Nepantla 9, 15 de marzo de 1980
Vivienda
por Ruth
V de VI partes
V
CIUDADES PERDIDAS
Lotes baldíos, laderas de cerros, zonas de sembradío decadente, o cualquier terreno susceptible de ser habitado, se encuentran dentro de las grandes ciudades y perdidos en ellas, son zonas donde no existe drenaje; cuando mucho, alguno de sus habitantes cava una zanja por la que corren los desechos; abundan nubes de insectos, basura, suciedad, peste, no hay luz, las “casas” las construyen sus moradores de lámina, cartones, piedras, madera vieja. Las enfermedades nacidas en este ambiente disminuyen el número de los integrantes de familia pero a la vez el número de familias aumenta por la proliferación de uniones matrimoniales, muy a pesar de los deseos burgueses. Este es el hogar, en su mayoría de campesinos que han sido despojados o que abandonaron su tierra en busca de mejores medios de vida; otra parte de los habitantes han nacido ahí; la ocupación que desempeñan sus moradores es la de albañiles, vendedores ambulantes, cuida-coches, vendedores de billetes de lotería, etc… Es morada también de ex-campesinos que han pasado a formar parte del lumpenproletariado. La mendicidad, la delincuencia, la prostitución, la drogadicción, el alcoholismo, son el común denominador; expresiones de la descomposición humana, cosecha de una sociedad hostil e injusta.
La miseria circundante propicia el descontento de quienes ahí se hacinan, de los que se rebelan a vivir en condiciones poco menos que animales por lo que el Estado toma dos tipos de medidas: en la primera ofrece paliativos, y en la segunda aplica la violencia, producida por el temor que ocasionan los movimientos espontáneos de las masas desposeídas, las infiltraciones de grupos universitarios que alientan estos movimientos y sobre todo miedo a la propagación de ideas revolucionarias que pudieran desatar una lucha organizada en tales concentraciones humanas.
ORGANISMOS OFICIALES
Las industrias privadas de la construcción no se interesan por construir viviendas para trabajadores de escasos recursos como ya expresamos anteriormente. Ante el fenómeno del desplazamiento de la mano de obra rural hacia las áreas urbanas, la escasa capacidad del sector industrial para absorberla, la demanda enorme de viviendas y el descontento social –factor decisivo-, el Estado trata de enfrentar el problema mediante el concurso de distintas dependencias como el Infonavit, Indeco, Foviste, Fovi, Foga, Sahop, a través de programas como el Nacional de vivienda, Alianza para la Vivienda, etc…; organismos que tienen como función principal contribuir para que “todo mexicano cuente con una morada digna”. Sin embargo, todos estos programas públicos de financiamiento pronostican edificaciones que no llegarán nunca a cubrir las necesidades habitacionales; las perspectivas de hacinamiento, marginación, inmigración, etc…. auguran niveles mayores a estos pronósticos. Algunos integrantes y dirigentes de estos organismos son realistas y así lo reconocen: “en ningún momento se pretende resolver el problema habitacional de los servidores públicos, porque en tanto se otorgan 16 mil créditos anuales para vivienda, en el mismo lapso ingresan entre 60 y 75 (mil) nuevos trabajadores”, dijo el Profesor Lara Gaytán del FSTSE, (Federación de Sindicato de Trabajadores al Servicio del Estado) ante el Fovissste. (El Sol, 30 de noviembre de 1979). Otros advierten temerosos que de no plantearse soluciones, el país corre el peligro de una desestabilización política. Frente a la crisis que se agrava, el gobierno busca por todos los medios nuevos métodos y sistemas que permitan aplicar otros criterios y soluciones. Ya se están aplicando: Aparejando a la creación de viviendas debe ir el control de la natalidad”, dijo Campillo Sainz, director del Infonavit. (El Día, noviembre 13 de 1979). El Estado, además de no resolver el problema, niega a la masa trabajadora, desempleada o sub-empleada el derecho a la reproducción. Paralela a la masiva campaña publicitaria del gobierno por el control natal, está la intensa propaganda llevada a cabo en provincia, sobre todo en el campo, tratando de crear motivos que arraiguen a millones de familias campesinas en sus chozas: utópico deseo si se comprende que quien nada posee no tiene razón para permanecer en su lugar de origen. Pero la política es dejar dos velas encendidas, lo que deriva en el proyecto de la SAHOP de “cortar los accesos o ramales en las 10 carreteras que actualmente convergen en todo el país a la zona metropolitana” (El Universal, 22 de enero de 1980); disposición que en el fondo no sólo trata de evitar la emigración, sino de ejercer un control policíaco sobre la población. Esta medida se presenta ante nuestros ojos como represiva.
Continuará…..