8 de marzo, nuestras luchas

8 de marzo, nuestras luchas.

“Yo soy de aquí, nací en los campos, 
yo soy de aquí, de esta tierra, 
de sol, montaña y mar, de luna primaveral
yo lucharé mi tierra hermosa, 
yo lucharé hasta la muerte
Y no permitiré, que el tirano brutal,
con su brazo infernal
destruya, mi inmenso mar…”
Yo soy de aquí. Taoné. Cantos de la lucha de Puerto Rico.


Este 8 de marzo, nuestros cantos de libertad retumban los muros de la opresión, la miseria, la desigualdad social son resultado del modo de producción que crea formas específicas de reproducción social, ideológica, económica, política, de explotación y acumulación de riqueza, por tanto, como lo han dicho antes nuestras compañeras, reconocemos que la lucha es de clase, no de sexos.
En nuestro México se asesina a 11 mujeres al día, y ocurren 192 lesiones dolosas contra las mujeres al día, para quienes somos mujeres, trabajadoras en las ciudades, en el campo, en cualquier localidad, migrantes, o si pertenecemos a algún pueblo originario estas condiciones se recrudecen con racismo, falta de acceso a servicios de salud, educación, vivienda, trabajo digno… en tales circunstancias comprendemos que podemos vivir con miedo como recurso de supervivencia a la esclavitud, la colonia, al capitalismo, a la violencia, a la muerte… pero somos más que víctimas o mujeres que vivimos con miedo, somos revolucionarias conscientes que hemos sobrevivido y resistido a estas formas de dominación en el campo, en las ciudades, en las montañas y los mares.
Por esta tierra cantamos, por esta tierra luchamos.
Por nuestra voz hablará la tierra. Llegará el tiempo, en que la ira y odio del tirano no nos matará, no vamos a desaparecer, venimos en todos los colores de los más de 476 millones de nuestros pueblos originarios en todo el mundo, hablamos nuestras lenguas maternas, venimos en todas las tonalidades de la ira como las hermanas Palestinas, tenemos la negritud en nuestras venas, en la piel y en el corazón, rugimos como el viento como las estudiantes, sembramos vida en los campos y navegamos en la mar, herreras somos, costureras, cocineras, curanderas, poetas, maestras, médicas, escritoras, revolucionarias latinoamericanas, kurdas, africanas…cantamos por la libertad y la vida, contra la opresión, en todas partes existimos. Nuestra memoria de revolución y conciencia pervive y se fortalece, a nosotras nada nos han dado, la conquista de nuestros derechos como mujeres ha sido una lucha histórica y de clase.
Luchamos por erradicar un sistema económico capitalista, por la liberación nacional, por la abolición de las desigualdades, contra la violencia sistémica y machista que se ejerce contra nosotras en todos los ámbitos y sectores por transformaciones políticas, económicas, culturales, ecológicas, por la plena equidad de derechos entre las personas de todas las preferencias o condiciones sexuales y libre elección sobre nuestro cuerpo, por nuestros derechos biológicos, incluido el aborto, a elegir si tenemos hijos o no, o bien cuántos hijos queremos tener.
Respetamos la pluralidad, valor y necesidad de los movimientos feministas, y de las luchas de las mujeres pues todas padecemos la violencia sistémica, por ello, nuestra lucha es permanente, siempre con un horizonte, nacional, revolucionario e internacionalista.
Convocamos a todas aquellas mujeres que deseen organizarse o continuar con sus procesos organizativos a que construyamos espacios de articulación y encuentro que sumen a la lucha que desde las mujeres realizamos, con la escucha que se requiere y el acompañamiento desde los distintos espacios de trabajo.

Compartimos el pronunciamiento de las luchas de las mujeres de la CMPFLN




FLN 1969 – 2023

Como conmemoración de la fundación de las FUERZAS DE LIBERACIÓN NACIONAL (FLN) y a la memoria de todas las mujeres y hombres que han construido esta organización, compartimos una entrevista con el Compañero Comandante Germán que fue realizada recientemente por Influencer Social.

Por el rescate de la memoria y la dignificación de la historia

Grupo Editorial La Casa de Todas y Todos

¡VIVIR POR LA PATRIA, O MORIR POR LA LIBERTAD!




Nosotros el pueblo, somos la Revolución

Y jurad que si veréis que invadida

se ve de nuevo nuestra patria bella,

 laureles mil conquistareis para ella,

o moriréis por ella con placer

-Dolores Jiménez

Para entender nuestro presente, es importante conocer la historia de nuestros pueblos, de procesos que llevaron a cabo personas conscientes de la lucha, ejemplo del quehacer revolucionario, en pensamiento y práctica, personas que dedicaron y entregaron sus vidas por la revolución. Por eso, hoy recordamos a mujeres y hombres que construyeron una de las luchas sociales más importantes del siglo XX: la Revolución Mexicana de 1910; en contra del burgués, del hacendado y de todo aquel que se había enriquecido con el trabajo del pueblo trabajador.

La historia oficial, la que el mal gobierno manda leer, quiere confundirnos al decir que Revolución Mexicana significa un evento lineal, cuando fue un proceso con contrastes y cambios, conformada por grupos políticos con distintos objetivos. En libros y discursos públicos hablan sobre falsos héroes que no servían al pueblo mexicano, sino protegían intereses de la misma clase política que decía despreciar el régimen de Porfirio Díaz, cuando su intención era tomar el poder manteniendo beneficios sólo para los suyos a costa de desigualdad e injusticia; por eso recordamos, para que exista un reducido grupo de ricos debe existir una mayoría de explotados que con su fuerza de trabajo sostienen los despilfarros del acumulador capitalista.

El acontecer de la Revolución

A grandes rasgos, el estallido de la guerra revolucionaria fue consecuencia de las condiciones de opresión, pobreza y marginación que se vivía. En 1892 surgen las primeras movilizaciones en el centro de la Ciudad de México, cuyos antecedentes son decenas de levantamientos campesinos e indígenas esporádicos y efímeros en distintos puntos del país contra la dictadura porfirista, en 1900 se crean los primeros círculos liberales del Partido Liberal Mexicano (PLM) conducido por los hermanos Magón, los cuales se extenderán a 16 estados de la república y el sur de Estados Unidos.

En 1910, la insurrección campesina forjaba el eco de las montañas que llegaba a las ciudades, para transformarse en grandes movilizaciones de oprimidos que pronto formaron rebeliones contra la dictadura, también se constituyen ejércitos revolucionarios populares, conformados, principalmente, por campesinos e indígenas de diferentes etnias que buscaban una verdadera transformación social, con enlaces, bases y redes internacionalistas.

El Ejército Liberal (Ejército Libertario o del PLM) -con la consigna ¡Viva Tierra y Libertad!-, pese a su breve existencia, tuvo antecedentes en las rebeliones de Acayucan, Río Blanco, de los pueblos Yaquis y en febrero 1911, uno de sus epicentros fue el inicio de campaña en Baja California. Por otro lado, el Ejército Libertador del Sur (ELS, Ejército Zapatista) nació en el centro de México extendiéndose a varios estados de la república, alzó el Plan de Ayala, desarrolló 54 fábricas nacionales, recuperó tierras ancestrales, además de ocupar las principales ciudades durante más de un año, creando escuelas y hospitales; mientras, en el norte del país, Villa conformó la llamada División del Norte con más de 40 mil combatientes que abarcaban grandes extensiones territoriales, transformando el latifundio en algunos proyectos de revolución social.

Desde los pueblos originarios existe una doble forma de participación, dentro de los ejércitos revolucionarios y continuando su propio proceso de lucha y resistencia. Finalmente, desde una perspectiva de clase, del lado de los ricos y hacendados estará el clero, el ejército federal que apoya a Madero, Huerta y Carranza, Obregón y 90 años de dictadura de partido de Estado.

Después de la toma de la ciudad de México por el Ejército Libertador, y la entrada a la misma ciudad en común acuerdo de Zapatistas y Villistas, hay un momento coyuntural de confrontación de los proyectos de nación de todas las facciones políticas que confluyen en la Convención Revolucionaria de Aguascalientes en 1915 y se diluye en 1916 por las irreconciliables diferencias de políticas y de clase.

La invasión norteamericana de 1914, en coordinación con Carranza, no fue cualquier cosa, con una fuerza de casi 5 mil soldados enviados para perseguir a Villa. Los americanos por el norte y Carranza por el sur, quien fraguaba, como autor intelectual, el asesinato de Zapata en Chinameca, Morelos en 1919 -ambas acciones promovidas por el traidor Carranza-, y lograra exterminar opositores de 1916 y se abriera paso para proclamarse presidente constitucional en 1917. Esta acción política genocida en contra los pueblos en México, incendió, saqueó, desapareció comunidades enteras incluyendo jóvenes, mujeres y niños. Luego de los asesinatos de Emiliano Zapata, Ricardo Flores Magón y Francisco Villa, comienza una nueva etapa de cooptación de sus ejércitos populares, persecución atroz de quienes no claudicaron, olvido y desprecio para los pueblos en general. La visión de clase burguesa constitucionalista se impone en el país (1).

Sin embargo, tal y como se declaró en el Plan de Ayala: “así como nuestras armas las levantamos para elevarlo al Poder [a Madero] ahora las volveremos contra él por haber faltado a sus compromisos con el pueblo mexicano y haber traicionado la revolución; no somos personalistas, somos partidarios de los principios y no de los hombres”. Las demandas del Plan de Ayala han sido parte del programa de lucha de movimientos campesinos, obreros, médicos, maestros, de la clase trabajadora que se organiza para que tierras, montes, subsuelo y aguas usurpadas sean devueltas a sus herederos originales, para que las condiciones de vida sean transformadas y vivamos dignamente.

Las mujeres en la Revolución

Esta fotografía, una de las más famosas y conocidas, tiene en primer plano a Villa y Zapata, vemos niños, hombres y una mujer: De pie entre los dos generales, Dolores “Lola” Jiménez y Muro, apodada “La Antorcha de la Revolución”, conocida por sus convicciones y oposición que, a pesar de tener más de sesenta años de edad, fue detenida en la Cárcel de Belén donde continúo escribiendo (2).

Fue miembro activo del Partido Liberal Mexicano junto a Juana Belén Gutiérrez, Elisa Acuña y Sara Estela, sentando las bases tanto del Programa como de la Junta Organizadora del PLM; también colaboró en la redacción del Plan de Tacubaya y fue autora de la introducción del Plan de Ayala; protectora del reparto agrario, colaboró en las filas de Zapata desconociendo a Madero como jefe de la revolución por incumplimiento de los acuerdos del Plan de San Luis a través de la redacción del Plan de Ayala; posteriormente, combatió y escribió desde la clandestinidad de las montañas tras la irrupción de Victoriano Huerta en la presidencia. “Lola” dejó claro tanto en su actuar como en sus escritos anónimos (muchos de ellos extraviados) que el cambio que buscaba la revolución social era nueva estructura económica, social y cultural, no sólo un cambio de gobierno o presidente; una lucha que permea a nuestros días, siendo los políticos neoliberales promotores del imperialismo diferentes caras de la misma moneda que engorda al capital (3).

Así como hombres valientes empuñaron palos y armas, hubo muchas más mujeres que participaron durante la época de la Revolución, de algunas de ellas conocemos su participación en la historia como Juana Ramona R. Flores, Carmen Vélez, Margarita Neri, Rosa Bobadilla o Amelia Robles, que hemos mencionado en el texto “Mujeres revolucionarias, la memoria de nuestras tierras, de nuestras luchas” (4).

Herederas y herederos de la Revolución

Sin embargo, muchas mujeres continúan en el anonimato y muchas ocasiones invisibilizadas y hasta olvidadas; si bien actuaron clandestinas como espías, escritoras o en mandos militares y trincheras, un gran número más permitió el desarrollo de la guerra con su trabajo en silencio; sin la participación de las mujeres no se alcanza la revolución, pues tradicionalmente, las labores de cuidados, alimentación e higiene recaen en nosotras las mujeres, siendo trabajos por lo general no reconocidos y no remunerados. Por eso, valoramos y renombramos el trabajo de todas las mujeres que empuñaron armas y participaron en la vida militar,

Así, continúa la lista de muchas mujeres y hombres anónimos, que llevaron adelante la Revolución Mexicana, hombres y mujeres sin nombre ni rostro, sin protagonismo alguno, pues no lucharon por ser reconocidas, sino como un deber de ciudadanas, de mexicanas, sin importar del norte o del sur, que vivieron su época y fueron consecuentes con sus ideales de libertad y justicia. Mujeres y hombres que se sumaron a las tropas con diferentes responsabilidades, desde dirigir una brigada del ejército hasta abastecer de armas y provisiones, fue la fuerza colectiva lo que permitió los triunfos de la Revolución, como lo dijo Zapata en 1918 con palabras que siguen vigentes:

            “Hermanos de las ciudades, venid al encuentro de vuestros hermanos de los campos; hermanos del taller, venid a abrazar a vuestros hermanos del arado; hermanos de las minas, del ferrocarril, del pueblo, salvad a los ríos, las montañas, los mares y confundid vuestro anhelo de libertad con nuestro anhelo, vuestra ansia de justicia con nuestra ansia (…)

(…) Obreros de Puebla, de Orizaba, de Monterrey, de Guanajuato, de Cananea, de Parral, de Pachuca, del Ébano, de Necaxa, obreros y operarios de las fábricas y de las minas de la República, acudid a nuestro llamado fraternal, ayudadnos con el empuje valiente de vuestro esfuerzo; que ya cruje, que ya se bambolea esa armazón de la tiranía carrancista que, cimentada en el fango de la infidencia, forjada en la fragua de las ambiciones y amarrada con los reptiles inmundos de la impostura y de la perfidia, quiso un día erguirse a la faz del mundo, como el edificio grandioso de las conquistas de la revolución reivindicadora de nuestros derechos a la vida!

(…)

¡Salud, hermanos obreros, salud, vuestro amigo el campesino os espera! (5).

El derecho a la protesta que vivimos es efímero, pues continúa siendo reprimido por un gobierno aliado de los empresarios, donde el pueblo ve mermado su poder adquisitivo, con un salario mínimo, que, aunque haya aumentado, en los hechos rinde mucho menos por el incremento en los precios. (6); las condiciones laborales por las que se luchó en Cananea y Río Blanco no son respetadas cuando compañeros obreros, compañeros mineros, pierden su vida en el lugar de trabajo por falta de seguridad, somos millones de trabajadores que no tenemos prestaciones, aún con la jornada de 8 horas reconocida constitucionalmente; en los hechos, nuestros jornadas son de 10, 12, 15 horas y más, sin seguridad social;  mientras enfermedades curables no son tratadas por falta del servicio médico y acceso a medicinas… y así podríamos seguir enlistando muchísimas situaciones no resueltas por lo que no podemos dejar de luchar. Continuamos en la exigencia por encontrar a nuestros desaparecidos; NO a la militarización del país; rechazamos partidos políticos absurdos que no piensan ni en el pueblo ni en los trabajadores y rechazamos su sistema corrupto e imperialista. Defendemos la dignidad y los derechos para todas y todos.

A más de cien años de iniciada la Revolución, con logros alcanzados y por alcanzar, continua vigente la lucha de clases, pues la producción y reproducción del capital se da sobre la base de nuestro trabajo en el campo y en las ciudades y contra eso también luchamos, obreras, obreros y campesinos que somos: un pueblo trabajador.

¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la Libertad!

Comisión de Mujeres del PFLN

  1. Pineda, Francisco. 2016. La Rebelión de los Pueblos y la Unidad. Significación histórica de la revolución campesina de México.
  2. JAIVEN, Ana Lau. Conferencia Magistral: La Historia de las Mujeres en México (2016): https://www.youtube.com/watch?v=EKlwAmjcX-w&t=412s
  3. LOPEZ y Hernández. La Soledad Y El Fuego De Dolores Jiménez Y Muro (2001) https://historiaygenero.files.wordpress.com/2008/04/lasoledadyelfuegodedoloresjimenezymuro-orestalopezyvariniahernandez.pdf
  4. https://lacasadetodasytodos.org/portada/3164/
  5. https://lacasadetodasytodos.org/memoria/carta-de-emiliano-zapata-a-los-obreros-de-la-republica/
  6. http://maquilasquematan.blogspot.com/search/label/Opini%C3%B3n



Mujeres en la independencia de México

Que la esclavitud se proscriba para siempre,

y lo mismo la distinción de castas,

quedando todos iguales

y sólo distinguirá a un americano de otro,

el vicio y la virtud.

Sentimientos de la Nación 1813, José María Morelos y Pavón

Las mujeres y los hombres que participaron en la lucha independentista, que inició en 1810, nos dieron patria y libertad, ellas y ellos tenían muy claros los valores y razones por los cuales luchaban y con los que deseaban construir un México independiente.

Después de la llegada de los españoles, la población indígena originaria fue eliminada casi por completo y, para el desarrollo capitalista, había que buscar fuerza de trabajo esclava, así que la historia de nuestro país en esos años de expansión colonialista y concreción del capitalismo europeo, se definió por relaciones de esclavitud. Los europeos secuestraron a miles de pobladores de territorios africanos para la explotación de su fuerza de trabajo en los territorios americanos. Así que la presencia de la población afrodescendiente en nuestro país ha estado presente desde aquellos años; es nuestra tercera raíz.

La concentración de capital en Europa no podía llevarse a cabo sin el trabajo esclavo, de hombres y mujeres, tanto en las minas de oro y plata, como en las plantaciones coloniales, la miseria del pueblo y las condiciones de explotación y opresión, llevó a que la población en la Nueva España buscara cómo rebelarse, cómo organizarse ante la injusticia con la que los enviados por la corona española, trataban a seres humanos.

La sociedad estaba dividida en castas, además de los españoles, estaban los criollos, mestizos, mulatos, moriscos y 11 más. Los que más entendían la problemática –por ser letrados– y la necesidad de independizarse y abolir la esclavitud eran los criollos, sin embargo, cuando Hidalgo se levanta en Dolores, el movimiento a favor de la independencia se transforma: hombres y mujeres –por cientos– se suman a la lucha. Su miseria, su falta de organización convierten al movimiento en júbilo, anárquico y explosivo. Conforme éste avanza se van sumando más hombres y mujeres campesinas, peones de haciendas o miembros de las comunidades indias y se conforma un movimiento de miles, armados con garrotes, hondas y machetes. A ellos se unen las y los trabajadores de la ciudad, trabajadores de oficios, mineros, plebe de la ciudad, presos liberados por el ejército revolucionario, 20 mil indígenas de varias regiones. Para 1811, el ejército insurgente estaba conformado por 80 mil combatientes. Es a ese pueblo a lo que Hidalgo llamó “la nación”, con quienes a su lado caminó emitiendo decretos para una soberanía efectiva, suprimiendo las castas y exaltando el derecho a la libertad.

Por 14 años (de 1810 a 1824) el pueblo de México participó en insurrecciones populares, guerra de guerrillas en las montañas de México hasta llegar a desarrollar una guerra a nivel nacional. En cada una de estas estas etapas, las niñas, jóvenes, madres y abuelas fueron conscientes para luchar por la libertad de los pueblos.

Anteponer la lucha colectiva y de los pueblos, ante lo individual, implica una dosis constante de consciencia y sacrificio, pero para las mujeres esta cuota suele ser más alta, porque la sociedad no aprueba que ellas se alejen de sus familias y por lo tanto se les reduce al espacio de lo privado, muchos menos en una etapa de la historia en la que la iglesia católica tenía el poder y la dominación ideológica; por tanto, fue de gran relevancia que las mujeres se sumaran a estos movimientos políticos y armados revolucionarios e independentistas.

Lucrecia Toriz

La historia institucional se ha encargado de que el pueblo piense que las principales heroínas de la patria solamente fueron tres o cuatro mujeres: Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez, Gertrudis Bocanegra y La Güera Rodríguez, a las cuales no pretendemos demeritar, más bien buscamos visibilizar a todas aquellas que, desde las haciendas, las minas y los campos dieron su vida por un México independiente y quedaron olvidadas en el tiempo.

Mujeres combatientes con definiciones políticas que participaron en diferentes trabajos como en las comunicaciones secretas, transportando armas o mensajes, administrando y abasteciendo recursos a los frentes de guerra, confeccionando uniformes y estandartes, procurando la salud y la alimentación de los insurgentes. Mujeres que vieron combatir a sus esposos, hermanos o hijos y que los perdieron en la lucha, mujeres que fueron torturadas, violadas, ultrajadas y asesinadas en los procesos de la guerra de independencia.

El tribunal de la inquisición reaccionó inmediatamente a la insurrección del pueblo y la violencia hacia las mujeres fue brutal, capturaron a varias esposas e hijas de insurgentes, algunas de ellas fueron: María Luisa Camba, Tomasa Estévez, Carmen Camacho, Luisa Lozano, Gertrudis Gómez, Luz Gargollo y Josefa Matamoros, todas ellas encarceladas, fusiladas y exhibidas públicamente. En varias regiones del país, las mujeres fueron apresadas y usadas como moneda de cambio para que los insurgentes se rindieran y entregaran.

Existe poca información sobre la biografía de las mujeres independentistas; sin embargo, nombramos a algunas de ellas: Antonia Nava de Catalán, guerrerense, esposa y madre comprometida con el regimiento de la Sierra Madre del Sur, Fermina Rivera, morelense, tomó las armas en muchas batallas bajo el mando de Vicente Guerrero, María Teresa de la Sota Riva, veracruzana que desde joven simpatizó con la causa independentista y una vez casada, puso a disposición su casa y recursos personales. Cayetana Borja, guanajuatense que como muchas mujeres que participaron en la guerra y al ser capturadas pelearon por la libertad. Magdalena y Francisca Godoy, mujeres veracruzanas que compartieron su patrimonio familiar, cuidaron a los heridos del frente de Orizaba y apoyaron en la fabricación de cartuchos e insumos militares.

María Herrera, que combatió junto a Xavier Mina, quemó su hacienda con tal de evitar que el enemigo acampara y tomara su casa. Petra Teruel de Velasco, poblana que entregó todos sus bienes a la causa y apoyó en la fuga de Guadalupe Victoria.  Tomasa Estévez, guanajuatense que salió desde el primer día a apoyar con el envío de correspondencia, fue soldadera y enfermera.

Carmen de las Piedras de Elías, zacatecana, mujer estratega que ofreció sus bienes y recursos a la tropa de Ignacio López Rayón, dispuesta a emboscar e implementar diversos planes militares contra Calleja del Rey. La Insurgente Manuela Medina, guerrerense que financió toda una compañía militar para luchar con Morelos, fue además la primera jinete a la cabeza de un regimiento de puros hombres.

Hemos mencionado sólo algunas de las mujeres que participaron en la Independencia, historias mínimas de vida que fueron rescatadas por algunos cronistas e historiadoras que se han dado a la tarea de buscar en archivos muertos de esta época histórica y recuperar a todas aquellas mujeres que quedaron en el anonimato.

Todas estas mexicanas fueron ejemplo de heroísmo, valor, entereza y desapego a los bienes materiales; sin embargo ni la Nación, ni el Estado las tomó en cuenta, desprestigiaron su lucha, desconocieron su habilidades y logros en el campo de batalla, negándoles un rango militar y ninguna participó en las discusiones del constituyente.

Las mujeres del Partido de las Fuerzas de Liberación Nacional reconocemos a estas mujeres en la historia, respetamos y admiramos su ejemplo y compromiso en la lucha por la emancipación política de México; honramos su vida recordándolas y nombrándolas, nos organizamos y esforzamos día a día por ser mejores compañeras, buscamos la igualdad y la unidad, no las divisiones arbitrarias que separan, tenemos el compromiso de trabajar todos los días por un México más justo pero también, en la intimidad de nuestra militancia consideramos importante sembrar en cada una de nosotras la generosidad, el respeto y solidaridad con todas las mujeres que luchan contra el sistema capitalista y patriarcal. A más de doscientos años de la lucha por la real independencia de nuestro país, reafirmamos nuestra postura, tal como las mujeres y hombres que participaron en esta gesta histórica, de seguir luchando por la liberación de los pueblos del mundo.

Comisión de Mujeres del PFLN

¡Vivir por la patria o morir por la libertad!

Canciones de la época de la Independencia




¡10 de junio no se olvida…!

Que alguien me diga si ha visto a mi hijo
Es estudiante de pre-medicina
Se llama Agustín y es un buen muchacho
A veces es terco cuando opina
Lo han detenido
No sé qué fuerza
Pantalón claro, camisa a rayas
Pasó anteayer…

Desapariciones, canción de Rubén Blades

Han pasado 51 años del fatídico Jueves de Corpus de 1971 en que el Estado mexicano, al igual que en 1968, demostró su carácter represor y asesino al atacar una manifestación pacífica de estudiantes con elementos paramilitares perfectamente entrenados para herir y matar jóvenes indefensos.

A lo largo de la historia de nuestro país, la lista de sucesos lamentables es larga: represión a maestros, médicos y ferrocarrileros; asesinatos de luchadores sociales como Rubén Jaramillo, Genaro Vázquez o Lucio Cabañas; y en el campo, las innumerables matanzas en Guerrero, Oaxaca y Chiapas, sin olvidar el asesinato de copreros en Acapulco. Todas estas lamentables situaciones confirman el carácter de clase del Estado mexicano. El 10 de junio de 1971 es una más de las atrocidades perpetradas por los gobiernos de la “revolución mexicana”. Todos esos gobiernos reprimieron a obreros, campesinos e indígenas, hombres y mujeres, de acuerdo a los intereses de la burguesía criolla y del imperialismo de aquellos años.

Aquel 10 de junio, cientos de estudiantes se movilizaron desde el Casco de Santo Tomás del IPN, en la capital del país, con la finalidad de apoyar la lucha estudiantil en defensa de la autonomía de la UANL, la democratización de la educación, por la libertad de expresión, contra la represión, por la libertad de los presos políticos, y la transformación de las condiciones de vida. Después de horas de ardua discusión en asambleas en el politécnico y una última asamblea en el auditorio Che Guevara de la Facultad de Filosofía y Letras del UNAM, abarrotado por la participación de estudiantes, maestros, médicos, organizaciones sociales y sindicatos; en donde por votación se aprueba marchar ese 10 de junio, para recuperar las calles a partir de la manifiesta voluntad de lucha del pueblo de México. En este movimiento como en muchos otros, las mujeres fueron elemento fundamental del impulso de la propia organización y de solidaridad con otros grupos.

La respuesta del Estado fue el operativo que se extendió del Casco de Santo Tomás, a las inmediaciones de la normal. Cuando el contingente iba pasando por Avenida de los maestros y Carpio, comenzó la brutal represión perpetrada por militares, policías y el grupo paramilitar “Los Halcones” que abrieron fuego sobre los jóvenes (de camiones de basura sacaron palos y armas de fuego). Algunos estudiantes logran refugiarse en la Normal y fueron perseguidos, otros fueron ejecutados en el hospital Rubén Leñero y en las calles de las colonias de alrededor.

Los responsables directos, quienes encabezaron el ataque contra la movilización pacífica, impunemente siguieron libres. Años más tarde uno de ellos fungió como director de seguridad del metro y otro de la policía bancaria industrial. Los autores intelectuales siguen protegidos por los pactos de impunidad que se confirman sexenio, tras sexenio.

El primer desaparecido político que documentó y registró el Comité Pro Defensa de Presos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México (Comité Eureka) data de 1969, Mtro. Epifanio Avilés Rojas, desparecido en Coyuca de Catalán, Gro.  Nombrarlos(las) es un acto de dignidad y memoria revolucionaria. Para 1978, según denuncia de Doña Rosario Ibarra de Piedra, había ya alrededor de 67 secuestros políticos. Fue una década de lucha digna y loable de las madres de desaparecidos en la que además lograron localizar y liberar a casi una centena de personas desaparecidas políticas.

Resultado de todo esto, hombres y mujeres conscientes de la situación en que estaba nuestro país, buscaron incorporarse a organizaciones serias que efectivamente se prepararan para enfrentar, de manera organizada, el carácter represivo del Estado.

De esa época se crearon organizaciones como: El Movimiento Armado Revolucionario (MAR), El Frente Urbano Zapatista, los Comandos Armados del Pueblo, las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), EL Frente Revolucionario Armado del Pueblo, Los Lacandones, los Guajiros, el Frente Estudiantil Revolucionario (de Guadalajara), (FER), el Comité de Lucha Revolucionaria, el Comité Estudiantil Revolucionario, las Fuerzas Armadas de la Nueva Revolución (de Sonora), la Unión del Pueblo, la Liga Comunista 23 de Septiembre, Todas estas organizaciones sufrieron la brutal represión de diferentes organismos creados para exterminar todo intento de organización, a base de mecanismos de detección, infiltración y hasta de delación.

Nosotras, las mujeres del PFLN consideramos que la privación arbitraria a la libertad y posterior desaparición de un ser humano y de nuestros pueblos y territorios es lo mas cobarde y vil de la naturaleza humana. Estas graves violaciones a los derechos humanos no pueden explicarse como un acto criminal individual, casual, ni aislado. Se llama Desaparición Forzada, y en ella se concatenan intenciones, secretos, omisiones y acciones deliberadas de individuos, de grupos, de instituciones y gobiernos, que directa o indirectamente, funcionan al servicio y/o bajo la jurisdicción de quienes detentan el poder del Estado mexicano. Esta tragedia sostenida en el tiempo, expresa claramente el desarrollo de una política de Estado, que puede considerarse crimen de lesa humanidad según la Corte Penal Internacional.

Ante esto, sostenemos que la exigencia es continuar organizándonos y luchar por cambios estructurales.

Sabemos que la Desaparición Forzada es un crimen que no prescribe y no basta con modificar leyes.

El Comité Eureka con su andar nos recuerda cada día, que quien comete ese crimen, debe pagar por ello. Doña Rosario también nos enseñó a no rendirnos, De las madres argentinas retomó la frase “¡ni perdón, ni olvido!”, que la Justicia (si así se le pudiera llamar), sólo llegará cuando, primero se nos dé razón del desaparecido y posteriormente, exigir el castigo a los culpables, así como poner fin a los pactos de impunidad históricos y eliminar las prácticas de desaparición. Esto implica fincar responsabilidades a las y los responsables concretos de las fuerzas represivas del Estado, como el Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea, las corporaciones de seguridad pública, cualquier dependencia parecida a la tristemente célebre Dirección Federal de Seguridad, fiscales, jueces y magistrados, gobernadores y presidentes –de cualquier filiación política-, es decir, a todos quienes por acción, omisión o aquiescencia han posibilitado la desaparición y masacre de nuestros pueblos y que deben ser llevados a juicio históricos por responsabilidad penal o de otra índole, esto como condición necesaria para combatir la impunidad y logremos, no sólo que se repare el daño, sino sobre todo, que se toman las medidas necesarias para que esta tragedia de seguridad y derechos humanos se detenga y no vuelva a repetirse.

Medio siglo con más de 100 mil personas desaparecidas cuestiona estructuralmente la falacia de un Estado democrático.

¡Ni uno más, ni una más, ni una desaparecida más!

Durante la época de la Guerra Sucia, -desde fines de los sesentas a principios de los ochentas- la nefasta práctica de la Desaparición Forzada se llevó a cabo con cientos de personas, mujeres y hombres, cuyo delito era pensar diferente, creer que lo que vivíamos no era justo, apoyar luchas de trabajadores, campesinos o estudiantes, ser luchador social…. Por eso el desarrollo de estrategias, mecanismo y acciones de contrainsurgencia para contener la insurrección popular se instaló como componente constitutivo del Estado mexicano.

Después de algunos años, la Desaparición Forzada se vuelve algo común, se normaliza como mecanismo idóneo de control social, se aplica a propios y extraños, y más allá de eso, toca el tejido social de cualquier comunidad, pueblo, estado de la República Mexicana y de cualquier país en América Latina. Se vuelve una “práctica institucional de Estado” de criminales, de delincuentes con fines económicos y políticos, agazapados, solapados o en contubernio con el propio Estado… y día a día la cantidad de personas desaparecidas en nuestro país México, se multiplica de manera exponencial para llegar actualmente a más de 100,000 personas.

La Comisión de mujeres del PFLN consideramos que la demanda al Estado mexicano de presentar con vida a todas las personas desaparecidos debe ser de toda la ciudadanía, así como la urgencia de organizarnos para exigir verdad y justicia, y la presentación con vida de los desaparecidos. Todo eso es responsabilidad colectiva.

Mesas o Comisiones de verdad, son insuficientes. Nuestras preocupaciones son varias: primeramente, que ésta búsqueda de verdad, no esté sujeta a los intereses de partido político alguno o corriente de moda. Que no haya personas que saquen provecho del dolor de los familiares, que no busquen ninguna ganancia, que no anden en busca de un puesto, fama o de algún grado académico a costa del dolor de los familiares. Que se hagan investigaciones ministeriales apegadas a derecho y efectivas, que en esas investigaciones se incluya a todos sin distinción, a policías, ministerios públicos, presidentes municipales, gobernadores, fuerzas armadas, jueces, magistrados, empresas…. todos aquellos que por acción, omisión o aquiescencia han perpetuado las desapariciones y la impunidad. Es un hecho que no podemos esperar que los gobiernos cosechen justicia cuando siembran represión.

Mesas o Comisiones “de nombre o membrete” no bastan. Necesitan ser realmente independientes del Estado y tener autoridad suficiente para exigir la presentación del resultado de las investigaciones, parar la serie crisis forense y de desapariciones en nuestro país, esto significa regreso a casa de todas las personas desaparecidas. A partir de estos resultados se podrán reformar las leyes que sean necesarias, de no ser así todo será letra muerta, a nivel local, nacional o internacional.

La terca realidad nos muestra que quienes buscan y encuentran, son los propios familiares de los desaparecidos. ¡Que nadie!, ninguna autoridad se monte ya no solo en el dolor sino en el trabajo de los familiares. No es responsabilidad de las familias hacer lo que le toca al Estado, no es ilegal su búsqueda, es una medida ética.

En nuestro caso,continuamos con la exigencia y la demanda de presentación con vida de nuestros compañeros desaparecidos por el Estado mexicano. A la sociedad en general les exhortamos a organizarnos, si guardamos silencio, éstas acciones pueden

seguir sucediendo. Un ejemplo lo tenemos con los estudiantes que fueron masacrados por el Ejército Federal en el año 2010 dentro de las instalaciones del TEC de Monterrey. Se sabía que eran estudiantes de “excelencia” y becados por el propio TEC y no eran ni “pandilleros” ni truhanes, como en un inicio intentaron hacer creer a la población. Este hecho dejó ver la complicidad de las autoridades del TEC con el ejército y el gobierno. Se pudo conocer del actuar de las Instituciones al servicio del Estado mexicano, desde directores de prestigiosas escuelas, gobernadores y presidentes de cualquier color.

Miles de mujeres mayoritariamente jóvenes han sido desaparecidas y la búsqueda es un largo caminar donde van apareciendo lamentablemente sin vida, hay así un factor clave entre clase y género, las mujeres pobres son doblemente olvidadas.

Nuestra organización, el PFLN, sigue en la búsqueda de la Compañera Murcia, y de los Compañeros Alfonso, Ricardo, Héctor, Tomas, el maestro bilingüe Fidelino y Manuel, que integran la Lista de Ocosingo, es un esfuerzo de rescate histórico y de dignificación, ya que los poderes establecidos desde entonces hasta ahora, han tratado de enviar a ella y a ellos, y junto a ellos a las desaparecidas y desaparecidos de diferentes organizaciones revolucionarias, a un oscuro lugar narrativo donde los han catalogado, tratándolos como delincuentes y criminales que merecían su desaparición.

En realidad, cada uno de los militantes, cada una de las personas que lucharon y luchan por un México libre, tienen más amor por su pueblo y por su patria, que todo el batallón y los oscuros policías que los detuvieron y todos esos políticos y funcionarios que decidieron su desaparición.

En el caso de nuestros compañeros que se integraron a las FLN por su intensa rabia contra la injusticia y la pobreza que domina a nuestro pueblo y comunidades, con su profunda convicción de justicia y de cambio político, económico y social, Ella y ellos representan lo más valioso en las historias de las luchas y las resistencias en el país.

¡Vivos los Llevaron! ¡Vivos los Queremos!

¡Vivir por la Patria o Morir por la Libertad!

Comisión de Mujeres del Partido Fuerzas de Liberación Nacional.

(¿A dónde van los desaparecidos?)

Busca en el agua y en los matorrales
(¿Y por qué es que se desaparecen?)
Por qué no todos somos iguales
(¿Y cuándo vuelve el desaparecido?)
Cada vez que lo trae el pensamiento
(¿Cómo se le habla al desaparecido?)
Con la emoción apretando por dentro.

Desapariciones, canción de Rubén Blades y el link de la misma:




Nuestra Historia FLN: Tercera entrega.

Publicado en Nepantla No. 6,
22 de julio de 1979

Las tareas tendientes al establecimiento del núcleo guerrillero se desarrollaban aceleradamente en aquel año de 1971.

La infinidad de equipos y materiales necesarios para tal fin, hacía que el trabajo en las redes urbanas mantuviera un ritmo que, paradójicamente, generaba un entusiasmo que ahuyentaba la fatiga.

Como parte de este tren de actividades, la constante entrada y salida de varios vehículos en nuestra casa de seguridad de la zona norte, aunada al hecho de que en ella habitaban únicamente hombres (pues aún no había mujeres como militantes profesionales), dio lugar a que unos vecinos fisgones notificaran a la policía opresora sobre “movimientos extraños” en esa casa. Los resultados fueron los acontecimientos del 19 de julio de los cuales ofrecemos un pormenor en la columna “testimonio” de este periódico. Aquí, nos limitaremos a señalar que ese primer enfrentamiento con las fuerzas represivas puso a éstas en conocimiento de nuestra existencia como organización, enseñándoles también que, si bien no buscábamos -todavía- esos encuentros, cuando se produjeran, habrían de encontrar las balas como contestación a sus propuestas de rendición.

Por otra parte, el habernos descubierto los polizontes, hizo necesaria la incorporación de nuevos militantes de tiempo completo, por lo que nuestro número aumentó a más de una veintena. La cantidad de militantes urbanos también se incrementó, llegando aproximadamente al medio centenar.

Sin embargo, entonces, como ahora, el énfasis principal se hacía en la calidad, no en la cantidad de los militantes. Un militante modesto y sencillo dispuesto a consagrarse a la liberación de su pueblo, vale más que una docena de arrojados parlanchines dispuestos solo a “platicar” la revolución, pero no a llevarla a cabo.

Este crecimiento de los militantes trajo aparejado un aumento en los ingresos económicos, lo que permitió afrontar mayores gastos. Los criterios generales para estas erogaciones, siguen siendo válidos: en primer término está la seguridad de la organización y sus bienes, y en último lugar las necesidades personales de los militantes. Armas, parque, casas, vehículos, radios, documentos, etc. representan gastos elevados, ciertamente; pero el querer escatimar dinero cuando no es lo correcto, puede traer serias consecuencias para la seguridad de la organización. Por eso, nuestro Co. responsable señaló como ejemplar la conducta de los Cos. Mateo y Pepe, puesto que, a pesar de haberse perdido valioso armamento, la seguridad se salvaguardó y el enemigo no pudo golpearnos.

Es más, pocos meses después de aquél enfrentamiento, se habían conseguido más pistolas, rifles, carabinas y subametralladoras, con las que nuestro armamento llegaba a 30 armas cortas, 30 de alto poder y unas 20,000 balas de diversos calibres.

Ya para entonces contábamos con 6 vehículos propios, que aumentaban la seguridad de los viajes y movimientos de nuestros compañeros. Había 7 casas de seguridad, una de ellas destinada sólo a los compañeros de la Dirección y, lógicamente conocida únicamente por ellos.

La afluencia de compañeras a las filas de los profesionales di lugar a que el número de matrimonios creciera (sin explosión demográfica, por supuesto) fortaleciéndose así la organización. En esa época había ya 6 revolucionarias profesionales.

Uno de los avances más importantes fue conseguir un rancho en las inmediaciones de la futura zona de operaciones. Enclavado en la serranía, alejado de vecinos inoportunos, sería la base ideal para el entrenamiento de los guerrilleros, lo que tendría lugar al año siguiente.

En 1971, la Dirección Nacional de las F.L.N. emitió un comunicado analizando el enfrentamiento del 19 de junio; uno más explicando la entonces “nueva” política de Echeverría y, finalmente, otro dedicado al Guerrillero Heróico, Cdte. Che Guevara, analizando su tesis del carácter continental de la revolución.

Además, se reprodujo un libro vietnamita: “Sobre el problema de la Guerra y la Paz”, cuyas claras posiciones sobre el chantaje nuclear imperialista, la actitud socialista ante la posibilidad de una nueva contienda mundial, etc. lo han hecho muy útil para la formación política de nuestros militantes. Y en lo que toca al aspecto militar, se tradujeron y reprodujeron algunos manuales del ejército imperialista, para capacitarnos en el conocimiento de los equipos y armamentos que los yanquis venden a las fuerzas represivas del gobierno dependiente mexicano.




Nuestra Historia: FLN – Segunda entrega

 
Nepantla 5
22 de junio de 1979

Entre las causas que llevaron a la disolución del Ejército Insurgente Mexicano, la personalidad de su propio dirigente, el periodista Mario Menéndez  jugó un papel decisivo.

Su confusa concepción de la política revolucionaria no podía dictarle medidas de seguridad eficaces. Y así, hizo para el EIM algunos “reclutamientos basados en la amistad y el verbalismo revolucionario y no en una selección cuidadosa, tomando como base los hechos y antecedentes individuales, un período de observación y prueba que vaya de tareas sencillas a otras cada vez más importantes, riesgosas y comprometedoras…” (Com. de marzo de 1970).

Como era de esperarse, las personas reclutadas sobre bases tan endebles, no pudieron sobreponerse a las dificultades de la vida guerrillera y desertaron, llegando al extremo de denunciar por iniciativa propia las actividades de Mario Menéndez, sin que las autoridades dieran crédito a su denuncia, hasta que a ella se sumó otra acusación; ésta proveniente de otro ex-integrante del E.I.M. que había sido dado de baja de la guerrilla y juzgado por desmoralización; y a quien, sin embargo Mario Menéndez le permitió no sólo salir de la sierra, sino que incluso lo comisionó en el D.F., ¡para que continuara en la lucha en forma de sabotaje!

Por supuesto, esas denuncias abarcaban también a varios de nuestros compañeros que habían militado en el EIM y que se habían militado en el EIM y que se habían esfumado para los polizontes, haciéndose evidente lo correcto del criterio de nuestro responsable al haber mantenido en la clandestinidad  al primer núcleo de militantes profesionales. En cambio, Mario Menéndez fue capturado por los esbirros policíacos cuando salía tranquilamente de la imprenta donde hacían su revista, en el mes de febrero de 1970.

Cuando se enteró de la detención de Menéndez, el compañero Pedro que a la sazón se encontraba en la ciudad de México, junto con Salvador, Abel y otros compañeros, se comunicó a Monterrey y dio instrucciones al compañero Felipe, responsable de la casa de seguridad, que la abandonaran, se ocultaran y cambiaran su apariencia. (A decir verdad, algunos de nuestros camaradas pueden ser considerados pioneros del estilo “afro”, dicho sea con toda modestia).

Las órdenes de aprehensión y las consiguientes pesquisas de los polizontes no amilanaron a los compañeros, quienes intensificaron su ritmo de trabajo para suplir carencias materiales que hubieran arredrado a otros.

La mayoría se concentró en una casa de seguridad en Puebla, en la que, a los ojos del vecindario, sólo aparecían dos compañeros. Los demás permanecían ocultos, sin siquiera asomarse por las ventanas. Dormían en el suelo, pues carecían de camas, mesas y sillas. Tampoco tenían estufa; calentaban su comida en una lámina sostenida por unos ladrillos.

Poco a poco, se consiguieron algunas herramientas y materiales casi de desecho, con los que pudieron hacer mesas, bancos, etc. A todo se le sacaba provecho. Una latita vacía se convertía en azucarera, en colador, o…. en cenicero, para que los empedernidos fumadores (que desde entonces hacían pleno uso de su derecho a una cajetilla diaria) no ensuciaran la casa. Los clavos viejos, retorcidos y mohosos, se enderezaban con toda paciencia y volvían a ser útiles.

Y, por supuesto, el aprovechamiento del tiempo estaba regido por el mismo criterio revolucionario de no desperdiciar nada.

Así, se estudiaba en detalle el funcionamiento de las armas. Armándolas y desarmándolas una y otra vez, estudiando la función de cada pieza, cada perno, cada resorte: deduciendo la razón de ser de todas las ranuras, salientes y taladros, hasta llegar a armar y desarmar una carabina .30 M-1 en minutos…. ¡con los ojos vendados!

El armamento se había incrementado y diversificado, aprovechando los contactos y relaciones de unos militantes urbanos muy conscientes. Se contaba aproximadamente con 15 pistolas (escuadras y revólveres) y unas 20 armas de alto poder, entre rifles, carabinas y subametralladoras. El parque consistía más o menos en 13,000 balas de diversos calibres.

Salvador, que a una vasta experiencia como médico unía un clarísimo criterio político, les daba clases de Medicina, fijando nuestra posición ante enfermedades, medicamentos, etc. La auto-medicación, por ejemplo, quedó desde entonces desterrada, ya que en cada casa o campamento hay un compañero encargado de Sanidad, que es el único autorizado para administrar desde un simple analgésico hasta un tratamiento antibiótico.

Otro compañero, que por supuesto nunca había sido lingüista, daba clases de alguno de los dialectos hablados en la futura zona de operaciones. Los militantes urbanos obtenían los libros y folletos que servían de material para la “cátedra”. También se enseñaba colectivamente matemáticas y por supuesto, marxismo-leninismo. Esta última estaba a cargo del compañero Pedro, quien se esforzaba siempre por concretar la teoría marxista en las especificaciones de nuestro país.

Previendo la gran importancia que para la guerra de liberación tendrá la radiocomunicación, Jesús y Salvador se dedicaron a estudiar intensivamente radio, con limitaciones de equipo y materiales que desalentarían a cualquier aficionado.

La disciplina era muy estricta, pues si bien el compañero responsable se caracterizaba por su paciencia y respeto a sus camaradas, no dejaba de señalarles las faltas que cometían.

El rigor, las duras condiciones materiales, el intenso ritmo de trabajo, las charlas políticas del compañero Pedro, fueron templando aquel núcleo, transformándolos en verdaderos profesionales de la revolución. Salvador, Abel, Jesús, Felipe, Aquiles, Lucio, Alfonso… han sido pruebas vivientes de la capacidad de nuestro primer responsable.

Cuando consideró que esos compañeros podían a su vez hacerse cargo de la formación de nuevos militantes, el Co. Pedro los destacó a distintas ciudades: Monterrey, México, Veracruz, los resultados fueron muy positivos, pues las actividades de cada red se planificaron y desarrollaron con creciente disciplina y eficacia. Así, tras algunas incorporaciones y la depuración de las redes, la composición de la organización era aproximadamente como sigue: 16 militantes profesionales, 25 urbanos y 65 simpatizantes.

Se reglamentaron las aportaciones de los militantes urbanos, estableciendo cada uno de ellos mismos una cuota fija. Estos ingresos regulares ascendían a $12,000 mensuales y se complementaron con otras entradas, fruto del ingenio y la inventiva de los militantes urbanos:  rifas, venta de objetos superfluos, etc.

También se aprovechaba la incorporación como profesionales de algunos militantes urbanos, o sea su “desaparición” de la vida civil, para obtener recursos, equipos o simples mercancías (que después se vendían) comprándolas a crédito y, cuando así lo exigían las circunstancias, se daba como fiador algún “amigo” o pariente lejano que se distinguiera por sus ideas reaccionarias.

Fue por aquel entonces y también ayudados por nuestros compañeros urbanos que se hicieron las primeras prácticas de tiro saliendo de “cacería” al campo.

Para terminar, señalemos que la falta de mujeres entre las filas de los profesionales, trajo consecuencias negativas, como veremos más adelante.

COMUNICADOS.

EL primer comunicado emitido por la Dirección en 1970 analizaba la captura de Mario Menéndez y fijaba una serie de normas cuya eficacia se corrobora al paso del tiempo. Otro más, fijaba la estructura de la organización y las redes urbanas. Un tercero, que se ha perdido, hacía un balance del segundo año de actividades, balance que, realizado ahora, muestra la consolidación de las F.L.N. mediante el desarrollo de sus militantes.
 
Continuará…




Nuestra Historia: FLN.
Primera entrega.

Con esta primer entrega, comenzamos esta nueva sección, anunciada en la editorial de este mes de marzo que hoy termina. La Casa de Todas y Todos irá cumpliendo con uno de sus objetivos centrales, la recuperación de la memoria histórica de las FLN, con la subsecuente publicación de esta nueva sección en nuestra página.

El escrito que a continuación presentamos fue redactado para su publicación en el Nepantla no. 4, del 26 de mayo de 1979. Fue redactado por compañeros que, si bien no fueron testigos presenciales de algunos de los eventos presentados en estos primeros números, si tuvieron acceso al testimonio de quienes estuvieron ahí presentes. Desarrollaron esta tarea para poder informar y formar a nuevas compañeras y compañeros que se fueron acercando a las filas de las FLN.

Se incluyen aquí varios detalles que pueden ser relevantes a quienes tengan interés por seguir la historia de esta organización; datos internos como las cantidades exactas obtenidas por medio de las colaboraciones en distintos momentos, así como los gastos promedio por cada compañero militante profesional. Recuerden que cualquier comentario, sugerencia o pregunta es bienvenida a través de los comentarios o por medio de nuestros correos de contacto.

“Sólo pedimos, que sea estrictamente veraz el narrador; que nunca para aclarar una posición personal o magnificarla o para simular haber estado en algún lugar, diga algo incorrecto.”

Cdte. Ernesto Che Guevara

I. ESTA SERIE

El mero hecho de tener ya casi 10 años de existencia, es un dato que suele producir diversas impresiones entre los militantes recién llegados a las filas de las F.L.N. Por una parte, les inspira cierta confianza en la solidez de la organización, pero por otra parte, suscita una serie de inquietudes que se concretan en la pregunta: ¿qué se ha hecho en ese tiempo?

Estos artículos pretenden responder a esa cuestión, para que al apropiarse de la historia de las F.L.N. nuestros militantes hagan suyas las experiencias que hemos acumulado, así como las directrices políticas derivadas de esas experiencias. Y no en último término, queremos que nuestros nuevos compañeros sepan un poco más acerca de quienes nos han precedido en este camino.

Nuestro recuento de los hechos procura ser lo más objetivo posible, y cuando se han cometido errores, así lo señalamos; sólo quienes no actúan no se equivocan.

II. ¿QUÉ HACER EN 1969?

El capitalismo monopolista de estado lleva ya años enteros de constituir la estructura económica dominante. La dependencia del imperialismo configura los extremos que oculta el eufemismo “subdesarrollo”: analfabetismo, desempleo, miseria, desnutrición, enfermedad, hacinamiento, corrupción, etc., etc.

Un eslabón y no el más débil del sometimiento, es el dominio ideológico, que ubica a la revolución en el irrealizable reino de las buenas intenciones.

Y sin embargo, la observación científica desemboca una y otra vez en el camino de la revolución. En efecto: un movimiento obrero manipulado desde su institucionalización, sin organizaciones independientes de importancia (para no hablar de un partido de clase); una intelectualidad prostituida que en vez de organizar al proletariado para asumir su tarea histórica, se vende por un plato de lentejas, acabando por incrustarse burocráticamente en la ubre presupuestal; un gobierno que no ha vacilado en desembozar su naturaleza clasista, reprimiendo a sangre y fuego el movimiento de ’68; en fin, férreo monopolio de poder que maniata al pueblo impidiéndole la actividad política independiente… Y por otra parte, un capitalismo dependiente, en una crisis de la que ya no habrá de recuperarse; una situación popular de miseria y explotación que ha llegado al límite, un ejército de desempleados que amenaza con transformarse, efectivamente, en un ejército del pueblo; y la conciencia de que las alternativas seudo democráticas no ofrecen perspectivas; una conciencia extendida a partir de ’68 de que las estrechas vías legales de la burguesía no pueden conducir a transformaciones de base; un campesinado con una tradición combativa que se remonta a la resistencia indígena ante la conquista, que dadas las condiciones de miseria lo hacían, junto al medio geográfico propicio para la guerra de guerrillas, el mejor aliado del proletariado; una imponente revolución cubana que asume la vanguardia histórica en la liberación de América Latina, barriendo con el fatalismo geográfico y otros mitos reaccionarios.

La integración dialéctica de estos elementos va dibujando con precisión creciente el que hacer: la revolución.

Así lo entiende el grupo de jóvenes que el 6 de agosto de 1969, se reúne en la ciudad de Monterrey con el fin de formar una organización revolucionaria.

 

Casa en la que fueron fundadas las FLN el 6 de agosto de 1969. En su sitio, sobre la calle 15 de mayo, hoy se encuentra el Museo de Historia Mexicana de Monterrey.

 

III. NACEN LAS F.L.N.

La concreción del proyecto revolucionario se asienta en dos premisas: la comprensión objetiva de la coyuntura histórica que vive el país y la militancia en la fallida organización guerrillera denominada Ejército Insurgente Mexicano, disuelto por su propio dirigente, el periodista Mario Menéndez.

Esa combinación de experiencia y conciencia alienta al grupo de jóvenes que reunidos en la ciudad de Monterrey, deciden continuar la lucha armada, pero subordinada a claros lineamientos políticos (tanto teóricos como prácticos), que impidan los errores y desviaciones que culminaron con la desintegración del E.I.M. La fecha: 6 de agosto de 1969.

Los compañeros ahí reunidos acordaron reconocer como su responsable al compañero Pedro, quien a su vez, designó al compañero Salvador como su segundo al mando, integrando ambos la dirección de las F.L.N.

La primera disposición fue mantenerse todos en la clandestinidad, dando vida a la idea, tan cara a Lenin, del revolucionario profesional, i.e., el que deja trabajo, familia, amistades, distracciones, todo, para dedicarse única y exclusivamente a la causa revolucionaria.

Además del núcleo de profesionales, se contaba con militantes urbanos, es decir, compañeros que aún vivían con sus familiares, tenían una ocupación “legal”, etc., porque así convenía a la organización, ya que se encargaban de aportar recursos económicos –tanto en efectivo, como en los equipos y materiales que se requerían-, proporcionando también información y contactos con obreros, campesinos, estudiantes y, en general, personas honestas y discretas dispuestas a participar en la transformación de la sociedad.

Había además algunos colaboradores, personas que, sin desear comprometerse a fondo con la revolución, sí estaban dispuestas a cumplir pequeñas comisiones y colaborar económicamente con la organización.

Finalmente se tenía un buen número de simpatizantes (fundamentalmente familiares de los militantes), los cuales supieron de la existencia de la organización y, si bien no se involucraron en ninguna tarea ni ayuda, se comprometieron a guardar el secreto.

LOS RECURSOS MATERIALES

Sin tener objeciones estratégicas contra las expropiaciones, se estableció que, en la fase inicial, el propio pueblo debe generar los recursos para su liberación, por lo que militantes urbanos y colaboradores aportaban voluntariamente una cuota para entregarla a la organización.

Estas aportaciones en efectivo sumaban $3,000.00 [El salario mínimo en 1969 era $28.25, viejos pesos, Nota de la edición] a los cuales hay que agregar las compras de equipos y materiales, que fluctuaban alrededor de los $4,000.00

Se estableció un presupuesto diario de $1.00 (frijoles y arroz gratuitos) para la alimentación de cada compañero profesional. (En la actualidad, ese presupuesto es de $18.00 por compañero y cubre las 3 comidas del día).

El armamento consistía en 8 armas de alto poder y 8 pistolas, mismas que se entregaron a cada militante profesional con la consigna de portarla en todo momento, para repeler una eventual agresión de las fuerzas represivas.

Había una sola casa de seguridad. No se disponía de ningún vehículo propio. Los viajes se realizaban en autos prestados, e incluso en autobuses.

A pesar de estas limitaciones, la invitación para que algunos miembros de la organización fuesen a Corea del Norte a recibir adiestramiento militar, corroboraba la factibilidad de que un grupo de mexicanos legos en el arte de la guerra, iniciase algún día la lucha por la liberación definitiva de nuestra patria.

LOS PRIMEROS PASOS

La magnitud de la empresa y su contraste con los escasos recursos disponibles, no hicieron sino espolear el entusiasmo de aquellos compañeros, que compensaban su reducido número con tenacidad y capacidad de trabajo derivados de su alta conciencia.

Dentro de la casa de seguridad se inició la educación política sistemática, impartiéndose también clases de matemáticas y topografía. La instrucción militar se adquiría de manuales del ejército opresor y en escritos que nos prestaron militantes de otras organizaciones revolucionarias con las que se había hecho contacto.

Al exterior, los trabajos tendían a vincular la organización con el pueblo, entrevistando en diversos puntos del país a personas de quienes se sabía que estaban a favor de un cambio revolucionario, y cuya discreción daba cierta seguridad. De este modo, la organización creció rápidamente, pues cada nuevo compañero proponía uno o varios candidatos, los que posteriormente, al iniciar su militancia, presentaban a su vez a otros prospectos.

Y eso no era todo. Se cumplía una importante tarea político organizativa trabajando el terreno aledaño a la zona de operaciones, con el fin de preparar la “subida” del primer grupo de futuros guerrilleros. Así pues se restableció el contacto con habitantes de la zona (a los cuales se conocía desde los días del E.I.M.), invitándolos a colaborar en la lucha, proposición que algunos de ellos aceptaron. Sin embargo, la imposibilidad de destacar permanentemente en la región a cuadros profesionales que se fundieran con ellos politizándolos y elevando su conciencia, se tradujo posteriormente en una actuación con resultados más bien pobres.

BALANCE

Seguramente el principal logro de ese primer año de trabajo fue haber sentado, a nivel teórico y práctico, las bases organizativas de las F.L.N. Como parte importante de este inicio destaca la comprensión del concepto revolucionario de disciplina inherente a una organización político-militar.

Los primero comunicados emitidos por la Dirección reflejan la problemática con que se enfrentaba entonces la organización.

El primero reproducía algunas cuestiones básicas de táctica guerrillera, tomadas de un libro del coronel A. Bayo, veterano de la guerra anti-fascista de España, primer instructor en México del grupo guerrillero de Fidel.

El segundo comunicado “Sobre la Militancia” fija claramente normas que rigen el trabajo político y técnico de los militantes urbanos y rurales no profesionales.

El tercero es un breve “Manual de Explosivos” que contiene los conocimientos generales indispensables sobre esta materia.

Una frase del insurgente Vicente Guerrero, que sintetiza con claridad la alternativa revolucionaria, se adopta como lema de las F.L.N., figurando desde entonces al pie de cada comunicado: Vivir por la Patria o Morir por la Libertad.

Continuará…..