Xavier Mina nació en Otano en 1789. Todavía Navarra conservaba en esa fecha instituciones propias del antiguo reino medieval que fue conquistado por Castilla en 1512, guerra de ocupación desmochando torres y castillos, y que puso fin a su independencia mediante el nombramiento de virreyes extranjeros por los siglos de los siglos, como en las colonias americanas (incluido en 1824 el conde de Venadito). La mayor parte de la nobleza navarra marchó temprano a hacer carrera y fortuna en la Corte madrileña. Sólo quedó en esta matria el pueblo campesino, curas y algunos segundones con casa solariega, escudo, asiento en Cortes y mucha hacienda.
Nació Xavier en una pequeña aldea de 11 casas a la vera de una cuesta que sube desde el río Elorz a la iglesia parroquial de la Asunción, entre la sierra de Alaitz y el campo abierto de la cuenca pamplonesa. Estudió en Pamplona y en Zaragoza. Cuando tuvo uso de razón, en el año de 1808 no dudó en tomar las armas contra el poder invasor extranjero. Enfrentó al gran imperio napoleónico creando el Corso terrestre de Navarra para instigar al ejército francés mediante la guerra de guerrillas en un territorio que conocía muy bien.
Mina el Mozo podría haber tomado otro rumbo frente a la Francesada: Hacer valer los viejos fueros del reino y los privilegios del Antiguo Régimen, el Absolutismo de los Borbones, o someterse como los afrancesados (y como los mismos Borbones) al nuevo emperador, defendiendo el imperio de “la razón, la ilustración y el dominio burgués” contra la barbarie oscurantista del pobrerío campesino, los blasones y sus púlpitos. Pero no hizo ni una cosa ni la otra. Le marcó su destino la lucha junto al pueblo por la independencia y la soberanía nacional, se forjó en esa lucha y fue un liberal revolucionario. Desde 1810 fue preso, torturado, deportado y encarcelado en Francia.
Cuando la estrella de Napoleón se apagó, volvió al reino de España en 1814, pero para sentir de inmediato la repugnancia fétida del viejo régimen represor que le ofrecía alto grado en el ejército si aceptaba el encargo de ser carnicero de americanos insurgentes. Se alzó pues contra el felón Fernando VII que asesinaba a los guerrilleros liberales que habían luchado por su causa. Pero fracasó en el pronunciamiento de Pamplona y marchó al exilio, instalándose en Londres, donde conoció a Fray Servando Teresa de Mier. Decidió entonces participar en la lucha emancipadora de las colonias contra toda opresión, monopolio y explotación ejercidas por el decadente y corrompido imperio español. De la Nueva España había de surgir México independiente, del águila y la serpiente.
Preparativos, armas, dinero, contactos, apoyos para formar una expedición “internacionalista” que apoyara a los insurgentes mexicanos, encuentro con Bolívar en Haití negro e independiente… En el horizonte Soto la Marina. En sus proclamas ve el futuro: la América libre de cadenas y monopolios. Las campañas fueron duras por páramos y llanos, y en unos meses la Parca le vino a visitar antes de que la llama de la independencia incendiara el continente de norte a sur.
Ir contra corriente, sufrir una realidad injusta que hay que transformar pese a todo. “La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: Por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será” Eduardo Galeano.
Por eso, esa España encadenada que quiso liberar y a la que nunca dejaron ser ni existir, fue el sueño de Mina, el proscrito hasta el día de hoy. 200 años de ostracismo. Quienes le recordamos somos parte de su matria. Y soñamos sus sueños de libertad e independencia.
Hoy 1 de julio del 2020, celebramos el nacimiento del joven guerrillero insurgente y libertador. Nada pudo apartarlo de su destino. El mejor homenaje a su vida será adelantarse al presente en el que luchamos para ver con claridad el futuro que acariciamos: la soberanía de los pueblos, la independencia, la justicia y libertad, la igualdad, el respeto a la tierra, la paz, el internacionalismo. En el caso de Xavier Mina, el héroe en grado heroico de los Estados Unidos de México, todas estas palabras eran la realidad de su existencia, y luchó para sembrarlas en los pueblos por los que dio la vida como tributo. En nuestros días y desde una conciencia de clase hay que enfrentar este capitalismo criminal que ya no soportamos y que nos aniquila y aliena.
Los navarros de Mina no queremos la misma monarquía heredada de salón y corrupción, privilegiada, defraudadora y ladrona de la casta de los Borbones. Entendemos que una democracia no se puede llamar tal cuando un ciudadano está al margen de la justicia por ser rey, un ser inviolable que además es jefe de las fuerzas armadas. No queremos podredumbre, privatizaciones, recortes, oligarquías, fanáticos con babas sanguinolentas de odio fascista, racismo, oligarcas, embrutecimiento, olvido. Y no queremos patria sin pueblo, queremos a nuestra matria hecha pueblo libre e independiente, Euskal Herria.
A ustedes, hermanos de México, hijos de Xavier Mina y de todos los héroes de la independencia y la revolución, les encontramos en este camino, el bueno y el único que se puede recorrer. El monolito de Otano, levantado entre ambos pueblos en honor a Xavier tiene en su parte superior un agujero orientado a la Vía Láctea, de este a oeste, el camino que siguió Xavier y que nosotros no olvidamos.
GORA XAVIER MINA
VIVA MÉXICO
GORA NAVARRA
OSASUNA ETA ASKATASUNA
SALUD Y LIBERTAD
Homenaje en noviembre 2019 a los activistas navarros, Sagrario López y Antxon Mendizabal, promotores del Comité de Otano, que se empeñaron en que Navarra reconociera a Xavier Mina como héroe internacionalista, sus fotografías al pie del monolito.