Posted On 31 julio, 2023 By In Editorial, Portada With 1125 Views

Editorial: 54 Aniversario de la Fundación de las Fuerzas de Liberación Nacional.

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¿Vamos bien?

El 6 de agosto del presente año, se cumplen 54 años del juramento que hicieron 7 de nuestros compañeros fundadores, con 3 testigos, la compañera Reneé y 2 compañeros más.

La fundación se llevó a cabo en la Calle 15 de mayo, entre Diego Montemayor y Zuazua, Centro Histórico de la Ciudad de Monterrey, N.L. Ahí nacieron las Fuerzas de Liberación Nacional gracias al espíritu de aquellos jóvenes que se vieron obligados a   defender, aún a costa de su vida, a la  patria ante la amenaza del mal gobierno y de intereses nacionales y extranjeros que los reprimen torturan, encarcelan, masacran y desaparecen con toda impunidad. En agosto de 1969 se adopta como lema de las F.L.N. una frase del insurgente Vicente Guerrero, que sintetiza con claridad la alternativa revolucionaria figurando desde entonces al pie de cada comunicado: Vivir por la Patria o Morir por la Libertad.

En este portal, cada mes recordamos a esos jóvenes que nos antecedieron, que nos dejaron su ejemplo de lucha y que nos enseñaron a mantener en alto los principios organizativos.

El ejemplo de las compañeras y compañeros caídos en la lucha, recordarlos, es una obligación moral. Desde 1979 se reconoce el día 14 de febrero como el día en que se honra la memoria de nuestros compañeros caídos a lo largo de los diferentes años. Hacerlo es traerlos al presente, es mantenerlos al lado nuestro, aconsejándonos en lo correcto de lo que hacemos, pero también para recordarnos que hay momentos difíciles y que su ejemplo de no rendirnos, de levantarnos y seguir adelante, también está presente.

En nuestra organización hubo momentos muy difíciles, donde podían contarse con los dedos de una mano los compañeros que quedaban vivos después de lamentables acontecimientos que sucedieron a lo largo de nuestra historia recordemos Nepantla, y el Chilar en 1974, pérdidas de valiosos compañeros como Aurora y Pacha en 1975, nuestro querido compañero Alfredo en 1977, la Cra. Anita y el Cro. Ismael en 1980, los compañeros Mario y Ruth en 1983, los compañeros que murieron combatiendo en 1994, hasta la compañera Lucha, Hernán y el compañero Frank pioneros en nuestra organización,

Pero no somos los primeros en recordar a sus compañeros caídos en combate, aquí transcribimos  algunos fragmentos de lo que el Ché dijo sobre Camilo, al recordar a su compañero y  amigo cuando se cumplían cinco años de la muerte del Comandante Camilo Cienfuegos, en un acto homenaje realizado el 28 de octubre de 1964 en La Habana.

Dice el Ché:

Por eso, muchas veces personalmente he tratado de hurtarle el cuerpo a la rememoración de compañeros que significan cosas muy importantes en nuestra vida, amigos forjados en la lucha, compañeros de los primeros momentos, de aquellos momentos en que apenas un poco más que los dedos de la mano alcanzaban para numerarse.

Yo, conocí a Osmani, a través de Camilo, un día de derrota, uno de los tantos días de derrota que tuvimos que afrontar. Nos habían sorprendido; en la huida yo perdí mi mochila, alcancé a salvar la frazada nada más, y nos reunimos un grupo disperso. Fidel había salido con otro grupo. Éramos unos 10 ó 12. Y había más o menos una ley no escrita de la guerrilla que aquel que perdía sus bienes personales, lo que todo guerrillero debía llevar sobre sus hombros, pues debía arreglárselas. Entre las cosas que había perdido estaba algo muy preciado para un guerrillero: las dos o tres latas de conserva que cada uno tenía en ese momento.

Al llegar la noche, con toda naturalidad cada uno se aprestaba a comer la pequeñísima ración que tenía, y Camilo -viendo que yo no tenía nada que comer, ya que, la frazada no era un buen alimento- compartió conmigo la única lata de leche que tenía; y desde aquel momento yo creo que nació o se profundizó nuestra amistad.



Tomando sorbos de leche y disimuladamente cuidando cada uno de que el reparto fuera parejo, íbamos hablando de toda una serie de cosas. En general versaba la conversación sobre comida, porque, las conversaciones de las gentes versan sobre los problemas más importantes que le aquejan, y para nosotros la comida era una obsesión en aquellos días. Así, me contó del arroz… no, de la harina, creo que la harina con cangrejo, que era una especialidad de la mamá de Camilo, y me invitó a comerla después del triunfo.

Y así conocí a Osmani, también, aquella noche de fraternidad guerrillera, mientras compartíamos la lata de leche.

Hasta ese momento, no éramos particularmente amigos; el carácter era muy diferente. Desde el primer momento salimos juntos. Desde el Granma, desde la derrota de Alegría de Pío estábamos juntos, sin embargo, éramos dos caracteres muy diferentes. Y fue meses después que llegamos a intimar, extraordinariamente.

Chocábamos por cuestiones de disciplina, por problemas de concepción de una serie de actitudes dentro de la guerrilla. Camilo en aquella época estaba equivocado. Era un guerrillero muy indisciplinado, muy temperamental; pero se dio cuenta rápidamente y rectificó aquello. Aún cuando después, hiciera una serie de hazañas que han dejado su nombre en la leyenda, me cabe el orgullo de haberlo descubierto, como guerrillero. Y empezó a tejer esa urdimbre de su leyenda de hoy, en la columna que me había asignado Fidel, mandando el Pelotón de Vanguardia.

Después, fue comandante; escribió en el llano de Oriente una historia muy rica en actos de heroísmo, de audacia, de inteligencia combatiente e hizo la invasión, en los últimos meses de la guerra revolucionaria. Lo que a nosotros -los que recordamos a Camilo como una cosa, como un ser vivo- siempre nos atrajo más, fue, lo que también a todo el pueblo de Cuba atrajo, su manera de ser, su carácter, su alegría, su franqueza, su disposición de todos los momentos a ofrecer su vida, a pasar los peligros más grandes con una naturalidad total, con una sencillez completa, sin el más mínimo alarde de valor, de sabiduría, siempre siendo el compañero de todos, a pesar de que ya al terminar la guerra, era, indiscutiblemente, el más brillante de todos los guerrilleros.

A los pocos meses del triunfo, cuando todavía estábamos en la efervescencia de la destrucción del viejo orden y apenas comenzaba a discutirse sobre la necesidad de la organización, Camilo murió. Pero a mí no me cabe duda de que así como rectificó aquellos primeros errores de los días nacientes de la guerrilla y se convirtió en el mejor de todos nosotros, así también se hubiera adaptado a las exigencias de esta nueva época, y hubiera sido una columna firme en la organización del Ejército, o en la organización de cualquier organismo, cualquier parte del Estado que le fuera confiada.

Sin embargo, toda esta parte, no ha podido ser ni presenciada, ni ejecutada, ni colaborar en su ejecución, por Camilo. Nos cabe sólo pensar, en lo que podría haber hecho, pensar en la ausencia que dejó, en aquellos momentos en que todavía la conjunción de las fuerzas revolucionarias no se había realizado plenamente, y el papel que jugaba cuando, con su autoridad indiscutida en toda una serie de discusiones, de malquerencias que existían entre los revolucionarios, surgía Camilo para imponer siempre el llamado a la cordura, el llamado a hacer prevalecer los principios y el espíritu revolucionario sobre cualquier querella del momento.

Toda esa etapa de Camilo tampoco se conoce, porque las historias de las revoluciones tienen una gran parte subterránea, no sale a la luz pública. Las revoluciones no son movimientos absolutamente puros; están realizados por hombres, y se gestan en el medio de luchas intestinas, de ambiciones, de desconocimientos mutuos. Y todo eso, cuando se va superando, se convierte en una etapa de la historia que, bien o mal, con razón o sin ella, se va silenciando y desaparece.

Nuestra historia también está llena de esas desavenencias, está llena de esas luchas que a veces fueron muy violentas; está llena de desconocimiento de nosotros mismos; y, producto de ese desconocimiento: desconfianzas, formaciones de grupos, luchas entre grupos y, al mismo tiempo, la reacción trabajando dentro de ella. Allí es donde hay también un gran trabajo de Camilo que se desconoce. Y fue evidentemente un factor de unidad”.

(…)

“Todos nosotros, la mayoría, por lo menos, tenemos muchos pecadillos que contar de aquellas épocas, muchas suspicacias, desconfianzas a veces hasta malas artes empleadas con un fin que considerábamos muy justo, pero con métodos que a veces -muchas veces- eran incorrectos. Y nunca se puede decir que Camilo haya recurrido  a  ellos.
 
Claro que se puede pensar que Camilo es el muerto, y que de los muertos se puede hablar en forma distinta. Y es natural que si Camilo estuviera vivo y presente entre nosotros, un sentimiento hasta de pudor natural nos impediría decir cosas como estas, pero son absolutamente justas”.

Esa es la significación que tiene Camilo para nosotros. Difícil de expresar, difícil de mostrar ante ustedes, porque definir en lo que vale un compañero, en lo que vale internamente para cada uno de los que tuvo alguna responsabilidad en la lucha revolucionaria y en el período de construcción, es algo muy difícil. Pero quería, simplemente, anotar ante ustedes, aunque fuera esa significación interna, privada, que tiene para mí, para muchos de nosotros, Camilo”.

Hasta aquí la cita del Ché.

Para nosotros hay otro modo de recordar a nuestros camaradas con quienes hemos caminado todos estos años de lucha, con un sentido histórico. Recordemos que el rebelde social es el hombre histórico por excelencia, primero porque estudia la historia ‘sobre todo la de su pueblo-, buscando en ella claves para comprender la realidad social; después porque recoge los anhelos de cambio de su pueblo y los organiza en una estrategia, y junto a él, ocupa un lugar en el ejército de los explotados para hacer la transformación social, que es hacer la historia.

Nuestra historia de 54 años, con sus altibajos, nos brinda la conciencia de tener raíces y la responsabilidad de hacer fructificar un esfuerzo colectivo. La organización en su historia recoge sus aportaciones individuales, aquellas que nos permitan seguir adelante, pues los compañeros somos, ante todo, compañeros de lucha, de una lucha que apenas se inicia. Tomará generaciones concluirla. Recordar, pues, a éstos nuestros héroes, es reanudar su trabajo en la medida de nuestra capacidad. Así lo hubieran querido ellas y ellos, porque fue ese trabajo el que dio sentido a su vida y también a su muerte; pues la asumieron como una posibilidad –terrible-, pero una más que se convirtió en necesidad para que la lucha continuara.

Así como Fidel preguntó “¿voy bien Camilo?”, agosto nos sirve para preguntar a las compañeras y los compañeros que nos antecedieron en la lucha: ¿Cómo vamos? ¿vamos bien?

VIVIR POR LA PATRIA O MORIR POR LA LIBERTAD.
Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos.

Apodaca, N.L. agosto, 2023.

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