En este mismo mes, hace 15 años, fue abierta al público por vez primera nuestra Casa. En ese entonces, bajo la figura de la Casa Museo del Dr. Margil. Hoy, a tres lustros de distancia, la Casa de Todas y Todos sigue con sus puertas abiertas al pueblo, a pesar de los turbios esfuerzos del poder por derruir nuestro digno espacio.
Nuestra casa se brinca su propia barda, cuando alguien la hace suya y sale de sus puertas. Nuestra casa no está habitada por un patronímico; es hogar de una familia de ideas: la libertad, la justicia y los clamores actuales de nuestro pueblo, tan parecidos a los de hace 15 o 46 años. Y en estos años hemos aprendido que, para hacerle hogar a las ideas, las paredes sirven pero no son indispensables. Ha bastado en ocasiones el hogar mismo del fuego, la fogata, y el silencio de la montaña. La nuestra es, pues, una casa de ideas, y está presente ahí donde alguien decida darles calor con su propia vida.
Sirva este mes para dignificar la historia de nuestra Casa, hablando con verdad ostensible de lo acontecido en el andar de nuestros compañeros desaparecidos. Sirva también para recordar que se ha cumplido ya un año de la masacre de Tlatlaya, y la impunidad mantiene su sombra sobre ese nombre.
Grupo Editorial de La Casa de Todas y Todos.