A un año del fallecimiento de Doña Rosario Ibarra, y a manera de homenaje a su lucha y de las Doñas del Comité Eureka, presentamos fragmentos de un documento leído en una actividad de la Asociación de Mujeres Mexicanas en Mayo del 2022.
Compañeras y compañeros…
El pasado día 16 de abril, nos enteramos del fallecimiento de Doña Rosario Ibarra de Piedra… Nacida en Saltillo, Coahuila el 24 de febrero de 1927.
A partir de 1973, la policía de Monterrey, Nuevo León, desaparece a su hijo Jesús Piedra Ibarra acusándolo de participar en la Liga Comunista 23 de septiembre. Desde entonces inició su peregrinar en diferentes instituciones preguntando por su hijo, a quien no dejó de buscar por 49 años.
Cuando inició su búsqueda, se dio cuenta que no era la única madre desconsolada preguntando en dónde estaba su hijo; encontró a muchas mujeres que también averiguaban dónde estaban sus hijas e hijos -en ese entonces por motivos políticos- madres de jóvenes que intentaron agruparse en diferentes organizaciones revolucionarias. Madres, que buscaban a sus familiares, no en un sólo estado de la república, sino de norte a sur, de este a oeste de nuestro país. Con ellas se organiza para luchar en la búsqueda de sus hijos y funda el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos, más conocido como Comité Eureka.
Ya organizadas, las Doñas iniciaron un largo peregrinar reclamando, gritando, protestando, ¡exigiendo! La presentación con vida de sus familiares.
También escribió un sin número de peticiones a toda Institución que retenía injustamente a seres humanos. Cientos de denuncias ante dependencias oficiales así como medios de información, revistas, periódicos nacionales e internacionales, denunciando la corrupción que existe en todas las cárceles, mazmorras, prisiones e instalaciones clandestinas del Ejército Mexicano, así como su bestial manera de actuar.
No hubo nadie que la callara, nadie que la doblegara en sus justas peticiones. Su valor la llevo a ser la representante de los reclamos hacia los más represores gobiernos mexicanos que utilizan las detenciones arbitrarias, las torturas, el chantaje, y lo más vil de la naturaleza humana, que es acabar con la vida de las personas indefensas, y luego, “esconder la mano”. La desaparición forzada.
Las doñas, encabezadas por Doña Rosario, localizaron a muchos detenidos, lograron sacar de las prisiones a gente inocente, acusada injustamente por delitos que no cometieron y que tuvieron que aceptar la autoría bajo tortura.
También -hay que decirlo-, Doña Rosario fue víctima de la traición… más de una persona le dieron la espalda, pero su integridad la hizo salir adelante de calumnias o chantajes fabricados.
De Doña Rosario hay que aprender muchas cosas… primeramente que es organizadas y organizados como podemos tener logros, su tenacidad para no abandonar la lucha, su claridad y su bondad para hacer a un lado a quienes pierden el objetivo o equivocan rumbo sobre quién es el enemigo. Ella nunca perdió el camino y supo seguir adelante. Hay que aprender su valentía para encarar cualquier injusticia ante cualquier persona o institución por más fuerte que parezca.
Hay que aprender de ella su congruencia.. su nobleza, para buscar no sólo a su hijo, -parte de su corazón-, sino ese coraje compartirlo con muchas madres que hasta la fecha buscan a sus hijas, primeramente para que aparezcan vivos y lamentablemente, en la actualidad, madres que ahora incluso buscan los “restos” de sus hijos también desaparecidos, ante la incompetencia de quien debería hacerlo.
Doña Rosario, quien en vida fue apoyo para muchos, debe ser ejemplo a seguir sobre cómo no dejarse y protestar por las injusticias cometidas por los gobiernos, cómo no creer en sus falsas promesas y retomar lo que nos enseñó a gritar y exigir… ¡Vivos los llevaron! ¡Vivos los queremos!
Por ello por ser un ejemplo de congruencia y lucha, por ser doña Rosario quien nos enseñó este largo camino por la presentación de los desaparecidos de hoy y de ayer, nosotros como miles de jóvenes de ayer y hoy decimos:
MAMÁ ROSARIO, ¡VIVA!
Grupo Editorial de La Casa de Todas y Todos