*La imagen que se presenta en portada es la viñeta utilizada como inicio de Sección en el NUPI, donde se publicaban los artículos enviados por los compañeros insurgentes.
Editorial noviembre, 2023.
Ya con la entrada de los fríos como cada noviembre, en nuestra labor de Rescate de la Memoria Histórica, recordamos a jóvenes rebeldes antimperialistas, como lo fue Xavier Mina, guerrillero internacionalista nacido en Otano, y fusilado a sus 28 años por el Ejercito Realista un 11 de noviembre de 1817… y a los compañeros Gabriel y Alfonso, el primero nacido un 21 de noviembre y asesinado por el Ejército Federal un 14 de febrero de 1974 en San Miguel Nepantla, Edo. de México y el Cro. Alfonso, también nacido el 8 de noviembre, desaparecido político que forma parte de la Lista de Ocosingo.
En ésta página, hemos narrado en diferentes momentos hechos reales, desde hace 9 años, documentados y relatados con la ayuda del Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos. También cabe señalar que entre nuestros pueblos el 1 y 2 de noviembre es el fin e inicio de ciclos, donde la memoria de nuestras compañeras y compañeros renace en las mazorcas y semillas de las tierras que luchando se vuelven libres y dignas con el trabajo organizado por la liberación de nuestros pueblos. Noviembre también va cerrando el tiempo con la creación y fundación de planes y contingentes, de ejércitos de liberación y de toma de pueblos y ciudades en todos los territorios del Sur, Centro, Norte, Occidente y Oriente.
Así, el 17 de noviembre de 2014 escribíamos en ésta página:
“En la historia de los pueblos existen pasajes que, aunque poco conocidos, no dejan de ser ciertos. Nuestra Patria, México, que con sus poco más de 200 años conquistó el derecho a nombrarse libre y soberana, cuenta con muchos de esos episodios históricos. Nos incumbe conocer más que a nadie, nuestra historia y hacer fuerte la memoria; de lo contrario, corremos el riesgo de enfrentarnos en forma recurrente a problemas colectivos que no entendemos, lo cual nos incapacita para construir soluciones en beneficio de nuestro pueblo.
Porque hemos sido partícipes y testigos de la historia, es nuestro deber con la Patria darla a conocer en ésta fecha histórica.”
El compañero Jeremías, en el Tomo IV de la Serie Dignificar la Historia, Toma de Pueblos (1983-1993), en la página 49 nos habla sobre…
“La formación de un Ejército: los primeros contactos.”
Los tres pueblos que hicieron posible el crecimiento de la Organización fueron T****, H**** y M**** antes de 1983.
Mis padres, llamado C**** y mis dos hermanos carnales R**** y M**** de M****. Fundadores. Con ellos tuve la oportunidad de platicar en los movimientos armados y la guerra de Nicaragua, Salvador, Guatemala, que luchan en contra del imperialismo.
Yo les comenté que también nosotros debemos de organizarnos y prepararnos, mis familiares les pareció muy importante comenzando dando clases política y trabajos clandestinos. Contacto directo con el compañero Jorge, él fue el primero en visitar la familia, estuvo varios días, comimos un puerco.
Estando claros porque es necesario una lucha revolucionaria. El compañero Jorge comienza a darnos trabajo con cada cual. A mi papá le dan el trabajo de dar pláticas a los compañeros mayores de 50 a 60 años a los conscientes y a los más consientes, hacer el trabajo de reclutamiento. Y mis dos carnales R**** y M****, reciben la tarea de dar pláticas, situaciones del país, los patrones, los terratenientes, esclavismo, monopolio y hacer trabajo de reclutamiento.
A mí me toca yo Jeremías, e ir en los pueblos y hablar a sus papás los que tengan niños mayores de 10 años para prepararse y estudien y algún día vuelvan a su respectiva comunidad. Se lanzan a los compañeritos Maribel y Jesús de M****. Joel y Manuel de H****. Angélica de T****. A veces se ponen a llorar, también los acompaño cuando me toca hacer el trabajo de enlace y siempre los encuentro en las casas de seguridad, más avanzados y listos. Después de 1983 en M**** ya habían muchos compañeros y compañeras de diferentes edades y una comunidad muy grande en su explosión demográfica. Mi familia toma la responsabilidad de hacer todas las tareas de la organización y los problemas que resolver. A mí siempre me dan la tarea de organizarlos y darles clases políticas formando cuadros o células, y buscar apoyos y materiales despertares entre otros apoyos.
El primer apoyo que recibimos económicamente de parte de compañero Comandante Insurgente en Jefe Germán para la comunidad de M****, quien recibió en sus manos de R**** y M****, con el fin de construir un trapiche para moler caña y fabricar panela o piloncillo o ya sea miel, luego vender o llevar para los compañeros que están en la montaña.”
(…)
Aprendizaje político
Luego en otra cita, me llevaron a su pueblo. Ahí estaba el compañero Frank nos conocimos el me vio muy jovencito, me dio pláticas políticas. Yo no tenía nada de dudas. Me dieron el primer trabajo grande y muy difícil y riesgo es la exploración al Río Negro, me lancé por ahí con cuatro compañeros del mismo pueblo, que son J****, I****, D**** y D****. Conocer a más compañeros de los pueblos, a los más honestos en todo su carácter de hablar y participación con sus cumplimientos. Conoce todos los caminos, entradas y salidas. Hacer contactos de trabajo de comunidad con otra. Hacer pruebas de alimentos que puedan durar más en las montañas. Construir canoas, cayucos en los ríos y Laguna Miramar, preparando para recibir a los compañeros que vienen de la ciudad trayendo el pensamiento de lucha tanto en el campo como en la ciudad.
El contacto: 17 de noviembre de 1983
Caminamos tres días para ir a recoger a los compañeros en las lomas de Rómulo Calzada, que también le llaman San Juan, ahí termina el camino de terracería.
A los compañeros nos recibieron con abrazos revolucionarios y saludos, Comandante en Jefe Germán, Comandante Elisa, y compañero Rodo. Tres ladinos y tres indígenas, Frank, Jorge y Javier, y nosotros también como indígenas de las comunidades, T**** y H****. Está Jeremías, Juan, Fidencio, Samuel, Isaías, David, Daniel. La marcha continúa al día siguiente, con destino a Chuncerro, pasamos por Sultana con rumbo a Ibarra, Guanal y Plan de Guadalupe. Los compañeros ladinos van calidad de Pemex, uniformados, mis compañeros se regresan con el cargamento de armas y municiones a T***, yo me quedé con los compas en mi regreso me toca el turno de regresar a casa.
Me perdí un día en la montaña y ahí me quedé. Se hizo de noche, sin algo de comer.
En las comunidades nos apoyaban con un poco de alimento por el idioma que tenía Tzeltal y los otros Chol, Tzotzil. Con dos pueblos H**** y T****. Así llegamos en la última comunidad lugar y entrada en la Selva Lacandona (P****). Me toca regresar a casa y también a mis compañeros, …y desde las lomas más altas del lugar, nos ordenan regresar.
“Me dio la facilidad en el trabajo, de conocer a los folletos o Despertar del Pueblo, Despertar Mexicano. Boletín. El Chiltak y temas de liberación. Había una necesidad con todas las comunidades de conocer y saber el por qué los bombardeos de Guatemala, todos preguntaban y nosotros que debemos hacer con ese enemigo de todos y también nosotros de vemos luchar y prepararnos, nos obligó a movernos más con una experiencia y conocimientos de las mismas comunidades que ellas tenían y de cómo hacer éste enlace campesino del uno al otro.”
Y ahí, en las lomas más altas del lugar –como relata Jeremías- se realizó la formación militar de los compañeros insurgentes y el compañero Primer responsable de las Fuerzas de Liberación Nacional y Comandante Insurgente Germán quien señaló:
“Hoy, 17 de noviembre de 1983, iniciamos una nueva etapa de lucha, donde podrán llegar los compañeros de los pueblos hasta hacer crecer éste Ejército… llamado Ejército Zapatista de Liberación Nacional EZLN.”
En la página 26 del mismo libro, el compañero Frank en su entrevista narra sobre el mismo suceso:
“Pero ¿tu esperaste en el lugar —digamos— en esto de los preparativos en la montaña, o entraste en el camión donde entraron todos, el grupo?
Pues es que mira, más bien tenía yo que servir de guía, de guía porque como el trabajo político lo estaba yo realizando y la relación, el contacto, lo tenía directamente con los compas, entonces por eso casi que mi trabajo fue, cómo guiar a los compas, ir hasta la montaña. Bueno, ya en la montaña, pues ya lo dirigía el Comandante Germán: ”Vamos a subir aquí en este camino”.
Platícame sobre la hora de la llegada de los compañeros… pues más o menos ¿a qué hora llegaron?, ¿bajaron cosas?
Fue en la noche sí, ya entrada la noche nosotros nos trasladamos para llegar al Rio Jataté, en ¿cómo se llama?. Ahí hicimos un campamentito y ahí al día siguiente, es tiempo de lluvia. Sí, noviembre… Ya crecido el río, ¡hasta la chingada. Sí, había que atravesar hasta nadando el río porque los cayucos los arrasaban y porque además como teníamos un contacto ahí directo, había que gritar. Había quien nos podía cruzar, pero como éramos extraños, pues ese era el problema.
Mujeres, ¿iba nada más la compañera Elisa?
Sí. Ya nos vamos, nos fuimos adentrando. Primero, llegamos a la orilla del Río Jataté, después del río Jataté nos fuimos de la Sultana “arribita”, entre la Sultana y Plan de Guadalupe se llama el pueblito, ahí pernoctamos. Fíjate que no caminamos mucho. No sé por qué. Estábamos muy pesados. Llevábamos mucha carga, bien cansados, ahí quedamos. Ahí nos escondía más o menos el compa ese, el “primo”, y ya estuvimos ahí. Salimos de noche, salimos de madrugada… creo… Sí, porque las comunidades no sabían, sí así es.”
Finalmente la Cra. Comandante Elisa hace un breve análisis de lo que ha sido el constante “subir, siempre subir… a las lomas más altas del lugar…. y en el primer N.U.P.I. que apareció en 1984, narra lo vivido y lo acontecido a finales de 1983.
“…por todo ello: DE NUEVO ESTAMOS AQUÍ”
Por la Cra. Elisa.
INTRODUCCION.
La noche del 13 de febrero de 1974, nuestro primer responsable -que se encontraba al mando del núcleo guerrillero Emiliano Zapata en la sierra- escuchó por radio la noticia de que la policía había detenido a una pareja de guerrilleros en una casa de seguridad de Monterrey. Temiendo que se tratara de una casa de la organización, el compañero Manuel destacó al Cro. Alfredo para que investigara lo ocurrido, tomase las medidas necesarias para proteger a la organización y, después, se reintegrara al núcleo guerrillero.
Y desde que salió de la selva llevaba Alfredo ésa que, más que orden era una consigna, una directriz básica para toda la organización: “Volver a las montañas”. Al principio, para reanudar el contacto con los compañeros del núcleo. Después, cuando estos intentos resultaron infructuosos, nuestro inolvidable Alfredo retornó a la selva al mando de un nuevo contingente guerrillero, sin abandonar la esperanza de averiguar lo ocurrido a los otros compañeros, pero ahora con el propósito de proseguir la lucha revolucionaria estableciendo en la selva un nuevo grupo de combatientes. Allá lo sorprendió su muerte, a raíz de la cual se produjo la escisión que nos hizo abandonar otra vez la zona.
Y otra vez, ahora bajo el mando de nuestro compañero Raúl, los militantes más antiguos, y en menor medida los de reciente incorporación, manteníamos esa esperanza, seguíamos fieles a ese principio estratégico. Y aunque el tronco clandestino le brotaban nuevas y vigorosas ramas de organizaciones políticas obreras, campesinas, estudiantiles, el desarrollo de la lucha de clases confirmaba la necesidad de una vanguardia político-militar, con un grupo armado políticamente arraigado en la zona inicial de operaciones. Al avanzar en nuestros estudios teóricos, al profundizar nuestros vínculos con obreros y campesinos, al prepararnos físicamente, al pensar en nuestros compañeros guerrilleros, brillaba en nuestra mente, como una estrella lejana pero inextinguible, la consigna, el sueño, el compromiso: volver a las montañas.
Y volvíamos. Al mando de Raúl nos internábamos en aquellos montes, reconociendo nuestras picadas, saludando en silencio a alguna vieja ceiba, besando agradecidos la plata de algún arroyo que era y no era el mismo que nos había saciado hacía un año, o dos, o tres… Eran exploraciones de práctica: los novatos aprendieron a usar la brújula, a cazar, a hacer fuego, a preparar emboscadas, a amar intensamente esas montañas, ese aire purísimo que al emprender el regreso a la ciudad parecía susurrar entre el follaje: “vuelvan, compañeros; aquí estaremos esperando…”
Y ahora, culminando una dura etapa de trabajo político y organizativo, avanzando trabajosa pero firmemente por el camino donde cayeron Ruth y Mario, hace poco hemos vuelto, esta vez para quedarnos. Con nuevos compañeros, con guerrilleros campesinos, con apoyo político de los pobladores, con una sólida infraestructura logística, con una modesta pero eficaz organización nacional.
Compañeros Manuel, Alfredo, hermanos del núcleo “Emiliano Zapata”: ¡De nuevo estamos aquí!
Hace algunos años sobre alguna de las brechas que entran en la selva chiapaneca, hicimos contacto con dos compañeros quienes rápidamente nos ayudaron a internarnos entre la maleza. Era de noche y lloviznaba, nos incorporábamos a partir de ese momento, al grupo que realizaba trabajo de exploración en la zona.
Muy poco después se disipó la emoción de las botas y el aire romántico que nos hizo insensibles a los anunciados primeros piquetes de mosquitos… y después de la primera caminata, hasta la belleza del paisaje. En el primer descanso en que nos dedicamos a parchar ampollas me daba vueltas en la cabeza la idea de la lucha como una ineludible, penosa, fatigante necesidad y no como una opción alegremente elegida.
Unos 5 días después llegamos al campamento donde estaban el resto –bastante reducido por cierto—de los compañeros. Esa tarde del 5 de Agosto de 1976 recordamos el nacimiento del compañero Salvador con una emoción muy especial.
Durante los días que siguieron los compañeros nos enseñaron a cazar, a orientarnos con brújula, a hacer pequeños levantamientos topográficos, a instalar nuestros techos y hamacas. Decían, y no como un cumplido, que habíamos aprendido muy pronto comparado con lo que ellos tardaron en aprender. En general nos adaptamos rápido físicamente, aún cuando no escasearon las ampollas y los desarreglos intestinales, poco a poco nos fuimos integrando al grupo, asumiendo cada vez con mayor amplitud sus tareas, si bien siempre nos tuvieron ciertas consideraciones, a la hora de mover carga, a las mujeres –unos 5 kg. menos que a los demás-.
Los compañeros habían llegado 11 meses antes que nosotros y habían batallado mucho más para adaptarse, no que fuesen menos hábiles, al contrario, sino porque no habían tenido maestro, ni experiencia previa. Estaban probando, desde los equipos hasta la propia resistencia física, tanto como la consistencia moral e ideológica de algunos compañeros. Conocían muy poco el terreno y sólo conocían en el mapa.
Durante los primeros días de su llegada, literalmente tropezaban con los pueblos indígenas de la zona; provocando, no pocas veces con su sola presencia el terror y la desbandada de algunos campesinos. Seguramente tenían una apariencia patibularia para quienes no los conocieran, a mí me parecían feos. Lo malo fue que no faltaron las denuncias a las autoridades; solo que éstas se hicieron… sordas, como siempre que los campesinos se dirigen a ellas.
Cuando nosotros llegamos todavía evitábamos el contacto con los habitantes de la zona. A veces, éste se producía por casualidad, pero siempre tratábamos de eludirlo. Eso sí, soñábamos con el día en que haríamos alguna labor con los campesinos, pero ese día se veía lejano, dependiente de factores que a veces se antojaban míticos: el inicio de la lucha, o el reencuentro con Manuel.
Teníamos todos una fe ciega en las masas. Ciega de verdad, así la vemos ahora, en el mejor de los casos “casi religiosa” … porque por entonces, de las masas, ni sus luces. Y la verdad es que en la selva la “fe” de los menos politizados se desmoronaba en ocasiones. Hubo una que otra deserción, pedidos de cambio a la ciudad, bajas.
Pero la determinación de los que quedábamos se reafirmaba cuando en los encuentros casuales con los campesinos que arrastraban 20 kilómetros su hambre para ir a recoger un racimo de plátanos a un pueblo abandonado, constatábamos la indignada sorpresa con que acogían la noticia de una nueva devaluación. -“Tal vez las cosas se compongan en el próximo sexenio”-, les dijimos provocadoramente, -“Pues ya pueden acabarse de descomponer de una vez”-, nos contestaron. Y se reafirmaba también, cuando airadamente constatábamos la presencia en la zona de Norteamericanos en “entrenamiento de sobrevivencia”, para recordar, por si se nos olvidaba, al enemigo preparando constantemente mercenarios para agredir a los pueblos.
Once meses después, circunstancias ajenas a esta determinación nos hicieron suspender temporalmente los trabajos exploratorios.
Emprendimos otros, en otras regiones, y luego regresamos a la selva muchas veces, pero ya no a explorar, ni a quedarnos, sino en cortas jornadas de entrenamiento militar. Estas eran a veces bastante cortas, e informales –especialmente cuando se invitaba a militantes urbanos, o colaboradores no acostumbrados a caminar, ni a la disciplina-, pero a veces eran más prolongadas e intensas. Y coincidieron con las maniobras del ejército burgués.
De cualquier manera estas jornadas servían para darse idea del lugar donde los compañeros mejor podían ubicarse. Le servían a ellos y a la D.N.
Quién sabe si los campesinos de la zona hayan insistido en denunciarnos, pero ya no se asustaban al vernos, nos saludaban muy sonrientes cuando pasábamos, enseñando los dientes que les faltaban. Nos deteníamos, en el tan esperado contacto con los campesinos. Se realizó en la ciudad primero, antes de que fuéramos a su pueblo; pero esto ocurrió en otra zona del vasto territorio nacional.
Y esa historia es ya conocida: empezaron por pedir entrenamiento militar, les demostramos que el asunto requería dedicación y tiempo, y empezaron a militar en sus pueblos, luego algunos de ellos fueron a vivir a nuestras casas, primero como semiprofesionales y como profesionales después. Algunos vinieron, como los demás militantes no campesinos, a los entrenamientos. Elegimos, descartamos, propusimos y de nuevo estamos aquí junto a ellos.
Solo que ahora, pensamos, será más tiempo. Porque los compañeros de origen campesino que nos acompañan no son la única diferencia respecto a épocas anteriores. Sin mencionar la agudización de la crisis económica y esas pamplinas, y que esperamos, ha quedado una más sólida estructura con los compañeros de las ciudades; ahora los campesinos no los militantes, sino los que son todavía campesinos, pero ya saben de nosotros y colaboran o simpatizan con nuestra lucha, están más cercanos a nosotros, ideológicamente, sobre todo.
Es cierto que llegaron tarde, pero esto no es ninguna metáfora, sino la verdad, se retrasaron unas dos horas el día que llegamos. Llegaron corriendo, con pantalones cortos, todos remendados, para aligerarse. El zapato de uno de ellos se había roto y eso le produjo ampollas al compañero –minúsculas, con las de nosotros que solemos caminar-, por eso se retrasaron.
Esta es época de lluvias aquí pero ese día, como lo pronosticaron ellos no llovió, así es que después de comer un poco de atún que llevábamos, con sus tortillas nos acomodamos por ahí, sin poner los techos y dormimos. Al otro día tampoco llovió, ni los siguientes, lo cual facilitó la marcha, empezamos a caminar, guiados por ellos, luego de distribuir la carga. Distribuir la carga significó cargar con nuestros equipos personales y pasarles a ellos las cosas pesadas –casi todo—para tratar de ir a su paso. Sin conseguirlo, por supuesto.
Así resulto que comparada con las anteriores esta entrada fue casi un paseo –recuerdo otra ocasión en que vinimos, una ampolla de Isma le gastó la mitad del talón y tardó un mes en cerrarle. Ahora me di el lujo de enfermarme, un compañero campesino también-, de cosas que jamás nos aquejaron aquí, gripa, y una que casi termina en neumonía, sin que afectara mayormente la actividad del grupo. No todas las novedades tenían que ser buenas; pero en la cacería nos fue bien. Las tortillas a la hora de comer nos pusieron de lo más optimistas. Antes no era raro que camináramos 20 kilómetros diarios varios días seguidos, que pasáramos el tiempo explorando –todos usábamos brújulas de buena calidad-, que leyéramos dos libros en un año, o que el grupo se viera limitado a cuatro y hasta tres compañeros –claro, uno de ellos era Alfredo—sin que aflojara sensiblemente el ritmo, ni la productividad del trabajo.
Ahora necesitamos limitar las jornadas de trabajo ambulatorio porque es más importante estudiar más, atender desde la educación formal de los compas –matemáticas, geografía, todo eso-, hasta sus estudios políticos. Eso quiere decir también cargar con materiales: libros, cuadernos, plásticos más grandes, lámparas, etc. que antes no necesitábamos.
Como los trabajos se diversifican, y a ello contribuye también el endurecimiento del cerco militar sobre la zona, que ya no es solo teórico, aunque si meramente profiláctico dada la vecindad centroamericana, necesitamos ser más para realizarlos. Confiamos en los campesinos que llegan, que llegan, y llegarán para realizar muchos de ellos. Pero lo que se percibe cada vez más, con mayor claridad, es la necesidad de la presencia de los obreros aquí. Bueno… de algunos. De la dirección proletaria, pues. Pueden no tener callos en las manos si su ideología es la de la clase obrera. Esto es para tomarlo en serio, esta lucha necesita también aquí, y esta no es ninguna novedad, ser dirigida por OBREROS Y CAMPESINOS y ahorita necesitamos formar esa dirección… por todo ello: de nuevo estámos aquí. “
(…)
2023, año 40 de la fundación del EZLN por las FLN
¡Vivir por la patria o morir por la libertad!
Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos.