*Presentamos esta publicación abierta, de 1987, realizada por el Centro de Análisis Informativo
En esta ocasión haremos algunos comentarios sobre la anunciada fusión de 5 organizaciones de izquierda para dar nacimiento a un nuevo partido político.
Antes que nada, queremos insistir en nuestra simpatía general hacia las organizaciones de izquierda. Si a alguna hemos llegado a criticar fraternalmente, ha sido porque su posición política –o sea teórica y práctica- ante una situación concreta, nos ha parecido inadecuada. Y no porque pretendamos ser dueños de la verdad absoluta, sino porque a nuestra manera de entender, hay ocasiones en que una posición política clara, tiene que definirse deslindándose de otras.
Otro punto muy importante: pensemos que la responsabilidad por los posibles errores, recae con más peso sobre la dirigencia de estas organizaciones, que sobre sus militantes de base, entre los cuales hay miles de personas consientes y honestas que se encuadran en alguna organización, no tanto porque las convenzan sus planteamientos teóricos y sus acciones prácticas, sino porque no conocen alternativas para dar cauce a su justa inconformidad política.
Así, con ánimo respetuoso y fraternal, comencemos por recordar algunos antecedentes de este nuevo intento de fusión.
El primero que viene a nuestra memoria, es la coalición en defensa del voto, surgida al calor de las elecciones para gobernador de Chihuahua (julio de 86). Estas alianzas, cuyos más conspicuos miembros eran el PAN, PMT, PSUM y PRT, dio lugar a un proyecto para realizar una cruzada nacional en defensa del voto ciudadano, que nunca se llevó a efecto.
Pero, desde luego, el antecedente más significativo es la formación del propio Partido Socialista Unificado de México.
Recordemos que en 1981 y ante la cercanía de las elecciones presidenciales, 5 organizaciones (Partido Comunista Mexicano, Partido Socialista Revolucionario, Movimiento de Acción y Unidad Socialista y Movimiento de Acción Popular) decidieron unificarse.
El primer gran fracaso de aquel intento, fue no haber logrado incluir en el nuevo partido al Mexicano de los Trabajadores que después del PC era el más importante (tanto, que se daba por un hecho que el candidato presidencial de la izquierda sería el dirigente del PMT: Heberto Castillo).
El segundo gran fracaso de la nueva organización consistió en que no logró la unificación real de sus integrantes, los cuales mantuvieron tan vivos sus antiguos lazos, que se salieron del Socialista Unificado para recuperar su individualidad partidaria.
El tercer revés fue la incapacidad para ofrecer a los electores una alternativa atractiva: tomados en su conjunto, los votos por el psum fueron disminuyendo proporcionalmente en las votaciones en que participaba, en tanto aumentaban los sufragios en favor del Partido Acción Nacional.
No tiene caso enlistar las demás derrotas de este psum. Digamos –un tanto esperanzadamente- que todos estos tropiezos dejaron valiosas experiencias: que un proceso de fusión acordado por la dirigencia, sin la real participación de las bases, no puede llegar muy lejos; que no es fácil elaborar en estos días la nueva política, esto es, la nueva teoría y la nueva práctica (sobre todo ésta que sea capaz de atraer a las masas de obreros y campesinos; que la represión no perdona ni a candidatos ni, mucho menos a militantes de los partidos por muy registrados que estén; que la posibilidad de influir en el rumbo del gobierno con unos cuantos diputados es inexistente; que el Estado utiliza a los partidos de oposición para legitimarse en el poder y conservarlo… en fin, que el gobierno viola las leyes electorales –que de por sí lo favorecen- con tal de asegurarse el “triunfo”.
Pero, bueno, dejemos que sea la vida la que nos muestre qué tanto aprendieron los ex – pesumistas. Por lo pronto, veamos algunos de los planteamientos del nuevo partido, según fueron hechos por sus principales dirigentes en una conferencia de prensa celebrada el 17 de diciembre del año pasado y en la que hablaron: por el Partido Mexicano de los Trabajadores, Heberto Castillo; por el Partido Socialista Unificado de México, Pablo Gómez; por el Partido Patriótico Revolucionario, Camilo Valenzuela; por el Movimiento Revolucionario del Pueblo, Carmelo Enríquez; por la Unidad de Izquierda Comunista, Manuel Terrazas.
Dice una parte del documento: “Nuestra corriente sostiene que para encarar la crisis y los fenómenos de desnacionalización y derechización deben abrirse amplios canales para que la clase obrera y el conjunto del pueblo trabajador participen en los asuntos de México. Debe producirse una profunda modificación del régimen político. En un proceso así será posible la conformación de una nueva fuerza política capaz de desplazar del poder a aquella que en la actualidad solamente ofrece regresión social y supeditación nacional”.
Sobre los propósitos de la fusión dice que “… buscan el establecimiento de un nuevo poder, democrático y popular, cuyas características sean que representen a la mayoría constituida por la clase obrera y el conjunto del pueblo trabajador, sobre las bases de una democracia política desarrollada y un programa económico y social de transformaciones…”
En cuanto a su diversidad afirma que: “Los partidos fusionantes reconocen sus diferencias, producto de sus diversos orígenes y desarrollo, que se expresarán con libertad en el nuevo partido… se precisarán los derechos de las minorías (dentro del partido) a defender sus puntos de vista en las reuniones del partido y en los medios de comunicación aún después de tomados los acuerdos, así como la existencia de corrientes o tendencias que se formen en el transcurso de la lucha…”
Más adelante, se define como una organización política de y para la clase obrera y todo el pueblo trabajador, un partido revolucionario de masas. Sostiene que el nuevo partido será una organización plenamente comprometida con la democracia. Se comprometerá claramente con los movimientos de masas del pueblo trabajador, la juventud, las mujeres y demás sectores oprimidos…
Promete que luchará por defender y desarrollar la independencia nacional y fomentar en el pueblo el patriotismo revolucionario. Finalmente, asegura que será independiente, sobre todo, del poder público.
Después, establece las bases y el procedimiento de la fusión. Aquí destaca el propósito de convocar, en el mes de Marzo de 1987, al proceso de elección del candidato del partido a Presidente de la República.
Como se ve, varios de estos planteamientos generales son enteramente correctos y seguro habrá mucha gente que esté de acuerdo con ellos. Pero quedan dos puntos no muy claros. Primero, el más importante: Existen actualmente en nuestro país condiciones que permitan a los trabajadores tomar el poder mediante las elecciones?
Veamos. Según nuestra humilde opinión, para que en México se pudiera formar un gobierno obrero-campesino ganando una lucha electoral, harían falta varias condiciones como éstas:
a) Que el gobierno mexicano fuera muy respetuoso de la ley; que las garantías constitucionales no fueran violadas por ningún funcionario; que la ciudadanía ejerciera un severo control sobre las autoridades.
b) Que hubiera una tradición de respeto al voto de los ciudadanos; que todos los funcionarios que hoy ocupan cargos de elección popular hubieran sido realmente escogidos por los votantes.
c) Que las leyes electorales permitieran la formación de un gobierno obrero y campesino, o sea que admitieran la posibilidad de cambiar legalmente de sistema social (porque obvio que un gobierno de trabajadores no podría mantener en la esclavitud a quienes los habían elegido).
ch) Que no hubiera ningún partido que dominara los mecanismos electorales; que estos mecanismos fueran imparciales, democráticamente elegidos y vigilados por los ciudadanos; que pudiera haber absoluta confianza en la limpieza de las elecciones.
d) Que se pudiera hacer abiertamente propaganda en favor de un nuevo gobierno proletario y de los métodos necesarios para instaurarlo y defenderlo de la reacción.
e) Que el ejército y la policía no estuvieran a favor del partido oficial.
f) Que hubiera algún partido de trabajadores tan prestigiado, con un programa tan convincente, con un respaldo popular tan sólido, con una organización tan fuerte, con una tradición combativa tan arraigada, que pudiera no sólo disputarle el poder a la burguesía, sino arrebatárselo en caso de que ésta no reconociera el triunfo del partido obrero.
g) Que el partido obrero y campesino pudiera disponer eficazmente de los grandes medios de propaganda: televisión, cine, radio, etc.
h) Que ningún partido utilizara en su beneficio los recursos públicos (desde dinero hasta armas).
i) Que el gobierno mexicano no tuviera su partido
Vamos a dejarla de este tamaño. ES CLARO QUE EN MÉXICO NO HAY ACTUALMENTE CONDICIONES PARA QUE LOS TRABAJADORES LLEGUEN AL PODER PARTICIPANDO EN LAS ELECCIONES.
Pudiera ser que los compañeros del nuevo partido –a quienes, desde luego, deseamos éxito- reconocieran que no hay condiciones para el triunfo electoral del pueblo, y nos dijeran que, precisamente, de eso se trata, de crear las condiciones que hagan posible esa victoria. Pero dígame usted una, una sola de las diez condiciones enlistadas, que se pueda alcanzar bajo el gobierno real que padecemos… y luego, en unos cuentos meses!
No, amigo. El requisito básico para que los obreros podamos estar en el gobierno, es que construyamos la fuerza necesaria para imponer por todos los medios la voluntad de la mayoría que somos nosotros. Pero la gestación de este poder que aniquile a nuestros enemigos no pasa por las urnas electorales. Lo siento.
En cuanto al asunto de la unidad –en el que también deseamos éxito a las organizaciones fusionantes- usted acaba de recibir nuestro suplemento sobre ese tema. Aquí sólo le repito, ya para acabar: la unidad, que es una condición para que los obreros y campesinos e intelectuales lleguen al triunfo, se irá forjando entregándose a la lucha revolucionaria por el poder, no dándole la espalda.