Editorial mayo, 2023
El primero de mayo es el Día Internacional de los Trabajadores, ellos nos dan todo lo que necesitamos, absolutamente todo, por ello son y serán siempre los generadores de la historia. Fecha que nos hace traer al presente la sangrienta represión que sufrieron los obreros de la fábrica McCormick en la ciudad de Chicago en 1886, donde se laboraba hasta 18 horas por día. Después de la brutal represión y movilización organizada de cientos de miles de trabajadores, para finales del mismo mes de mayo, varios sectores patronales accedieron a otorgar la jornada de 8 horas a centenares de miles de obreros. Pueblo trabajador, pueblo que lucha.
Otros acontecimientos históricos han ocurrido en el mes de mayo.
3 de mayo XVII Aniversario de la brutal represión llevada a cabo en San Salvador Atenco. Agresiones sexuales contra mujeres, asesinato de los jóvenes Ollín Alexis Benhumea Ramírez y Javier Cortés ¡Ni perdón, ni olvido! Pueblo trabajador, pueblo que lucha.
5 de mayo celebrado en EUA como el “Día de la Herencia Latina” y que dizque se “celebra” la inmigración procedente de México, en realidad fue la victoria en 1862 de los mexicanos contra el Ejército Francés.
7 de mayo XVAniversario de la inauguración en Sartaguda, del Parque de la Memoria en homenaje a las víctimas de la guerra civil en Navarra, ya que, en 1936, fueron asesinados casi una centena de pobladores. Este hecho provocó que el poblado fuera nombrado el Pueblo de las Viudas, mujeres esposas de trabajadores que lucharon. Tras el escarnio público, pues muchas de ellas fueron obligadas a raparse y ser exhibidas, “paseadas” por el pueblo- sufrieron el desvalijamiento de sus casas y sufrieron multas, les embargaron tierras, maíz, remolacha, sacos de harina, aceite, etc… razón por lo cual se inauguró el Parque en 2008 en homenaje a las víctimas de la guerra civil en Navarra. Pueblo trabajador, pueblo que lucha.
10 de mayo. Aniversario del nacimiento de nuestro inolvidable compañero Ismael, compañero a quien debemos la unidad organizativa, así como los primeros contactos con las comunidades indígenas en Chiapas, embrión de lo que a los años se conociera como Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Fundador junto a otros valiosos compañeros del Buró Político de nuestra organización que nos dio firmeza ideológica en nuestro programa de lucha y que nos marcó el andar revolucionario.
En nuestra casa somos respetuosos por quienes dedican sus vidas en beneficio de la libertad de sus pueblos, desgraciadamente esa historia no ha concluido, el imperialismo existe, y aunque en el futuro deberá desaparecer, aún faltan muchos años para que eso ocurra, son los trabajadores quienes dirán su réquiem y todas y todos, debemos participar en ello.
En éste 26 de mayo se cumple el 40º Aniversario de la pérdida de nuestros compañeros Mario y Ruth. Vamos a transcribir un artículo escrito en nuestro órgano de comunicación interna Nepantla.
A lo largo de 11 y 7 años respectivamente de militancia profesional, Mario y Ruth residieron en muchos lugares, llevando a cabo una gran variedad de trabajos revolucionarios.
Son muchos los compañeros que convivieron con ellos y pudieron aprender de su ejemplo militante, así lo muestra el siguiente escrito…. Se trata de un artículo aparecido en el Nepantla 32, octubre-noviembre de 1983, titulado Sobre Ruth.. fuera de tiempo, escrito por una compañera que la conoció. El “fuera de tiempo” en el título se debe a que en el número dedicado a ambos de junio-julio de ese año, 1983, la compañera no alcanzó a entregarlo a tiempo y aparece 2 números después. Por sus aportes, lo presentamos en ésta editorial de Mayo….
Sobre Ruth, fuera de tiempo.
“Casi para venirnos me señalaban Daniel y Rodolfo que en el artículo para Nepantla dedicado a los Compañeros Mario y Ruth prometía hablar de los dos, pero en realidad hablaba nada más del Compañero (Mario). Intenté disculparme hablándoles de la prisa con que lo había escrito y no sé qué más. Pero lo cierto es que de ella hablaba poco y no había sido esa la intensión, lo que quería era hablar de los dos juntos, me parecía lo más natural tratándose no solo del Nepantla dedicado a los dos, sino de una pareja que estuvo siempre muy unida a partir de su matrimonio. Y un matrimonio unido quizás más que por sus puntos de vista políticos, sin duda coincidentes en lo fundamental, por sus definiciones ante la vida, por su trabajo y hasta en su determinación última, igual de contundente que les condujo a morir, con unas horas de diferencia, defendiendo los principios de la organización a la que dedicaron sus mejores empeños.
Claro que intenté no hablar más del asunto, después de todo qué puedo decir que sirva mejor que sus acciones para dar una idea de cómo eran ellos. Pero el pensar en que la idea de ella resistiendo –como decían los periódicos- hasta la madrugada en que murió, a sus 25 años, dirá más, que si entre todas la vamos completando y que no se ha dicho que lo que ahí dijimos sea todo lo que podemos decir sobre ellos, bastó para empezar a pensar entonces en qué decir: si que le gustaba el pescado y los pantalones de mezclilla, o que podía silbar tan fuerte como para hacernos oír de un artillero si hacía falta, quien solía hacer los trabajos domésticos muy de prisa, que de repente, no de ordinario, cocinaba muy bien, que tuvimos un borrego al que le vio parecido con un antiguo novio por lo cual a pesar de sus débiles protestas iniciales terminamos haciendo barbacoa, nada menos que “Lamberto”.
Pero lo correcto es empezar el principio, y ese en su mayor parte lo contaba Mario, a veces sin proponérselo y ahí es donde lo confundí todo, y no cabe duda que eran dos compañeros bien distintos, con dos procesos de formación política tan diferentes que precisamente lo interesante es quizás, como los condujeron a tan grandes coincidencias.
En fin, Ruth, debí empezar por decir –Una familia de la pequeña burguesía, de una muy pequeña ciudad del país se traslada a la capital- Su última hija, Ruth, es aquejada por una enfermedad congénita que afrontada con gran serenidad y voluntad de sobreponerse a ella, no le dificulta mayormente el movimiento. En la capital hay mejores posibilidades de atención médica, sin embargo, Ruth atribuía, a la natación y otros ejercicios a la orilla del mar, practicados con constancia y tenacidad durante su infancia, mucha de la mejoría que terminó por minimizar realmente su incapacidad física.
Colegio de monjas, regularización posterior dirigida a capacitarla específicamente como auxiliar de oficina en alguna empresa capitalista (tipo MTC decía, en realidad de entrenamiento “mientras te casas”). Lectora de novelas policíacas y amplios conocimientos de la cinematografía gringa comercial. La muerte del jefe de familia la coloca ante la circunstancia de trabajar siendo muy joven, y ahí la conocimos. Empleada de alguna transnacional, rubia y pequeñita, aparentemente despreocupada y sin cultura política. Pero no, desconocía los mecanismos de la explotación de la cual también era objeto, y su estabilidad emocional no era ajena a las continuas tensiones originadas por la enfermedad de un familiar cercano y una madre súbitamente agobiada por la responsabilidad. Sensible, ante la desigualdad social y la injusticia. Su decisión, cuando la organización le planteó la posibilidad de trabajar para la revolución no tuvo vacilaciones. Y muy joven, aún -19 años- empezó a trabajar de tiempo completo para la revolución. Fueron muchos los trabajos que desarrolló, y quizás más que enlistarlos, convenga señalar que en su desenvolvimiento personal, representaban ir desarrollando, poco a poco, aspectos de su personalidad que la sociedad capitalista le había impedido o limitado. Y es que, creo, el caso de Ruth es una muestra de las posibilidades que un movimiento revolucionario ofrece a la mujer, principalmente a la mujer educada como tal por el sistema, y explotada (realidad, al final de cuentas ¿Cuál no?) valiéndose de ello, y por otra parte, de todo lo que podemos esperar de ellas, de todo lo que pueden aportar; respecto de lo cual, a veces conviene preguntarse si lo estamos aprovechando y eficientemente.
La recordamos siempre alegre cuando había que soldar, o riéndose de la estupefacción con que los muchachos vecinos la observaban cambiar el aceite a un automóvil. Las cuestiones técnicas le gustaban, las teóricas no le atraían igual, pero abordaba el estudio con disciplina, sin mayor entusiasmo al principio. Hasta que el trabajo de formar políticamente a otros compañeros le hizo ver claramente su importancia. Antes, los resultados de nuestro modesto órgano de agitación interna le habían mostrado precisamente, la necesidad de ese trabajo y había cambiado su desinterés, había escrito también algunos artículos. Era radical, terminante en sus juicios hasta niveles en que podía reprochársele su poca flexibilidad, y aunque sabía rectificar cuando le demostraba que era necesario, yo recuerdo que muchos, refiriéndose, un poco en broma, pero debido a esa peculiaridad suya, a ella, para que juzgara a los criminales más odiosos, a los ideólogos más representativos del sistema. Una vez le preguntamos ¿qué haría con determinados antisociales? y mucho nos asustó su respuesta asombrada: ¡pero si no va a haber! Fuera de las bromas, en realidad también nos acostumbramos mucho a verle como un reflejo de la mejor de la personalidad de Mario y no creo que cometamos alguna injusticia grande al hacerlo, ya que no puede negarse su desarrollo político paralelo, en constante estudio a partir de su reincorporación, y tampoco le resta mérito al reconocer que tuvo como aliciente y ejemplo a su compañero.
En fin, para no repetir cosas que los demás dijeron, saldría sobrando esto si no fuera porque necesitaba decirle a Daniel y a Rodolfo que sí, abruma a veces la dificultad de hablar de estos compañeros y… digamos lo que digamos, nunca nos sentimos satisfechos y quizás nunca habremos dicho todo, por lo menos mientras las ideas por las que lucharon estén por realizarse, no podemos dejar de hablar de ellos.”
¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la Libertad!
Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos.