Posted On 2 septiembre, 2019 By In Editorial With 1718 Views

Editorial Septiembre, 2019

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Septiembre… Mes de “informe y cuentas claras”??? o Mes de lucha y búsqueda de caminos que conlleven a cambios reales…???

Nos llega septiembre del 2019 por primera vez con un gobierno que se dice “diferente” como ya otros presidentes en turno a lo largo de la historia se han presentado.

Anuncia, con bombo y platillo…. Informe de gobierno. Estemos atentos y como siempre críticos a lo que en ésta ocasión “informe” a la nación. Nación con miles de ausentes y otros tantos cuerpos sin identificar. Con estados de la República que destacan no por sus avances académicos, sino por la cantidad de entierros clandestinos que se han encontrado. País que sigue esperando una transformación, ni siquiera una 4ª… pues no podemos hablar de que se haya conquistado una genuina independencia cuando viven nuestros pueblos asolados por los poderes imperialistas.

El informe presidencial por años (desde la Constitución de 1824) presente en la historia de nuestro México, a manera de ritual, un protocolo que ha “evolucionado” o que más bien se ha ido adaptando a las diferentes situaciones que vive nuestro país.  Que inició siendo casi estilo “monárquico” donde los presidentes en turno desde Porfirio Díaz, pasando por el traidor Carranza se “arropaban” no sólo de políticos sino también de empresarios, jerarcas de la iglesia y dueños de los medios de comunicación.

“Informe” que fue aumentando su contenido en cuartillas, los informes de Porfirio Díaz eran breves, el de 1910, tenía sólo 3 cuartillas. Madero lo aumentó a 21 páginas y en todos ellos se decía que el presidente en turno contaba con el apoyo del pueblo quien elegía a sus representantes con “entera libertad”.

Desde Plutarco Elías Calles les preocupaba a los políticos convocar a un nuevo pacto social. Urgía poner fin al caudillismo para pasar a lo institucional y el informe sirvió para eso, junto con otras cosas, para ungir un país de instituciones, un país “en paz”, listo para la llegada de los capitales extranjeros a “invertir” en nuestro país, para marcar la diferencia del nuevo régimen en comparación con el sexenio anterior quienes fueron los malos, los corruptos, los “malos mexicanos” pues ahora tocaba a un nuevo gobierno quien corregiría las cosas mal hechas en el sexenio anterior.

Para “orquestar” todo lo anterior, ya en 1982, el desarrollo de la democracia liberal en México nos trajo las “interpelaciones” y actos de protesta, dentro y fuera de San Lázaro, prueba de que ya todo era supuestamente distinto.

El desprestigio de la clase gobernante llevó a cierto “ocaso” en el formato de los Informes, y en el año 2005 fue la última vez que el informe se celebraría en San Lázaro, pues al año siguiente –en el contexto del fraude electoral- las condiciones adversas se veían apabullantes y el gobierno panista prefirió “refugiarse”, “protegerse” y buscar las reformas adecuadas a la Constitución para que ya no sea el presidente quien entregue el informe al congreso sino los secretarios de gobernación; y no sólo eso se establecieron desde entonces sedes “ad hoc” para evitar el “desorden” provocado por el descontrol entre la propia clase política: Auditorio Nacional, Museo de Antropología e Historia, y ahora Palacio Nacional. 

No perdamos de vista el horizonte, por este ardor que tenemos frente. Mientras el gobierno, y el Estado en su conjunto, responda a los intereses reales del desarrollo capitalista, los pueblos no hallarán en esas instituciones los instrumentos de su genuina liberación; a lo más, habrán paliativos, beneficios de mediano y corto plazo, que pueden resultar refrescantes en muchos miles de hogares y que pueden causar escozor entre el sector más reaccionario, rancio y vendido del empresariado y su clase política. Pero ahí estarán, pendientes, observando el modo de retornar. Y, por otro lado, no estará distante el sector del  empresariado que quizá ve con buenos ojos, o es indiferente a las políticas sociales de este nuevo gobierno. Y el gobierno podrá hablar de grandes transformaciones, de cambios de régimen, pero si su interés es reposicionar al país en el contexto mundial del capitalismo, para los pueblos finalmente sólo habrá mayor explotación, continuidad al despojo y en suma, el fortalecimiento del control imperialista sobre nuestro destino colectivo.

Y los motivos para organizarse y continuar la lucha, seguirán ahí, presentes.

Efemérides.

En septiembre recordamos a nuestra compañera Lucha, quien muere en éste mes; a la compañera Ma. Luisa y el compañero Mario que nacieron en septiembre y que nos dieron grandes lecciones de humildad, compañerismo.

De nuestro compañero Mario extraemos algunos párrafos de la investigación realizada en los años 80’s, aparecida por primera vez en nuestro periódico Nepantla 13 (1981) “Nada es gratuito en la Historia” y que refleja su firmeza y convicción revolucionaria, su amor y confianza en que nuestro pueblo no se equivoca, que es sabio en su toma de decisiones:

(…)

“Para los que en México queremos hacer la revolución, cumpliendo el imperativo de nuestra generación, es imperativo también conocer la obra política de los atacantes del cuartel Madera.  Esto se vuelve más importante en el momento en que la confusión política provocada por las fuerzas de izquierda, que se han sumado sin pudor al presupuesto oficial y abandonan todos sus proyectos -si es que los tuvieron- de independencia de clase, desviando a las masas de la comprensión de su misión histórica.  Se hace necesario abordar el estudio de la obra política de Gámiz en momentos en que las concepciones de la violencia revolucionaria en nuestro país han sido rebajadas a la simple negación de la teoría científica de la revolución por quienes considerándose herederos políticos de los revolucionarios de Madera, han confundido la actividad político revolucionaria con el simple “echar bala” o con matar a un agente de crucero para obtener un revólver, etc., desconociendo -y negando de hecho- lo fundamental de las concepciones políticas sobre la liberación nacional en nuestro país que sustentaba el profesor Gámiz.

Ni locos, ni suicidas, ni mártires.  Mártires los cristianos que se inmolaban en el circo romano, suicidas los kamikazes japoneses; locos, Hitler y Mussolini.  El revolucionario no es suicida ni ama a la muerte.  El revolucionario aspira a vivir para transformar las condiciones de vida miserable de su pueblo y si para lograrlo es necesario entregar la existencia, gustoso la da para que el pueblo siga viviendo.

El pueblo mexicano en su lucha por el pan y por la tierra, por la solidaridad internacional y por el libro, por la defensa de las libertades políticas ha sido muy generoso en la entrega de mártires sacrificados en el altar del capitalismo.  Jaramillo y su familia fueron asesinados, Román Guerra Montemayor fue asesinado, cientos de obreros y campesinos han sido reprimidos por el estado mexicano.  En todas sus luchas el pueblo siempre estuvo desarmado en tanto que el enemigo de clase siempre estuvo armado y por ende a la ofensiva.

Hasta el 23 de septiembre de 1965 la ofensiva estuvo siempre al lado de los opresores; el pueblo siempre actuaba a la defensiva ofreciendo el pecho a las bayonetas.  A partir de esa fecha supo el estado mexicano que el pueblo ya no estaba más en disposición de servir de silueta de tiro al blanco de los soldados.  Nuevas experiencias guerrilleras surgieron después en todo el país:  Genaro Vázquez y la ACNR, Lucio Cabañas y el Partido de los Pobres; distintas y efímeras organizaciones que nacieron al calor de la represión desatada por el régimen contra los estudiantes en 1968 y el 10 de junio de 1971; hasta culminar con la aparición, vida y ocaso de la LC-23-IX que adoptó ese nombre en pretendido homenaje y continuación de la obra de los revolucionarios de Madera.

El revolucionario caído no necesita de apologías para recordar su memoria.  Sus obras y sus concepciones políticas lo hacen vivir.  Para comprender el quehacer revolucionario de quienes por primera vez en la historia del proletariado mexicano emprendieron el camino de la liberación nacional empleando la violencia revolucionaria armados antes que nada de la teoría científica de la revolución; tenemos obligación de estudiar su pensamiento, sus concepciones sobre la lucha de clases en nuestro país, sobre las relaciones de la situación nacional y la internacional; tenemos que estudiar la crítica despiadada que hicieron de las enmohecidas organizaciones de izquierda a las que premonitoriamente calificaron como propensas a ubicarse en lo que hoy conocemos como “reforma política”, sus planteamientos organizativos y las previsibles maniobras intervencionistas del imperialismo yanqui en nuestro país.

Los textos que ofrecemos fueron escritos por el Profesor Arturo Gámiz García, dirigente de la Guerrilla de Chihuahua, precursora del movimiento revolucionario en nuestro país.  Fueron elaborados en octubre de 1963 y febrero de 1965 durante los “Encuentros en la Sierra” y publicados en forma de “Resoluciones” y “Dictámenes” por Ediciones Línea Revolucionaria, teniendo una circulación clandestina.

El rescate del pensamiento revolucionario del profesor Gámiz no tiene como finalidad relatar la historia.  Su finalidad es aportar un material ideológico de importancia fundamental para la lucha de clases en nuestro país, que nos permita esclarecer la actividad revolucionaria de nuestro pueblo en la tarea que le corresponde a nuestra generación en este fin de siglo;  Construir la historia de la liberación definitiva de nuestro pueblo.”

(…)

Invitamos a leer el artículo completo “Nada es gratuito en la Historia” en el libro “Dignificar la historia” III. Cruce de caminos: Luchas indígenas y las Fuerzas de Liberación Nacional (1977-1983)”,  en la página 80.

¡Vivir por la Patria! o ¡Morir por la Libertad!

Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos

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