Cuando hablamos de Democracia, nos referimos a algo muy distinto a lo que comúnmente, desde el poder, nos hacen creer. Nos hacen creer -engañándonos- que la democracia depende de un conjunto de instituciones: los partidos políticos electorales (SISTEMA DE PARTIDO DE ESTADO), las autoridades electorales como el Instituto Nacional Electoral o el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; nos dicen que la democracia se celebra en las jornadas electorales, y después de que se entregan los resultados de las votaciones, los representantes -diputados o senadores- y los gobernantes -municipales, estatales o a nivel federal- ejercen sus “complicadas” funciones “en favor del pueblo” y a sana distancia de él, desde los palacios legislativos o de gobierno. Pero…eso, para nosotras y nosotros, no es democracia. No lo es, aun considerando la posibilidad de que no existieran fraudes electorales. No lo es porque el pueblo no gobierna, ni los intereses de las clases desposeídas y oprimidas están representados realmente por ninguno de los partidos políticos, ni por “los representantes populares” -diputados o senadores-, tampoco por los gobernantes.
Siendo así, nosotras y nosotros luchamos por un ejercicio político que transforme la realidad y responda a las necesidades y demandas sociales. No nos conformaremos con la política del espectáculo, la simulación, las verdades a medias. Luchamos por una política que atienda las verdaderas demandas de las y los trabajadores, atacando de raíz las causas reales de sus problemáticas: luchamos por una política que vaya en contra de los intereses del capital.
Puede que haya gobernantes que resulten “populares”, “muy queridos incluso”. Eso no significa que, a través suyo, la voluntad del pueblo se esté volviendo gobierno.
Es decir, la popularidad de un líder carismático, con altos índices de aprobación, no implica necesariamente que sus acciones de gobierno sean la voluntad del pueblo; aun cuando varias de sus medidas de gobierno funcionen como paliativos, aliviando algunos problemas de forma momentánea. ¿Cómo podemos afirmar esto? Pues en principio, porque toda la política social está dirigida a favorecer los intereses empresariales y porque el pueblo, hoy, no está -en su mayoría- lo suficientemente organizado, y sin una organización con nuevos horizontes, no hay forma de que la voluntad del pueblo pueda convertirse en un programa de gobierno.
Puede decirse, llegado este punto, que aparentemente ese es precisamente el papel de los Partidos políticos: “plantear distintas opciones de gobierno al pueblo”, ponerse en oferta durante las campañas políticas, y que el pueblo elija. El problema en esto es que los partidos políticos electorales no son representantes del pueblo: en lo general, son representantes de complejos intereses; de patrones explotadores; de los intereses extranjeros. Son, sin más, instrumentos del capital, no del pueblo.
La necesidad de un Movimiento de Liberación Nacional (o como deba llamarse) recae ahí precisamente: en que sin una organización amplia, transversal a todos los sectores oprimidos y explotados, no hay posibilidad de que el pueblo se vuelva uno, soberano e independiente; es decir, que sin un instrumento organizativo con horizonte revolucionario, los pueblos dependerán siempre de un poder ajeno a ellos, que los explota, que los controla, que los oprime, que los obstaculiza para desarrollar sus procesos políticos, y en consecuencia, no gobernará el pueblo, sino alguien más en su nombre: el capital nacional y extranjero.
Nuestra tarea es por tanto aportar nuestros esfuerzos organizativos a nuestro pueblo para que sea él quien gobierne, desde una vida democrática verdadera, genuina; desde asambleas, desde barrios, desde comunidades, desde formas concretas de participación cotidiana, mediante la toma de decisiones, la construcción de acuerdos, el desarrollo de trabajos y el goce colectivo y pleno de sus resultados, con toda la diversidad y diferencias de los pueblos. Esto es lo que nosotros consideramos democracia: un gobierno del pueblo plural y diverso.
A diferencia de los partidos políticos electorales, que son franquicias que tienen como objetivo el enriquecimiento de un grupo; la perpetuación en el poder; la consolidación de un Estado gerencial al servicio del Capital, nuestra propuesta es la de una organización para garantizar la participación y la democracia directa; somos propuesta con un horizonte nacional y revolucionario.