Que alguien me diga si ha visto a mi hijo Es estudiante de pre-medicina Se llama Agustín y es un buen muchacho A veces es terco cuando opina Lo han detenido No sé qué fuerza Pantalón claro, camisa a rayas Pasó anteayer…
Desapariciones, canción de Rubén Blades
Han pasado 51 años del fatídico Jueves de Corpus de 1971 en que el Estado mexicano, al igual que en 1968, demostró su carácter represor y asesino al atacar una manifestación pacífica de estudiantes con elementos paramilitares perfectamente entrenados para herir y matar jóvenes indefensos.
A lo largo de la historia de nuestro país, la lista de sucesos lamentables es larga: represión a maestros, médicos y ferrocarrileros; asesinatos de luchadores sociales como Rubén Jaramillo, Genaro Vázquez o Lucio Cabañas; y en el campo, las innumerables matanzas en Guerrero, Oaxaca y Chiapas, sin olvidar el asesinato de copreros en Acapulco. Todas estas lamentables situaciones confirman el carácter de clase del Estado mexicano. El 10 de junio de 1971 es una más de las atrocidades perpetradas por los gobiernos de la “revolución mexicana”. Todos esos gobiernos reprimieron a obreros, campesinos e indígenas, hombres y mujeres, de acuerdo a los intereses de la burguesía criolla y del imperialismo de aquellos años.
Aquel 10 de junio, cientos de estudiantes se movilizaron desde el Casco de Santo Tomás del IPN, en la capital del país, con la finalidad de apoyar la lucha estudiantil en defensa de la autonomía de la UANL, la democratización de la educación, por la libertad de expresión, contra la represión, por la libertad de los presos políticos, y la transformación de las condiciones de vida. Después de horas de ardua discusión en asambleas en el politécnico y una última asamblea en el auditorio Che Guevara de la Facultad de Filosofía y Letras del UNAM, abarrotado por la participación de estudiantes, maestros, médicos, organizaciones sociales y sindicatos; en donde por votación se aprueba marchar ese 10 de junio, para recuperar las calles a partir de la manifiesta voluntad de lucha del pueblo de México. En este movimiento como en muchos otros, las mujeres fueron elemento fundamental del impulso de la propia organización y de solidaridad con otros grupos.
La respuesta del Estado fue el operativo que se extendió del Casco de Santo Tomás, a las inmediaciones de la normal. Cuando el contingente iba pasando por Avenida de los maestros y Carpio, comenzó la brutal represión perpetrada por militares, policías y el grupo paramilitar “Los Halcones” que abrieron fuego sobre los jóvenes (de camiones de basura sacaron palos y armas de fuego). Algunos estudiantes logran refugiarse en la Normal y fueron perseguidos, otros fueron ejecutados en el hospital Rubén Leñero y en las calles de las colonias de alrededor.
Los responsables directos, quienes encabezaron el ataque contra la movilización pacífica, impunemente siguieron libres. Años más tarde uno de ellos fungió como director de seguridad del metro y otro de la policía bancaria industrial. Los autores intelectuales siguen protegidos por los pactos de impunidad que se confirman sexenio, tras sexenio.
El primer desaparecido político que documentó y registró el Comité Pro Defensa de Presos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México (Comité Eureka) data de 1969, Mtro. Epifanio Avilés Rojas, desparecido en Coyuca de Catalán, Gro. Nombrarlos(las) es un acto de dignidad y memoria revolucionaria. Para 1978, según denuncia de Doña Rosario Ibarra de Piedra, había ya alrededor de 67 secuestros políticos. Fue una década de lucha digna y loable de las madres de desaparecidos en la que además lograron localizar y liberar a casi una centena de personas desaparecidas políticas.
Resultado de todo esto, hombres y mujeres conscientes de la situación en que estaba nuestro país, buscaron incorporarse a organizaciones serias que efectivamente se prepararan para enfrentar, de manera organizada, el carácter represivo del Estado.
De esa época se crearon organizaciones como: El Movimiento Armado Revolucionario (MAR), El Frente Urbano Zapatista, los Comandos Armados del Pueblo, las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), EL Frente Revolucionario Armado del Pueblo, Los Lacandones, los Guajiros, el Frente Estudiantil Revolucionario (de Guadalajara), (FER), el Comité de Lucha Revolucionaria, el Comité Estudiantil Revolucionario, las Fuerzas Armadas de la Nueva Revolución (de Sonora), la Unión del Pueblo, la Liga Comunista 23 de Septiembre, Todas estas organizaciones sufrieron la brutal represión de diferentes organismos creados para exterminar todo intento de organización, a base de mecanismos de detección, infiltración y hasta de delación.
Nosotras, las mujeres del PFLN consideramos que la privación arbitraria a la libertad y posterior desaparición de un ser humano y de nuestros pueblos y territorios es lo mas cobarde y vil de la naturaleza humana. Estas graves violaciones a los derechos humanos no pueden explicarse como un acto criminal individual, casual, ni aislado. Se llama Desaparición Forzada, y en ella se concatenan intenciones, secretos, omisiones y acciones deliberadas de individuos, de grupos, de instituciones y gobiernos, que directa o indirectamente, funcionan al servicio y/o bajo la jurisdicción de quienes detentan el poder del Estado mexicano. Esta tragedia sostenida en el tiempo, expresa claramente el desarrollo de una política de Estado, que puede considerarse crimen de lesa humanidad según la Corte Penal Internacional.
Ante esto, sostenemos que la exigencia es continuar organizándonos y luchar por cambios estructurales.
Sabemos que la Desaparición Forzada es un crimen que no prescribe y no basta con modificar leyes.
El Comité Eureka con su andar nos recuerda cada día, que quien comete ese crimen, debe pagar por ello. Doña Rosario también nos enseñó a no rendirnos, De las madres argentinas retomó la frase “¡ni perdón, ni olvido!”, que la Justicia (si así se le pudiera llamar), sólo llegará cuando, primero se nos dé razón del desaparecido y posteriormente, exigir el castigo a los culpables, así como poner fin a los pactos de impunidad históricos y eliminar las prácticas de desaparición. Esto implica fincar responsabilidades a las y los responsables concretos de las fuerzas represivas del Estado, como el Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea, las corporaciones de seguridad pública, cualquier dependencia parecida a la tristemente célebre Dirección Federal de Seguridad, fiscales, jueces y magistrados, gobernadores y presidentes –de cualquier filiación política-, es decir, a todos quienes por acción, omisión o aquiescencia han posibilitado la desaparición y masacre de nuestros pueblos y que deben ser llevados a juicio históricos por responsabilidad penal o de otra índole, esto como condición necesaria para combatir la impunidad y logremos, no sólo que se repare el daño, sino sobre todo, que se toman las medidas necesarias para que esta tragedia de seguridad y derechos humanos se detenga y no vuelva a repetirse.
Medio siglo con más de 100 mil personas desaparecidas cuestiona estructuralmente la falacia de un Estado democrático.
¡Ni uno más, ni una más, ni una desaparecida más!
Durante la época de la Guerra Sucia, -desde fines de los sesentas a principios de los ochentas- la nefasta práctica de la Desaparición Forzada se llevó a cabo con cientos de personas, mujeres y hombres, cuyo delito era pensar diferente, creer que lo que vivíamos no era justo, apoyar luchas de trabajadores, campesinos o estudiantes, ser luchador social…. Por eso el desarrollo de estrategias, mecanismo y acciones de contrainsurgencia para contener la insurrección popular se instaló como componente constitutivo del Estado mexicano.
Después de algunos años, la Desaparición Forzada se vuelve algo común, se normaliza como mecanismo idóneo de control social, se aplica a propios y extraños, y más allá de eso, toca el tejido social de cualquier comunidad, pueblo, estado de la República Mexicana y de cualquier país en América Latina. Se vuelve una “práctica institucional de Estado” de criminales, de delincuentes con fines económicos y políticos, agazapados, solapados o en contubernio con el propio Estado… y día a día la cantidad de personas desaparecidas en nuestro país México, se multiplica de manera exponencial para llegar actualmente a más de 100,000 personas.
La Comisión de mujeres del PFLN consideramos que la demanda al Estado mexicano de presentar con vida a todas las personas desaparecidos debe ser de toda la ciudadanía, así como la urgencia de organizarnos para exigir verdad y justicia, y la presentación con vida de los desaparecidos. Todo eso es responsabilidad colectiva.
Mesas o Comisiones de verdad, son insuficientes. Nuestras preocupaciones son varias: primeramente, que ésta búsqueda de verdad, no esté sujeta a los intereses de partido político alguno o corriente de moda. Que no haya personas que saquen provecho del dolor de los familiares, que no busquen ninguna ganancia, que no anden en busca de un puesto, fama o de algún grado académico a costa del dolor de los familiares. Que se hagan investigaciones ministeriales apegadas a derecho y efectivas, que en esas investigaciones se incluya a todos sin distinción, a policías, ministerios públicos, presidentes municipales, gobernadores, fuerzas armadas, jueces, magistrados, empresas…. todos aquellos que por acción, omisión o aquiescencia han perpetuado las desapariciones y la impunidad. Es un hecho que no podemos esperar que los gobiernos cosechen justicia cuando siembran represión.
Mesas o Comisiones “de nombre o membrete” no bastan. Necesitan ser realmente independientes del Estado y tener autoridad suficiente para exigir la presentación del resultado de las investigaciones, parar la serie crisis forense y de desapariciones en nuestro país, esto significa regreso a casa de todas las personas desaparecidas. A partir de estos resultados se podrán reformar las leyes que sean necesarias, de no ser así todo será letra muerta, a nivel local, nacional o internacional.
La terca realidad nos muestra que quienes buscan y encuentran, son los propios familiares de los desaparecidos. ¡Que nadie!, ninguna autoridad se monte ya no solo en el dolor sino en el trabajo de los familiares. No es responsabilidad de las familias hacer lo que le toca al Estado, no es ilegal su búsqueda, es una medida ética.
En nuestro caso,continuamos con la exigencia y la demanda de presentación con vida de nuestros compañeros desaparecidos por el Estado mexicano. A la sociedad en general les exhortamos a organizarnos, si guardamos silencio, éstas acciones pueden
seguir sucediendo. Un ejemplo lo tenemos con los estudiantes que fueron masacrados por el Ejército Federal en el año 2010 dentro de las instalaciones del TEC de Monterrey. Se sabía que eran estudiantes de “excelencia” y becados por el propio TEC y no eran ni “pandilleros” ni truhanes, como en un inicio intentaron hacer creer a la población. Este hecho dejó ver la complicidad de las autoridades del TEC con el ejército y el gobierno. Se pudo conocer del actuar de las Instituciones al servicio del Estado mexicano, desde directores de prestigiosas escuelas, gobernadores y presidentes de cualquier color.
Miles de mujeres mayoritariamente jóvenes han sido desaparecidas y la búsqueda es un largo caminar donde van apareciendo lamentablemente sin vida, hay así un factor clave entre clase y género, las mujeres pobres son doblemente olvidadas.
Nuestra organización, el PFLN, sigue en la búsqueda de la Compañera Murcia, y de los Compañeros Alfonso, Ricardo, Héctor, Tomas, el maestro bilingüe Fidelino y Manuel, que integran la Lista de Ocosingo, es un esfuerzo de rescate histórico y de dignificación, ya que los poderes establecidos desde entonces hasta ahora, han tratado de enviar a ella y a ellos, y junto a ellos a las desaparecidas y desaparecidos de diferentes organizaciones revolucionarias, a un oscuro lugar narrativo donde los han catalogado, tratándolos como delincuentes y criminales que merecían su desaparición.
En realidad, cada uno de los militantes, cada una de las personas que lucharon y luchan por un México libre, tienen más amor por su pueblo y por su patria, que todo el batallón y los oscuros policías que los detuvieron y todos esos políticos y funcionarios que decidieron su desaparición.
En el caso de nuestros compañeros que se integraron a las FLN por su intensa rabia contra la injusticia y la pobreza que domina a nuestro pueblo y comunidades, con su profunda convicción de justicia y de cambio político, económico y social, Ella y ellos representan lo más valioso en las historias de las luchas y las resistencias en el país.
¡Vivos los Llevaron! ¡Vivos los Queremos!
¡Vivir por la Patria o Morir por la Libertad!
Comisión de Mujeres del Partido Fuerzas de Liberación Nacional.
(¿A dónde van los desaparecidos?)
Busca en el agua y en los matorrales (¿Y por qué es que se desaparecen?) Por qué no todos somos iguales (¿Y cuándo vuelve el desaparecido?) Cada vez que lo trae el pensamiento (¿Cómo se le habla al desaparecido?) Con la emoción apretando por dentro.
Desapariciones, canción de Rubén Blades y el link de la misma:
Editorial junio: la memoria nunca debe olvidarse.
“10 de junio no se olvida”. En las noches, para no ser vistos, los jóvenes pintaban ese llamado a la memoria colectiva, habían sido masacrados en 1971 solo por haberse manifestado públicamente. A las víctimas de 1968 se sumaban las de 1971.
Aquella generación no se doblegó ante amenazas, muchos tomaron el camino de las armas, la defensa armada antes que perder la dignidad y la patria, si el mandatario principal en México, era parte de la Agencia Central de Inteligencia (C.I.A. por sus siglas en inglés). ¿Qué se podía esperar?, la resistencia se organizó poco a poco, algunos lucharon heroicamente en las ciudades, otros en zonas rurales, el Estado mexicano respondió con más violencia, formó cuerpos represores clandestinos para detectar la inconformidad social, la llamada “guerra sucia” contra el pueblo se instauró. Miles de asesinados, torturados y desaparecidos políticos, pero nosotros no olvidamos.
En junio nos toca recordar a nuestros compañeros que nacieron en este mes, llegaron y entregaron sus vidas a nuestra Patria, recordamos con especial cariño a Manolo, nuestro inolvidable “placa chica”, pues bromeando, imitaba la voz de los “influyentes” y por esa razón se le decía así “placa chica”. En México los oligarcas portaban en sus vehículos numeraciones de dos dígitos, para señalar que eran influyentes. El pueblo los bautizó como “placas chicas”, eran detestables.
En esta ocasión vamos a transcribir un fragmento del artículo escrito aparecido en el órgano de comunicación interna NEPANTLA No. 30, en el número especial dedicado a los compañeros Mario y Ruth que fueron masacrados en el año de 1983. El artículo se escribió para recordar a la compañera Ruth quien cumplia años en junio
Ruth siendo muy joven se integró a la lucha clandestina, y formó con trabajo político, a muchos de sus subordinados. El ejemplo y su sacrificio nos impulsan hasta hoy a ser cada vez mejores militantes. Aunque los tiempos han cambiado, el imperialismo existe, y no se puede confiar en él.
En la editorial de ese ejemplar de Nepantla, se señala “Recordar a nuestros héroes, es reanudar su trabajo en la medida de nuestra capacidad. Así lo hubieran querido, porque fue ese trabajo el que dio sentido a su vida revolucionaria. Y también a su muerte; pues la asumieron como una posibilidad –terrible-, pero una más- que se convirtió en necesidad para que la lucha continuara.
Y continuará. Nosotros lo haremos. La memoria nunca debe olvidarse.
Aquí el artículo:
Para el recordatorio de Mario y Ruth
“Ruth me conoció bastante antes que yo a ella, porque cuidaba de las entrevistas de mi responsable conmigo; eso lo supe porque ella me lo platicaba, regocijándose de que nunca me hubiera dado cuenta. Para las medidas de seguridad era muy meticulosa: La historia en el vecindario, las señales en la casa, quién podía salir al patio a tender la ropa, el plan de retirada. Un día le pregunté por dónde había que salir de la casa si llegaba la competencia. ¡Pues por el frente! Me contestó de inmediato… Y así hizo cuando tuvo que hacerlo.
El cuento en el vecindario decía que yo era su tío. Muy pronto dejaría de ser cuento porque empezó a llamarme tío hasta dentro de la casa; ese lazo familiar llegó a hacerse muy sólido; Ruth aligeraba así, generosamente, la carga que en los primeros meses después de la incorporación significa el tener que abandonar a la familia. Al poco tiempo también Mario se convertiría en mi sobrino…
Pero no vayas a creer que el vínculo familiar ablandaba ni tantito a Ruth. Con ella no había amiguismo (ni tiísmo) que valiera cuando uno se equivocaba; era totalmente intransigente cuando se trataba del trabajo y de la crítica. Su lucha contra el individualismo, el engreimiento y la sensiblería era implacable.
Me decía que hubiera querido seguir estudiando electrónica, que su sueño era operar nuestra planta de radiodifusión –que para ella era un hecho en el monte durante la guerra. Dejó, no obstante, su sueño de monte y electrónica, porque era consciente de que había que realizar otros trabajos. Ruth no tenía proyectos personales, estaba enteramente dedicada a la revolución, como lo demuestra la siguiente anécdota: Ella trataba las armas con enorme diligencia. Cierta vez consiguió una escopeta que no era vieja, pero que estaba muy mal cuidada; le sacó casi todo el óxido, pero quedaban manchas en el ánima del cañón, que se convirtieron en picadas cuando acabó de limpiarlas. Después de haberse afanado durante varios días con la limpieza de la escopeta, me platicó una mañana el sueño que había tenido la noche anterior; soñó que no podía quitar aquellas manchas porque, cuando se asomó bien por el cañón no eran otra cosa que la imagen del Ché… Su espíritu revolucionario no podía ser más íntimo.
Pero no sólo cuidaba las armas, sino todos los bienes de la organización que tenía encomendados; un pequeño detalle dará fe de esta su cualidad: tenía un frasco con desodorante que no se acabó en más de un año; y no se malentienda, Ruth era muy, pero muy limpia y aliñada. Pero cuando visitaba a cierto tipo de colaboradores, o cuando iba de “negocios”, se ponía aquello por no lucir diferente, era parte del atuendo, lo mismo que una blusa blanca, un trajecito sastre y un par de tobimedias que tenía.
En contraste, cuando un compañero no se gastaba todo el presupuesto de la intendencia, o cuando se cocinaba por mero trámite y no para complacer a los demás, Ruth se quejaba de la “comida cuartelaría”.
El sentido del orden de Ruth era también notable. Pero no era una de esas gentes compulsivas que necesitan del orden como marco de referencia para sentirse seguras. No. El orden de Ruth estaba al servicio de la eficiencia del trabajo revolucionario; ese orden podía cambiar de un momento a otro, según fueran las necesidades. En el año y pico que viví con ella, nunca se perdió algo, ni dejó de funcionar cualquier equipo sin su pronto arreglo. Era rarísimo que dejara de cumplirse algún punto de la orden del día que ella confeccionaba la noche anterior. Tardándose muchas veces más de una hora, reflexionando en las tareas que iba a encomendar a sus subordinados.
Con lo dicho hasta aquí pudiera pensarse que Ruth era algo así como un monumento solemne. Nada de eso: Hacía las cosas con gran naturalidad, era muy alegre y de risa fácil. Le gustaba bailar y canturreaba casi todo el día. Alguna vez salió la muerte en la plática; Ruth dijo que en esta etapa de la lucha era muy probable para nosotros. Pero no vayas a creer que se puso sombría o melancólica, lo dijo que si estuviera comentando cualquier cosa, porque una de las cualidades de Ruth, aparte de su optimismo contagioso, era su objetividad. No se dejaba enredar con palabras. Objetivamente la muerte está siempre presente en nuestra lucha; ella la asumía con la naturalidad con la que tomaba también todas sus muy vitales responsabilidades cotidianas.”
(Hasta aquí el artículo escrito por el compañero José)
Conciencia y Condición de Clase como elemento común en los Pueblos Originarios
En nuestra historia política, y en la real, objetiva y necesaria transformación que debe ocurrir en nuestra nación toda, nunca hemos considerado a ningún sector social como innecesario o de menor importancia en el proceso de organización y transformación.
Lejos de ello hemos visto a los pobres, miserables (materialmente), desheredados, desterrados (los que vivimos al día y sin futuro seguro alguno), como actores potenciales de organización, conciencia y transformación.
Nada o muy poco tenemos qué perder y sí mucho que contribuir al horizonte de transformación revolucionaria. Mas no es espontáneo ese camino y proceso; atraviesa por la conciencia, el crecimiento político -personal y colectivo- y la organización.
La participación es necesaria pero siempre fruto del acto voluntario.
Nuestra historia nacional y sus etapas determinantes han sido eso: procesos organizativos con la participación voluntaria de variados actores. Pero en ellos, ¡las y los trabajadores todos! han sido imprescindibles. Trabajadoras urbanas y del campo; trabajadores.
Sin embargo, hay un sector que ha jugado siempre un papel fundamental en la historia nacional: los pueblos originarios; las comunidades indígenas. Lo sabemos si conocemos su participación en la resistencia frente a la conquista; en el largo proceso de independencia y en el proceso revolucionario mexicano de las primeras décadas del 1900.
Junto con los y las trabajadoras urbanas de la maquila, construcción y demás trabajos que apenas permiten la sobrevivencia, las comunidades indígenas han sido protagonistas de los peores actos de despojo, sometimiento y explotación, y han resistido.
Nos acercamos a ellos -como proyecto histórico- porque sabemos y sabíamos de nuestra historia nacional y de la realidad que se vivía y vive (bajo otras apariencias) en esas regiones excluidas, marginadas, pero siempre objeto de despojo y acumulación.
Nos acercamos por una razón más, que es la misma que nos une a otros muchos sectores: la conciencia de clase; la condición de clase.
Este elemento es fundamental. Nos identifica; nos permite la posibilidad de trazar juntos y comprometernos en ese horizonte de transformación.
Así concebimos a nuestros pueblos, y de ellos hemos aprendido.
En ese caminar conjunto entre el Partido Fuerzas de Liberación Nacional y los pueblos, hemos encontrado la misma conciencia y condición de clase más allá de las diferencias culturales: pueblos originarios o afro-descendientes de nuestra patria; pueblos del mundo con los cuales hemos tenido contacto en nuestro largo camino.
¡Vivir por la Patria o Morir por la Libertad!
Partido Fuerzas de Liberación Nacional
México, 2022
Nuestro Proceso Histórico es un Proceso Colectivo
De la serie de cuadernillos sobre el PFLN, presentamos a continuación el siguiente material:
Es por esto que nuestra organización político-militar, compuesta por compañeros como tú, como yo, sin prestigio nacional ni internacional, declaramos desde hoy y para siempre que somos los únicos responsables de los errores que se cometan. Las victorias son ya de nuestro pueblo…
Primer comunicado confidencial a los miembros de las FLN, Compañero Pedro, 1969
Desde el poder, es conveniente narrar la historia de los procesos sociales de cambio como obra de un caudillo; de una heroína; de un sólo líder. Es conveniente porque le da al Estado y a todos los intereses económicos a los que sirve y representa, la posibilidad de ocultar la construcción colectiva de los procesos sociales, con el objetivo de que el pueblo mismo se desaliente o considere innecesario su involucramiento.
Lo anterior, yace en el fondo del sistema político electoral mexicano: ¡voten por el héroe que trasformará el país!
Así, la historia; sus fundamentales momentos de evolución o cambio necesario, estarían hechos por héroes, caudillos y líderes mesiánicos y, por tanto: ausentes de actores colectivos y contingentes organizados y decididos, capaces de suceder mandos y dirección colectiva.
No es así.
La historia de los procesos de transformación revolucionaria ha sido y es una inmensa obra colectiva -siempre con una necesaria dirección, cumpliendo acuerdos de mayores instancias de toma de decisiones-. La responsabilidad es de todas y de todos.
Tal es el caso de la historia de las Fuerzas de Liberación Nacional.
El protagonismo (que pretende heroicidad) conlleva errores políticos que la historia juzga. Es, por tanto, un desvío.
Bajo el protagonismo y la heroicidad, la decisión de los pueblos no se reconoce; tampoco su hacer: se ignora; se anulan las decisiones y mandatos de las asambleas; se usurpa el hacer y la voluntad de los pueblos.
Frente a los desvíos anteriores reiteramos: nuestra historia nacional y su indispensable y continua transformación ha sido, es y será obra colectiva; obra de todas y todos los actores a los que nos une una misma conciencia de clase, bajo una necesaria dirección ejemplar y colectiva.
¡Vivir por la Patria o Morir por la Libertad!
Partido Fuerzas de Liberación Nacional
México, 2022
La primavera volverá…
¿Sabe usted? A veces alienta mi corazón un algo… ¡es asombroso! Me parece que a donde quiera que voy no encuentro más que camaradas; un mismo fuego los abrasa, son todos alegres, animosos, buenos. Sin palabras, se entienden los unos con los otros… Viven todos en armonía y el corazón de cada uno canta su canción.
Todas las canciones son como arroyos que corren y se funden en un solo río, y el río fluye,ancho y libre, hasta el mar de las luminosas alegrías de la nueva vida.
Máximo Gorki, La Madre, 1907.
Les escribimos estas líneas con la llama del fuego de las madres en nuestro corazón, de ellas, las que mueven el mundo para que sus hijas e hijos regresen a casa, las que rompen el silencio y el miedo para que mañana nazca una nueva patria, una nueva humanidad, les abrazamos porque está naciendo un nuevo corazón.
Es en 1969 que se tiene el primer registro de desaparición forzada del Mtro. Epifanio Avilés Roja, en Ciudad Altamirano, Gro., por parte del Ejército Mexicano. El Comité Eureka tiene documentados 557 casos, entre ellos, se incluyen nuestros compañeros Pedro, Héctor, Fidelino, Tomás, Ricardo, Murcia y Alfonso que integran la “lista de Ocosingo”; fueron desaparecidos durante la Guerra Sucia y la impunidad se mantiene hasta el día de hoy.
El 28 de agosto del 1978, treinta y cuatro madres y cuatro padres del Comité Eureka iniciaron la primera huelga de hambre por los detenidos-desaparecidos, entre ellas se encontraba nuestra querida compañera de luchas diversas: Doña Rosario Ibarra de Piedra, quien falleció el pasado 16 de abril, ella y todas sus compañeras y compañeros con su ejemplo de lucha y denuncia comprometida sembraron semillas de dignidad y de Memoria Indómita.
“¡Ni una más, ni una persona desaparecida más!
¿Dónde están, dónde están?
¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!
¡Vivas se las llevaron! ¡Vivas las queremos!,
¡Ni una persona más desaparecida!
Clamores convertidos en exigencia de miles de familiares y organizaciones sociales, son claro reflejo del pacto de impunidad que se sostiene en el tiempo…
Oficialmente se reconocen cerca de 100 mil personas desaparecidas en nuestro país y siguen incrementándose, sin embargo, proporcionalmente las voces de miles de madres mexicanas, familiares y de la sociedad también crecen. Día con día y noche con noche comprobamos que las desapariciones se convirtieron en una realidad que invade todo el territorio nacional y se mantiene en el tiempo como una práctica sistemática e idónea de control social, que se ha convertido en un componente constitutivo de los nuevos modelos de Estados pseudodemocráticos.
Actualmente los estados de Jalisco, Tamaulipas y Estado de México ocupan los indeseables tres primeros lugares con un registro oficial de más de 10 mil personas desaparecidas en cada estado (en total 37,784). Desafortunadamente, a la fecha no hay entidad de la República Mexicana que no tenga personas desaparecidas; tan sólo los seis estados del norte del país concentran el 31% de personas desaparecidas, el 27% del registro oficial nacional son mujeres y 14% son menores de edad de entre 0 a 17 años[1]. Así mismo, se reconoce sólo a 54 personas migrantes desaparecidas de 30 nacionalidades[2].
La seria crisis de desapariciones, en la actualidad y de las mujeres en particular, no obedecen sólo a graves violaciones a los derechos humanos como el feminicidio o la trata; del primero de enero al tres de mayo del 2022, han desaparecido a 1,953 mujeres, 18 de ellas han sido encontradas sin vida, 963 siguen sin reporte de localización. Esta atroz realidad no la podemos analizar fuera del contexto de la lucha por la disputa y control de territorios, población e instituciones del Estado, polarizada permanentemete en la disputa política partidista, electoral y oficialista. Así pues, las mujeres seguimos siendo usadas como botín de guerra, pero, sobre todo, las mujeres nos encontramos por diversos frentes poniendo los cuerpos para que ninguna más sea víctima de delitos y graves violaciones de derechos humanos. Nuestras vidas no pueden, ni deben ser un recurso a utilizar en esta y cualquier otra guerra que los imperialistas nos imponen.
Resultaría ingenuo pensar que estos crímenes de Estado, se resuelven con alertas de género que no funcionan, con políticas públicas simuladoras, con discursos mesiánicos para aletargar la angustia de la pobreza y la impotencia para encontrar la luz al final de túnel. Esta crisis no es coyuntural, los gobiernos de México en todos sus niveles y colores, el Ejército, la Marina y todo el aparato de Estado es represivo, son responsables de las desapariciones y de la seria crisis de seguridad y de derechos humanos; deben ser juzgados como lo que son: criminales de lesa humanidad.
Ha sido más de medio siglo de desapariciones continuadas, los datos oficiales se acercan a 100 mil personas desaparecidas en nuestro país; sin embargo, con mucho dolor las madres de personas desaparecidas y las organizaciones que han formado, nos informan que estas cifras no son reales, que se superan aceleradamente, que las promesas gubernamentales de no repetición son ofensivas. La desaparición forzada es terrorismo de Estado, utilizado también para el control social.
Los discursos y justificaciones de todos los gobiernos son las mismas, revictimizando y con lo más ruin de su existencia, señalando “que alguna razón debió de haber habido”, que se trata de “una falla humana masiva” o que las desapariciones se dan “por rebeldía y falta de comunicación con los padres”, como lo han dicho recientemente autoridades en Nuevo León. Si ayer hablábamos de una guerra en la que se desaparecían a militantes de organizaciones revolucionarias, hoy las desapariciones las vivimos jóvenes, menores, mujeres, estudiantes, periodistas, defensores de la tierra, trabajadores, migrantes…de primera vista, pareciera que no hay distinción para desaparecerte, pero sí la hay, para los sectores empresariales y políticos se crean comisiones especiales, fiscalías especiales, o para casos que pudieran tener costos políticos nacionales e internacionales; también se privilegia, y a la vez se fomenta la división de los movimientos sociales y de víctimas en todo el país, se simula buscar, se niega la posibilidad de verdad y justicia, se prejuzga y estigmatiza, se revictimiza hasta el absurdo más vil, se margina e ignora a las personas desaparecidas que son pobres. El Estado mexicano es un estado exterminador de sus propios pueblos, de la ciudadanía y de cualquier persona que transite por nuestro territorio.
Por otro lado, a la fecha se reconocen oficialmente 52 mil cuerpos sin identificar y un sinnúmero de fragmentos de restos humanos recuperados por las madres y padres en lugares de exterminio, fosas clandestinas y fosas comunes, ante lo cual los gobiernos estatales y el federal, dicen que “facilitan esta tarea”, donando palas, camiones, dinero, pantalones…, para que se pueda continuar en la búsqueda de cuerpos sin vida, quizá de sus hijas e hijos.
Se invierte en bases de datos para registros oficiales de personas desaparecidas para jugar y simular con estadísticas la atención gubernamental a esta tragedia, pero que mantienen serios problemas de precisión de datos, de difícil acceso a la información para los propios familiares de desaparecidos, que no aportan para realizar estrategias de búsqueda y mucho menos para detener y erradicar las desapariciones en nuestro país. Comisiones de Búsqueda, Centros de identificación forense que como siempre corren el riesgo de que su operación sea efectiva, lo que implica que en verdad se invierta para procesos de búsqueda en vida, regreso digno a casa de miles de personas sin identificar en todo el territorio nacional. Fiscalías que niegan el derecho a ser buscados y simulan investigar para no comprometer a los diversos actores estatales, privados y de las redes de macrocriminalidad, y así mantengan estructurados estos pactos de impunidad. Estamos pues ante un genocidio.
Son muchos los agravios cometidos contra el pueblo mexicano, la dimensión de la crisis de seguridad que se traduce en: desapariciones, ejecuciones extrajudiciales, feminicidios, despojo de los territorios y recursos de la nación, entre una multiplicidad de graves violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, nos exige como organizaciones sociales y revolucionarias seguir denunciando, construyendo alternativas de vida, verdad y justica para nuestros pueblos.
En un país donde se pretende desaparecer la verdad y la justicia, tenemos el digno ejemplo de las madres de personas desaparecidas, quienes nos han enseñado con firmeza, tenacidad, valentía y lucha organizada que no podemos petrificarnos, que debemos seguir organizándonos desde abajo, exigiendo la presentación con vida de los miles de mujeres y hombres, la mayoría jóvenes, que nos han arrebatado a plena luz. Presentación y regreso digno regreso a casa, esta es una lucha y legítima exigencia que se visibiliza por la incesante labor de las madres en este país.
Como nos han enseñado nuestras compañeras y compañeros sólo la acción de los pueblos erradicarán esta terrible y abominable práctica de las desapariciones, nos sumamos activamente al clamor y digna lucha exigiendo la justicia que nos ha sido negada y el castigo de todos los culpables por las más de 100 mil personas desaparecidas en medio siglo de terror. ¡Verdad, justicia y libertad!
¡Vivas se las llevaron, vivas las queremos!
¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!
Madre, en tu día
No dejamos de mandarte nuestro amor.
Madre, en tu día
Con las vidas construimos tu canción.
Madre, que tu nostalgia se vuelva el odio más feroz.
Madre, necesitamos de tu arroz.
Madre, ya no estés triste, la primavera volverá,
Madre, con la palabra libertad…
Madre, Silvio Rodríguez
¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la Libertad!
Comisión de Mujeres del Partido Fuerzas de Liberación Nacional
Los hechos son tozudos, o “tercos” dijo en algún escrito Vladimir Ilich Lenin:
“Esto es un hecho. Los hechos son tozudos. Y este “argumento” con hechos en pro de la insurrección es mil veces más fuerte que los subterfugios “pesimistas” de un político desconcertado y atemorizado.”
Carlos Marx y Federico Engels a su vez, señalaron en el Capítulo 1 del Manifiesto Comunista, Burgueses y Proletarios:
“La moderna sociedad burguesa, surgida del ocaso de la sociedad feudal, no ha suprimido los antagonismos de clase. Sólo estableció, en lugar de las antiguas, nuevas clases, nuevas condiciones de opresión y nuevas formas de lucha.
No obstante, nuestra época, la época de la burguesía, se distingue por haber simplificado los antagonismos de clase. La sociedad se divide más y más en dos grandes campos enemigos, en dos clases directamente opuestas: la burguesía y el proletariado”.
Así, aún hoy, a ciento setenta y cuatro años, en el mundo convulsionado por guerras imperialistas, la sociedad sigue dividiéndose entre los que tienen capital y los que venden su fuerza de trabajo. Por ello tomamos partido por los trabajadores, no importa de dónde sean, si trabajan en el campo o en la ciudad, si su piel es de un color o de otro, si hablan un idioma u otro, lo importante es que son trabajadores asalariados y merecen respeto.
Cada país, cada centro de trabajo, cada familia, cada mujer, u hombre debe tomar partido, o por los trabajadores, o por sus patrones. México no es la excepción, la unidad de los mexicanos es el único camino para sacar de la pobreza a más de la mitad de nuestros hermanos trabajadores, los hechos son tercos, podemos caer en la dicotomía utópica de buscar entre varios candidatos a la presidencia de la república, pero resulta que ambos pertenecen a un mismo sistema tolerado, donde los capitalistas existen y los trabajadores obedecen. La unidad nacional exige un nuevo contrato social, no más de lo mismo.
Liberarse de la tutela imperialista, y de sus políticas de sujeción, económica y militar, es todavía un imperativo, por ello, aunque algunos digan que suena anacrónico debemos repetir:
¡Proletarios de todos los países, uníos!
En mayo debemos recordar a tres compañeros, uno de ellos nació en mayo y los otros dos murieron en este mes. El primer nos dio con su trabajo unidad y estructura organizativa, tiempos difíciles de persecución y muerte, se trata de Ismael, en nuestros cuadernos de trabajo “Dignificar la historia” podemos encontrar nuestros estatutos de 1980, ahí está su obra.
Los otros dos compañeros, la compañera Ruth y el compañero Mario, mueren en el Estado de Puebla, cumpliendo su deber internacionalista, muchos artículos de formación política fueron escritos por ellos. La compañera Ruth escribió sobre la situación de la mujer en el capitalismo, como militantes en su vida civil, como militantes profesionales y en el socialismo. La unidad de las mujeres, sus luchas, El compañero Mario escribió sobre la Educación en México, sobre la historia de movimiento guerrillero en la obra, “Nada es gratuito en la historia”, etc. Estos son solo algunos ejemplos de su trabajo político. Al leerlos, se les recuerda, pero también es para decirnos….. aún falta mucho por hacer.
Aquí fragmentos del artículo aparecido en el Nepantla 13 en el año 1981: Nada es Gratuito en la Historia.
NADA ES GRATUITOEN LA HISTORIA
El 23 de septiembre de 1965, el grupo guerrillero comandado por el profesor normalista Arturo Gámiz García atacó el cuartel del ejército mexicano localizado en Ciudad Madera en el estado de Chihuahua. 16 bajas sufrió la guarnición que custodiaba el cuartel. Ocho de los trece participantes en el ataque perdieron la vida, la mayoría de ellos rematados a mansalva después de ser heridos y hechos prisioneros. El hecho de que uno de cada cinco de los participantes en la batalla haya quedado fuera de combate da una idea clara de lo encarnizado de este enfrentamiento militar, en que el pueblo armado se enfrentó por primera vez con carácter ofensivo al poder represivo del Estado Mexicano.
La desigualdad numérica de las fuerzas combatientes, la diferencia de equipo militar y de experiencia fueron determinantes en el resultado de aquel combate: armados de escopetas de taco, bombas molotov que no alcanzaron a utilizar y rifles calibre .22, los combatientes populares fueron derrotados militarmente y sobre sus cadáveres arrojados a la fosa común cayeron no solamente toneladas de tierra, sino también de calumnias y de falsas interpretaciones sobre los motivos de su lucha. Otro lenguaje habrían empleado analistas, observadores, politólogos, oportunistas e inclusive personas indiscutiblemente honestas para calificar este poco conocido pasaje de la historia de México de haber sido otro el resultado de ese combate. De “héroes populares”, “vanguardia revolucionaria”, “etc.”, no lo habrían bajado. No les quedó sino llamarlos “los mártires de Madera”.
En ese momento -1965- la lucha del profesor Gámiz y su núcleo guerrillero fue calificado de mil maneras:
Fueron víctimas de una provocación que los llevó al suicidio, víctimas inocentes de “no sé qué oscuras fuerzas que los engañaron”.
Su movimiento no fue más que una algarada regional contra los caciques locales.
La causa de la lucha guerrillera estuvo en la incapacidad política, la impericia y la estupidez de un gobernador que por estar aliado a la oligarquía -latifundista y ganadera- del estado no tenía siquiera disposición para disimular su posición de clase. (Esta tesis apunta a la suposición de que fuera de Chihuahua, en el resto del país la población vivía en jauja, done los virtuales jefes políticos porfiristas -los gobernadores de los estados- eran al menos más hábiles para dar al pueblo las demagógicas gotas del reparto agrario)
Inspirados en el ejemplo victorioso de la Revolución Cubana, Gámiz y su grupo pretendieron hacer una calca del ataque al cuartel Moncada.
El ataque al cuartel de Ciudad Madera fue un acto desesperado e imprudente que provocó la represión contra los lugareños.
Aunado a las versiones anteriores, el desastre militar en que culminó la experiencia guerrillera de los combatientes populares dio pie también a que se tejieron las más absurdas versiones sobre lo poco factible de desarrollar la lucha revolucionaria en nuestro país. Los oportunistas entonaron el canto del cisne para la lucha armada en México, como lo hicieron dos años después con la muerte del Che en Bolivia los oportunistas a nivel internacional.
Al año siguiente de la fallida empresa político-militar, Cárdenas, fue a la región de Madera. Durante el recorrido que hizo por la región se percató de las necesidades de la población en materia agraria y la falta de libertades políticas, comprobando que la lucha armada que allí libró el pueblo fue justa debido a las enormes contradicciones en el agro chihuahuense, e hizo ver la necesidad del reparto agrario, la suspensión de la sobrevigilancia militar, el cambio de adscripción de los militares connotados por su papel represivo, la modificación de la imagen represiva del ejército.
Y sin embargo, la tierra no se repartió de inmediato.
(…)
A la vuelta de quince años, aquella valiosa experiencia militar del pueblo representado por sus mejores hijos sobre las armas, apenas si queda reducido, para las nuevas generaciones, al vago recuerdo de un grupo romántico que tuvo la ilusión de destruir el poder represivo del Estado armado sólo de escopetas de taco y rifles .22. Para comprender políticamente las verdaderas motivaciones de los revolucionarios armados que atacaron el cuartel de Ciudad Madera, tenemos que recurrir a la génesis y desarrollo del propio núcleo guerrillero y al estudio de las concepciones políticas que sustentaron su actividad revolucionaria.
Del ataque al cuartel de Madera se escribió mucho en su momento y aún algunos años después. Posteriormente vino el silencio. Y lo más característico de aquella abundante literatura es que nada de lo que se escribió se hizo a la luz del marxismo; es decir, no se hizo ningún análisis clasista, desde el punto de vista de la clase obrera. Todo quedó reducido a textos hechos en base a notas periodísticas, a anécdotas y a las notas biográficas -magníficas por cierto- sobre los participantes en el ataque. No ha habido tampoco el análisis o la difusión del pensamiento político de los atacantes al cuartel, ni se han estudiado las concepciones políticas que sustentaban quienes fueron consecuentes con ellas hasta el punto de dar su vida por la revolución.
Que el régimen haya callado no es extraño. Nada espanta tanto a la burguesía como que se difunda la verdad revolucionaria. Pero la izquierda, ¿por qué? ni suicidas, ni aventureros, irresponsables o desesperados como los llegó a calificar la izquierda mexicana de aquella época. A lo sumo accedió a llamarlos “equivocados” con la silenciosa advertencia, a todo aquél que quisiera seguir su ejemplo, que se podría traducir en algo así como “ya ven lo que les pasa a los desesperados”. A pesar de su juventud, habían ya acumulado una vasta experiencia política al lado de las masas campesinas encabezando distintas acciones revolucionarias de masas en medio de la represión más feroz.
(…)
Hoy -1981- el carácter represivo del estado burgués no ha cambiado. De franco y desembozado en la década anterior se ha vuelto sofisticado y silencioso con el aval de los que ayer estaban presos por la visita de Kennedy y que hoy reciben, al amparo de la “reforma política”, a Carter en la cámara de diputados. No existen en realidad presos políticos en nuestro país; sólo muertos y desaparecidos; la represión llega a cada sindicato, a cada comunidad campesina o a cualquier sector que quiera actuar políticamente con independencia del Estado como requisito para incrementar las ganancias de la burguesía y del imperialismo. Los golpes que ahora propina la “brigada blanca” son silenciosos, como calladas son todas las actitudes políticas de la burguesía que con la mentira reaccionaria oculta la necesaria verdad de los antecedentes revolucionarios del pueblo mexicano.
(…)
Ni locos, ni suicidas, ni mártires. Mártires los cristianos que se inmolaban en el circo romano, suicidas los kamikazes japoneses; locos, Hitler y Mussolini. El revolucionario no es suicida ni ama a la muerte. El revolucionario aspira a vivir para transformar las condiciones de vida miserable de su pueblo y si para lograrlo es necesario entregar la existencia, gustoso la da para que el pueblo siga viviendo.
(…)
Hasta el 23 de septiembre de 1965 la ofensiva estuvo siempre al lado de los opresores; el pueblo siempre actuaba a la defensiva ofreciendo el pecho a las bayonetas. A partir de esa fecha supo el estado mexicano que el pueblo ya no estaba más en disposición de servir de silueta de tiro al blanco de los soldados. Nuevas experiencias guerrilleras surgieron después en todo el país: Genaro Vázquez y la ACNR, Lucio Cabañas y el Partido de los Pobres; distintas y efímeras organizaciones que nacieron al calor de la represión desatada por el régimen contra los estudiantes en 1968 y el 10 de junio de 1971; hasta culminar con la aparición, vida y ocaso de la LC-23-IX que adoptó ese nombre en pretendido homenaje y continuación de la obra de los revolucionarios de Madera.
El revolucionario caído no necesita de apologías para recordar su memoria. Sus obras y sus concepciones políticas lo hacen vivir. Para comprender el quehacer revolucionario de quienes por primera vez en la historia del proletariado mexicano emprendieron el camino de la liberación nacional empleando la violencia revolucionaria armados antes que nada de la teoría científica de la revolución; tenemos obligación de estudiar su pensamiento, sus concepciones sobre la lucha de clases en nuestro país, sobre las relaciones de la situación nacional y la internacional; tenemos que estudiar la crítica despiadada que hicieron de las enmohecidas organizaciones de izquierda a las que premonitoriamente calificaron como propensas a ubicarse en lo que hoy conocemos como “reforma política”, sus planteamientos organizativos y las previsibles maniobras intervencionistas del imperialismo yanqui en nuestro país.
(…)
Ver artículo completo en:
Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos. (2018). Cruce de caminos: luchas indígenas y las Fuerzas de Liberación Nacional (1977-1983). Apodaca, Nuevo León. México: Casa de Todas y Todos. Pag. 80.
Compañeros, Ismael, Mario y Ruth: ¡PRESENTES!
¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la Libertad!
Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos
Doña Rosario: nuestro apoyo, nuestro ejemplo…
Nos enteramos con tristeza del fallecimiento de Doña Rosario Ibarra de Piedra, compañera incansable en la búsqueda de las y los desaparecidos políticos en nuestro país, entre quienes se encuentra su querido hijo Jesús; y los compañeros de la lista de Ocosingo, pertenecientes a las recién fundadas, en ese entonces, Fuerzas de Liberación Nacional. Fue de las primeras voces que se levantaron para exigir a los gobiernos corruptos cesara la persecución de tantos y tantos jóvenes asesinados o desaparecidos.
Fundadora del Comité Eureka, fue una guía y un ejemplo de lucha. Sin importar el espacio que ocupara, trabajó con entereza y cabalidad en su esfuerzo por transformar nuestro México. Lo hizo como candidata presidencial, lo hizo como senadora, pero más allá de esos cargos o responsabilidades, lo hizo cotidianamente, como mujer y madre mexicana. Parafraseando a Salvador Díaz Mirón, Doña Rosario decía en relación a algunos trabajos que tuvo que hacer: «Hay plumajes que cruzan el pantano y no se manchan… ¡mi plumaje es de esos!»; su meta primordial fue la búsqueda de los muchachos, como ella les llamaba.
Valiente siempre, comprendió que la búsqueda de su hijo -y de sus miles de compañeras y compañeros desaparecidos- implicaba la necesaria transformación del Estado mexicano; no retrocedió nunca, y ningún gobierno -ni el actual, ni los anteriores- resolvió la pregunta que sigue pendiente: ¿ en dónde están?: las desaparecidas, los desaparecidos, las historias, las pérdidas, se acumulan.
Nunca quiso medallas, nunca quiso reconocimientos, le motivaba el interés de la búsqueda y de la lucha en su día a día.
La necesidad de transformar nuestro dolido país sigue palpitando, más aún ahora que ha vuelto a la tierra esta incansable compañera. ¡Hasta siempre Doña Rosario!.
¡VIVOS LOS LLEVARON! ¡VIVOS LOS QUEREMOS!
*Tomado de Cuadernos de Trabajo I, de la serie “Dignificar la historia”
Grupo Editorial de La Casa de Todas y Todos
Mujeres revolucionarias, la memoria de nuestras tierras, de nuestras luchas.
“Soy zapatista del estado de Morelos,
porque proclamo el Plan de Ayala y de San Luis,
sino le cumplen lo que al pueblo le ofrecieron,
sobre las armas los hemos de hacer cumplir.”
Soy zapatista del Estado de Morelos.
Marciano Silva, canción popular revolucionaria
A 103 años del asesinato de Emiliano Zapata que perpetró la traición Guajardista por órdenes del genocida Venustiano Carranza, rescatamos desde la memoria de los pueblos, la historia, la lucha por la libertad política, económica, ideológica de la gesta revolucionaria, que inició por lo menos desde 1892 con las revueltas magonistas en distintos puntos del país, la bola se convirtió en sublevaciones que se expandieron rápida y profundamente en diferentes regiones y territorios, para el 20 de noviembre de 1910 logró aglutinar el acuerdo de distintos grupos políticos del país para intensificar la lucha contra la dictadura del dictador Porfirio Díaz y generó una articulación de unidad de los pueblos en marzo de 1911 por la liberación nacional y la liberación social, redimiendo a la patria desde el seno del pueblo.
En febrero de 1911 Gabriel El Viejo Tepepa veterano de la guerra contra la invasión francesa, daba ejemplo una vez más de lucha de liberación peleando contra batallones de infantería porfiristas. En marzo los representantes de los pueblos eligieron a Emiliano Zapata para encabezar la guerra revolucionaria, después de cuatro meses de buscar diálogo con Madero para unificar acuerdos revolucionarios y, encontrar que, para los maderistas “no era conveniente precipitarse para comenzar la lucha armada…[…]…que era muy bueno el sufragio efectivo y la no relección, pero que antes que pensar en la política había que pensar en la tortilla para todos los mexicanos…[…]…que esa bandera no era nueva sino que ya antes la habían enarbolado Morelos y que era natural que nosotros hijos del estado que lleva su nombre defendiéramos esos ideales”[i] .
Como respuesta a ello, la historia vio nacer el 11 de marzo de 1911 a las 11 de la noche en el kiosko de Villa de Ayala la marcha de los pueblos por la revolución del sur al grito de ¡Abajo haciendas! ¡Viva pueblos! la “multitud insurrecta de pueblo en pueblo” formada por columnas de combatientes que pronto constituyó al Ejercito Libertador del Sur.
Contra el silencio, el olvido y la invisibilización de la historiografía dominante, rescatamos la memoria histórica de la lucha y experiencia de las mujeres en esta guerra revolucionaria. Es necesario precisar que contrario a las ideas comunes de pensar que solo eran soldaderas y adelitas que seguían a sus hombres en la bola, las mujeres revolucionarias no eran soldaderas de la bola, sí eran combatientes zapatistas convencidas de su participación en la revolución.
Las mujeres pensamos y decidimos nuestra participación política civil y armada en cada etapa histórica, innegable es que hay hechos que escapan a nuestras decisiones o las enfatizan, no hay pureza en la historia, no todo es blanco o negro en la gama de matices donde se funda la libertad del mañana.
La participación de las mujeres en la revolución es continuidad de la lucha de otras mujeres en la independencia, mujeres independentistas como Antonia Nava y Catalina González,que sin reconocido prestigio ofrecieron sus vidas junto a otro grupo de mujeres, durante el sitio de Tlacotepec, hoy Guerrero, ante el general Nicolás Bravo, dijeron “No podemos pelear, pero podemos servir de alimento para que sea repartido como ración a los soldados”[ii], sin permitir ese tipo de sacrificio, tal acción alentó a los soldados independentistas para seguir luchando, las mujeres se armaron de machetes y palos y también salieron a pelear contra el enemigo.
Hubo mujeres como Alta Gracia Mercado, o Manuela Medina, que con sus propios recursos armaron y encabezaron ejércitos para luchar contra los realistas y unirse a las Tropas de Morelos, o María Luisa Martínez de García Rojas, Gertrudis Bocanegra, María Dolores Basurto, Carmen Camacho, que fueron mensajeras insurgentes, aportaban víveres, recursos, daban cobijo a los rebeldes y dieron su propia vida por la independencia.
El ejemplo de estas mujeres de 1810 seguía vivo un siglo después en todas las fracciones que se produjeron en la revolución mexicana, precisamos que no escribimos para hablar de las mujeres de la revolución que tomaron causa por el maderismo o el constitucionalismo, y sí por las que pelearon por un proyecto político de transformación social real, como las libertarias del Partido Liberal Mexicano, “las magonistas” entre las que encontramos a combatientes con mando como Isabel Díaz de Pensamiento, Lucrecia Toriz, Dolores Larios, Carmen Cruz, o periodistas como Trinidad Saucedo, Sara Estela Ramírez, Juana B. Gutiérrez de Mendoza, Elisa Acuña y Rosetti entre muchas más; otras revolucionarias son “las villistas” que tomaron las armas y tuvieron grados militares como María Quinteras de Meras, Petra Herrera, Carmen Parra “La Coronela Alanís” o las enfermeras que antecedieron el tren de salud de Villa cómo Adela Velarde Pérez , Leonor Villegas, entre muchas otras. Particularmente en este escrito nombraremos a las combatientes zapatistas.
Las condiciones de vida que obligaron a esta guerra armada las encontramos al saber que en un país con 15.2 millones de habitantes en 1910[iii] el 90% de los habitantes vivía en pobreza extrema y marginación “en promedio cada persona consumía 13 kilos de azúcar al año, 24 de arroz y 2 kg de frijol, los salarios cuando había, eran miseros, una mujer se vendía por 6 centavos y un hombre por cinco pesos”[iv].
La gente se moría de desnutrición crónica, condición que determinó el auge de otras enfermedades como paludismo, viruela, escarlatina, tuberculosis, tifoidea, neumonía, sarampión, tos ferina, tétanos, rabia, dengue, nefritis, cólera, poliomielitis, difteria, encefalitis, a las que se sumaron años más tarde la fiebre amarilla, peste, tifo, y la pandemia por influenza española en 1918.
Los campesinos venían de un proceso de despojo de la tierra por la hacienda capitalista, existían cientos de miles de peones acasillados, deportaciones masivas a trabajos forzados en Oaxaca, Yucatán, Chihuahua o Cuba, en las ciudades se intensificó la explotación de los obreros, costureras, lavanderas que trabajaban jornadas extenuantes en condiciones deplorables. Un combatiente anónimo que viajaba de la ciudad de México a Morelos dejó testimonio de lo visto a su paso:
“Daba tristeza ver niños pequeños caminando descalzos, bajo el sol ardiente de aquellos días; mujeres llevando pesados fardos, tal vez todo su patrimonio, sobre sus espaldas; hombres materialmente agobiados bajo el peso de sus cereales, la ropa de los suyos y lo más indispensables utensilios de la casa; enfermos que caminaban por sus pies, ora apoyados y aun sobre las espaldas de algunos viajeros compadecidos que, naturalmente, no les podían prestar ayuda continua”[v].
Ante una política de control, explotación, segregación, acaparamiento y usura para el exterminio de la población, los revolucionarios zapatistas promulgan el Plan de Ayala en noviembre de 1911 programa de lucha e ideario político del ejército insurgente y de la revolución, firmado por todos los jefes zapatistas y por cuatro mil combatientes que juraron frente a la bandera “acabar con la tiranía que nos oprime y redimir a la Patria de las dictaduras que nos imponen”.
El testimonio de Longonio Rojas Alonso del Ejército Libertador “… El Plan de Ayala lo firmamos, no con tinta ni sólo en el papel, sino con el corazón de nosotros los zapatistas viejos; el Plan de Ayala lo hemos firmado con el corazón de nosotros, mañana nos morimos, pero quedan nuestros hijos. Ese Plan de Ayala, como tengo un hijo, ahora él puede decir: “la tierra no fue regateada, sino pagada con la sangre de los zapatistas que murieron en el campo, en los valles”. Con eso está pagada la tierra, no porque nos la regaló el gobierno, porque nos quiere mucho, sino con la sangre fue pagada y no como se dice ahora que con dólares, que quién sabe qué, sino con sangre…” [vi]
Las mujeres revolucionarias zapatistas, la mayoría de ellas campesinas anónimas con carencias extremas de recursos de vida participaron en todas las líneas de combate para defender el Plan de Ayala, las hubo con mandos militares, espías, mensajeras clandestinas de guerra, en las brigadas de prensa, redactando manifiestos, consiguiendo recursos, vendiendo enceres, recolectando cargas de maíz, víveres, leña, ropa, cobijas, zacate, medicamentos, plantas, vendas y materiales para atención de enfermos y heridos, hubo enfermeras, curanderas, médicas, maestras, todas ellas necesarias para la lucha del Ejército Revolucionario del Sur que comandaba Emiliano Zapata y que se extendió de Villa de Ayala a Morelos, Guerrero, Puebla, Estado de México, Ciudad de México, Veracruz, Tlaxcala, Oaxaca y a diferentes países del mundo.
Para reconocerlas y recordarlas “volver a pasarlas por el corazón”[vii], nombraremos a cada una de las combatientes zapatistas cuya memoria en la historia de los pueblos pervive hasta hoy, y de las cuales tenemos registro, aunque sabemos que existen miles más; Comenzamos con las mujeres que lucharon militarmente con grado de coronelas: Rosa Padilla Camacho, coronela de Caballería, María de la Luz Espinosa Barrera, la coronela de Yautepec, la coronela Simona Rodríguez, Juana Belem Gutiérrez, condujo un ejército conformado por mujeres viudas y huérfanas que perdieron a sus compañeros en la lucha.
La coronela Rosa Bobadilla asumió las armas después del asesinato de su esposo en campaña, libró más de 168 acciones de guerra, tuvo bajo su mando a más de 1500 hombres. La coronela Amelia Robles, Amelio Robles, guerrerense tuvo bajo su mando cerca de 600 hombres, más de 70 acciones armadas, participó en la toma de Chilapa, Tixtla y Chilpancingo.
“Estaba yo estudiando. Quería ser médico. Pero qué quiere usted, vino la bola y me fui a la bola. Al principio, mi decisión no dejó de ser una mera locura, pero después supe lo que defiende un revolucionario y defendí el Plan de Ayala” Huerta había matado a Madero y fui contra Huerta. Carranza era sólo un mistificador de la Revolución y combatí a Carranza.” Ángel Robles.[viii]
La teniente Petra Ruíz, “Pedro Chavala”, fue la que más balas hecho en la toma de la Ciudad de México en 1914, Encarnación Mares, Catalina Zapata Muñoz con grados de subteniente, capitán primero respectivamente, Catalina era la encargada de proveer pertrechos de guerra e informes de actividades federales al ejercito zapatista, mientras que la soldado de caballería Juana Castro Vázquez, desde marzo de 1913 militó bajo las órdenes del coronel Efrén Román Aranda, levantándose en armas contra los huertistas y carrancistas en Guerrero, el Peregrino, en La Bocana, en el sitio y toma de la plaza de Pantitlán, en Ejido Viejo y en el ataque a la plaza de San Marcos y a la fábrica de Aguas Blancas, combatió en Pajarito y Tierra Colorada, en Mexcala y la toma de las plazas de Ayutla y Chilpancingo.
Hubo mujeres con mando de tropa de las que no sabemos su grado militar pero la historia recuerda que Juana Ramona R. Flores, “La Tigresa” o “Güera Carrasco” comandaba una tropa en Sinaloa de casi 100 hombres, tomó varias ciudades por asalto, Carmen Vélez “La Generala” tenía bajo su mando a al menos 300 combatientes del ELS en Hidalgo y Tlaxcala. Margarita Neri mujer maya originaria de Quintana Roo mantuvo una tropa de 700 indígenas, con 300 hombres derrotaron a los federales en uno de los múltiples hechos de armas que lideró.
Están en este grupo las mujeres de Puente de Ixtla que se levantaron en armas en esa localidad con su propio batallón, para “vengar a sus muertos”[ix] teniendo como algunas de sus principales dirigentes a Luz Crespo y “La China” que había sido tortillera antes de sublevarse. María Quinteras que no perdió una sola batalla, Ángela Jiménez, se decía Ángel Jiménez era “maestra en dinamitas” espía y a veces cocinera, se unió a la revolución junto con su padre, luchó en Oaxaca, en el centro y norte del país, por heridas de bala tuvo que dejar el ejército y emigró a Texas y luego a California Estados Unidos, fundó la organización Veteranos de la Revolución años más tarde y fue defensora de los derechos de los chicanos en aquel país.
Algunas combatientes estuvieron al servicio directo de los generales Zapata o Genovevo de la O, en labores armadas, como espías y mensajeras como Buenaventura García vda. de Colima, Evarista Contreras o Dina Querido de Moreno que además de ser maestra de primaria, fungió como enfermera para atender heridos de guerra, su familia y ella aportaron dinero, granos y forraje para el sostenimiento de la causa revolucionaria.
Las combatientes Juliana Flores Nava, Celsa González Pérez, Buenaventura García, Dolores Tapia, Cira Sánchez, Ignacia Pela Hernández, Irene Copado Valdés, Alberta Galindo Montilla, Gregoria Zúñiga Benítez, Joaquina Valle Quiroz, Irene Merino Barrera, Angela Castillo Reynoso, Espiridiona Flores Martínez y Josefina Cano de Silva libraron hechos de armas en el Ejercito Libertador del Sur peleando contra huertistas y carrancistas, algunas de ellas, heridas, estuvieron internadas en el hospital militar de Cuautla, otras como Josefa Espejo posteriormente tuvieron tareas como responsables de construir escuelas, en este caso la escuela secundaria “Tierra y Libertad” en la Villa de Ayala. Carmen Parra “La Coronela Alanís” combatió en el ejercito de villa con mando de tropa participó en múltiples hechos de armas y fue mensajera del ELS, fue detenida en Veracruz cuando llevaba documentos de Emiliano Zapata a Gildardo Magaña.
Mercedes Haro Hernández se encargaba de la distribución de armas, para evitar sospechas vendía leña en su casa en Tacuba, durante la toma de Cuernavaca ella era la responsable de controlar precios, localizar y distribuir víveres, evitar acaparadores y coyotes.
Entre las combatientes sin mando de tropa que hicieron labor de espías, mensajeras clandestinas del ELS encontramos a Ana María Garcini, la poblana Paulina Maraver, Ignacia Vázquez de Pacheco, Donaciana Mojas, Isabel Quintana, Áurea Olivares, Isabel Ramos, Guadalupe Bastida, Laura Mendoza vda. de Orozco, María Reyes González, Carmen Valderrama vda. de Marino Sánchez, Vicenta Flores, Julia Mora, Ana Manzanilla, Esperanza Chavarría, Petra Ortiz, Carmen Valderrama, Julia Urrutia, María Félix Torres Cuevas, “La Sureña” , Carmen de la Costeña, Francisca González Chávez que se hizo mensajera del ELS luego de que los carrancistas mataron a su esposo, Ángela Gómez Saldaña se incorporó a la Revolución en marzo de 1911 como agente confidencial del general Zapata, llevaba y traía información a los jefes zapatistas sobre las acciones de los federales; conseguía y repartía armas a los campamentos revolucionarios.
Virginia Ramos Mejía, bajo las órdenes de Eufemio Zapata, era correo, se encargaba de traslado de papel desde la fábrica de San Rafael hasta el Cuartel General de Tlaltizapán. Beatriz García era espía del ELS, presidenta municipal de Tulancingo, Puebla, reporta con anticipación a Zapata sobre desplazamientos del pueblo de Tecomatlán, Acatlán hacia Chinantla que era procarrancista o a Acatlán donde estaban las fuerzas enemigas.
Petra López viuda de Noriega, colaboró como correo entre Villa y Zapata, y con jefes rebeldes del Estado de Hidalgo, propietaria de la hacienda Tampaxal en San Luis Potosí en 1913 repartió armas a los trabajadores de su finca y junto con su hijo Antonio se sublevó contra los huertistas. Realizaron ataques a líneas de ferrocarril en Querétaro. Puso sus recursos económicos al servicio de sus tareas clandestinas. debiendo cruzar áreas controladas por el enemigo común. López informa a Zapata lo siguiente:
“He caído varias veces presa, pero me he defendido con pura lengua, viéndome en peligros serios, como se lo probaré con varios periódicos que conservo en mi poder. Me dice Evangelina que usted dijo que yo había entregado unos documentos del archivo de ustedes a Pablo González […]. Yo jamás he tenido en mis manos documentos de ese archivo y si los hubiera tenido, tengo más firmeza y más integridad que la que pueda tener un hombre, para despedazarlos antes que entregarlos. Si hablé con Pablo González fue porque me mandó aprehender […].”
Apolinaria Flores era espía y curandera que atendía a heridos zapatistas con herbolaria y métodos tradicionales, su casa al pie del Tepozteco daba refugio a revolucionarios y al general Zapata. Se encargaba de labores de espionaje y traslado de armas.
Las mensajeras, espías, correos, eran especialmente audaces fuertes y valientes, tenían gran capacidad para camuflaje de los documentos ya sea en cañas de azúcar huecas, en los dobladillos de las faldas o en los guaraches, resguardaban con su vida la importante correspondencia.
Recordamos a Felipa Castellanos que hizo seis viajes al norte del país llevando correspondencia de Zapata a Villa, el último de ellos lo hizo en tren pero las primeras cinco veces se movió caminando; tardaba casi tres meses en llegar y otros tres en regresar a Morelos; Vicenta Flores, era responsable del comercio zapatista con pueblos de Guerrero, viajó siete veces a ese estado para traer ganado y cotidianamente transportaba víveres de la ciudad de México a Tepoztlán o Cuernavaca; unas veces iba por Ozumba y otras por Atlixco en todas las ocasiones llevaba importante correspondencia.
De Clotilde López, Doña Clotilde se dice que “era la más valiente correo y experimentada espía; ella era nativa del pueblo de Tecpatán [Chiapas], llevaba y traía siempre el correo entre Chiapas y Morelos a El Jilguero de Chiapas. Siempre iba y venía y nadie sospechaba de ella […]. Ella fingía que iba vendiendo chácharas, como comerciante en pequeño; con su mercadería bajaba a Oaxaca y de ahí a Morelos. Exponía su vida y varias veces estuvo a punto de ser capturada, pues cruzaba un terreno que estaba en poder de los carrancistas. Como tenía un aspecto inofensivo de mujer humilde, quien iba a imaginar que andaba armada con pistola y hasta correspondencia muy comprometedora”.[x]
Las mujeres que se sumaron a la lucha revolucionaria como escritoras, en labores periodísticas, en brigadas de prensa, estuvieron también presentes en el ELS, su labor fue fundamental para difundir la causa revolucionaria a nivel local, regional, nacional e internacional. La periodista Elisa Acuña Rossetti, colaboró con las fuerzas zapatistas como propagandista en Puebla, y más tarde fue enlace entre zapatistas y carrancistas. Permaneció fiel al Ejército Libertador del Sur hasta abril de 1919. Al término de la Revolución ocupó cargos directivos en el Consejo Feminista Mexicano y en la Liga Panamericana de Mujeres.
La periodista Liberal Juana Belém Gutiérrez, originaria de Durango, se vinculó al ELS en 1911, con Zapata formó el Regimiento Victoria, al que dirigió con el grado de coronela. En diciembre de 1915 envía misiva a Zapata donde explicaba que había recomendado al coronel Rojas y a Casals que si entraban a Toluca no quedara “piedra sobre piedra, por donde pase el “Regimiento Victoria”. Zapata ratifica la orden para que el Regimiento Victoria marche hacia el Valle de Toluca. Entre los múltiples trabajos revolucionarios que desempeño dio continuidad a proyectos para la producción de material de guerra (bombas, un cañón) para la Brigada Roja de la División de Zapata, años más tarde se sumó al programa de alfabetización vasconcelista posrevolucionario. En 1926 fundó la asociación proindigenista Consejo de Caxcanes. Reinició el periódico Vésper en 1932.
Dolores Jiménez y Muro, en 1901 colaboró con la redacción del programa del Partido Liberal Mexicano, escribió el Plan Político y Social de Tacubaya en donde pedía protección a los pueblos indígenas y derechos laborales. Imprimió así diez mil ejemplares en la imprenta de Antonio Navarrete, organizó diversos clubes liberales, Emiliano Zapata la invitó expresamente a unirse a las filas del zapatismo donde se le otorga el grado de General Brigadier del Ejército Zapatista, emprende tareas de docente, escritora, periodista y oradora; redactó el prólogo del Plan de Ayala. Junto a Otilio Montaño se consumó una alianza entre el ejército campesino y el sindicato de maestros de escuela del Distrito Federal.
El 21 de marzo de 1915, por las calles de la capital, desfilaron los contingentes del 1er. Regimiento de la Brigada Socialista de México, Sexo Femenil. Ese día, en la Convención revolucionaria de México, Otilio Montaño expresó: “Vosotros habéis visto a la mujer en masas compactas y eso es muy significativo. Señores, cuando la mujer toma participación en la revolución, permitidme que os lo diga, la revolución se salva…[…]… Hoy se ha levantado la mujer en esta capital y creo que [ellas] han dado una lección a los hombres cobardes.”
Hubo otro sector importante entre las mujeres revolucionarias que se enfocó a la atención a los heridos de guerra como parte de la “Brigada Sanitaria del Sur” del ELS, entre ellas nombramos a la doctora Dolores G. del Pliego, que aceptó el nombramiento de jefa de Brigada Sanitaria del Regimiento Femenil, a las enfermeras Josefina M Altamirano de Cardoso, Angelina Hernández, Adela García Figueroa, María Villaseñor y Jovita Villaseñor miembros de la BSS del Hospital Militar de Cuautla. La Enfermera María de Jesús León Fajardo, se unió al ELS en abril de 1913, fue correo y operó bajo las órdenes de Genovevo de la O, recolectando parque y medicamentos para utilizarlos al servicio del movimiento zapatista. María Guadalupe Muñiz, enfermera, y combatiente armada.
La situación de carencia que se vivía en septiembre de 1915 queda con registro en una misiva enviada a Zapata por Angelina Hernández “…Señor general. El hospital está muy pobre no tenemos cotín (tela gruesa) para colchones, no hay sábanas, camisones, fundas para almohadas, colchas ni cobertores, todo por lo regular está muy escaso. Nosotras completamente estamos escasas de ropa, no tenemos más que un sol vestido y nomás; es pena decirlo pero a quién manifestar lo que sufrimos…” el doctor Lauro Camarillo jefe de la Brigada Sanitaria del Sur del Ejercito Libertador, le escribe a Zapata “Mis padres han sido saqueados por los carrancistas en Puebla…[…]…han quedado quizás en la miseria y yo, cumpliendo con mi deber de hijo…[…]…voy para enviar por mi familia…[…]…y regresar…[…]…Como carecemos de cloroformo, elemento indispensable, haré lo posible por traerlo, así como algunas otras medicinas que me son absolutamente indispensables…”
Estas mujeres de la Brigada de Sanidad no contaban con pertrechos o los elementos más básicos para los enfermos incluso ni una muda de ropa para ellas mismas y sin embargo pusieron al servicio de la causa todos sus conocimientos y capacidades para salvar las más de las vidas que estuvieron en sus manos.
Estrategia de Odio y Exterminio.
La guerra revolucionaria combatió la estrategia de contrainsurgencia, odio y exterminio huertista y carrancista que hombres como Victoriano Huerta, Juvencio Robles, Venustiano Carranza, Pablo González, Manuel Aguirre Berlanga, Dionisio Carreón, Rafael Cepeda con distintas jerarquías realizaron incursiones militares de secuestro, saqueo y terror contra la población civil desarmada con la política de tierra arrasada.
En 1915 Soledad Rojas por medio de una misiva informa a Zapata:
“Saludo a usted con el debido respeto y con el más profundo dolor le digo: que ayer ya fue sepultado el cadáver de mi hijo, el extinto general Antonio Barona y, a la vez, pongo en conocimiento superior de usted la vileza con la que trataron a mi hijo finado, porque en el lugar de la plaza de Cuernavaca, en donde fue muerto, de allí lo arrastraron con reata a caballo de Anastasio Silva hasta la Leona; que allí inmediatamente fue sepultado el cadáver, mismo le digo que lo trataron el cadáver con tanta burla, porque después de muerto le dispararon muchos tiros en su cuerpo por todas partes, que hasta le quebraron una pierna, la cara la desfiguraron con tanto martirio, las muelas le quitaron a punta de culatazos de sus armas. De lo mal, suplico a usted que yo no puedo conformarme con el maltrato que sufrió mi hijo que tanto a trabajado, no lo habían de tratar de esa manera (…).”[xi]
Como si de vaciar el mar como estrategia contrainsurgente vietnamita[xii] se tratara fusilaron prisioneros, despojaron a los pueblos de su ganado, sus semillas, su ropa, realizaron secuestros masivos, de hombres, mujeres y niños, mantuvieron a familias enteras en cuarteles constitucionalistas de Hidalgo, y otros estados, a otras las desaparecieron. Se masacró a la población civil de Jiutepec, al día siguiente de ocupar Cuernavaca fusilaron a 225 personas.
En marzo de 1917 el teniente coronel Juan Espinosa Barreda informaba “Jamás se creyó que hubiera rufianes que superaran a los de Huerta. Nunca se imaginó que habría chacales que, bajo el nombre de constitucionalistas, asesinaran de la manera más vil y cobarde a cientos y tantos pacíficos de los dos sexos, sin tener compasión de los ancianos, de los niños ni de las mujeres; estas últimas a quienes violaban antes de morir, de la manera más asquerosa …[…] …Este número de víctimas sólo se concreta a la población de Tlaltizapán y en una sola vez …[…] ¡Un sólo caso de los innumerables! […].”[xiii]
El 24 de julio de 1917 bombardearon e incendiaron el pueblo de Tlalnepantla, el 15 de octubre Amaro y José Amarillas masacraron cerca de 200 personas del pueblo de Milpa Alta, “Ya luego, un día, los carrancistas sacaron de sus casas a los hombres, niños de quince años de edad, otros doce y trece años tenían, ancianos, jóvenes, hombres fuertes, y los mataron a todos en el mercado… […]. Testimonio de Luz Jiménez, Milpa Alta.” Incendiaron total o parcialmente los pueblos de Tepexuzuca, Joquicingo, Xochiaca, Zapayutla, Atlapulco y Chalma en el Estado de México.
En este proceso hubo “aplicación del código contrainsurgente que implantó el ejército EU en filipinas”[xiv] son artificios legales que no les hacían falta, pero les daban legitimidad para una política de terror intervencionista, se decretaba pena de muerte contra “todo individuo que, sin pertenecer al ejército constitucionalista, camine en un perímetro menor de 60 metros sobre la vía del ferrocarril”.
En 1918 se aprobó la Ley de suspensión de garantías constitucionales enunciadas en los artículos 6,7,9,10,11,13,14,16,18,19,20,21,22 y 25 de la constitución, se crea una iniciativa de ley que establecía pena de muerte por rebelarse contra el poder absoluto de Venustiano Carranza, con castigo de cinco a diez años de prisión a periodistas que atenten contra la paz y el orden firmada con el lema “ constitución y reformas”, a esta guerra se sumaron las publicaciones en la prensa de periódicos como El Demócrata y otros con información apócrifa y declaraciones falsas sobre conflictos por pugna de poder entre los principales jefes revolucionarios con la intención de dividir el proceso y encausando la traición Guajardista que arrebató la vida del General en Jefe de la Revolución del Sur esperando que sin ella él nos dejara.
Pero fue falso que muerto Emiliano se acabó la lucha, la historia nos demuestra que la voluntad de millones de hombres y mujeres por transformar la vida ha sido continuada, que la lucha por la liberación nacional y la liberación social es parte de la lucha de clases y es motor de los cambios, que la revolución social tiene una de sus más fuertes columnas en la lucha de las mujeres revolucionarias.
“En Pozo Colorado [Chiapas], en la seca de 1919, ella fue la que nos trajo la mala noticia (Doña Clotilde, la más valiente correo y experimentada espía). La vimos llegar por un camino largo largo que bajaba del monte. Triste venía con la más última y triste noticia que recibimos durante la rebeldía, la de la muerte y asesinato a traición de mi general Emiliano Zapata. Allí le lloramos mucho.” Teniente coronel José R. Sánchez, Ejercito Libertador.[xv]
A la imagen de muerte del poder los pueblos respondieron entonces ¡No es Zapata, Cabrones! ¡Zapata Vive, la lucha sigue! Grito que hoy sigue enarbolando sublevaciones indígenas, campesinas, estudiantiles, magisteriales, médicas, de mujeres y jóvenes que no nos rendimos.
…Mi general te comunico alerta estamos, los zapatistas al llamado de la patria.
10 de abril de 2022.
Por Lucha
Comisión de Mujeres del PFLN
¡Vivir por la patria o morir por la libertad!
[i] Pineda. 1993. La irrupción zapatista 1911 61-79p
[xv] Teniente coronel José R. Sánchez, Ejercito Libertador.
Editorial abril: Chinameca, Girón, Ocosingo.
Los seres humanos por nuestra propia naturaleza, hacemos hitos históricos para actuar colectivamente, para crear identidad, el “somos así” nos distingue del “otro” con otra historia, con otros sitios, con otras costumbres.
La gran Patria que es la América Latina, tres hitos que recordar en los meses de abril: El primero y más antiguo es la muerte por traición del caudillo del sur: Emiliano Zapata, solo así pudieron matarlo, por la traición, aunque no mataron sus ideales: “La tierra es de quien la trabaja” , sigue siendo la búsqueda en imaginario colectivo de los latinoamericanos.
Otro hito histórico es la victoria de Girón, la primer gran derrota del imperialismo en América latina, en 72 horas los mercenarios, se rindieron el “Morir por la Patria, es vivir” aun vibra en los corazones de un pueblo heroico; y por último la expulsión de los imperialistas yanquis que se entrenaban en la laguna del Ocotal, en Ocosingo, Chiapas, en 1974, por un pequeño número de mexicanos conscientes de su deber, que no dudaron en expulsarlos de nuestro territorio, así se escribe la historia.
José Martí, siendo un joven de 17 años, fue apresado y condenado al destierro. Nunca olvidó a su pueblo, y siendo hombre dedicado a liberar a su pueblo escribió:
“Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen como en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados. Estos tres hombres son sagrados: Bolívar, de Venezuela; San Martín, del Río de la Plata; Hidalgo, de México.”
Hoy a 118 años de distancia, transcribimos la carta que nuestro Gral. Emiliano Zapata dirigida al entonces presidente de Estados Unidos de América, Mr. Woodrow Wilson. En ella se explican las condiciones de la sociedad feudal y hacendaria que motivaron el inicio del movimiento de revolución en México, su posición como opositor al sistema político y económico de la época y su férrea defensa de los ideales y principios zapatistas.
Para los héroes de la gran Patria latinoamericana nuestra admiración y respeto.
1914 Carta de Emiliano Zapata a Woodrow Wilson.
Agosto 23 de 1914 Cuartel General en Yautepec, Morelos, Agosto de 23 de 1914. Mr. Woodrow Wilson, Presidente de los EE. UU. de América. Washington. Estimado señor de mi consideración: He visto en la prensa las declaraciones que Ud. ha hecho acerca de la revolución agraria que desde hace cuatro años se vienen desarrollando en esta República, y con grata sorpresa me he enterado de que usted, no obstante la distancia, ha comprendido con exactitud las causas y los fines de esa revolución, que ha tomado sobretodo incremento en la región Sur de México, la que más ha tenido que sufrir los despojos y las extorsiones de los grandes terratenientes. Esa convicción de que usted simpatiza con el movimiento de emancipación agraria, me induce a explicar a usted hechos y antecedentes que la prensa de la Ciudad de México, consagrada a servir los intereses de los ricos y de los poderosos, no ha empeñado siempre en desfigurar con infames calumnias, para que el resto de la América y el Mundo entero nunca pudiesen dar cuenta de la honda significación de ese gran movimiento proletario. Empezaré por señalar a usted las causas de la revolución que acaudillo. México se encuentra todavía en plena época feudal, o al menos así se encontraba al estallar la revolución de 1910. Unos cuantos centenares de grandes propietarios han monopolizado toda la tierra laborable de la República; de año en año han ido acrecentando sus dominios, para lo cual han tenido que despojar a los pueblos de sus ejidos o campos comunales, y a los pequeños propietarios de sus modestas heredades. Hay ciudades en el Estado de Morelos, como la de Cuautla; que carecen hasta do terreno necesario para tirar sus basuras, y con mucha mayor razón, del terreno indispensable para él ensanche de la población. Y es que los hacendados, de despojo en despojo, hoy con un pretexto, mañana con otro, han ido absorbiendo todas las propiedades que legítimamente pertenecen y desde tiempo inmemorial han pertenecido a los pueblos de indígenas, y de cuyo cultivo éstos últimos sacaban el sustento para sí y para sus familias. Para extorsionar en esta forma, los hacendados se han valido de la legislación, que elaborada bajo su sugestión, les ha permitido apoderarse de enormes extensiones de tierras, con el pretexto de que son baldíos; es decir, no amparadas por títulos legamente correctos. De esta suerte, ayudados por la complicidad de los tribunales y apelando muchas veces a medios todavía peores, como el de reducir a prisión o consignar al ejército, a los pequeños propietarios a quienes querían despojar, los hacendados se han hecho dueños únicos de toda la extensión del país, y no teniendo ya los indígenas tierras, se han visto obligados a trabajar en las haciendas, por salarios ínfimos y teniendo que soportar el maltrato de los hacendados y de sus mayordomos o capataces, muchos de los cuales, por ser españoles o hijos de españoles, se consideran con derecho a conducirse como en la época de Hernán Cortés; es decir, como si ellos fueran todavía los conquistadores y los amos, y los “peones” simples esclavos, sujetos a la ley brutal de la conquista. La posición del hacendado respecto de los peones, da enteramente igual a la que guardaba el señor feudal, el barón o el conde de la Edad Media, respecto de sus siervos y vasallos. El Hacendado, en México, dispone a su antojo de la persona de su “peón”; lo reduce a prisión, si gusta; le prohíbe que salga de la hacienda, con pretexto de que allí tiene deudas que nunca podrá pagar; y por medio de los jueces, que el hacendado corrompe con su dinero, y de los prefectos o “jefes políticos” que son siempre su aliados, el gran terrateniente es en realidad, sin ponderación, señor de vidas y haciendas en sus vastos dominios. Esta situación insoportable originó la Revolución de 1910 que tendía principal y directamente a destruir ese régimen feudal y a combatir el monopolio de las tierras en manos de unos cuantos. Pero por desgracia, Francisco I. Madero pertenecía a una familia rica y poderosa, dueña de grandes extensiones de terreno en el Norte de la República, y como era natural, Madero no tardó en entenderse con los demás hacendados, y en invocar la legislación ( esa legislación por los ricos y para favorecer a los ricos) como un pretexto para no cumplir las promesas que había hecho para restituir a sus dueños las tierras robadas y para destruir el aplastante monopolio ejercido por los hacendados, mediante la expropiación de sus fincas por causa de utilidad pública y con la correspondiente indemnización, si la posesión era legítima. Madero faltó a sus promesas, y la revolución continuó, principalmente en las comarcas en que más se han acentuado los abusos y los despojos de los hacendados; es decir, en los Estados de Morelos, Guerrero, Michoacán, Puebla, Durango, Chihuahua, Zacatecas, etc., etc. Vino después el Cuartelazo de la Ciudadela; o sea el esfuerzo hecho por los antiguos porfiristas y por los elementos conservadores de todos los matices, para adueñares nuevamente del poder, porque temían que Madero se viera obligado algún día a tener que cumplir sus promesas, y entonces la población campesina entró en justa alarma y la efervescencia revolucionaria cundió con más vigor que nunca, puesto que el cuartelazo, seguido del asesinato de Madero, era un reto, un verdadero desafío a la revolución de 1910. Entonces la revolución abarcó toda la extensión de la República, y aleccionada por la experiencia anterior, no esperó ya el triunfo para empezar el reparto de tierras y la expropiación de las grandes haciendas. Así ha sucedido en Morelos, en Guerrero en Michoacán, en Puebla, en Tamaulipas, en Nuevo León, en Chihuahua, en Sonora, en Durango, en Zacatecas, en San Luis Potosí; de tal suerte que puede decirse que el pueblo se ha hecho justicia a sí mismo, ya que la legislación no lo favorece y toda vez que la constitución vigente es más bien un estorbo que una defensa o una garantía para el pueblo trabajador, y sobre todo, para el pueblo campesino. Este último ha comprendido que hay que romper los viejos moldea de la legislación, y viendo en el Plan de Ayala la condensación de sus anhelos y la expresión de los principios que deben servir de base a la nueva legislación, ha empezado a poner en práctica dicho plan, como ley suprema y exigida por la justicia, así es como los revolucionarios de toda la República han restituido sus tierras a los pueblos despojados han repartido los monstruosos latifundios y han castigado con la confiscación de sus fincas a los eternos enemigos del pueblo, a los señores feudales, a los caciques, a los cómplices de la dictadura porfiriana y a los autores y cómplices del Cuartelazo de la Ciudadela. Se puede asegurar, por lo mismo, que no habrá paz en México, mientras no se eleve el Plan de Ayala al rango de ley o precepto constitucional, y sea cumplido en todas sus partes. Esto no solo en cuanto a la cuestión social, o sea a la necesidad del reparto agrario, sino también en lo referente a la cuestión política, o sea a la manera de designar el Presidente Interino que ha de convocar a elecciones y ha de empezar a llevar a la práctica la reforma agraria. El país está cansado de imposiciones, no tolera ya que se le impongan amos jefes; desea tomar parte en la designación de sus mandatarios; y puesto que se trata del gobierno interino que ha de emanar de la Revolución y de dar garantías a ésta, es lógico y es justo que sean los genuinos representantes de la Revolución, o sea los jefes del movimiento armado, quienes efectúen el nombramiento de Presidente Interino. Así lo dispone el artículo doce del Plan de Ayala, en contra de los deseos de D. Venustiano Carranza y de su círculo de políticos ambiciosos, los cuales pretenden que Carranza escale la Presidencia por sorpresa, o mejor dicho, por un golpe de audacia y de imposición: Esta convección de los jefes revolucionarlos de todo el país es la única que puede elegir con acierto el Presidente Interino, pues ella cuidará de fijarse en un hombre que por sus antecedentes y sus ideas preste absolutas garantías; mientras que Carranza por ser dueño o accionista de grandes propiedades en los Estados Fronterizos, es una amenaza para el pueblo campesino, pues seguiría la misma política de Madero, con cuyas ideas está perfectamente identificado, con la diferencia única de que Madero era débil, en tanto que Carranza es hombre capaz de ejercer la mis tremenda de las dictaduras, con lo que provocaría una formidable revolución, más sangrienta quizá que las anteriores. Por lo anterior verá usted que siendo la Revolución del Sur una revolución de ideales, y no de venganza ni de represalias, dicha revolución tiene contraído ante el país y ante el mundo civilizado, el formal compromiso de dar plenas garantías antes y después del triunfo, a las vidas e intereses legítimos de nacionales y extranjeros, y así me complazco en hacerlo a usted presente. Esta larga exposición confirmará a usted en su ilustrada opinión respecto del movimiento suriano, y convencerá a usted de que mi personalidad y la de los míos han sido villanamente calumniados por la prensa venal y corrompida de la Ciudad de México. Mejor que estos apuntes, ilustrarán a usted las informaciones que se sirvan proporcionarle los señores Dr. Charles Jenkinson y Thomas W. Reilly, amables visitantes de este Estado, a quienes hemos tenido la satisfacción de ofrecer vuestra modesta pero cordial hospitalidad, y por cuyo bondadoso conducto envío a usted estas líneas. Por mi parte sé decir a usted que comprendo y aprecio la noble y levantada política que, dentro de los límites del respeto a la soberanía de cada entidad, ha tomado usted a su cargo en este hermoso y no siempre feliz Continente Americano. Puede usted creer que, mientras esa política respete la autonomía del pueblo mexicano para realizar sus ideales tal como él los entiende y los siente yo seré uno de los muchos simpatizadores con que usted cuenta en esta República hermana, y no por cierto el menos adicto de sus servidores, que le reitera su particular aprecio. El General.
Grupo editorial de la Casa de Todas y Todos.
Presentación de libros Dignificar la Historia en la Preparatoria Francisco Villa
A las faldas de la Sierra de Guadalupe, en la zona de la Cañada de Ecatepec, donde el polvo nos hace tener los ojos chiquitos para que éste no nos haga llorar…colonias, barrios y pueblos de polvo y sol ardiente, mexicable sobre nosotros porque se deben “agilizar” las vías de comunicación para que los trabajadores lleguen a tiempo no para mejorar su vida; sino porque, las mercancías deben circular en obras imponentes; laberinto de calles polvorientas con apenas reductos de pavimento, llenos de baches y topes, plazas comerciales en donde ni agua hay; pobreza, marginación, precariedad y exclusión, siguen siendo las condiciones de vida de los pueblos, barrios y colonias de la periferia de la ciudad de México.
En medio de estas condiciones, desde décadas pasadas se ha luchado, se ha gestado la lucha urbana popular; es aquí donde encontramos uno de los frutos de la lucha organizada. Inspirados en los pueblos originarios y después del levantamiento armado del 31 de diciembre de 1993, en la ciudad de México, la Unión Popular José María Morelos y Pavón decidió que también se tenía que hacer algo para mejorar las condiciones de vida de la zona y se propusieron crear una preparatoria para las chavas y chavos; producto del esfuerzo de compañeras y compañeros y del ejemplo del movimiento que se estaba gestando desde los años sesenta hasta los noventa, así es como se funda la Escuela Preparatoria no. 118 “General Francisco Villa”.
Es en esta escuela histórica y popular, donde el grupo editorial de la Casa de Todas y Todos realizó la presentación de los cuadernos de trabajo de la serie Dignificar la Historia. Con alrededor de 250 jóvenes, mujeres y hombres, maestras, maestros, trabajadores, recordaron a las y los jóvenes, la historia de su preparatoria, profundizamos sobre la importancia de seguir luchando y organizándonos, presentamos una jornada de trabajo para platicar sobre la historia de las FLN basada en cuatro tomos que se han publicado. Después de una nutrida plática por una comisión de nuestro grupo editorial, así como el aporte de otras organizaciones sociales urbanas y la lucha de maestras y maestros organizados, las y los jóvenes manifestaron sus dudas, hubo intercambios, poesía y diálogos entre los murales de Villa, Zapata y Ricardo Flores Magón que este año cumple 100 de su asesinato, también se realizó la donación de los Cuadernos de Trabajo a la Biblioteca Emiliano Zapata, de esta misma preparatoria.
No sólo aumentó el interés por la historia y la lectura, también se recitaron un centenar de poesías de autores latinoamericanos, se platicó de la vida en los barrios en las ciudades, de la vida en las comunidades indígenas de México, de los futuros posibles e imposibles, de la marginación, del desempleo, de la falta de acceso a las universidades, de las difíciles condiciones de vida y de salud en especial de la pandemia, la falta de servicios, del agua, de los niños que vienen, de los aeropuertos que se miran de lejos, de que 1 entre 250 ha podido viajar en avión, de la alimentación, de la vivienda, del conjunto de ello en la lucha grande, del compañerismo, de la memoria de los caídos, de la voluntad de luchar y organizarse , de la unidad, de la ética.
En este marzo 2022, seguimos reafirmando que nuestro trabajo sigue siendo necesario, jóvenes como ellas y ellos, como nuestros fundadores son los retoños que nos permitirán ver un futuro diferente. Aquí estamos compañeras y compañeros, como antes, como ahora.