(La fotografía fue tomada el 29 de noviembre del 2019 en la Explanada de los Héroes de la ciudad de Monterrey, N.L. por el fotógrafo Leonel Rocha.)
La denuncia a una sola voz que se hizo presente inicialmente en Chile, por parte de las mujeres del grupo de “Las Tesis”, representa la actualidad de una lucha histórica e insumisa que se está desarrollando desde diversos frentes que atraviesan diagonalmente a la sociedad: artísticos, políticos, culturales, autónomos, indígenas, estudiantiles, académicos etc.
Las mujeres, mediante una práctica política constante, han sido capaces de reconocer no solo a la cara visible del capitalismo, la violencia sistemática, sino que además cantan la composición del mismo: el capital, los jueces, los aparatos represivos, el Estado, los presidentes. Todos estos son causantes de los feminicidios, las violaciones y la impunidad que padecen las mujeres de nuestro país y el resto del mundo, donde las relaciones perversas del sistema político y económico, en conjunto con sus representantes antes mencionados, crean las condiciones necesarias para que este camino de criminalidad hacia la mujer continúe a perpetuidad; por lo tanto, deben ser denunciados, condenados y erradicados.
No es casualidad, ni tampoco resultado exclusivo de los medios digitales, que la denuncia presentada como performance con “Un violador en tu camino”, haya hecho eco y traspasando continentes. Es una acción dirigida hacia una sociedad jerarquizada, violenta, ampliamente desigual e injusta, que ha puesto a las mujeres como blancos históricos del capitalismo y es además una denuncia clara frente al machismo. Porque así como el Estado capitalista ejecuta el poder político desde un sistema eminentemente patriarcal, así también, tiene su necesaria continuidad en las prácticas del hombre en la sociedad, porque el hombre machista tiene tanto interés en establecer su dominio social [en paralelo con el Estado] sobre la mujer, que convierte cualquier contacto con ella en una muestra de dominación.
La voz que las mujeres hicieron sonar en varios países del mundo, se desarrolla colocándolas como sujetas de su historia y haciendo una revisión radical de los instrumentos del Estado capitalista al que se han enfrentado por generaciones. Incluso, en esta revisión radical, se cuestiona y rechaza la propiedad privada, porque desde ésta se naturaliza y justifica la práctica social que coloca a la mujer como mera propiedad del hombre, lo que ha significado su exclusión de un sinfín de dinámicas y escenarios políticos, intelectuales, sociales y económicos.
En definitiva, las resistencias de las mujeres para el siglo XXI, visualizan la reestructuración de la reproducción social, económica e ideológica, como parte crucial para la transformación de las relaciones sociales: la única forma efectiva de emancipación de la mujer atraviesa el fin del Capitalismo en tanto régimen imperante. En este sentido, es indispensable la radicalización de la lucha contra el Estado capitalista, por la miseria que éste representa para las mujeres y hombres del mundo.
La libertad, para las mujeres y hombres conscientes de esto, sólo es posible llevando adelante una lucha dura, que demanda sacrificios y mucho esfuerzo. Un ejemplo de la radicalización que mujeres en la historia de nuestro país es palpable en la vida de 2 mujeres que lucharon contra la invasión norteamericana a la ciudad de Monterrey en 1846: María Josefa Zozaya y María de Jesús Dosamantes.
En este contexto, presentamos a continuación una semblanza de ellas.
Mujeres que participaron contra la invasión norteamericana a Monterrey en 1846
La presencia de las mujeres en resistencia a lo largo de la historia es prueba del desarrollo político que han enfrentado, y que forjaron el camino para las mujeres que ahora cuestionan el establecimiento del Estado capitalista e imperialista. Las valientes mujeres que combatieron la invasión norteamericana a Monterrey en 1846, María Josefa Zozaya y María de Jesús Dosamantes se puede conocer por el artículo publicado en la revista Relatos e Historias en México, publicada en el año 2010 en su número 111:
María Josefa Zozaya
Originaria de Villa Real de Borbón (que a partir de 1827 cambió de nombre a Villagrán), un pueblo ubicado en los límites de Nuevo León a escasos 50 km de Linares, Josefa nació el 12 de octubre de 1822 en una familia acomodada.
En el verano de 1846 ya soplaban los vientos de guerra que venían de la frontera hacia Monterrey. Las dificultades con Texas y la posterior admisión de ese territorio a la unión americana conducirían finalmente a la guerra de Estados Unidos y México. Los primeros campos de batalla se desarrollaron en la margen del Río Bravo.
Tras las derrotas de Palo Alto y Resaca de Guerrero, y la evacuación de Matamoros, el ejército mexicano conducido por Mariano Arista se retiró primero a Linares, Nuevo León, y luego regresó a Monterrey.
Ante el inminente avance de los norteamericanos sobre la capital nuevoleonesa, desde principios de junio de 1846 los regiomontanos comenzaron los trabajos de fortificación de la ciudad que continuaron sin interrupción durante tres meses.
Se edificaron fortines en la periferia, se levantaron murallas de contención, se cavaron trincheras en las bocacalles, se construyeron parapetos sobre los techos de las casas y se abrieron aspilleras o aberturas en las paredes para asomar los mosquetes de los francotiradores. Todo esto causó expectativa y temor entre los habitantes de la ciudad por los acontecimientos que estaban por venir.
El miedo de la población de quedar atrapada en una batalla sangrienta provocó que algunas familias abandonaran la ciudad. Muchos buscaron refugios en sus fincas, en los alrededores o con familiares en otros poblados. Pero a pesar de tener la oportunidad de marcharse a Villagrán, Josefa Zozaya tomó la decisión de correr la suerte de los habitantes de Monterrey que decidieron enfrentar al enemigo y con sus hijas permaneció en su casa para enfrentar la situación, cualquier que esta fuera.
Su casa formó parte del último recinto defensivo del plan de combate del General Pedro de Ampudia, comandante del ejército mexicano, y fue ocupada con tropas, ya que desde ahí se podía dominar el paso de varias calles…posesionado de algunas calles contiguas a la plaza principal, varias compañías de rifleros de Mississippi, armados con sus rifles Whitney de cañón rayado, abren fuego desde la parte alta de los edificios. Los soldados mexicanos, apostados en las azoteas aledañas, también desde la casa de Josefa Zozaya responden al tiroteo y el combate se generaliza por entre los techos.
Las batallas silban, caen como granizo y rebotan en los muros de sillar de los parapetos. Las municiones se consumen y es necesario pertrechar a las tropas. Es en ese punto que aparece mencionada Josefa Zozaya por Guillermo Prieto, como si tuviera una cita con el destino, y que, con valor y determinación enfrenta su momento sin imaginar que con este acto pasará a la historia. Ante el riesgo de perder la vida. Josefa sube a la azotea y desdeñando la mortal precisión de los “Rifles Mississippi”, lleva pólvora y balas a quien las necesite, lo que entusiasma a los combatientes.
María de Jesús Dosamantes
Cuando el ejército norteamericano estaba ya casi a la vista de Monterrey, la señorita María de Jesús Dosamantes se presentó ante el general Pedro de Ampudia, comandante de la plaza, con un uniforme de capitana y montada a caballo, dispuesta a pelear contra los invasores. Ampudia comunicó oficialmente al ministerio de guerra: “le encargué que recorriese toda la línea para que la vieran todos los cuerpos que componen este ejército”.
A pesar de que su participación es la más documentada de entre las mujeres que participaron activamente en este episodio, su origen posterior de destino se desconoce. El historiador Israel Cavazos sugirió, en su diccionario biográfico, que muy probablemente ella hubiera llegado a Monterrey con las tropas de refuerzo antes de la batalla y seguramente partió con ellas después de la capitulación de la ciudad. Si esto es cierto, también es probable que hubiera asistido en la siguiente gran batalla, la de La Angostura, en febrero de 1847, en territorio de Coahuila, en la cual se enfrentaron los ejércitos de los generales Antonio López de Santa Anna y Zachari Taylor.
Muchas otras han quedado en el anonimato, pero que sin duda alguna construyeron la consciencia colectiva con grandes determinaciones frente a la opresión de cualquier Estado, gobierno, institución injusta en el mundo. Para todas ellas, nuestro reconocimiento y para las que han seguido su ejemplo insumiso e insurgente frente a las hostilidades del capitalismo, abrazamos sus luchas!!!
Este enero del año 2020 recordamos con tristeza a nuestras compañeras y compañeros caídos, heridos, torturados y presos por décadas de antes y después de 1994. El 1 de enero perdimos también a valientes compañeros insurgentes en las montañas, y recordamos con especial cariño y respeto a nuestro querido Co. Subcomandante Insurgente Pedro. Él fue militante desde 1979 y consciente de su actuar hasta el día de su muerte. Pero nuestra lucha no se detuvo y en los hechos, la Declaración de Guerra hecha al poder ejecutivo, al ejército del estado mexicano, y por ende al imperialismo que los apoya, fue aprobada un año antes, en otro enero, 1993, por los compañeros pertenecientes a las FLN. Así se dio inicio, tras 25 años de trabajo clandestino, el levantamiento armado del 1 de enero de 1994.
¡Vivir por la patria! o ¡Morir por la libertad!
Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos