Con esta primer entrega, comenzamos esta nueva sección, anunciada en la editorial de este mes de marzo que hoy termina. La Casa de Todas y Todos irá cumpliendo con uno de sus objetivos centrales, la recuperación de la memoria histórica de las FLN, con la subsecuente publicación de esta nueva sección en nuestra página.
El escrito que a continuación presentamos fue redactado para su publicación en el Nepantla no. 4, del 26 de mayo de 1979. Fue redactado por compañeros que, si bien no fueron testigos presenciales de algunos de los eventos presentados en estos primeros números, si tuvieron acceso al testimonio de quienes estuvieron ahí presentes. Desarrollaron esta tarea para poder informar y formar a nuevas compañeras y compañeros que se fueron acercando a las filas de las FLN.
Se incluyen aquí varios detalles que pueden ser relevantes a quienes tengan interés por seguir la historia de esta organización; datos internos como las cantidades exactas obtenidas por medio de las colaboraciones en distintos momentos, así como los gastos promedio por cada compañero militante profesional. Recuerden que cualquier comentario, sugerencia o pregunta es bienvenida a través de los comentarios o por medio de nuestros correos de contacto.
“Sólo pedimos, que sea estrictamente veraz el narrador; que nunca para aclarar una posición personal o magnificarla o para simular haber estado en algún lugar, diga algo incorrecto.”
Cdte. Ernesto Che Guevara
I. ESTA SERIE
El mero hecho de tener ya casi 10 años de existencia, es un dato que suele producir diversas impresiones entre los militantes recién llegados a las filas de las F.L.N. Por una parte, les inspira cierta confianza en la solidez de la organización, pero por otra parte, suscita una serie de inquietudes que se concretan en la pregunta: ¿qué se ha hecho en ese tiempo?
Estos artículos pretenden responder a esa cuestión, para que al apropiarse de la historia de las F.L.N. nuestros militantes hagan suyas las experiencias que hemos acumulado, así como las directrices políticas derivadas de esas experiencias. Y no en último término, queremos que nuestros nuevos compañeros sepan un poco más acerca de quienes nos han precedido en este camino.
Nuestro recuento de los hechos procura ser lo más objetivo posible, y cuando se han cometido errores, así lo señalamos; sólo quienes no actúan no se equivocan.
II. ¿QUÉ HACER EN 1969?
El capitalismo monopolista de estado lleva ya años enteros de constituir la estructura económica dominante. La dependencia del imperialismo configura los extremos que oculta el eufemismo “subdesarrollo”: analfabetismo, desempleo, miseria, desnutrición, enfermedad, hacinamiento, corrupción, etc., etc.
Un eslabón y no el más débil del sometimiento, es el dominio ideológico, que ubica a la revolución en el irrealizable reino de las buenas intenciones.
Y sin embargo, la observación científica desemboca una y otra vez en el camino de la revolución. En efecto: un movimiento obrero manipulado desde su institucionalización, sin organizaciones independientes de importancia (para no hablar de un partido de clase); una intelectualidad prostituida que en vez de organizar al proletariado para asumir su tarea histórica, se vende por un plato de lentejas, acabando por incrustarse burocráticamente en la ubre presupuestal; un gobierno que no ha vacilado en desembozar su naturaleza clasista, reprimiendo a sangre y fuego el movimiento de ’68; en fin, férreo monopolio de poder que maniata al pueblo impidiéndole la actividad política independiente… Y por otra parte, un capitalismo dependiente, en una crisis de la que ya no habrá de recuperarse; una situación popular de miseria y explotación que ha llegado al límite, un ejército de desempleados que amenaza con transformarse, efectivamente, en un ejército del pueblo; y la conciencia de que las alternativas seudo democráticas no ofrecen perspectivas; una conciencia extendida a partir de ’68 de que las estrechas vías legales de la burguesía no pueden conducir a transformaciones de base; un campesinado con una tradición combativa que se remonta a la resistencia indígena ante la conquista, que dadas las condiciones de miseria lo hacían, junto al medio geográfico propicio para la guerra de guerrillas, el mejor aliado del proletariado; una imponente revolución cubana que asume la vanguardia histórica en la liberación de América Latina, barriendo con el fatalismo geográfico y otros mitos reaccionarios.
La integración dialéctica de estos elementos va dibujando con precisión creciente el que hacer: la revolución.
Así lo entiende el grupo de jóvenes que el 6 de agosto de 1969, se reúne en la ciudad de Monterrey con el fin de formar una organización revolucionaria.
III. NACEN LAS F.L.N.
La concreción del proyecto revolucionario se asienta en dos premisas: la comprensión objetiva de la coyuntura histórica que vive el país y la militancia en la fallida organización guerrillera denominada Ejército Insurgente Mexicano, disuelto por su propio dirigente, el periodista Mario Menéndez.
Esa combinación de experiencia y conciencia alienta al grupo de jóvenes que reunidos en la ciudad de Monterrey, deciden continuar la lucha armada, pero subordinada a claros lineamientos políticos (tanto teóricos como prácticos), que impidan los errores y desviaciones que culminaron con la desintegración del E.I.M. La fecha: 6 de agosto de 1969.
Los compañeros ahí reunidos acordaron reconocer como su responsable al compañero Pedro, quien a su vez, designó al compañero Salvador como su segundo al mando, integrando ambos la dirección de las F.L.N.
La primera disposición fue mantenerse todos en la clandestinidad, dando vida a la idea, tan cara a Lenin, del revolucionario profesional, i.e., el que deja trabajo, familia, amistades, distracciones, todo, para dedicarse única y exclusivamente a la causa revolucionaria.
Además del núcleo de profesionales, se contaba con militantes urbanos, es decir, compañeros que aún vivían con sus familiares, tenían una ocupación “legal”, etc., porque así convenía a la organización, ya que se encargaban de aportar recursos económicos –tanto en efectivo, como en los equipos y materiales que se requerían-, proporcionando también información y contactos con obreros, campesinos, estudiantes y, en general, personas honestas y discretas dispuestas a participar en la transformación de la sociedad.
Había además algunos colaboradores, personas que, sin desear comprometerse a fondo con la revolución, sí estaban dispuestas a cumplir pequeñas comisiones y colaborar económicamente con la organización.
Finalmente se tenía un buen número de simpatizantes (fundamentalmente familiares de los militantes), los cuales supieron de la existencia de la organización y, si bien no se involucraron en ninguna tarea ni ayuda, se comprometieron a guardar el secreto.
LOS RECURSOS MATERIALES
Sin tener objeciones estratégicas contra las expropiaciones, se estableció que, en la fase inicial, el propio pueblo debe generar los recursos para su liberación, por lo que militantes urbanos y colaboradores aportaban voluntariamente una cuota para entregarla a la organización.
Estas aportaciones en efectivo sumaban $3,000.00 [El salario mínimo en 1969 era $28.25, viejos pesos, Nota de la edición] a los cuales hay que agregar las compras de equipos y materiales, que fluctuaban alrededor de los $4,000.00
Se estableció un presupuesto diario de $1.00 (frijoles y arroz gratuitos) para la alimentación de cada compañero profesional. (En la actualidad, ese presupuesto es de $18.00 por compañero y cubre las 3 comidas del día).
El armamento consistía en 8 armas de alto poder y 8 pistolas, mismas que se entregaron a cada militante profesional con la consigna de portarla en todo momento, para repeler una eventual agresión de las fuerzas represivas.
Había una sola casa de seguridad. No se disponía de ningún vehículo propio. Los viajes se realizaban en autos prestados, e incluso en autobuses.
A pesar de estas limitaciones, la invitación para que algunos miembros de la organización fuesen a Corea del Norte a recibir adiestramiento militar, corroboraba la factibilidad de que un grupo de mexicanos legos en el arte de la guerra, iniciase algún día la lucha por la liberación definitiva de nuestra patria.
LOS PRIMEROS PASOS
La magnitud de la empresa y su contraste con los escasos recursos disponibles, no hicieron sino espolear el entusiasmo de aquellos compañeros, que compensaban su reducido número con tenacidad y capacidad de trabajo derivados de su alta conciencia.
Dentro de la casa de seguridad se inició la educación política sistemática, impartiéndose también clases de matemáticas y topografía. La instrucción militar se adquiría de manuales del ejército opresor y en escritos que nos prestaron militantes de otras organizaciones revolucionarias con las que se había hecho contacto.
Al exterior, los trabajos tendían a vincular la organización con el pueblo, entrevistando en diversos puntos del país a personas de quienes se sabía que estaban a favor de un cambio revolucionario, y cuya discreción daba cierta seguridad. De este modo, la organización creció rápidamente, pues cada nuevo compañero proponía uno o varios candidatos, los que posteriormente, al iniciar su militancia, presentaban a su vez a otros prospectos.
Y eso no era todo. Se cumplía una importante tarea político organizativa trabajando el terreno aledaño a la zona de operaciones, con el fin de preparar la “subida” del primer grupo de futuros guerrilleros. Así pues se restableció el contacto con habitantes de la zona (a los cuales se conocía desde los días del E.I.M.), invitándolos a colaborar en la lucha, proposición que algunos de ellos aceptaron. Sin embargo, la imposibilidad de destacar permanentemente en la región a cuadros profesionales que se fundieran con ellos politizándolos y elevando su conciencia, se tradujo posteriormente en una actuación con resultados más bien pobres.
BALANCE
Seguramente el principal logro de ese primer año de trabajo fue haber sentado, a nivel teórico y práctico, las bases organizativas de las F.L.N. Como parte importante de este inicio destaca la comprensión del concepto revolucionario de disciplina inherente a una organización político-militar.
Los primero comunicados emitidos por la Dirección reflejan la problemática con que se enfrentaba entonces la organización.
El primero reproducía algunas cuestiones básicas de táctica guerrillera, tomadas de un libro del coronel A. Bayo, veterano de la guerra anti-fascista de España, primer instructor en México del grupo guerrillero de Fidel.
El segundo comunicado “Sobre la Militancia” fija claramente normas que rigen el trabajo político y técnico de los militantes urbanos y rurales no profesionales.
El tercero es un breve “Manual de Explosivos” que contiene los conocimientos generales indispensables sobre esta materia.
Una frase del insurgente Vicente Guerrero, que sintetiza con claridad la alternativa revolucionaria, se adopta como lema de las F.L.N., figurando desde entonces al pie de cada comunicado: Vivir por la Patria o Morir por la Libertad.
Continuará…..
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