Editorial agosto, 2018: Techo, Tierra, Trabajo.
Inicia con agosto un año de labores, y con él, el camino hacia el 50 aniversario de trabajos antiimperialistas de nuestro movimiento que lucha, como su nombre lo dice, por la liberación nacional.
Durante muchos años de este largo trayecto, sirvió de referencia y guía para los temas económicos el trabajo de Jose Luis Ceceña, quien en una frase: “México en la órbita imperial”, señalaba con claridad el problema central de gran parte de los dolores y las penas de nuestros pueblos. Del mundo bipolar al desaforo neoliberal, a los cambios geopolíticos que se viven en años y meses recientes, para nosotras y nosotros el centro gravitacional de esos dolores y penas sigue siendo, en buena medida, el mismo imperialismo.
A un mes de la contienda política, hay señales claras del camino económico que tomará el gobierno federal entrante, emanado sí, de una victoria electoral como pocas en la historia reciente de nuestro México, pero también de un momento histórico que ha favorecido el reordenamiento de fuerzas económicas y políticas locales -burguesía nacional en el antiguo decir- que en el contexto histórico inmediatamente anterior se vieron avasalladas por la entrada de fuerzas económicas de mayor envergadura y por la guerra de despojo, represión y explotación que se desató para favorecer su entrada. No es gratuito que las fuerzas políticas que dieron las llaves de nuestro territorio, nuestra fuerza de trabajo y nuestros recursos naturales a ese capital extranjero se hayan desfondado, resquebrajado, y se encuentren en un momento crítico que pone en riesgo su viabilidad futura como partidos políticos. No es gratuito tampoco que el gobierno entrante haya logrado su victoria electoral desde un distanciamiento discursivo y pragmático de las reformas constitucionales emanadas de la apertura neoliberal. Y sin embargo, como dijimos en un inicio, hay ya algunas señales claras del camino económico que se busca construir, y que en nuestra opinión, dista mucho de las aspiraciones históricas de nuestros pueblos. Se habla sin ambages de ampliar las Zonas Económicas Especiales y de entregar la plusvalía del trabajo más de dos millones de jóvenes a la iniciativa privada, a costa del erario público. Como si la explotación fuese benévola cuando alimenta las cuentas bancarias de los miembros del Consejo Coordinador Empresarial. Ninguna transformación política y económica es benéfica para nuestros pueblos si no deposita directamente en sus manos las herramientas para apropiarse de su destino.
Por ello existimos, y seguiremos existiendo, todas y todos quienes aspiramos a un mundo sin cadenas materiales o simbólicas; poco a poco, por medio de acciones pequeñas, en un andar de ya muchas generaciones, desde que nuestra casa se llama México, se ha ido abriendo el camino las y los libres. Acompañados de acciones y vidas heroicas, honrando la memoria de quienes las realizaron y las realizan, seguiremos, seguimos, y sin menoscabo del cuándo, sabemos que nuestra causa triunfará.
En éste año ahondaremos en las tres demandas históricas que se plantearon hace ya casi 50 años: tierra, techo y trabajo, o sea, tierra para los campesinos, territorio para nuestros pueblos; techo, casa u hogar digno para todas y todos; trabajo, que señala el anhelo no sólo de una retribución justa al esfuerzo realizado, sino a tener en las manos propias la capacidad de transformar nuestro día a día. Iremos a las selvas, a los desiertos, a las ciudades con sus cinturones de miseria, a las milpas y los valles, cruzaremos ríos y colinas, caminaremos en las ciudades, haciendo honor a nuestro deber. No abandonaremos nunca a nuestros pueblos, pues son nuestros hermanos.
En agosto recordamos el natalicio de nuestro compañero Salvador, y con profunda tristeza, el fallecimiento de nuestro querido compañero Ismael.
¡¡¡Felicidades y preparémonos!!!!
Para otros 50 años, con nuestra manera de pensar y actuar lo haremos.
¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la Libertad!
Grupo editorial de la Casa de todas y todos.
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