Posted On 2 mayo, 2017 By In Editorial With 3205 Views

Mayo: la celebración internacional del trabajo.

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En su primer día, celebramos luchas pasadas por la conquista de derechos fundamentales que, en las presentes circunstancias y desde hace ya algunas décadas, son despojados al pueblo trabajador. Luego de la marea neoliberal que ha inundado al estado mexicano, buena parte de los derechos laborales que conocieron generaciones anteriores de trabajadoras y trabajadores son un duro enigma para la juventud que se integra al campo laboral. Jubilación, contratos laborales colectivos, asociación sindical, seguridad social, acceso a la vivienda, pago de horas extras, jornada laboral de ocho horas, días de descanso: uno a uno, estos y otros capítulos victoriosos de la lucha obrera, lucha armada y revolucionaria, desaparecen de la realidad laboral para beneficio del capitalista.

Para la clase obrera, las herramientas legales de lucha, como el derecho a huelga y la libre formación de sindicatos, están fuera de alcance en las actuales condiciones de contratación: el patrón puede despedir sin mella real a sus intereses a cualquier trabajador, en cualquier momento, bajo cualquier pretexto. La gran mayoría de los sindicatos consolidados no llevan adelante un mínimo de esfuerzo reivindicativo de la fuerza de trabajo; el reformismo, la lucha estrictamente económica, caracterizan a los menos de los sindicatos, que en los más de los casos atienden las necesidades patronales, o los intereses que surjan de su filiación partidista, apegada también al beneficio del capitalista.

Las últimas décadas de capitalismo neoliberal han desplegado los espacios de explotación para el capital, que fluye libre a través de las fronteras nacionales. Desde las cumbres del capital, la clase poseedora ha logrado en los últimos treinta años romper los candados de antaño, protectores de las múltiples economías nacionales: la banca es autónoma, las barreras arancelarias han caído con la firma de los más diversos acuerdos comerciales, se ha suscrito la ideología de la competitividad, se han abierto espacios de inversión al reducir los márgenes de acción de los gobiernos e instituciones nacionales. El mundo, en treinta y pocos años, ha sido moldeado para beneficio del capitalista.

Muchas barreras han caído pues, en estos treinta años, con pocos beneficios para la clase trabajadora. La migración laboral está legalizada únicamente entre un pequeño conjunto de naciones, para el resto del mundo, las migraciones laborales son cuestión de vida o muerte según la suerte de quien las realiza. Poseer un pasaporte que adscriba al trabajador a Holanda, España o Suecia, le garantiza que será víctima de una explotación extremadamente diferenciada de la que sufrirá alguien de México o Nigeria. Pero además de este, muchos otros grilletes que mantienen a la clase obrera ceñida a la explotación tienen un carácter nacional, comenzando por los ejércitos y policías que sofocan las luchas de liberación, así como las múltiples monedas con que son pagados sus salarios.

En la perversidad que habita nuestra historia, durante el acto oficial del primero de mayo, en México y muchos otros lugares del mundo, los trabajadores son obligados a caminar frente a quienes legitiman su diaria explotación, frente a los representantes del capitalismo, en una procesión de supuesto respeto, que poco a poco se ha ido desmoronando.

Hace ya muchos siglos un hombre declaró que el hombre era un animal político. Los capitalistas, por su parte, afirman por medio de sus actos que en la humanidad hay distintas clases, y a quienes conforman la más numerosa hay que tratarlos en calidad de animales. Y es a esto que los promotores del neoliberalismo le llaman el ejercicio de la “libertad” y de la “razón”.

En el campo de las ciencias sociales, algunas bogas intelectuales analizan por medio de ordenadores las condiciones para que los hombres, concebidos como animales, sean domesticados, se adapten… ¿Adaptarse a qué? A los más elevados márgenes de explotación, para que cada mañana obligadamente el trabajador asista a la fuente de su desdicha; a la continuidad del despojo, para que perpetuamente le sean arrebatados de las manos las herramientas y los medios por los cuales reproduce su existencia. Para que día tras día fabrique mercancías que difícilmente podrá consumir.

El trabajador, entendido como animal por el capitalismo, no es muy distinto a la vaca. Terminado su ciclo productivo, dicta el capitalismo, los trabajadores deben asumirse como nada. Ahí están los casos en el dolido estado de Veracruz, en que cientos de pacientes con cáncer fueron engañados dándoles agua en vez de la necesaria medicina en múltiples hospitales del sector público.

Así pues, este primero de mayo amanece en todo el mundo con la reiteración ideológica de que para los capitalistas la clase trabajadora está conformada por simples animales. Esta sistematicidad capitalista, que ve desde esta óptica a la mayoría de la población, coloca en la cima del poder económico, político y militar, a un auténtico representante de sí mismo: un patán misógino, ignorante, abusivo, fascista. En Francia, en fechas próximas, un fiel reflejo – más allá del género – está en posibilidades de asumir la presidencia. En meses recientes, la derecha venezolana, junto con los malos gobiernos de la nefasta OEA –esa misma que niega a Cuba su dignidad soberana- han mostrado la gran rabia que les genera ese régimen que –tema de debate- ha contribuido en algo a que la condición humana de los trabajadores sea algo más que la de simples animales. En su reciente gira por los Estados Unidos, ante la firme crítica de un padre dolido por la pérdida de su hijo, el candidato mexicano favorecido (a ver si esta vez si) por los capitalistas para el 2018, le grita: ¡Cállate!, ¡Cállate! … como si se tratase de un animal mal domesticado, un peligro que amerita distancia: ¡Atrás!, ¡Atrás!, Atrás! Y en general, a los padres de los 43 normalistas desaparecidos que en todo lugar donde se paran reclaman justicia, sólo reciben por parte del Estado mexicano la reiteración de que para ellos, nosotros, el pueblo, la clase trabajadora, somos en suma, simples animales.

Este primero de mayo recordamos a quienes entregaron su vida por el ideal de un mundo sin clases, sin estamentos, sin razas. A quienes lucharon por un mundo sin explotación y sin despojo. Aquellos cuyas luchas nos hacen recordar que el capitalismo es la lógica de reducir al hombre trabajador a un mero animal. La causa de la libertad de los pueblos triunfará, más temprano que tarde.

Escultura de Joxe Ulibarrena, titulada “Los acribillados en la Santa Cruzada”, dentro del Memorial.

Efemérides

En este mes, recordamos el aniversario del nacimiento del compañero Ismael, quien con su esfuerzo militante participó en la consolidación de las Fuerzas de Liberación Nacional como una organización combativa. El compañero Ismael participó en la creación del órgano interno de agitación política, el periódico Nepantla, así como en la redacción de los estatutos que habrían de regir la vida organizativa desde 1980; formó parte, además, del primer Buró Político de la organización. Fue un militante íntegro, a quien debemos los primeros contactos con quienes años más tarde serían nuestros compañeros indígenas en la fundación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Recordamos además, a Ruth y Mario, quienes murieron en este mes. De las múltiples tareas que asumieron, destacaron en los trabajos relacionados con el eje de la lucha ideológica, participando en la publicación de nuestro Nepantla y de otros múltiples periódicos y gacetas.

Recordamos también a las miles de víctimas del fascismo, cuya memoria descansa en el parque de la memoria de Sartaguda, inaugurado el 10 de mayo de hace  nueve años por las viudas y familiares  de fusilados y desaparecidos por el régimen franquista en Navarra.

Ismael, Ruth, Mario,

¡Compañeros todos!

¡Presentes!

¡Vivir por la patria! o ¡Morir por la libertad!

Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos

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