta ocasión Lupito dio a conocer la acción adjudicándosela al “Grupo Popular Guerrillero”, de allí en adelante éste sería el nombre de nuestro grupo.

El proceso de exploración y establecimiento en la zona requería más gente haciendo trabajo político entre los campesinos, que los organizara y preparara para la lucha. Gente capaz ideológica y políticamente que pudiera desempeñar el trabajo de politización para evitar tener que sacar de la zona a aquellos campesinos más politizados, puesto que estos compañeros desempeñaban, en el momento actual de la lucha, trabajos que en su comunidad eran de vital importancia.

El profesor Gámiz, consciente de esta situación, evitó incorporar antes de que fuese necesario a este tipo de compañeros cuya ansia de enfrentamiento directo con el enemigo era mucha, pero cuya importancia en el trabajo de creación de base organizada para la guerrilla, requería de ese entusiasmo y de esa voluntad de lucha. Esto no señala, por supuesto, que no viéramos la necesidad de subir más gente, pero se pensaba que dicha necesidad podía ser solucionada por la red urbana.

La tarea de reclutamiento en esos momentos era difícil, ya que, por una parte, los compañeros campesinos disponibles para incorporarse no tenían sustituto que continuara su trabajo político en sus localidades; por otro lado, la red urbana no podía suplir esa necesidad en el trabajo de masas por no tener los cuadros adecuados para ello. Asimismo, para abastecer a la guerrilla de compañeros de la ciudad, la red urbana fue insuficiente sobre todo cualitativamente. El caso de un compañero estudiante es bien ilustrativo de este hecho. El estudiante, por su actividad en la Universidad, fue localizado y perseguido por el aparato represivo, lo que le obligó a remontarse a la sierra. A los tres días de estar arriba pidió su baja por no aguantar el ritmo de la vida guerrillera.

Por supuesto, no quiere decir que un compañero de la ciudad no pueda ser guerrillero rural, pero marca la necesidad de llevar a cabo previamente un proceso de preparación ideológica y entrenamiento militar, lo más completo, dentro de lo posible, en ellos.

El saber por parte de nosotros que la lucha era larga y llena de dificultades, evitaba precipitarnos en cuestión de reclutamiento. Así, una ocasión en que llegó un mensaje de la ciudad donde se nos decía que siete compañeras estaban listas para incorporarse al grupo armado y se nos pedía autorización para que lo hicieran, la respuesta de nosotros fue que por el momento no era posible, ni conveniente que se incorporaran, ya que el inicio mismo de la guerrilla imponía esfuerzo y sacrificio, en todos los aspectos, que era difícil soportar. Si hubiéramos estado en una etapa de poder controlar militarmente la zona, las compañeras se habrían podido incorporar al grupo armado y se les habría podido proporcionar el debido entrenamiento militar del que carecían.

Estos eran en sí los elementos generales que conformaban los aspectos fundamentales en el trabajo político que inicialmente realizaba la guerrilla.

Después de un desplazamiento continuo en la zona que comprende desde Ciudad Madera hasta los límites con Sonora y tras realizar el trabajo que en párrafos anteriores se describe, llegamos en una ocasión al campamento que habíamos establecido a nuestra llegada.

Hasta allí llegó Juan Antonio Gaytán, hermano de Salomón, para informarnos que habían llegado al pueblo de Dolores un grupo de judiciales rurales, que por el norte se les conoce como “acordada”, y un pelotón de soldados. En su informe señalaba que el grupo que había llegado estaba presionando al pueblo para que denunciara el lugar en donde se encontraba la guerrilla. Sin embargo, pese a las humillaciones y los golpes, ningún campesino nos denunció. Al ver esto, el grupo de rurales se trasladó al rancho de los Gaytán, donde detuvieron a Juan Antonio y a otro campesino que vivía allí cerca, los cuales fueron golpeados con el mismo propósito: saber nuestra ubicación.

Al ver que no lograban con sus métodos represivos sacar los informes que querían, apresaron a un sobrino de los Gaytán, como de unos diez años de edad, y lo torturaron atándole una soga al cuello y levantándolo a la vez que le preguntaban en donde se encontraban sus tíos. Lo que nos llama la atención no es el sistema represivo usado por el enemigo, que es bien conocido por el pueblo mexicano, sino la actitud de los campesinos y del niño, ya que casi todos sabían que nos encontrábamos cerca, que nuestro campamento estaba atrás de una cordillera cerca del rancho de los Gaytán.

El rancho se encontraba en un lugar que se denominaba Arroyo Amplio, cerca de Dolores, donde se levanta una cordillera suficientemente alta como para dominar una gran extensión de la sierra, que alcanza hasta los límites con Sonora. Atrás de esa cordillera, en una barranca, se encontraba nuestro campamento y en la parte más alta nuestro puesto de vigilancia. Como medida de seguridad nos remontábamos a las partes más altas de la sierra, pero la comida y el agua se nos acababan y nos veíamos en la necesidad de tomar agua de lluvia estancada en las tinajas naturales de los peñascos y en ocasiones tuvimos que limpiar pencas de nopal y masticar la pulpa para mitigar la sed.

Nuestra reacción, al conocer la noticia que nos llevó Juan Antonio, fue de coraje e indignación, tomando inmediatamente las precauciones para evitar cualquier sorpresa. Nos subimos a lo más alto de la cordillera y analizamos la situación y sus implicaciones políticas. Como resultado de lo anterior se estableció lo siguiente.

El pueblo campesino nos había brindado todo su apoyo y colaboración, lo último más concreto en situaciones de represión lo estaba demostrando al no denunciamos. Era notorio que el campesinado había prestado su colaboración y solidaridad a la guerrilla por considerarla una alternativa real de cambio y una fuerza política en que estaban plasmados sus anhelos libertarios; nosotros en el momento, tácticamente debíamos, y nos convenía, eludir el enfrentamiento directo con el enemigo, pero no podíamos permanecer quietos ante aquella situación que podía echar por tierra la confianza de los campesinos, ganada con un gran trabajo de politización; aun cuando la correlación de fuerzas nos era desfavorable en el aspecto estrictamente militar, políticamente nos convenía realizar una acción de enfrentamiento con el enemigo por dos razones fundamentales:

1.- Demostrarle al pueblo que nuestras ideas y nuestra práctica revolucionaria estaban comprometidas hasta sus últimas consecuencias; que no rehuíamos al combate; que éramos una fuerza revolucionaria; que hacíamos de los problemas y sufrimientos del pueblo una cosa nuestra y que estábamos dando el ejemplo de batalla contra el enemigo de clase.

2.- Demostrarle al enemigo que la guerra estaba declarada y que sería una guerra a muerte.”

Los hechos registrados en Chihuahua fueron decisivos para los movimientos armados que le siguieron, y al contrario de lo que difunde la ideología dominante, no representaron acciones desesperadas de grupos suicidas o locos que actuaron al margen de la sociedad, sino respuestas organizadas de un pueblo que lucha por construir un país con justicia y dignidad, sin represión, opresión ni explotación, un país para todas y todos. Una tarea que sigue pendiente.

“Vivir por la Patria o Morir por la Libertad”

Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos