Posted On 1 octubre, 2021 By In Editorial With 1181 Views

Editorial, octubre: la luna que no se olvida

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Los compositores le cantan a la luna de octubre, dicen que es la más hermosa, pero para nosotros, los mexicanos, la llegada de otoño y octubre representa el duelo de nuestro pueblo, por la masacre de estudiantes en octubre de 1968, y el “Dos de octubre no se olvida” se escribía en las paredes; hacerlo representaba el riesgo de ser un desaparecido político más, a manos de la temible “brigada blanca” no había piedad, no había justicia, al mismo tiempo en la clandestinidad, surgían grupos de civiles armados organizados, que se opusieron a la represión gubernamental.  La lucha fue encarnizada, pueblos arrasados, cárceles clandestinas repletas, miles de desaparecidos ese fue el saldo de víctimas y el reclamo de justicia que persiste hasta hoy. Dos de octubre, no se olvida.

Para quienes conocemos la historia de aquella lucha desigual cumplimos con el deber de recordar a aquellos compañeros que perdieron la vida en cumplimiento del su deber, en octubre recordamos a nuestra compañera Aurora, o Paz, que nació un primero de octubre, el veintitrés de octubre que es la fecha de nacimiento de nuestro primer responsable histórico compañero Manuel, y a nuestro compañero Sub Comandante Insurgente Pedro, muerto el primero de enero de 1994 en la toma de la alcaldía de las Margaritas, Chiapas, y que nació un veintiséis de octubre.

Recordamos también éste 8 de octubre, al comandante Ernesto Ché Guevara, que, a 54 años de su captura, su legado sigue vigente, y que siempre será recordado como el heroico combatiente revolucionario internacionalista que luchó por construir un mundo digno e igualitario.

Este octubre vamos a recordar a nuestra compañera Aurora, las mujeres en las filas de la Fuerzas de Liberación Nacional, su incorporación, sus responsabilidades, su heroica resistencia, palabras escritas en 1976, por nuestro compañero responsable Alfredo:

 COMUNICADO CONFIDENCIAL A TODOS LOS MILITANTES DE LAS

FUERZAS DE LIBERACION NACIONAL

Recuerdo de la compañera Julieta Glokner Rossainz, Aurora.

La educación que le brindó su padre, permitió que desde su adolescencia, Aurora tuviese ya conciencia de los problemas sociales.  Participó durante su vida civil en numerosos grupos políticos buscando siempre solución a los sufrimientos de su pueblo.

Así, participó en el Frente Electoral del Pueblo, y cuando procuraba, convencida ya de las incapacidades e impotencias de esos métodos, que el Partido Comunista Mexicano cambiase sus lineamientos, fue expulsada de las filas de la Juventud de ese organismo.

Visitó la República de Cuba en los primeros años del triunfo de la Revolución.  Buscó afanosamente, sin lograr conseguirlo, los contactos que le permitiesen participar en la lucha que el pueblo guatemalteco sostiene contra la dictadura, lucha que Aurora sintió también como propia y que motivaba en ella el deber internacionalista que, firmemente arraigado, poseía. Por ello, cuando nuestras FLN la contactaron, su militancia urbana fue ejemplar, a grado tal de que, histórica excepción, fue la única compañera urbana que conocía y visitaba nuestra casa de seguridad, como fue también la única en esa época que mereció, siendo militante urbana, la entrega de un arma para su defensa, distinción que le otorgara nuestra Dirección por sus sobresalientes méritos e íntegra disciplina.

En alguna vez realizó una comisión durante quince o veinte días en la sierra chiapaneca:  su voluntad moral y convicción revolucionaria se vieron acrecentadas y sólidamente reforzadas al enfrentarse a las condiciones hostiles del medio, enteramente nuevo para ella, pero que solamente arraigó más determinación a sus actos, más esfuerzo en sus tareas, más confianza en la victoria final de su pueblo.

En julio de 1971, por razones de seguridad debe integrarse, a las filas profesionales de las FLN.  Para ello, por las condiciones que nuestro método revolucionario nos impone, hubo de separarse de lo más querido entre lo querido: su pequeño hijo, Carlitos, quien tenía entonces cuatro o cinco años de edad.  Lo hizo con la convicción profunda de la necesidad del método, con la certeza absoluta de la histórica victoria de nuestros pueblos.  Alguna vez, cuando evocaba cariñosa el recuerdo de su hijito, al observar a unos pequeños boleritos que hambrientos le pedían algo de comer, profundamente conmovida, sentenció:  “mi hijo al menos tiene qué comer; éstos son ahora también, mis hijos”.

Algunos meses bastaron como profesional para pulir sus criterios.  Entonces es designada responsable de la red urbana en el Distrito Federal. Ahí tuvo oportunidad Aurora, entonces conocida como Paz, de mostrar sus cualidades como organizador, la claridad de sus ideas políticas, la metodología en la corrección de las fallas propias y de sus subordinados; por sus empeños, la red urbana aumentó sus efectivos y algunos de sus integrantes se convirtieron en profesionales de nuestra organización.

Se aplicó al estudio de la medicina y sus avances teóricos unidos a su meticulosa observación, le valieron para considerarla como el mejor “ojo clínico” de entre nuestros compañeros no profesionales del ramo médico.

Como Salvador, basaba su superación personal en el trabajo y en la autocrítica:  ambos factores influyeron decisivamente en Aurora y por consecuencia en los compañeros que personalmente la trataron.

Sabía mandar, porque supo antes aprender a obedecer.

Debemos reconocer su entrega total a la causa de la revolución:  su claridad en acción y su creatividad, contribuyeron a acelerar en numerosas ocasiones la marcha de nuestra organización.

Jamás sombra alguna de cobardía empañó su solidaridad combativa: su vida importaba poco cuando la de sus compañeros corría riesgo.

Un día antes de su muerte, enfrentó decidida junto a dos de sus compañeros, el ataque de policías judiciales que en Villahermosa intentaron detenerlos, acción de la que resultó con escoriaciones leves producidas al romperse, por los impactos de las balas, el parabrisas del auto en que viajaban.  Siempre presta, y lo demostró en esa ocasión, a velar porque los conocimientos de la organización que poseía no cayeran en poder del gobierno opresor, supo enfrentar con decisión, entrega y convicción marxista los momentos apremiantes que vivió.

Cuando ocurre su muerte, en el Sureste de México, los soldados que amedrentados clamaban su rendición y la del compañero Gonzalo que la acompañaba, sólo escucharon su voz firme y serena:  “si pueden, vengan por nosotros”, voz rubricada por el tableteo de su pistola automática.

La confianza en su causa y la conciencia de su superioridad, forjaron su decisión de que quien intentase detenerla, conseguiría sólo su cuerpo, anegado en sangre, si no sucumbía antes, al pretenderlo.

                                   “Muertes, martirio, sombra, hielo,

                                   cubren de pronto la semilla y parece

                                   enterrado el pueblo.  Pero no me siento

                                   solo en la noche.

                                   Soy pueblo, pueblo innumerable.

                                   Tengo en mi voz la fuerza

                                   para atravesar el silencio.

                                   Desde la muerte renacemos”

Las fuerzas del gobierno opresor desconocen el talento que con su acción apagaron.

Hoy, primero de octubre, XXIX aniversario de su nacimiento, evocamos su recuerdo junto a nuestra certera consigna:

VIVIR POR LA PATRIA O MORIR POR LA LIBERTAD

Fuerzas de Liberación Nacional

1 de octubre de 1976

Hasta aquí el comunicado de las FLN.

Invitamos también al siguiente evento:

Grupo Editorial de La Casa de Todas y Todos

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