Nosotras, nosotros, poseemos una interpretación propia del marxismo. Rescatamos de él su valor como instrumento metodológico de análisis. No lo asumimos como dogma o ideología. Es un instrumento que nos ayuda a revelar la dinámica económica pero también sociopolítica.
Ello nos ha permitido la comprensión de la dialéctica social; del constante cambio; de la necesaria transformación de las sociedades llegado el extremo de las contradicciones.
Hemos tenido la capacidad de acoplar esta metodología con el profundo conocimiento de nuestra historia y circunstancias nacionales e internacionales actuales.
Ni siquiera nuestro lenguaje es el lenguaje clásico ortodoxo. Es el lenguaje de nuestra historia y realidad nacional.
Esta comprensión dialéctica nos ha permitido entender y valorar el papel de las distintas clases y sectores en la necesaria construcción histórica. La lucha actual de las mujeres, por ejemplo; la analizamos y comprendemos en términos dialécticos, de cambio, de nuevas realidades.
Para nosotras, nosotros, no hay sectores prioritarios y otros desechables. Todos somos sectores desposeídos. Al igual que los pueblos originarios y comunidades indígenas, todos tenemos un papel y un lugar en la construcción y producción de la nueva sociedad, con todas las semejanzas y diferencias propias, dentro de la nación y respecto a otros pueblos del planeta.
El marxismo, es por tanto; un método (poco comprendido y estudiado) que nos ayuda a revelar un sistema complejo, con múltiples expresiones sociales, pero con una sola columna vertebral: el capital como valor central y motor de la desigualdad e incluso de la violencia extrema. No importa en qué rincón marginado o en qué punto de una mancha urbana estemos: todos (las y los) que tenemos una misma condición de clase estamos siendo oprimidos, despojados, explotados, por una misma dinámica o régimen de producción cuyo eje es el capital y sus contradicciones.
Por ello nuestra lucha no puede ser fragmentaria. Nuestra respuesta tiene que ser, a la vez, nacional, internacionalista y unificada. El “cada quien su tiempo y cada quien su modo”; cada quien con su necesaria lucha, no es suficiente. El horizonte nacional y revolucionario se hace indispensable. Nuestro proceso es histórico.
En consecuencia, el método seguido nos ha ayudado a entender la vigencia y necesidad de una lucha de liberación nacional, vía la unificación de esfuerzos y sectores; vía la construcción de una agenda nacional donde estén representados los distintos anhelos y necesidades.
Más aún: los rasgos de esa sociedad nueva, no los estamos definiendo nosotros, los definirá esa interacción, ese diálogo, esa acumulación de fuerzas en orden, sin duda, al bien común, a la solidaridad, al desarrollo desde abajo; a la vida digna de todas y todos.
Por último: no podemos menospreciar la poderosa injerencia de los intereses económicos, geopolíticos, políticos y sociales que el capital trasnacional juega en la dinámica del despojo y explotación nacional. ¡Existen!, son reales las decisiones económicas, políticas y sociales que se toman desde el centro mismo del imperio.
Estamos en una órbita imperial. No podemos desvincular nuestra realidad nacional de tales intereses. La ciencia del marxismo nos ayuda a comprender y a estudiar también, estas realidades.
¡Vivir por la patria o Morir por la libertad!
Partido Fuerzas de Liberación Nacional
México 2022