A nuestro correo de info@lacasadetodasytodos.org llegó la siguiente CORRESPONSALIA sobre La Batalla de Sacramento, librada el 2 de marzo de 1847, en Sacramento, Chihuahua, donde 30 chihuahuenses cayeron en una batalla desigual y el ejército norteamericano continuó su marcha hacia el centro del país después de tomar la ciudad de Chihuahua.
“El cielo marcaba girones escarlatas y los campos se regaban de sangre chihuahuense,
los centauros caían, los caballos en loco tropel galopaban sin jinetes, con las tripas arrastrando…
Olía a bosta, a trilita, a pólvora y a sangre; las aguas cristalinas, de por sí aguas montañesas
del Río Sacramento, se tiñeron de color albáceo… Mujeres, niños y ancianos recogían a sus muertos…
En el cementerio se enterraban los asesinados a mansalva”
Crónica de Manuel López Chacón
El intervencionismo armado de los Estados Unidos con el fin de ampliar su poderío y extender sus fronteras, ha sido una política permanente desde su fundación en 1600 con la anexión de las primeras 13 colonias, que para 1760 registraban una población de 2.5 millones de personas.
Amparado en el Destino Manifiesto, que atribuye derechos divinos de dominio y control sobre el resto del mundo, el imperio norteamericano se arrogó el papel de “protector de los países indefensos ante la invasión de países extraños”.
La primera anexión colonialista después de las 13 colonias fue en 1803, cuando Estados Unidos compró a Francia el estado de Luisiana por un precio irrisorio de 15 millones de dólares. La segunda anexión fue Florida, cedida por España en 1819 y la tercera correspondió a Texas en 1820, como parte de una concesión solicitada a la corona española para el asentamiento de 300 mil familias de Missouri. El virreinato autorizó la petición con tres condiciones: las familias debían convertirse al catolicismo, hablar español y no tener esclavos.
Las garras del imperio estaban listas para dar su zarpazo en México, a quien declaró la guerra en 1846 con el propósito de adueñarse de gran parte de su territorio. Un personaje reconocido por la historia como traidor al país (Antonio López de Santa Ana), facilitaría la tarea expansionista gracias a su cobardía y torpeza política. En 1824, el gobierno mexicano centralizó funciones y dio un golpe al federalismo al prohibir armamento a los estados, lo que dio el pretexto a los texanos para declarar a Texas república independiente.
Durante el periodo de 1836 a 1846, México vivió una profunda inestabilidad política, que se reflejó en rápidos cambios en la Presidencia, ocupada por 19 mandatarios durante en ese lapso. El caos fue aprovechado por Estados Unidos para declarar la guerra a México en 1847 y dar continuidad a su política expansionista. Con 2 mil soldados armados, la primera tarea fue tomar Santa Fe, Nuevo México, sin necesidad de disparar un solo tiro, por la superioridad numérica y calidad de armamento frente a los oponentes. Este suceso afectó la moral de los mexicanos, que perdieron la primera batalla sin haberla peleado.
Seis meses después, el ejército norteamericano continuó su avance hacia el estado de Chihuahua. El 21 de diciembre de 1846 ocupó Paso del Norte (Ciudad Juárez-El Paso) en un combate que dejó once bajas del lado mexicano y ninguno del ejército invasor. De nueva cuenta, los mexicanos fueron derrotados al tener pocos efectivos mal armados y con escasa preparación.
El 8 de febrero, la fuerza del coronel Alexander Doniphan formada por 924 soldados y 300 civiles, partió de El Paso del Norte hacia Chihuahua. El mayor Samuel Owens hizo que los civiles formaran un batallón junto con la caravana de 312 vagones. El 25 de febrero llegaron a la Laguna de Encinillas, donde se enteraron de que las defensas chihuahuenses estaban preparadas para enfrentarlos.
En la ciudad de Chihuahua, la tensión crecía ante la inminente llegada de los invasores, ya que la zona era de paso obligado en la ruta hacia la Ciudad de México. El general Angel Trías -gobernador del estado-, junto con organizaciones populares que le apoyaban, pidieron apoyo de armamento al gobierno federal para enfrentar con éxito al ejército norteamericano, pues como recordamos, años antes Santa Anna había prohibido a los estados armarse. Pero no obtuvieron respuesta. Sólo quedaban tres opciones: rendirse y huir, declararse “neutrales” -como lo hicieron otras entidades para permitir el avance de los agresores- o defender el territorio. Los habitantes de Chihuahua decidieron por la tercera opción, a pesar de las tremendas desventajas en que estaban.
Durante varios meses, los chihuahuenses recopilaron fusiles y reclutaron a voluntarios para la defensa de la zona. Se reunieron 700 caballos y 70 hombres del 7º. Regimiento de Infantería, 250 hombres del Batallón Activo de Chihuahua, 180 de la Guardia Nacional, 50 hombres del Escuadrón de Durango, 10 piezas de artillería y 106 caballos más del escuadrón duranguense. Se disponía de más de mil 500 hombres contra Alexander Doniphan y su ejército.
El 28 de febrero de 1847, los valientes patriotas chihuahuenses mal armados y muchos de ellos sin preparación militar, avanzaron hacia el rancho Sacramento, ubicado en el kilómetro 28 al norte de la ciudad de Chihuahua.
Sin apoyo del gobierno federal, en condiciones de desventaja frente a un ejército bien entrenado y armado, que no había sufrido baja alguna en su avance y que contaba con provisiones y armamento moderno, los lugareños trataron de impedir el avance enemigo.
“Centuriones Chihuahuenses, clásicos productos de la estepa árida, parapetados repelieron la invasión, y en verdaderos actos de heroísmo, con la reata y a galope tendido lanzaban las ametralladoras, provocaban polvaredas con ramajes uncidos a sus caballos para dificultar la visión, y, desde puntos estratégicos, “venadeaban” a las primeras filas. Pero los rifles de repetición Winchester, que eran increíbles y novedosos, repetían los tiros con un sólo cargador y ametralladoras y cañones de corto y largo alcance acabaron con la muchachada”, cita Manuel López Chacón en su artículo titulado La Batalla de Sacramento.
Aunque los oficiales y jefes mexicanos trataron de evitar la desbandada de las tropas, sus esfuerzos fueron en vano y tuvieron que retirarse a sus posiciones con sus heridos. A pesar de ello, la caballería mexicana comandada por Ángel Trías Álvarez y por el general José Antonio Herrera, efectuó varias cargas que casi lograron la victoria, hasta que artilleros estadounidenses lograron apoderarse de un cañón con el que abrieron fuego contra los mexicanos, acción que terminó con la resistencia.
La derrota fue inevitable: 30 chihuahuenses caídos en una batalla desigual permitieron al ejército enemigo continuar su marcha hacia el centro del país después de tomar la ciudad de Chihuahua sin resistencia posterior. Algunos historiadores confirman que los espías norteamericanos tuvieron un papel relevante en el éxito del ejército invasor, que tiñó de sangre el campo chihuahuense con la flor y nata de nuestra juventud.
El 2 de marzo de 1847, el ejército norteamericano continuó su marcha hacia el sur del país, acción que culminaría con la toma de la Ciudad de México los días 14, 15 y 16 de septiembre de 1847.
La infame desmemoria oficial nunca hizo ni hará honor a los combatientes caídos en Sacramento, donde hoy luce como recuerdo de los combates un deslucido obelisco sin placa, sin nombres, sin mención de la batalla, que no transmite nada del sentimiento y respeto hacia los chihuahuenses que sabiendo que iban a una muerte segura, pusieron su pecho a las balas asesinas. Sólo un obelisco-falo que parece mojonera en un sitio de enorme trascendencia para la historia de México. Pero el pueblo nunca espera nada de los gobernantes, que sabemos son como veletas que apuntan en la dirección que les conviene.
Como resultado de ésta guerra expansionista, México perdió el 55 por ciento de su territorio: un millón 370 mil kilómetros cuadrados de superficie. Los territorios arrebatados por el imperio corresponden a los estados de California, Nevada, Utah, New México, Arizona, Colorado, Oklahoma, Kansas y Wyoming.
Hoy, a 177 años de la Batalla de Sacramento recordamos uno de los hechos heroicos poco valorados y conocidos que marcan una huella profunda en la historia de las luchas y movimientos populares de México y América Latina. Los pueblos jamás olvidan.
Fuentes:
https://www.lhistoria.com/mexico/batalla-de-sacramento
https://panchovillamx.com/la-batalla-de-sacramento/
https://academia-lab.com/enciclopedia/batalla-de-sacramento/
La Batalla de Sacramento por M. López Chacón
https://www.alaingarcia.net//conozca/audiolibro_batalla_sacramento.php